Ahora resulta que somos unionistas
José María Carrascal el de las corbatas policromadas y el «terrorista más buscado» nos contaba ayer en “La Razón” el cuento del lobito bueno. Según el fachendoso hortera, las cuestiones vasca e irlandesa no sólo no se parecen, «diría incluso que son opuestas». No se pierdan la argumentación.
Dice el de las corbatas espeluznantes que «en Irlanda partimos de una invasión inglesa de la isla, de una ocupación durante siglos y del sometimiento humillante de su población hasta ayer como quien dice en los seis condados del norte que conocemos como el Ulster. Esas condiciones no se dieron nunca en el País Vasco». Tiene razón. A nosotras (y nosotros, claro) nos convencieron los Reyes Católicos con buenos argumentos y la invasión del Duque de Alba fue una excusión.
En segundo lugar, dice Carrascal, «en el ‘conflicto irlandés’, han asesinado ambas partes. Mataron, y siguen matando, tanto y con tanta saña los ‘republicanos’ católicos del IRA como los matones ‘unionistas’ protestantes. La violencia no fue exclusiva de unos ni de otros. En el País Vasco, por el contrario, los asesinatos, secuestros, robos y extorsiones estuvieron siempre a cargo del nacionalismo radical, excepto en el breve paréntesis del GAL, que precisamente por ser una excepción, confirma la regla». Y para terminar de confirmar la regla, Carrascal podría citar también al BVE, la Triple A, los controles asesinos, la tortura hasta la muerte, las decenas de miles de asesinados por Franco, la represión en las calles...
Carrascal habla de las discriminaciones que padecieron los irlandeses para sentenciar que «en el País Vasco, en cambio, la discriminación es justo a la inversa. Los nacionalistas vienen ocupando el gobierno en coalición o en solitario desde que se instituyó la democracia en España y si hay alguien discriminado, por no decir asesinado, chantajeado o amenazado, son los vascos no nacionalistas, muchos de los cuales han tenido que abandonar su país». Y pienso yo que si gobiernan los que gobiernan será, entre otras menudencias, porque tienen más votos. Pero, claro, lo de los votos no es importante para la fachenda. Si pierden, se alzan, como en el 36.
Conclusión: «sería una trágica ironía dar a los nacionalistas el papel de los católicos irlandeses, y a los constitucionalistas, el de los protestantes. La paz que deseamos debe tenerlo muy en cuenta si no queremos que sea la victoria definitiva de los opresores sobre los oprimidos». Piensa que nos chupamos el dedo.
Maite Soroa (Gara), 23 de abril de 2003
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