Un mes de la iniciativa de ETA (y III): los partidos toman posiciones
En este primer mes desde el anuncio del alto el fuego los partidos han ido tomando posiciones y enseñando algunas de sus cartas, en lo que puede ser un avance de sus intenciones para el futuro.
El anuncio del alto el fuego permanente hecho por ETA el 22 de marzo estuvo inmediatamente seguido de declaraciones de la totalidad de los partidos que entremezclaban la alegría por la noticia, la cautela que se hizo obligatoria en casi todos los análisis, una cierta dosis de arrimar el ascua a la sardina de cada cual y una muestra de buena voluntad para contribuir a consolidar un escenario sin violencias en el futuro. La excepción fue el PP que, como el pitufo gruñón, siguió quejándose y refunfuñando.
El mes que ha pasado ya ha permitido que los partidos vayan definiendo más sus discursos y sus actuaciones, adaptándose a la nueva coyuntura y tratando de hacerse un hueco propio en el futuro.
El PNV, junto a zapatero
El breve comunicado al que dio lectura el presidente del EBB, Josu Jon Imaz, el 22 de marzo, afirmaba textualmente que «EAJ-PNV subraya, por tanto, que es el tiempo de la política, en el que los partidos, desde el acuerdo integrador en una mesa y sin ningún tipo de tutelas, debemos trabajar para ofrecer a la sociedad vasca la posibilidad de decidir, en paz y en libertad, su propio futuro».
Mientras el PNV hacía su declaración oficial en Sabin Etxea, el presidente del Gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, anunciaba que se tomaría su tiempo para analizar el comunicado de ETA y ver si se cumplían las condiciones de la resolución del 17 de mayo para acudir al Congreso. Dos días después, el 24 de marzo, Zapatero hablaba por primera vez de «verificar el alto el fuego».
En este tiempo, comenzó a cambiar la percepción del PNV de que «es el tiempo de la política» y, el 26 de marzo, Josu Jon Imaz hablaba de comprobar «en las próximas semanas» la «desaparición plena de la violencia» antes de fijar un calendario para la mesa de partidos. Con el paso de los días y las semanas, el discurso jeltzale se ha ido acercando al del presidente del Gobierno español que dice que ahora es el tiempo de la paz, no el de la política hasta el punto de que en la presentación del manifiesto para el Aberri Eguna, hecha público el 12 de abril, Imaz aseguró ya que su partido «priorizará la paz a cualquier otra cuestión», por «importante que sea».
Los diversos portavoces del PNV han mostrado a lo largo de este mes su «lealtad sin contrapartidas» a Rodríguez Zapatero, mientras que desde antes incluso del anuncio del alto el fuego ya mantenían una línea de discurso duro contra la izquierda abertzale, que algunos análisis consideran que se complementa con la acción decididamente hostigadora de la Ertzaintza.
¿Por qué en esta situación, en lugar de buscar la centralidad, el PNV opta por acercarse al Gobierno español y arremeter contra la izquierda abertzale, situándose incluso frente a las iniciativas del Foro Nacional de Debate, entre los que se encuentra EA, su socio de gobiernos y coaliciones? Una respuesta podría ser que el PNV está actuando con la izquierda abertzale como el PP con el PSOE desde el 14-M, enfrentándose a la mínima oportunidad y con una agresividad que causa asombro en la mayoría de la ciudadanía, con el fin de abrir una brecha entre ambos que haga más difícil el trasvase de votos de un lado a otro. Las posiciones del PP lo escoran hacia la derecha más extrema, pero entiende que marcar suficientemente las diferencias con el PSOE le es útil para evitar que entre ambos partidos haya «zonas mixtas» en las que sus votantes puedan sentirse cómodos y hasta el punto de que terminen pasando la frontera en las próximas elecciones. El PNV estaría siguiendo la misma táctica con una izquierda abertzale que en el nuevo escenario puede ser una tentación electoral para votantes que en los últimos años se habían acercado a los jeltzales. Además, el PNV parece estar intentando reagrupar a sus bases con la amenaza de «la pinza» que habrían urdido PSE y Batasuna para apearles del poder.
Madrid marca el paso a PSE y PSN
Otro de los aspectos que ha quedado claramente definido en este mes ha sido que José Luis Rodríguez Zapatero y el PSOE han tomado la dirección del proceso haciendo prácticamente invisibles a PSE y PSN.
A pesar del importante papel que algunos dirigentes del PSE han tenido en los movimientos que han desembocado en el alto el fuego de ETA, éstos han optado por huir de cualquier protagonismo para que el mismo recaiga exclusivamente en La Moncloa. No se ha escuchado en estas semanas ningún discurso propio, ninguna declaración que no fuera un calco de las que diariamente pueden llegar desde los ámbitos cercanos a la presidencia del Gobierno o de la sede central del partido en la calle Ferraz de Madrid.
Tampoco la voz del PSN ha sobresalido mucho en estas semanas, aunque el desquiciado papel que está representando UPN le ha abierto un terreno de juego diferenciado en el que asomar la cabeza, aunque sea por omisión. La mayor «aportación» que ha hecho la formación de Chivite ha sido negarse a votar las iniciativas políticas que se han presentado en las instituciones en relación al conflicto y que podrían condicionar, de alguna manera, sus posiciones en el futuro. Además, ha vuelto a incidir en la necesidad de un referéndum en Nafarroa, con la diferencia de que si antes concretaba que habría de ser para refrendar una leve reforma del Amejoramiento, ahora deja un espacio más abierto para el objeto de la consulta.
Entre tanto, Rodríguez Zapatero y la dirección del PSOE insisten en reducir estos primeros pasos del proceso a una cuestión técnica, centrada en lo que viene a denominar «verificación del alto el fuego» de ETA en base a los informes policiales. Cualquier otro paso se difiere al momento en el que el presidente del Gobierno demande del Congreso autorización para abrir un diálogo con la organización armada en las condiciones de la resolución del 17 de mayo del pasado año. En todo caso, las declaraciones que se hacen en torno al respeto a los derechos de los presos políticos vascos o a la restitución de la igualdad política en Euskal Herria con la legalización de todas las formaciones políticas, se sitúan todavía en los mismos parámetros que las anteriores al alto el fuego.
Por otra parte, Zapatero no oculta que quiere darle al PNV un papel relevante en su estrategia, aunque ello no guste demasiado al PSE porque puede condicionar sus intenciones de futuro. Se ve que piensa en los jeltzales sobre todo a la hora de moderar y amortiguar el resultado de lo que denomina la búsqueda de un nuevo consenso político.
Batasuna, ilegal y protagonista
La situación de Batasuna resulta totalmente surrealista. Mientras cualquier análisis objetivo destaca su importante contribución a que se haya llegado a la situación actual y el papel imprescindible que tiene en el futuro, no sólo está ilegalizada, sino que la Audiencia Nacional muestra un empeño renovado en su persecución. Cuando hasta el presidente del Gobierno español dirige buenas palabras hacia Arnaldo Otegi, su fiscal general solicita su encarcelamiento, que gustoso firma el juez Grande-Marlaska.
A Batasuna le está tocando tener que encajar todos estos golpes, mientras observa que el Estado no cede en su empeño represivo en ningún ámbito, y al mismo tiempo mantener la confianza de su militancia en el proceso abierto. De ahí la cita sobre «la paciente impaciencia» del sandinista Tomás Borge a la que Arnaldo Otegi aludió poco antes de ser encarcelado. «Hay que ser lo suficientemente paciente como para saber que las cosas no cambian de la noche a la mañana, y hay que tener todos los días la impaciencia de que las cosas cambien lo más rápidamente posible».
Pero por dolorosas que sean las agresiones, da la impresión de que Batasuna no quiere dejarse arrastrar a una intervención en constante clave antirrepresiva, ni enredarse en debates entrampados sobre qué debe hacer para volver a la legalidad. La formación abertzale pone todo su empeño en urgir a abrir ya el diálogo multipartito en el que puedan asentarse las bases metodológicas sólidas de una mesa de partidos. Y a la idea de la «verificación del alto el fuego» contrapone la de la «verificación democrática» que comparte con Juan José Ibarretxe de ver si se acepta lo que decida la ciudadanía vasca.
El mensaje de Batasuna se centra en esos aspectos, aunque sin olvidar los golpes sufridos, que recientemente le llevaron a decir que en unas semanas había perdido buena parte de su confianza en el PSE.
El PP pinta rayas rojas
El PP se tomó el anuncio del alto el fuego de ETA como una malísima noticia. Bastaba ver la cara que Mariano Rajoy y José María Aznar tenían al mediodía del 22 de marzo en la presentación de un libro editado por FAES. Como después verbalizó su parlamentario autonómico Carlos de Urquijo, entendían que el anuncio era la confirmación de que ETA ha conseguido lo que quería. El PP observa malhumorado la posibilidad de que como consecuencia de este proceso puede que Euskal Herria acabe teniendo la llave de su futuro y, también, por la evidencia de que si sale bien será difícil que pueden echar a Zapatero de La Moncloa en una larga temporada
Sin embargo, el PP ha tenido que ir dominando ese malestar inicial puesto que, por una parte, todas las encuestas mostraban una satisfacción mayoritaria de la opinión pública española con el alto el fuego, que por otra parte ha sido saludado por los más altos dirigentes internacionales.
Desde la entrevista que Mariano Rajoy mantuvo con Rodríguez Zapatero el 28 de marzo, el PP trata de combinar un prudente apoyo al Gobierno por razones de Estado, con la delimitación de «rayas rojas» que Zapatero no debe cruzar y con las que pretende controlar su actuación. Junto a esto, algunos de sus líderes como Zaplana y Acebes siguen tratando de erosionar al Ejecutivo del PSOE, mostrando siempre la botella medio vacía y destacando los aspectos que consideran más negativos. Sin embargo, otros, como la presidenta madrileña Esperanza Aguirre, mantienen un discurso más constructivo, con afirmaciones como «sin ETA, no hay ninguna razón para que Batasuna no se presente a las elecciones» y «todos los gobiernos tienen y han tenido medidas de gracia. Una vez que la organización terrorista deje las armas será el momento de estudiarlas».
En la órbita del PP han sido especialmente destacadas las declaraciones del presidente de UPN y del Gobierno de Nafarroa, Miguel Sanz, que trata de agitar fantasmas inexistentes que muestran, por una parte, su temor a dar la voz a las navarras y navarros, y por otra, su miedo a los efectos que unas elecciones realmente democráticas podrían tener en su manejo de los diferentes resortes del poder.
EA, en una encrucijada
Eusko Alkartasuna ha tenido un papel relevante tanto en el Foro Nacional de Debate como en la firma del Acuerdo Democrático de Base, al tiempo que se ha mostrado muy activa en la defensa con hechos de los derechos civiles, como demostró con su presencia en el acto frente al BEC del 21 de enero. Desde el anuncio del alto el fuego viene insistiendo también en la necesidad de crear la mesa de partidos. Estos pasos le han llevado a coincidir con la izquierda abertzale en muchos aspectos y a alejarse de la práctica que mantiene el PNV, con el que comparte coaliciones y gobiernos. En este aspecto, este año debe decidir si concurre sola o en coalición con el PNV a las próximas elecciones municipales y forales. Una decisión que los jeltzales no entienden que sea ya táctica, sino que marcará una línea de continuidad. Así que lo que EA decida en ese terreno puede marcar de manera definitiva su futuro y el de la decantación de los espacios políticos y electorales en Euskal Herria para los próximos años. -
Gara, 24 de abril de 2006
0 comentarios