Las condiciones que impone la prensa
La declaración de intenciones de Patxi López, ratificada por ZP, ha puesto de los nervios a los más egregios representantes de la derechona periodística. Se pueden imaginar las burradas de ayer en “La Razón”, “Abc” o “El Mundo”. Sin embargo, tenía más enjundia el editorial compartido que publicaban “El Diario Vasco” y “El Correo Español”, en el que, en el intento desesperado por darle la vuelta a una realidad que les disgusta, sentenciaban que «es a la izquierda abertzale a la que corresponde realizar todo el esfuerzo para recuperar su legalidad. Es la izquierda abertzale la que tiene que librarse de su dependencia de ETA y cumplir con los requisitos legales para inscribirse como formación comprometida en desarrollar su acción política sin solapamiento alguno con el uso de la violencia y la coacción». El problema es que hicieron una legalidad a medida, como un sastre cose un traje, para dejar a la izquierda independentista fuera del juego. Ya lo verán. Insistía el editorialista: «La Ley de Partidos nació con la vocación de eliminar los resquicios de permisividad que la legalidad dejaba a la connivencia entre el terrorismo y el ejercicio público de la política y ha acreditado su eficacia al hacer inviable una estrategia de esta naturaleza. Pero el abismo que separa a la izquierda abertzale de los valores de la democracia no podría salvarse mediante su mera inscripción en el registro de partidos. Es imprescindible que lleve aparejada la renuncia de los herederos de Batasuna a todo argumento ventajista que apele al riesgo del retorno a la etapa del terror. Sólo así podrá la sociedad democrática confiar en que asumen el papel de representantes de una parte de la voluntad política de los vascos». Y ahora veremos quién juega con ventaja y pide al contrario que renuncie a ganar: «la izquierda abertzale debería comprender también que resulta vana su pretensión de soslayar el vigente marco de autogobierno para dibujar sobre él una quimera políticamente inexistente y socialmente inalcanzable como la Euskal Herria de los siete territorios (...). No bastará con que la izquierda abertzale recorra la trágica distancia que separa a la barbarie y al totalitarismo de la libertad. Resulta imprescindible que transite de la irrealidad que genera el fundamentalismo al sentido común que exige la convivencia en una sociedad plural incardinada en una realidad igualmente diversa como la española». O sea, que diga lo que le gusta oír al editorialista. ¡Mira que cuco! – Maite SoroaGara, 2 de junio de 2006
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