Más y más distantes lecturas
Los ecos del último comunicado de ETA, lejos de apagarse, se han avivado en las últimas horas.
Daniel Ynnerarity, en ‘‘El País’’ advertía que «el automatismo con el que el PP otorga credibilidad a lo que dice ETA puede tener unos efectos insospechados: el temor de unos a que se rompa España puede alimentar en los otros la expectativa de que así sea. En cualquier caso, preferir creer a los terroristas que a cualquier otro no contribuye a que la interpretación pública del final de la violencia se construya desde la legitimidad democrática».
No pensaba, evidentemente, de la misma manera el editorialista de ‘‘El Mundo’’, que titulaba su pieza:«Cuando no se quiere responder, no se deja preguntar». Dolido porque ZP no quiso más de dos preguntas en su última conferencia de prensa, el escribiente de Ramírez sentenciaba que «no deseamos caer en la tentación de un juicio de intenciones ni pasar del ámbito de las conjeturas, pero ese vergonzante silencio -convenientemente blindado frente al escrutinio periodístico- resulta inquietante. Y más si lo sumamos al anuncio de Zapatero de que no va a parar el reloj y de que anunciará su intención de abrir el diálogo con ETA antes de que acabe junio, precisamente el plazo que el propio diario GARA le dio en uno de sus recientes editoriales.
Aunque sea a través de este tipo de elementos circunstanciales, empieza a calar en una parte importante de la opinión pública la sospecha de que quien calla otorga y de que Zapatero podría estar actuando a remolque de los dictados de ETA».
Ya ven la diferencia, ¿verdad?
El que lo tenía claro era César Alonso de los Ríos, en ‘‘ABC’’, que sintetizaba así su interpretación de la realidad:«Mi interpretación de este juego de malentendidos es la siguiente: el Gobierno se había comprometido a cumplir algunas condiciones de ETA que, en este momento, no ve posibles. Para cumplir con la hoja de ruta que ha trazado Antza no le basta con la buena voluntad de Pumpido ni la colaboración de la policía ni el entreguismo de los jueces ’democráticos’».
Pues eso le parece un disparate al editorialista de ‘‘Deia’’ en cuya opinión «colegir (...) que el presidente español y ETA han cerrado acuerdos responde a una actitud desesperada por desviarse de la verdad a sabiendas para entrar en el territorio de la falsedad». O sea, que el de ‘‘Deia’’ sí que sabe lo que hay...
Maite Soroa
Gara, 24 de junio de 2006
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