El drama del aborto entre los afroamericanos, según la sobrina de Martin Luther King
Entrevista con Alveda King, directora del African American Outreach for Gospel of Life
NUEVA YORK, lunes, 17 julio 2006 (ZENIT.org).- Cada niño abortado es como un esclavo en el vientre: la madre decide la suerte del pequeño, dice Alveda King, asociada a la pastoral de «Sacerdotes por la Vida».
Alveda King --sobrina del asesinado líder de los derechos civiles Martin Luther King--, directora de African American Outreach for Gospel of Life, afirma que una vida recta es la única solución al problema del aborto.
ZENIT entrevistó a Alveda King sobre los efectos del aborto, especialmente sobre la población negra de los Estados Unidos.
--Las estadísticas muestran que el aborto se dirige a grupos específicos como afroamericanos, inmigrantes y pobres. ¿Cómo ve la situación?
--King: El aborto es un genocidio para todas las poblaciones. Claro: la evidencia muestra que grupos tales como Planned Parenthood tienen como objetivo comunidades afro-americanas con una campaña para animar a los progenitores negros jóvenes a abortar.
--¿Cuál es la postura de grupos tales como Planned Parenthood hacia las minorías? ¿Hacen algo estos grupos además de proporcionar el aborto?
--King: En las comunidades afro-americanas, el aborto es la agenda prioritaria. También ofrecen control de natalidad y otros servicios de salud, pero el énfasis se pone en el aborto para progenitores negros.
--Hay una elevada tasa de aborto entre afroamericanos y esto refleja un problema de las madres solteras que debe ser resuelto. El aborto parece como si fuera la solución al «síntoma» niños. ¿Cuál es la solución adecuada?
--King: La solución apropiada es rectitud y vida santa, incluyendo la abstinencia y el matrimonio. Para todo el mundo, independientemente de su nacionalidad o situación económica.
--¿Cómo ha afectado el aborto a la familia afro-americana en los Estados Unidos desde 1973, año en que el aborto fue legalizado completamente?
--King: De los 45 millones de abortos estimados en los Estados Unidos, realizados desde 1973, aproximadamente 15 millones se han llevado a cabo en familias afro-americanas.
--Usted dijo recientemente: «¿Cómo podrá sobrevivir el sueño si matamos a los niños?»
--King: En la actual parodia del debate sobre si el aborto y el infanticio deberían ser permitidos, una voz en el desierto sigue gritando: «¿Qué pasa con los niños?».
Hemos alimentado tanto el fuego de los «derechos de las mujeres» que nos hemos quedado sordos ante el grito de las verdaderas víctimas, cuyos derechos están siendo violados: los niños y las madres. Por supuesto que legalmente la mujer tiene derecho a decidir sobre lo que hace con su cuerpo.
Pero también tiene derecho a conocer las serias consecuencias y repercusiones de decidir abortar.
Entonces, ¿qué sucede con los derechos de cada niño cuya vida es artificialmente interrumpida antes de tiempo en el vientre de su madre, sólo para tener su cráneo perforado y sentir --sí, sentir de manera agonizante-- que la vida se le va antes de poder realizar su primera inspiración de libertad?
¿Qué pasa con los derechos de esas mujeres que han sido llamadas a ser pioneras de nuevas fronteras del nuevo milenio, sólo para ver sus vidas apagadas antes de tiempo? ¿Qué señales contradictorias estamos enviando hoy a nuestra sociedad?
Permitimos y a menudo las animamos a introducirse en el sexo promiscuo. Entonces cuando conciben, les decimos: «No mates al niño, deja a nuestros instrumentos de aborto hacerlo por ti».
Mi abuelo, Martin Luther King senior, dijo una vez: «Nadie matará a uno de mis niños». Por desgracia, dos de sus nietos habían sido ya abortados, cuando salvó la vida de su siguiente nieto con esta afirmación.
¿Cómo puede sobrevivir el «sueño» si matamos a los niños? Cada niño abortado es como un esclavo en el vientre de su madre. La madre decide su suerte.
--¿Qué aprendió en su familia sobre la dignidad de la vida humana?
--King: Mi tío, el doctor King, dijo: «El negro no puede ganar si está sacrificando voluntariamente las vidas de su familia a cambio de confort personal y seguridad». Mis padres me criaron como cristiana y yo creo en la Biblia. Mi abuelo, «papaíto King», fue muy firme sobre la vida de los no nacidos, y rechazaba la idea del aborto.
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