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Ejércitos privados son los responsables del trabajo sucio en las guerras del mundo

Ejércitos privados son los responsables del trabajo sucio en las guerras del mundo

Los 35 ex militares colombianos, presumiblemente engañados por la empresa ID Systems, intermediaria de la norteamericana Blackwater, son noticia porque las promesas salariales fueron superiores a la paga real. Las cifras en dólares que abrieron las agallas de estos "soldados de fortuna" quedaron al final en modestas cantidades, modestas por el alto riesgo que representa trabajar en una guerra de ocupación y en medio de "enemigos" que no han sido vencidos.

Antes de prestar sus servicios a la multinacional, los colombianos fueron entrenados en la estatal Escuela de Caballería de Bogotá. ¿Por qué allí y no en campos de entrenamiento privados, privados como este colosal negocio? Sería fantasioso pensar que los reclutados lo hacían por motivos distintos a los económicos o para complacer los delirios patrióticos del señor Bush. Sencillamente, pidieron cupo en la nómina menos especializada de Blackwater.

Esta es una prueba de que la subcontratación incluye en su menú la mano de obra barata de las periferias tercermundistas, destinada a un mercado tan riesgoso como las guerras. Los negocios de la guerra también hacen parte de "la tierra plana" descrita por el neoconservador Thomas Friedmann. Se gana muchísimo más contratando colombianos a menos de 2 mil dólares mensuales que alistando curtidos "soldados de fortuna" norteamericanos, israelitas, chilenos o surafricanos, que piden diez veces más por sus servicios.

En abril del 2004, una crónica firmada por Sergio Gómez Masseri, publicada en EL TIEMPO, alertaba sobre el auge de un colosal mercado de contratistas reclutados para servir en países en guerra y de un número limitado de empresas de élite como Blackwater, Halliburton, Armor Group o Dyncorp. "Su función específica en este país (Irak), como en otros, es a veces un misterio", escribía Gómez Masseri. Las labores de vigilancia o seguridad pueden ser muy amplias. Se suponía que entre 20 mil y 30 mil contratistas prestaban sus servicios en Irak.

El caso de los colombianos es insignificante comparado con el volumen de negocios que cuenta con contratistas que ganan hasta mil dólares diarios. Esto ha torpedeado la ética de la administración pública y puesto en la picota pública negociados nunca aclarados en el gobierno de Estados Unidos. Estas actividades no están incluidas en las leyes internacionales sobre mercenarios. Los contratistas de Irak no están tampoco cobijados por la legislación de Estados Unidos, pues muchos de ellos no son estadounidenses.

Es conocido el caso de la Blackwater Security Consulting haciendo las veces de ejército ofensivo, peleando en Irak con sus propios helicópteros. Es esta la verdadera cara del negocio: la constitución de poderosos y casi incontrolables ejércitos privados. ¿Hacen el trabajo sucio? El tema es tan preocupante, que ya existen estudios académicos sobre la constitución y funcionamiento de estas sociedades de mercenarios. Estos "guerreros de la empresa" -como los llama Peter W. Singer- son los más beneficiados con las miserias que se siembran en las periferias del mundo, del mundo que interesa a Estados Unidos en su esfuerzo por afianzar su "nuevo orden mundial".

El caso de los colombianos defraudados es importante para nosotros pero no pasa de ser una "chichigua" en el mundo de las contrataciones y subcontrataciones internacionales de mano de obra mercenaria. Se ha revelado que mejor suerte económica que los colombianos han tenido chilenos, irlandeses del norte y surafricanos reclutados en los vertederos de dictaduras recientes o entre los cuerpos de élite contrainsurgentes del mundo.

Óscar Collazo

El Tiempo (Colombia), 24 de agosto de 2006

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