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Zapatero frente a ETA

Zapatero frente a ETA

Una vez más el presidente Zapatero se vuelve a encontrar frente a sus propias aventuras políticas, en las que se embarca por su cuenta y riesgo sin las garantías necesarias, y en lo que se refiere a las grandes cuestiones de Estado, como la reforma estatutaria o la negociación con ETA, sin el apoyo necesario del primer partido de la oposición, al que además hostiga señalándole como la nueva extrema derecha o aislándolo de manera nada democrática en el Parlamento. Le pasó con el Estatuto catalán, que luego hubo de rectificar a medias —y aún pendiente del Tribunal Constitucional— y ahora le ha ocurrido con ETA cuando estaba convencido de la bondad y oportunidad de un proceso en el que Zapatero prometió contrapartidas políticas con la misma ligereza con la que ofreció al PSC y a los nacionalistas catalanes aprobar en Madrid lo que decidiera el Parlamento catalán.

La diferencia entre una y otra aventura está en que la catalana pudo rectificarla en algo gracias al pacto hallado con CiU, mientras que la negociación con ETA no tiene mucha marcha atrás, porque Otegi y ‘Ternera’, los presuntos negociadores de la banda tras los que se esconden los jefes respectivos de Batasuna y ETA, Permach y ‘Txeroki’, no son comparables a Carod y Maragall a la hora de rectificar. Porque Zapatero dio alas a los etarras al autorizar un diálogo del PSE-PSOE con la ilegal Batasuna y al aceptar como plataforma negociadora las dos mesas, política y militar, que exigía ETA para poner lo que ellos llaman “punto final al conflicto vasco”, que no es otra cosa que el terrorismo y no un conflicto político como lo han pretendido los etarras en el inicio del proceso en el que Zapatero, además, consintió la vista gorda del fiscal general y del Ministerio de Interior. Así quedó en flagrante evidencia cuando se comprobó que agentes de la Policía advirtieron a los cobradores etarras de la extorsión de que eran seguidos para su posterior detención.

Esto se veía venir desde que Zapatero, al inicio de la legislatura, unificó su estrategia de reforma estatutaria con la negociación etarra, convencido de que las concesiones que en el ámbito de la soberanía les ofrecía a los nacionalistas catalanes iban a servir para que los etarras apreciaran su pasión federal, al menos como primer paso para debatir lo que ellos consideraban su objetivo prioritario: fin de la violencia a cambio del derecho de la autodeterminación. Y todo ello previa legalización de Batasuna y de otras concesiones a los presos etarras, lo que permitiría a la banda una disolución pactada con un triunfo de nivel político, en vez de una simple rendición.

Pero la ambigüedad y las concesiones políticas que marcaron el despegue del proceso han acabado enredándolo todo y el presunto pragmatismo de Otegi y ‘Ternera’ se ha visto superado por la firmeza de Permach y ‘Txeroki’, respectivamente en Batasuna y en ETA, lo que hace temer por el final de la tregua y el regreso de la banda a la acción armada tal y como lo han anunciado los últimos comunicados etarras de este fin de semana, así como los propios dirigentes de Batasuna, que creen tener al Gobierno en sus manos.

Tan es así, que Zapatero se ha visto en la necesidad de hablar ahora de firmeza frente a ETA en sus últimas declaraciones del domingo en Barcelona mientras desde su entorno monclovita se insiste en que esta crisis no debe suponer la ruptura del proceso porque en opinión del presidente y de su equipo asesor en esta materia la tregua de ETA no tiene marcha atrás. De ahí que consideren sin importancia la reaparición de la kale borroka e incluso los últimos comunicados de ETA, que sí preocupan a otros sectores del Gobierno y del propio partido socialista, donde consideran que Zapatero se ha podido precipitar.

Vamos a ver lo que ocurre y qué decide finalmente ETA, que es quien tiene en este caso las riendas de la situación, porque el Gobierno y su presidente, enfrentados ahora a la opinión pública, no pueden ceder más a las exigencias políticas de la banda, la que se encuentra en la disyuntiva de abandonar las armas o regresar a la violencia criminal.

Pablo Sebastián

Estrella Digital, 25 de septiembre de 2006

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