Pero qué me cuentas, Guillermito

Hace cinco años el mejicano Guillermo del Toro presentó una película, El espinazo del diablo, en la que trataba de combinar una historia de guerra civil española con un cuento para niños. Pero no fue capaz de ensamblar ambas tramas. El tratamiento “realista” de la Guerra Civil era un cúmulo de tópicos superficiales, y la presentación de la historia infantil tenía momentos brillantes, que se venían abajo por un exceso de truculencias macabras y repugnantes.

Ahora vuelve a cometer los mismos errores en El laberinto del Fauno. No ha aprendido nada. Nos sitúa en el año 1944, y cuenta el viaje de Ofelia (Ivana Baquero), una niña de 13 años, que junto a su madre Carmen (Ariadna Gil), convaleciente a causa de un avanzado estado de gestación, se traslada hasta un pequeño pueblo en el que se encuentra destacado Vidal (Sergi López), un cruel capitán de la policía franquista, nuevo marido de Carmen y por el que Ofelia no siente ningún afecto.

La trama de los franquistas es un despropósito y parece encargada al Grupo Risa. No sólo por su demencial caricatura sino por lo anacrónico de sus planteamientos. ¿Qué hace un policía mandando a la Guardia Civil en la búsqueda de maquis? ¿Desde cuándo un obispo de 1940 se va a sentar a la mesa de un capitancillo, que además preside la cena? ¿De qué los maquis van a ser unos ángeles y los franquistas unos demonios psicóticos? Pero ¿qué te han contado de la Guerra Civil, Guillermito? Vamos hombre, que ya está bien de que nos tomen por tontos.

La trama infantil es mucho mejor, pero de corto recorrido. Quiere exaltar la capacidad de sacrificio de la niña, dispuesta a dar su vida por los demás. Es lo único bueno del film. Pero ¿cuál es el público objetivo? Los niños no, pues la peli es bastante gore, a los adultos no nos dice nada. ¿Entonces? En fin, la verdad es que el Fauno es un personaje muy logrado, pero para eso, Guillermo, haz un muñeco en vez de una película.

Juan Orellana

Páginas Digital, 13 de octubre de 2006