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«Justicia de las víctimas», clave y prioridad de un «proceso de paz»

«Justicia de las víctimas», clave y prioridad de un «proceso de paz»

MADRID. «En la tregua de 1989 y en la de 1998 también había víctimas de por medio, pero eran invisibles. Felipe González o José María Aznar podían plantearse la solución al problema vasco como un diálogo entre los presentes: Gobierno, banda armada y presos. Rodríguez Zapatero, en este 2006, tiene que contar además con las víctimas. Esta variante explica que no sirva de mucho decir al Gobierno actual que Aznar también negoció con ETA y que estaba dispuesto a ser generoso si dejaban de matar. Entonces eso era posible y hoy no. (...) Ahora (las víctimas) están ahí como la mayor novedad y nada podrá hacerse sin ellas. Reconozcamos que esta circunstancia no facilita las cosas».

A partir de este diagnóstico, el profesor Reyes Mate, que lleva veinte años dedicado a investigar el significado de «las víctimas» -especialmente en Auschwitz y en las dictaduras latinoamericanas-, concluye que la «excepcionalidad vasca» -consecuencia de una sociedad que «ha celebrado y honrado» al asesino y «silenciado o vilipendiado» a la víctima- obliga a «imponer como objetivo prioritario del momento la justicia de las víctimas y relegar a otro tiempo el debate que tanto interesa al nacionalismo» (el soberanismo). Pero, además, añade que «no se puede desligar el proceso político de la justicia de las víctimas».

En un amplio estudio -53 páginas- que, bajo el título «Justicia de las víctimas y reconciliación en el País Vasco», ha hecho para la Fundación Alternativas -cuyo laboratorio de ideas dirige el ex ministro socialista Juan Manuel Eguiagaray, que participó en las negociaciones de Argel con ETA-, Reyes Mate subraya que la «visibilidad» de las víctimas es un «fenómeno nuevo, de alcance mundial», que ha surgido con tal fortaleza que «ya no hay discurso creíble que las silencie», y ante el que no cabe «pasar página» ni «cerrar los ojos», aunque los políticos no parecen saber cómo afrontarlo pues -dice- unos se refugian en «la retórica» y otros las «utilizan partidariamente».

«Paz no es silencio de armas»

Del mismo modo que -afirma- «cualquier salida política a la violencia será en falso» si no se tiene en cuenta «el dolor acumulado y su significación», advierte el autor de que los familiares no pueden «apropiarse» del «concepto de víctima» y de que «las víctimas no pueden pretender ser ellas las que arreglen las cuentas con los terroristas, ni quienes dirijan la política antiterrorista» porque «esta es la responsabilidad de quien representa a las sociedad en su conjunto: el Gobierno de la nación».

Reyes Mate señala que para calibrar la injusticia hay que tener en cuenta «la complejidad» del daño causado, en el que aprecia tres dimensiones: personal, político y social. Ante el personal -muerte, mutilación...- defiende su reparación, en la medida de lo posible, a través de medidas legales. Ante el político -la «negación de la ciudadanía» -, afirma que «se impone el reconocimiento por parte de la sociedad vasca de que la víctima es parte de ella y que sin ella nadie es ciudadano», algo que «debe ser público y no privado, y no tanto institucional como social». Ante el daño infligido a la sociedad, pues queda «fracturada», sostiene que la «sutura es la reconciliación», que supone «recuperar para la comunidad a la víctima y al verdugo».

Tras aclarar que «no es de recibo en ningún caso una reconciliación basada en el sobreentendido de que «todos somos culpables»», aboga por el «perdón político» de la víctima al verdugo, lo que exige un correlato de «arrepentimiento» o «remordimiento» de modo que se transforme «la culpabilidad moral en responsabilidad política». «La generosidad con los presos debería estar en relación proporcional con la satisfacción que den los presos a sus víctimas», propone.

Reyes Mate afirma con rotundidad que «la paz no es el silencio de las armas» porque «si el fin de la violencia es erigido en único principio de paz, entonces estamos reconociendo la eficacia política de las armas».

País Vasco «real» y su Estatuto

Añade que «la mirada de la víctima cuestiona radicalmente el discurso del «pueblo vasco»» para concluir que, si se reforma el Estatuto de autonomía, «esta no podría gravitar sobre el soberanismo o la territorialidad que propugna el nacionalismo de uno u otro signo», ya que supondría un «fraude moral» -mantendría a las víctimas en la «in-significancia»- y un «fraude político» -«plantearíamos un nuevo Estatuto que, en lugar de tener en cuenta al país real, se referiría a otro falsamente inocente», ya que «la realidad objetiva del País Vasco está marcada por la existencia de las víctimas»-.

La reconciliación -objetivo último- sería «el final de un largo proceso» que, según Reyes Mate, exige «una revolución cultural» que debe empezar por «revisar la buena prensa de la que históricamente ha disfrutado la violencia», una tarea para la que reclama la implicación de la Universidad, la Iglesia y la gente de la cultura.

 

GONZALO LÓPEZ ALBA

 

ABC, 20 de noviembre de 2006

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