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La socialbasura

La socialbasura

Fue una catástrofe, no sólo para la izquierda, no sólo para el PS, no sólo para la sociedad, también y sobre todo para la inteligencia y el sentido común; esa mañana “interna” en que el PS eligió a Segolène Royal fue una catástrofe... Me limitaré a pocos ejemplos.

Sus adversarios en esta campaña “interna”, excesivamente mediatizada, si fueron más cautos que ella en el derroche de sandeces “petainistas”, no fueron muy inventivos, que digamos. Laurente Fabius, que se cree el triunfador del “no” a la Constitución europea, propuso el viejo cocido rancio de la izquierda unida jamás vencida, y proclamó la URSE (Unión de Repúblicas Socialistas Europeas), como solución. Sufriendo de amnesia durante estos 50 últimos años, despierta de pronto y propone rehacer los mismo errores de antaño, para repetir las mismas catástrofes de antaño. Tuvo un instante de comicidad, cuando trató de liberal a Chirac (comparado a Stalin, desde luego), pero nada más.

Pero el más peligroso, porque el menos tonto, es Strauss-Khan. (No se olvide que tuvo que dimitir del gobierno Jospin, acusado de corrupción. Sus propuestas económico-sociales no son nada originales, y ya han fracasado en varios países. Se trataría de conciliar la eficacia de las empresas, con la protección socialestatal, lo cual choca con una evidente contradicción, porque para aumentar dicha protección, piensa aumentar fuertemente los impuestos, y los impuestos demasiado elevados constituyen una de las clásicas trabas a la eficacia y competitividad de las empresas. Pero lo peor es su visión (miope) del mundo. Declaró, por ejemplo, que las raíces de Europa eran cristianas, judías, y ¡musulmanas!, abogó por la entrada Turquía en la UE, criticó a Chirac por haber, dijo, “marginado” a Siria, y bajo la etiqueta de “política mediterráneo”, sólo repitió los tópicos de la “gran política árabe” de De Gaulle. Si los tres candidatos criticaron las exageraciones verbales del presidente iraní, ninguno propuso nada concreto para pararle los pies y ninguno habló de lo esencial: el terrorismo islámico, al revés todos consideran que los países musulmanes son los mejores aliados de Francia.

La favorita del harén y vencedora final, Segolène Royal (Besterio es elegante, pero no tanto), armó cierto revuelo en su partido, cuando declaró que los jóvenes delincuentes no debían ir a la cárcel, sino a centros especiales, controlados por el ejército. Lógico; el PS se las da de pacifista y antimilitarista. Corrigió, siempre corrige o se raja, pero para peor. Su última propuesta es la creación de campos de concentración “humanitarios”, en los “países pobres”, controlados por el ejército, o los gendarmes, o ...(¡un minuto de silencio, por favor): ¡los bomberos! ¡los bomberos convertidos en guardias de los presidios! Pues nadie se indignó, sólo se discutieron problemas “técnicos”. En un país en donde el arrepentimiento chorrea por doquier, y particularmente sobre el colonialismo, cuando una ley pretendía reconocer los “aspectos positivos de la presencia francesa en ultramar”, realidad compleja, contradictoria, pero indiscutible, se armó la bronca y Chirac la anuló por real decreto, pues como todo sistema burocrático, Francia se hunde bajo el peso de sus leyes. Pues llega la candidata socialista y hace una propuesta resueltamente colonialista, y nadie protesta; ni siquiera se dan cuenta.

Porque vamos a ver ¿en qué “país pobre” va a decidir la presidenta francesa instalar campos de concentración “humanitarios”, controlados por militares, policías o bomberos franceses? ¿No se trata de países jurídicamente independientes? Hija de un oficial del ejército colonial, nacida en Dakar, Segolène, la reina de Saba y de los sondeos, se cree que Francia es aún un Imperio colonial, que puede decidir deportar a sus delincuentes a sus colonias. Resulta que eso ya lo hizo Francia cuando efectivamente era un Imperio colonial, y deportaba sus presos a Argelia, Nueva Caledonia, Madagascar, etc. Pero en el contexto de la época, el siglo XIX, esencialmente, la elección entre la cárcel y un trabajo más o menos forzado en las colonias, no era una monstruosidad absoluta.

También es cierto que no siempre hubo elección, se les deportaba por narices. Lo mismo, y antes, hizo el Reino Unido, que pobló Australia de reos. Y Australia se ha convertido, desde hace decenios, en un país próspero y democrático, que participa mucho más que Francia –tampoco es difícil– a la lucha contra el terrorismo.

Otra de las tesis antidemocráticas de la Royal, un poquitín más discutida ésta, es su “democracia participativa” enfrentada a la democracia representativa, para recortarla al máximo. No está en condiciones de anularla del todo, pero es sintomático que protestara ante la organización de la campaña “interna” del PS –ultra mediatizada por todos los medios, ya que todos son de izquierdas–, puesto que los sondeos la daban vencedora, lo era. Sin embargo, considerar que los sondeos, internet y los jurados populares, constituyen una superación democrática de las instituciones, y de las elecciones, es puro populismo bolivariano. Veamos lo de los jurados populares: propone que un jurado de seis personas, designadas por sorteo, analicen, juzguen y sancionen (¿cómo?), la acción de los diputados y demás cargos electos. O sea que el azar daría a seis personas más poder que el de los elegidos en elecciones democráticas. El facha antiparlamentarismo se viste aquí Chez Cloé.

Otra cosa muy diferente es la ocurrido hace unos años en California –pero ¿cómo iba a elogiar la democracia norteamericana?–, cuando los ciudadanos tras una petición que recogió las suficientes firmas –creo que fueron 500.000–, organizaron un referéndum que barrió al gobernador de entonces, que estaba arruinado ese estado. Porque en los USA, no sólo se eligen los alcaldes, los diputados, senadores, gobernadores, también los jueces y los sherifs, etc. y, claro el Presidente.

Y aquí, como la pescadilla que se muerde la cola, vuelvo los campos “humanitarios” en las ex colonias de Segolène. Porque en su inmensa mayoría esos jóvenes delincuentes que quiere deportar son de origen africano, y los disturbios en los suburbios, de los que todo el mundo habla y nadie hace nada, se deben a dos causas esenciales: la extensión de las bandas organizadas y sus tráficos de drogas y demás tráficos ilícitos y robos al por mayor, y el considerable aumento del integrismo musulmán en esos barrios. Eso no lo dice nadie, ni nuestros tres payasos. Nadie, salvo cuatro intelectuales y los policías en sus informes confidenciales, y sus sindicatos públicamente, pero muy censurados. No se trata de deportar masivamente a esos delincuentes e integristas, ni siquiera se trata únicamente de reforzar las medidas policiales y judiciales, se trata sobre todo, de librar una batalla política en defensa de los valores democráticos, de defender los ideales de tolerancia y libertad. Pero para avanzar en ese sentido hay que saber con quién nos jugamos los cuartos; si ni siquiera se quiere identificar el adversario (el islam) y aún menos el enemigo (el terrorismo), se ha perdido la batalla de antemano. No se detiene al tigre con una trampa para ratones.

Por Carlos Semprún Maura

Libertad Digital, suplemento Exteriores, 28 de noviembre de 2006

 

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