Jesucristo sigue seduciendo
Entrevista con Armand Puig, autor de un perfil biográfico de gran éxito
BARCELONA, domingo, 17 diciembre 2006 (ZENIT.org).- Un biblista descubre en un libro de 600 páginas el perfil biográfico de Jesucristo y intenta explicar quién fue realmente Jesús de Nazaret y qué se puede decir históricamente de su vida, muerte y resurrección.
Zenit ha hablado con el autor, que es el decano-presidente de la facultad de Teología de Cataluña, Armand Puig i Tàrrech, doctor en Ciencias Bíblicas.
El libro, originalmente escrito en catalán («Jesús, un perfil biogràfic») y editado en España con el título «Jesús. Una biografía» por Destino en 2005, se publica este mes en Argentina (Editorial Edhasa) y en Rumanía (Editorial Meronia). Pronto aparecerá la versión en italiano.
--Hacer un libro sobre Jesús para el gran público de más de 600 páginas, y que se venda, se traduzca y tenga éxito... ¿qué quiere decir?
--Puig: Significa que parece haberse acertado en el registro de lenguaje que se ha utilizado y que han recibido una respuesta las expectativas de los potenciales lectores, personas de extracción heterogénea que deseaban conocer a Jesús desde una perspectiva histórica.
Mi cometido ha sido el de ofrecer un perfil de Jesús que no se limitara, sin embargo, a la pura investigación histórica sino que mostrara el alcance último de las palabras y los hechos del fundador del cristianismo.
Por otro lado, era preciso entrar a fondo en las grandes preguntas que plantea cualquier investigación sobre Jesús: «¿Quién fue Jesús?, ¿quién quiso ser?, ¿cómo le vieron los que le rodearon?».
Es decir, era necesario entrar en la relación de filiación exclusiva (¡no excluyente!) que mantuvo Jesús con Dios, el Padre.
En este sentido, el libro muestra que es posible acercarse al gran público con total seriedad exegética y en plena comunión con la fe de la Iglesia, más allá de los subproductos que a menudo se difunden en los mercados mundiales del libro.
A la postre, mi obra representa una reescritura de los cuatro evangelios para el mundo de hoy, escrita en el marco exegético de lo que se ha venido a llamar la «Tercera búsqueda» («Third Queso») del Jesús histórico.
--El libro está pensado para un público también no creyente: ¿qué es lo que impacta más de la figura de Jesús?
--Puig: La figura de Jesús no ha perdido un ápice de su tremenda fuerza y de su atracción cautivadora después de dos mil años.
Mi libro quería ser una voz que hablara a cualquier persona de buena voluntad que, por encima de prejuicios y reticencias, se decidiera a mirar de cerca a aquel que para los cristianos es el centro de la fe.
Mi sorpresa ha sido que muchas personas no creyentes o con una fe adormecida, se entusiasmaban releyendo el itinerario de la vida de Jesús.
Esta reacción es comprensible, ya que Jesús ha cambiado la historia de la humanidad pero cambia también la historia de muchos corazones.
Me parece que, por lo menos en Occidente, hay un número importante de personas que están fascinadas por la figura de Jesús, aunque esto no se traduzca directamente en una adhesión pública a la Iglesia, la continuadora de su mensaje.
Sorprenden en Jesús su sentido de la realidad, su cercanía a los seres humanos, su simpatía con los pobres y los que sufren, su opción de no rehuir la muerte y de darle aquel sentido salvador que dimana del mismo Dios.
--La teología parece dedicarse a elucubraciones sobre la fe, como si fuera algo accesorio, para unos pocos. ¿Por qué se percibe la teología alejada de la fe?
--Puig: Los teólogos no podemos quedarnos encerrados en torres de marfil, ajenos a los gozos y esperanzas, problemas y fracasos de la humanidad de la cual formamos parte.
Tampoco no podemos situarnos a distancia de la comunidad eclesial, como si esto nos diera más libertad de palabra o más capacidad «crítica».
De hecho, quien se sitúa al margen acaba siendo marginal. A mi entender, se trata exactamente de lo contrario.
La teología se convierte en estéril y accesoria cuando no pulsa desde dentro de la Iglesia los riesgos y los retos de la fe.
Así pues, la teología se convertiría en una pura elucubración, casi ideológica, si cortara los vínculos con lo que constituye el eje de la confesión de fe (Jesús muerto y resucitado), si no se alimentara de forma principal de la Palabra de Dios, si no procurara comprender y extender la Tradición de la Iglesia, si no actuara al servicio de la fe del Pueblo de Dios, de la cual el Magisterio es garantía firme.
Entre teología y fe debe existir una relación armónica y vital, según el axioma que subraya la inteligibilidad de la fe («fides quaerens intellectum») y pone en evidencia el necesario movimiento de la razón hacia la fe («intellectus quaerens fidem»). Este es el núcleo del discurso del papa Benedicto XVI en Ratisbona.
--Usted es decano, recientemente nombrado, de la Facultad de Teología de Cataluña (Barcelona). ¿Cuáles son los objetivos que se plantea en su nuevo cargo?
--Puig: La Facultad que presido está al servicio de las diez diócesis catalanas, articuladas en dos provincias eclesiásticas (la de Barcelona y la de Tarragona). Su Gran Canciller es el Arzobispo de Barcelona. A nuestra Facultad se le ha confiado la formación intelectual de los futuros sacerdotes y buena parte de los futuros religiosos catalanes. Esta es una tarea esencial, aunque no única.
La Facultad debe ser un centro de reflexión sapiencial sobre los contenidos de la fe de la comunidad eclesial. Esta reflexión debe traducirse en una actividad docente sólida y en una investigación fecunda, cuya consecuencia natural sea la divulgación teológica.
Por esta razón, debemos construir un espacio donde la pasión por el saber implique a profesores y a alumnos, donde las ideas sean objeto de diálogo y de contraste, donde se generen proyectos entre los diversos campos de las disciplinas teológicas e incluso filosóficas (impartidas, éstas, por la Facultad de Filosofía de Cataluña, sita en el mismo edificio del Seminario Conciliar de Barcelona).
Por otra parte, la Facultad está llamada a estar presente en el mundo universitario y de la cultura, con propuestas concretas y actividades compartidas.
Así lo requiere el proceso de Bolonia, en el cual estamos integrados, como Facultad de Teología católica.
Por último, me gustaría subrayar la necesidad que experimenta la teología de una apertura de horizontes, que incluya el diálogo con las otras confesiones cristianas y con las grandes religiones del mundo.
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