Joaquín Navarro-Valls: «Sin verdad no hay periodismo, sino propaganda»
Al recibir el Premio «¡Bravo!»
MADRID, martes, 23 enero 2007 (ZENIT.org-Veritas).- Joaquín Navarro-Valls, director de la Oficina de Información de la Santa Sede durante 22 años, recibió este martes en la sede de la Conferencia Episcopal Española (CEE)el Premio «¡Bravo!», que concede anualmente la Comisión de Medios de Comunicación Social de esa institución.
El antiguo portavoz vaticano, que recibió el «¡Bravo! Especial por su trayectoria», fue el encargado, junto a Joaquín Luis Ortega, «¡Bravo! De Prensa», de pronunciar el discurso de agradecimiento en nombre de todos los premiados (Carlos Herrera, «¡Bravo! de Radio»; Ente Radio y Televisión Valenciana, «¡Bravo! de Televisión»; Pasión Vega, «¡Bravo! de Música»; El noveno día, «¡Bravo! de Cine»; Campaña institucional de la ONCE sobre discapacitados, «¡Bravo! de Publicidad»; Análisis Digital, «¡Bravo! en Nuevas Tecnologías»; y «La Verdad», de la Archidiócesis de Pamplona, «¡Bravo! al Trabajo Diocesano en Medios de Comunicación Social»).
Durante el discurso, Navarro-Valls recordó su anterior visita a la Conferencia Episcopal acompañando a Juan Pablo II, precisamente para la inauguración de la sede de la Casa de la Iglesia, y afirmó que durante su larga trayectoria profesional al servicio de la Santa Sede, era mucho más lo que había recibido, que lo que había dado.
El experto sostuvo que en «cualquier tipo de comunicación», el problema es «tener algo que decir», y consideró una «tragedia de la comunicación a nivel mundial» los esfuerzos que se hacen por decir algo, por conseguir un espacio en un periódico para inventar algo en lo que no se cree.
«La comunicación periodística no puede ser más que la transmisión de una experiencia que uno considera verdad; sin esa experiencia, no hay comunicación. Si no se cree que la comunicación es verdad, no hay periodismo sino propaganda», afirmó Navarro-Valls.
En este contexto, resaltó que durante sus años de trabajo como director de la Oficina de Información de la Santa Sede nunca orientó su trabajo «a atraer el interés de la opinión pública», sino que su intento se centró en «no defraudar las expectativas», que la opinión pública ya tenía, pero no en crearlas.
Al concluir el acto, y en un breve encuentro con algunos de los periodistas que acudieron a la entrega de estos Premios, Navarro-Valls abundó en algunas de estas ideas, matizando la influencia que tiene en el modo de hacer comunicación el tema central planteado por la modernidad: un mundo donde «sabemos de todo», pero no «sabemos qué es el hombre».
Para el ex portavoz, este «desconcierto sobre la naturaleza del ser humano» se refleja en el modo en que se resuelven multitud de problemas, como el modo de afrontar el aborto o la eutanasia. En este sentido, se preguntó cómo se puede resolver problemas o plantear legislaciones, «si no sé qué es el hombre».
Navarro-Valls defendió la necesidad de una «reflexión antropológica» que dé luz a muchos debates y avances desconcertantes.
Finalmente, y respecto a la información religiosa, se refirió exclusivamente a la «profesionalidad», y añadió que del mismo modo que se exige a un periodista que hace información deportiva que conozca qué es el deporte y muestre cierta «estima» por su quehacer, se debe exigir esa competencia también a quien haga información sobre la vida de la Iglesia.
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