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Imaz, el verdadero referente del PNV

Imaz, el verdadero referente del PNV

 

La estrategia negociadora de Zapatero con ETA no sólo ha originado una sima insalvable con el PP. También ha vuelto a dividir al PNV. Algo se está moviendo en el mundo peneuvista al encastillarse el lehendakari en su denostado y excluyente plan soberanista, frente a Josu Jon Imaz, que está liderando con mano de hierro el nacionalismo vasco de toda la vida, el anterior al Pacto de Lizarra.

 

Se ha escrito mucho en torno a la supuesta existencia de las “dos almas” del PNV: la independentista, encarnada durante años en la polémica figura de Xabier Arzalluz, y la más moderada, cuyo máximo exponente fue durante mucho tiempo Juan Mari Atutxa. Y es verdad que han existido y existen estas dos posiciones dentro del PNV.

 

Zapatero, con su estrategia de diálogo con la banda terrorista ETA, ha dejado vacío de todo protagonismo al lehendakari Juan José Ibarretxe porque es el propio presidente del Gobierno el que le ha sustituido en el papel que representó en el pasado con el Pacto de Lizarra.

 

Desde que el Gobierno empezó el mal llamado proceso de paz, la actuación de Ibarretxe ha sido cuanto menos ridícula. Haciendo caso omiso a las directrices del EBB (ejecutiva del PNV), no ha hecho más que obsesionarse en recalcar su protagonismo y reconducir cualquier iniciativa hacia su denostado plan soberanista.

 

Un ejemplo de esta huida hacia delante del lehendakari fue la convocatoria de manera unilateral, sin la aprobación del partido, de la manifestación tras el atentado de Barajas con el agravante del ambiguo lema “Por la paz y el diálogo”, cuando dos personas acaban de ser asesinadas. Otro ejemplo es la reincidencia al verse de nuevo con Otegi cuando está en medio de un proceso judicial precisamente por haberse reunido con el líder batasuno.

 

Ibarretxe sigue anclado en las posiciones del pasado y no ha sabido tener cintura para proponer un discurso diferente y, a la vez, constituirse en la referencia del mundo nacionalista, y también para el Gobierno central, al poder aportar la experiencia aprendida tras la anterior tregua de ETA. Se ha convertido en estos 18 meses en un político autista, mal aconsejado por un equipo mediocre y, lo peor, celoso de los dirigentes de sus propias filas.

 

Y es que la ausencia de referencias en el mundo nacionalista por parte del lehendakari la ha asumido Josu Jon Imaz, que ha sido meridianamente claro durante todos estos meses. Primero, el fin del terrorismo; y a Batasuna, mientras no condene la violencia, ni agua. Imaz se ha convertido en la chica que todos quieren sacar a bailar. Unos, como Zapatero, la quieren para besarla al alabar en público su papel en el Congreso de los Diputados, y otros, como los terroristas, para “quitarselo” de encima, al arremeter explícitamente contra el “PNV de Imaz” en su último comunicado.

 

El ataque de celos de Ibarretxe ha llegado a tal extremo que fueron los partidarios de Imaz dentro del PNV los que mediaron con La Moncloa para que Zapatero recibiera al lehendakari la semana pasada. Sin embargo, por muchas fotos que se haga para saciar su ego político, Ibarretxe empieza a ser un cadáver en el PNV. La prueba del 9 serán las próximas elecciones municipales y autonómicas.

 

Hasta entonces, las espadas están guardadas en el PNV y habrá que esperar a la primavera. El sector de Ibarretxe cuenta con el apoyo del independentista Joseba Egibar, que controla el partido en Guipúzcoa. Josu Jon Imaz, que ganó por un puñado de votos, pero ganó, a Egibar la presidencia del PNV, está consiguiendo aglutinar al nacionalismo vasco moderado de toda la vida: el anterior al Pacto de Lizarra, el que defiende el estatuto de autonomía, el que defiende “primero la paz, y luego la política”, el que quiere que Batasuna condene la violencia. A diferencia de etapas anteriores, parece que este PNV cuenta ahora con la mayoría del sentir de las bases. Es la hora de Imaz.

 

Raquel Martín

Páginas Digital, 23 de enero de 2007

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