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Zapatero, otra vez en contra de España

Zapatero, otra vez en contra de España

 

No lo puede remediar, la palabra España y todo lo que significa le produce a Zapatero un extraño malestar, un rechazo entre espontáneo y visceral que le obliga casi siempre a posicionarse en el lado opuesto, en contra de los intereses generales españoles como si ello, además, fuera lo políticamente correcto, lo progresista y lo justo. El presidente del Gobierno de España no soporta a España y no lo puede disimular. Acaba de ocurrir otra vez, la enésima, porque Zapatero ha justificado el posicionamiento institucional ni más ni menos que del Gobierno autónomo del País Vasco contra el Tribunal Supremo de esa Comunidad, que allí ¡representa al Estado!, al comparar la descalificación del tribunal lanzada sin ambajes contra el citado Tribunal, el Estado de Derecho y el imperio de la Ley, y luego seguida y jaleada en las calles de Bilbao por el PNV, con la libertad de crítica y de expresión. Zapatero se ha vuelto a poner, como tantas veces, en contra de España, de los españoles, de los intereses generales, de la verdad y en este caso de la independencia de la Justicia y de un tribunal integrado por magistrados que viven bajo la amenaza de ETA y en muy difíciles condiciones. Y ojalá que ninguno de ellos se vea en los próximos meses en la punta de las pistolas de los terroristas como respuesta a este señalamiento irresponsable que de ellos ha hecho el Gobierno vasco y el PNV.

 

El presidente se ha vuelto a equivocar y ha hecho lo que no hizo ninguno de los miembros del Consejo General del Poder Judicial —los pro socialistas incluidos—, que ayer condenaron el ataque al Tribunal Superior del País Vasco sin matices, idioteces o cualquier clase de justificación. El presidente ha querido ponerse del lado del PNV, de su nuevo socio Ibarretxe y de Otegi para que ETA sepa que él se mantiene dentro de la negociación, que la bomba de Barajas carece de importancia, que la legalidad se puede sortear y que la Ley de Partidos que tanto molesta a Batasuna acabará por desaparecer o por ser burlada o desbordada.

 

¿Cómo consienten en el seno del PSOE esta escalada insufrible de despropósitos de quien gobierna España y debe ser el principal garante de la legalidad? No estamos, ni mucho menos, exagerando. Es que cuando los jueces se oponían a la asamblea de la ilegal Batasuna Zapatero la justificaba aludiendo al derecho de reunión que luego han querido negar a la Guardia Civil. Es que nada más estallar la bomba de Barajas el día 30 de diciembre Zapatero se volvía a poner del lado de ETA en la mesa rota de la fallida negociación, para decir que sólo se suspendían los contactos pero no el proceso, hasta que Rubalcaba, ante el estupor nacional, estalló y dio por liquidada la negociación. Es que ha pretendido justificar la liberación de De Juana Chaos diciendo que el pobrecito estaba “a favor del proceso”, y que “Otegi es un hombre de paz”, y no para de azuzar al fiscal Pumpido para burlar la ley, o al juez Garzón —al que, por lo que se ve, trajo de su excedencia para hacerle ciertos trabajos— para hacer la apología de la mal llamada “izquierda abertzale”, que sólo es ETA.

 

Pero ¿no se dan cuenta en el Partido Socialista de que así no se puede seguir, que con un presidente que no respeta la ley y se pone siempre del lado del nacionalismo que aboga por la independencia cuando no del terrorismo —sí, del terrorismo— con el argumento del “proceso de paz”, o del “final dialogado de la violencia”? Pero ¿acaso no saben en el PSOE cómo las gasta Ibarretxe, que estuvo con ETA en el Pacto de Estella, que pidió un “Estado Asociado para el País Vasco, que les exige la legalización de Batasuna y el acercamiento de presos etarras al País Vasco, en pleno bombardeo de ETA? ¿Éste es el socio ideal de Zapatero y del PSOE para un nuevo Pacto Antiterrorista?

 

No hay que ir demasiado lejos en el tiempo ni en la geografía para hacer un inventario de urgencia sobre Zapatero y España. ¿A qué político español se le ocurre decir, como dijo él, que aprobaría en Madrid lo que aprobara el Parlamento catalán? ¿Acaso no fue el PSC-PSOE el que aprobó el primer texto del Estatuto, que luego hubo de reformar por el disparate segregacionista que incluía y que había escandalizado al propio PSOE? No hay que ir muy lejos, sólo escuchar a su socio en Barcelona y Madrid, Carod-Rovira, para saber que ERC está del lado de ETA —diciendo que el fracaso de la negociación fue culpa del Gobierno, que no cedía demasiado—, y de la independencia de Cataluña y del País Vasco. Y no hay que hablar del PP para ver, una y otra vez, el posicionamiento de Zapatero en contra de los intereses de España, en España y en la política exterior.

 

¿Acaso ya nos hemos olvidado de su afirmación en el Senado cuando declaró que el término nación, en alusión a España, “es discutido y discutible”? O cuando en pleno proceso de negociación con ETA aludió “al derecho a decidir de los vascos” usando el lenguaje de Batasuna. Si es todo así, por más que él, su Gobierno y sus desesperados compañeros de partido y sus medios de comunicación quieran disfrazar semejante despropósito continuado o incapacidad política, vestida de progresismo, pacifismo o de lo que sea. ¿Por qué Zapatero ha marginado a González y Guerra? O ¿por qué ha sacado a Bono del Gobierno, enviado a Roma a Vázquez, y jubilado de la política a Rodríguez Ibarra? Pues porque son o eran españolistas, legalistas, están anticuados, no entienden la España federal, confederal o asociada a Cataluña y el País Vasco. Y además no saben negociar con ETA y él sí, porque las concesiones políticas a los etarras no tienen para Zapatero la menor importancia si se consigue la paz. “Es para que no haya más víctimas”, dice el incauto mientras le están poniendo una bomba en la Terminal 4.

 

Y ahora la ha tomado con los jueces, que se juegan día a día la vida en el País Vasco, con la misma frivolidad con que promueve toda clase de trucos y de trampas en el Tribunal Constitucional a favor de una lectura nacionalista y rupturista del Estatuto catalán, su Estatuto, o con la misma irresponsabilidad con que quiere colocar a Garzón al frente de la Audiencia Nacional para acabar poniéndolo todo patas arriba.

 

Zapatero no sabe lo que es España, lo que es el Estado, lo que es el Estado de Derecho y el imperio de la Ley, ni lo que es el derecho a la vida y a la dignidad, que ha conculcado con sus temerarios juegos de palabras, sin entender o para taparlo, la gravedad de que si el Gobierno autonómico del País Vasco, que representa al Estado, ataca al poder judicial, eso no es un simple ejercicio de libertad de expresión sino que estamos ante una crisis de la mayor envergadura de corte político, institucional y constitucional. Estamos hablando del principio de legalidad, del respeto a España y a lo que significa, de estar del lado de la ley, los españoles y la Constitución y no de quienes los atacan, conculcan y violentan, como hacen sus amigos una y otra vez, con el apoyo ni más ni menos del presidente del Gobierno español y del secretario general del PSOE.

Pablo Sebastián

Estrella Digital, 31 de enero de 2007

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