La Haya sentencia que hubo genocidio en Srebrenica pero elude culpar a Serbia
Las indiscriminadas matanzas de personas, sobre todo de identidad musulmana, no habrían constituido «genocidio» en Bosnia pues tal intención no puede ser probada. Allí donde no obstante se produjo, como en la zona protegida por la ONU de Srebrenica, en 1995, tampoco puede probarse efectivamente la responsabilidad del aparato del Estado serbio. E incluso donde sí se dio esta complicidad de Belgrado, penada por las Convenciones de Ginebra, tampoco se podría en realidad probar que quien la prestó supiera de las últimas consecuencias genocidas de sus órdenes y actos.
Era el mayor caso en la historia de la Corte Internacional de Justicia de La Haya y el primero en que se enjuiciaba a un Estado en su conjunto, bajo la acusación de genocidio, un cargo establecido por la ONU en las Convenciones de 1948 tras el Holocausto. Tamaño cargo exige en su propia definición la «intención de genocidio» y ésta parece imposible de probar en todo un país, por lo que La Haya falló ayer contra la querella interpuesta en 1993 por Bosnia contra Serbia, desestimando lo que requería un juicio de intenciones contra un pueblo entero. El tribunal competente (TPIY) sí ha condenado personalmente por genocidio a varios militares y políticos serbios como Radislav Krstic, Momir Níkolic y Dragan Obrénovic.
La juez presidente, Rossalyn Higgins, en un resumen de tres horas de la enciclopédica sentencia, falló sin embargo que Serbia sí violó la Convención contra el Genocidio en dos supuestos. «Pese a los vínculos políticos, militares y financieros entre las autoridades (de Serbia) y la república de los serbios en Bosnia» alzada contra la autoridad legal de Sarajevo, aquéllas no hicieron nada por prevenir y evitar el genocidio en el enclave de Srebrenica, donde más de 7.000 varones fueron separados y ajusticiados por los serbobosnios.
Condena por omisión
En el segundo supuesto, tampoco hizo nada por perseguir luego a los autores de la mayor masacre en Europa desde 1945, que han sido incluso amparados y sostenidos por organismos serbios. El propio gobierno actual, 12 años después, persiste en no colaborar a su captura y, recientemente, se ha negado a reconocer la propia masacre de Srebrenica. La sentencia establece que, con arreglo a las Convenciones, los dirigentes serbios «deberían haber hecho todo lo posible pra intentar evitar los sucesos trágicos que claramente se avecinaban». El aparato serbio es así condenado por omisión, el serbobosnio por acción.
Pero el dictámen del CIJ establece que los crímenes «perpetrados de forma masiva» en Bosnia y Herzégovina, y que dejaron 100.000 víctimas entre todos los pueblos, podrían ser «crímenes de guera o contra la humanidad» pero no estuvieron necesariamente «acompañados —en la voluntad de sus autores— por la intención específica de destruir, total o parcialmente, al grupo de los musulmanes de Bosnia», tal como exige el cargo de genocidio.
Bosnia, que en 1993 sufría entonces el bombardeo y sangría de cientos de miles de sus habitantes, había denunciado en su demanda internacional la responsabilidad de Serbia como Estado renunciando a perseguir nominalmente a nadie. Pero tal caso hubiera requerido la prueba y condena de un país en su conjunto, así como el pago de compensaciones millonarias por los daños causados. Pero «el demandante no ha demostrado la existencia de un plan global para cometer genocidio a partir de los objetivos estratégicos de 1992 publicados por las autoridades de la Republika Srpska».
Los expertos juristas destacan que los jueces se han expresado inusualmente al unísono, con sólo una o dos disensiones —en una u otra causa— en un conjunto de 13 votos, lo que es difícil no obstante que restañe moralmente el daño de tantos miles como que evite las teorías sobre una posible componenda para hacer más tragadera a Serbia una futura pérdida de la provincia de Kosovo y Metohija.
RAMIRO VILLAPADIERNA, CORRESPONSAL. BERLÍN.
ABC.es, 27 de febrero de 2007
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