¿Volverán a matar curas y a quemar iglesias?
Seguramente lo más notable es cómo ha cambiado en los últimos años el papel público de la Iglesia, y más aún en Navarra. Comprensiva, generosa, estoica e incluso pródiga en la Transición, es hoy atacada en términos rancios y nostálgicos por quienes ayer se beneficiaron de su magnanimidad. El mérito no es sólo de Zapatero, pero el presidente del Gobierno ha contribuido a crear un clima que sólo gusta a los fanáticos que añoran tiempos pasados. Los tiempos de las checas, por cierto.
Terrorismo contra la Iglesia. "Nos dirigimos a usted porque venimos constatando su inhibición y escaso interés en la defensa de la Iglesia Vasca. Creemos que el desempeño de un cargo público en Nafarroa y su condición de vasco, le obliga a trabajar más activamente por una Euskal Herria libre, soberana e independiente… Es necesario hacer el vacío a toda la derecha fascista y a algunos elementos del PSOE… En esta ocasión le pedimos, también, el voto para H.B. ¡Qué más da cómo nos llamen los fascistas...!". Tan magnífica sugerencia está llegando por carta a los curas navarros refractarios al nacionalismo y al terrorismo, que a diferencia de la década de los 70 ahora no se callan. A ETA no le gusta la Iglesia navarra como tampoco le gustaba Jaime Larrínaga de párroco en Vizcaya; al PSOE tampoco.
Agresión contra el arzobispo. Fernando Sebastián, arzobispo de Pamplona y Tudela, uno de los prelados más progresistas en su momento, merece ahora en los medios de izquierda titulares como "El arzobispo Sebastián apoya a la extrema derecha". Siempre es fácil entresacar una frase de una conferencia y convertirla en una tergiversación de lo que el obispo dijo y quiso. Lo seguro es que un obispo católico no puede pedir el voto para un partido anticatólico, y que los cristianos que quieran actuar como tales tendrán que votar, dentro de quienes pueden gobernar e influir en el Gobierno, a quien más cercano esté de la fe y de la moral de la Iglesia. Sebastián molesta porque ahora, dimisionario, lo recuerda sin miedo.
Peligro de confiscación. La izquierda navarra tampoco está satisfecha con la Iglesia porque ésta defiende sus bienes y sus derechos. Sebastián ha dispuesto recientemente que los inmuebles de la Iglesia –templos y casas parroquiales- sean correctamente inscritos en el Registro de la Propiedad. Gran follón en la prensa izquierdista-y-nacionalista, pero ¿es que los bienes de la Iglesia son de "todos"? Hasta que no se decrete una nueva confiscación (desamortizados siguen estando desde Juan Álvarez Mendizábal o así) los edificios en cuestión son propiedad de la Iglesia; no "del pueblo", sino "del pueblo de Dios", matiz importante ahora que constitucionalmente España no es católica. Confundir la separación de la Iglesia y el Estado con la anulación de la Iglesia nos devolvería a los peores momentos de la macabra Segunda República. ¿Eso queremos?
Laicismo agresivo, silencio culpable. La imposición institucional de una ideología contraria al cristianismo no es libertad religiosa, sino propaganda antirreligiosa. Los "católicos oficiales" suelen preocuparse más por las cuestiones de moral, cosa que sinceramente me parece un error. El cristianismo es una fe y una visión del mundo, y la moral sólo una de sus concreciones. La verdadera batalla se libra en las conciencias, y las conciencias de los cristianos son agredidas hoy desde la política. No desde toda la política por igual, ciertamente: y tal vez tengamos que empezar a dar nombres de supermegachupicatólicos que pacen alegremente en los prados de EA y del PNV, en compañías y direcciones que en otros tiempos se habrían llamado escandalosas. ¿Escuchan a su obispo o se imitan a desear su pronta marcha?
Yo sólo sé que el 27-M es Pentecostés. Por si a alguien le sigue importando la intención de voto del Espíritu Santo.
Pascual Tamburri
El Semanal Digital, 21 de mayo de 2007
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