Ante el relativismo, el Papa subraya la necesidad de presentar a Cristo, «único Salvador»
Discurso a la Conferencia Episcopal Italiana
CIUDAD DEL VATICANO, jueves, 24 mayo 2007 (ZENIT.org).- Ante el relativismo imperante, es necesario presentar a «Cristo, el Dios del rostro humano, nuestro auténtico y único Salvador», considera Benedicto XVI.
Así lo afirmó este jueves al recibir a los participantes en la asamblea general de la Conferencia Episcopal Italiana, que están reflexionando en estos días en el Vaticano sobre el tema: «Jesucristo, único Salvador del mundo: la Iglesia en misión, ad gentes y entre nosotros».
«La certeza de esta verdad ha supuesto, desde el inicio, el impulso decisivo para la misión cristiana», añadió.
El encuentro sirvió también de culmen de la quinquenal visita «ad limina apostolorum» que los obispos italianos han realizado en meses pasados al obispo de Roma.
También hoy, dijo el Papa a sus hermanos obispos, «tenemos que tener plena conciencia de que del misterio de Jesucristo, verdadero Dios y verdadero hombre, vivo y presente en la Iglesia, surge del carácter único y de la universalidad salvífica de la revelación cristiana».
Por este motivo, indicó, los cristianos tienen «la tarea irrenunciable de anunciar a todos, sin cansarse o resignarse, a Jesucristo, que es el camino, la verdad y la vida».
«Me parece que, si vemos el panorama de la situación del mundo de hoy, se puede entender, diría incluso humanamente, casi sin necesidad de recurrir a la fe, que el Dios que asumió el rostro humano, el Dios que e encarnó, que tiene el nombre de Jesucristo y que sufrió por nosotros, ese Dios es necesario para todos, es la única respuesta a todos los desafíos de este tiempo», confesó.
Sin renunciar al «respeto por las demás religiones y culturas, de las semillas de bondad y verdad que en ellas están presentes y que representan una preparación del Evangelio», continuó diciendo, «no puede desfallecer la conciencia de la originalidad, de la plenitud y del carácter único de la revelación del auténtico Dios que en Cristo se nos ha entregado definitivamente, y tampoco puede debilitarse la vocación misionera de la Iglesia».
«El clima cultural relativista que nos rodea hace cada vez más importante y urgente arraigar y hacer que madure en todo el cuerpo eclesial la certeza de que Cristo, el Dios del rostro humano, es nuestro verdadero y único Salvador», afirmó.
En este sentido, el obispo de Roma hizo referencia a su libro recién publicado, «Jesús de Nazaret», «un libro personalísimo, no del Papa, sino de este hombre», añadió con una sonrisa, que ha escrito para hacer «ver con el corazón y con la razón que Cristo es realmente aquél a quien espera el corazón humano».
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