Zerolo fracasa, la izquierda agrede y un skinhead muere
Quizás suceda que los madrileños, y tanto más los vecinos del barrio afectado, no sean tan fáciles de manipular. Carlos J.P. era un skinhead perteneciente a grupos violentos y radicales, militante de las BAF (Brigadas AntiFascistas, un grupo dedicado al "combate callejero") que participó este domingo en una agresión en masa al skinhead Josué E. De la H., que viajaba por el metro de la capital. Efectivamente, se trató de un enfrentamiento entre tribus urbanas, de estética similar, símbolos opuestos e idética carencia de ideas. Ni más ni menos, aunque el muerto esta vez cayó de un lado y no del otro.
Un radical violento
La muerte del cabeza rapada Carlos J.P. ha sido una gran desgracia, que nunca debe volverse a repetir. Ahora bien, la responsabilidad por su muerte ha de recaer ante todo en los organizadores y financiadores de las tribus urbanas radicales, que con una cómoda etiqueta, "fascistas" o "antifascistas", se creen autorizadas a imponer sin límite sus amenazas y sus agresiones. Carlos tenía un fotolog, curiosamente ya cerrado, en el que expresaba en fechas muy recientes ideas tales como "ERIK VA POR TI T VOI A RAJAR EL KUELLO ATI Y ALA PUTA DE TU NOVIA" o delicadezas del siguiente tenor: "SI NO ERES DE LOS NUESTROS NAVAJAZO POR TUS HUESOS". Al final él, un radical que había hecho del extremismo su entorno vital, fue la víctima.
A Carlos le han matado por ser un radical que iba con sus amigos radicales a pegarse con otros radicales casi idénticos. Y además se produjo en el contexto de una agresión masiva, lo que no sirve de excusa al homicida pero sí de condena a todo un sector extremista (también de izquierdas) hasta ahora impune. La excusa que cada uno de estos radicales tenga para llenar de sentido su vida huera me es indiferente. Uno no es patriota o deja de ser progresista por jugar a bandas con una estética u otra. Sencillamente, es un problema psiquiátrico o social, según los casos, pero en modo alguno es, ha sido nunca o puede ser jamás una parte de la lucha por unos principios que superan ampliamente la capacidad de comprensión y hasta de sentimiento de unos u otros radicales. Por la muerte de Carlos es todo un ambiente quien merece la condena.
Descanse en paz Carlos: él ahora está físicamente muerto, pero tanto él como sus amigos y sus enemigos están realmente esterilizados y anulados, por una dinámica que aquí y ahora sólo beneficia a quien quiere una juventud inerte y sólo perjudica a quien quiera un país joven, vigoroso y con convicciones. Todo esto es un problema para la nación, y no una solución para otros problemas mucho más reales y profundos. Seguirán llegando generaciones que seguirán siendo seducidas por ese camino sin sentido, un falso activismo que sirve de desahogo a una parte de nuestra juventud que encontraría de otro modo mejores cauces para su generosidad y sus energías. Pero esto ya está dicho, muchas veces. Yo me niego a seguirme siquiera enfadando por tanta basura intelectual y moral.
A la espera de lo que diga el juez, ha sido el ataque de una manada de extrema izquierda a un chaval que había hecho de su estética bandera de unas ideas que, sin duda ni matiz, tampoco se defienden así incluso si realmente se tienen. Josué, que al parecer mató a Carlos, vale tanto como su víctima. Ninguno de los dos merece tolerancia, salvo por lealtad personal de sus amigos y familiares, y ambos merecen una solución que desde luego no puede pasar por la reiteración cobarde de los lugares comunes habituales. Mientras tanto, la gente normal, la que no vive para drogarse ni para cultivar su colección de ropa de marca skin, sigue sin solución para sus problemas. Esos mismos problemas que los gobernantes y algunos periódicos camuflan detrás de noticias como ésta.
Pascual Tamburri
El Semanal digital, 13 denoviembre de 2007
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