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La derecha vence, la izquierda fracasa y el centro no existe

La derecha vence, la izquierda fracasa y el centro no existe

Media Europa ha vencido moralmente con Nicolas Sarkozy. Otra media, que ha tenido el poder ideológico, intelectual y moral durante cincuenta años, se bate en retirada. Los últimos exponentes de esa Europa de los complejos, la decadencia y las derrotas son Romano Prodi y José Luis Rodríguez Zapatero. El presidente del Gobierno español se empeñó personalmente en la campaña de la socialista Ségolène Royal y ha perdido con ella. Prodi, más prudente, aguantó el chaparrón en silencio.

 

Royal, como Zapatero, era un vestigio del naufragio progre del siglo XX europeo. Como Sarkozy denunció en su discurso de cierre de campaña y recordó en estas páginas Luis Miguez, la derecha francesa apuesta fuerte por "pasar la página de Mayo del 68 y del relativismo moral e intelectual que ese movimiento introdujo en las sociedades occidentales, particularmente en las europeas".

 

La izquierda europea y la parte de la derecha sumisa a ella han estado décadas predicando que "todo vale". Pues bien, para los ciudadanos que pagan y padecen las consecuencias de ese fanático e intolerante hedonismo individualista, "no todo vale". La corrección política del nihilismo y del relativismo sin matices ha sido vencida en las urnas. Europa, al borde del abismo, se resiste a rendirse a la flacidez del pensamiento débil.

 

Vuelve la política, gana Sarkozy

 

Para el presidente Sarkozy, "el pensamiento único había denegado a la política la capacidad de expresar una voluntad. Había condenado la política. Había profetizado su caída imparable… años después, todo el mundo sabe que la Historia no ha terminado, que siempre es trágica y que la política no puede desaparecer". Sarkozy se hace portavoz de "un deseo de política como rara vez se había visto desde el fin de la Segunda Guerra Mundial". Porque no todo da igual, porque los europeos no son átomos sin identidad, sino hijos de naciones ricas de siglos y orgullosas de su libertad y de su soberanía.

 

Vuelve la moral, pierden Prodi y Zapatero

 

Sarkozy ha recordado el lema de Mayo del 68 en las paredes de la Sorbona: "Vivir sin obligaciones y gozar sin trabas". Quienes han presidido la decadencia de Francia y de Europa han negado toda regla y toda jerarquía. Sarkozy pretende poner orden en la política francesa del mismo modo que Benedicto XVI quiere restaurar el orden en la Iglesia. Frente a ellos Zapatero y Prodi quedan como residuo de un tiempo histórico caducado, como "la izquierda que desde Mayo del 68 ha renunciado al mérito y al esfuerzo, que ha dejado de hablar a los trabajadores", y que reniega de la nación y de "una cierta idea del hombre, de un ideal de sociedad donde cada cual pueda encontrar su lugar, donde la dignidad de todos y cada uno sea reconocida y respetada".

 

El centro ha fracasado

 

François Bayrou, que obtuvo el tercer puesto en el primer turno de estas presidenciales con los votos de los resentidos contra Sarkozy, de los paleoliberales y los democristianos, quiso condicionar la elección del presidente negando su apoyo a la derecha. El vencedor no lo ha necesitado, y la UDF se descompone, perdiendo militantes y representantes. José Javier Esparza ha señalado que también Mariano Rajoy, con "la derecha social más movilizada de nuestra historia reciente" tiene una oportunidad de no caer en el error de los consensos, los complejos y las renuncias, siempre "que escuche a esa derecha social y responda a sus preocupaciones con ideas fuertes, que esté a la altura de las circunstancias". La claridad gana.

 

Le Pen, el eclipse anunciado

 

El Frente Nacional de Jean-Marie Le Pen observa ahora a distancia el triunfo de Sarkozy. El vencedor llega al Elíseo con muchas de las reivindicaciones históricas de un Le Pen que durante dos décadas no ha hecho política, con un discurso marginal que sólo consideraba el improbable caso de una victoria total. Sarkozy levanta sus banderas más populares con la posibilidad de llevarlas a lo concreto. El nuevo presidente ha tenido los votos de Le Pen, los de Bayrou, los del vizconde Philippe de Villiers y hasta el de Dominique de Villepin. Una derecha unida y plural llena de esperanzas y promesas esta nueva presidencia. ¿Las defraudará?

 

Pascual Tamburri

El Semanal Digital, 7 de mayo de 2007

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