Kosovo dependiente
Finalmente, la ONU ha sido incapaz de lograr un acuerdo sobre el reconocimiento de la independencia de Kosovo. Quien tenga un poquito de memoria recordará que la OTAN fue a la guerra en 1999 para salvar a Kosovo de un genocidio (que nunca sucedió, dicho sea de paso) y para evitar la aparición de estados socialmente puros y homogéneos gracias a una política de limpieza étnica. Los miembros de la OTAN y de la UE defendían no sólo los estados multiétnicos como principio rector, sino también la no modificación de fronteras por la fuerza o la amenaza del uso de la misma.
Sorprendentemente, todo aquello por lo que se fue a la guerra hoy parece olvidado. Tampoco quien, como el actual gobierno español, hace de la ONU una institución sacrosanta, se muestra capaz de hacer respetar su opinión, marginales como somos en la escena internacional gracias a Rodríguez Zapatero. El mundo occidental camina inexorablemente hacia el reconocimiento de la independencia de Kosovo, declarada unilateralmente y en contra de la legalidad internacional.
Pero lo peor es quien quiera que haya viajado a esa provincia serbia sabe que como país no tiene ningún futuro a corto plazo. Sus instituciones son inexistentes o ineficaces; su economía incapaz de asegurar el mínimo para la subsistencia. Todo Kosovo, hoy por hoy, es una ficción subsidiada por la UE y la comunidad internacional. Kosovo es, más que nunca, dependiente. Tal vez no de Serbia, pero si de nosotros. ¿Queremos engañarnos reconociendo algo que es inviable sin nuestra ayuda y sustento?
Estados Unidos piensa que eso del nacionalismo es una cosa del pasado y que con Kosovo se pone fin a este fenómeno; la UE siempre ha preferido más estados a menos, siempre y cuando éstos fueran débiles. Pero unos y otros se equivocan. Kosovo no es algo del pasado, sino de pasado mañana, cuando empecemos a sentir las implicaciones de olvidarnos de nuestros principios y de nuestros intereses estratégicos. ¿No sería preferible reincorporar a Serbia a nuestro mundo? ¿Es este el momento de generar más tensión con Moscú? ¿Para qué está la ONU?
Por Rafael L. Bardají
GEES, Notas nº 31 | 16 de Febrero de 2008
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