La derecha bufa
PENSÉ que el Régimen se conformaría con asignar a la derecha la sinecura del Ministerio de la Oposición Ad Aeternum. Incapaz de ofrecer una visión de la realidad alternativa a la que preconiza el Matrix progre, incapaz de impulsar ideas nuevas y de proponer una sensibilidad cultural distinta a la imperante, pensé que el destino de la derecha española sería languidecer por consunción, convertida en una decrépita casta de burócratas, hasta que el Régimen se decidiera a eutanasiarla. Las últimas semanas nos han servido para descubrir que el Régimen había asignado un destino todavía más cruel -o más acorde con sus merecimientos- a esta derecha inane, cual es el Departamento de Espectáculos Bufos. Todo Régimen que se precie debe proveer a sus lacayos de aceptables niveles de prosperidad y de diversiones que garanticen su holganza: panem et circenses, que decían los latinos. Puesto que la llamada -con eufemismo sarcástico- «desaceleración económica» no favorece el cumplimiento del primer objetivo, el Régimen tiene que emplearse a fondo en la consecución del segundo; y, para ello, echa mano del Departamento de Espectáculos Bufos, que desempeña su cometido con abnegación conmovedora.
Y ahí los tienen, haciendo el mamarracho, ensayando piruetas y volatines que, indefectiblemente, se rematan con una costalada, para mayor ludibrio del público. Entretanto, el Régimen prosigue sus estragos. El ministro Solbes anuncia, con muy socarrona pachorra, que la limosnilla de los 400 euros es el único remedio con que el Gobierno cuenta para combatir la «desaceleración»; pero la gente se queda tan pancha, porque el Departamento de Espectáculos Bufos la mantiene entretenida. El Tribunal Constitucional, convertido en una suerte de mamporrero del Régimen, evacua una sentencia que tuerce y retuerce hasta la inverosimilitud los principios jurídicos más elementales; pero la gente se queda tan pancha, porque el Departamento de Espectáculos Bufos la mantiene entretenida. Y así sucesivamente. El Régimen puede permitirse cualquier irresponsabilidad, cualquier abuso de poder, cualquier actuación negligente o dolosa, porque sabe que el Departamento de Espectáculos Bufos, que tiene servicio de guardia, correrá presto a distraer a los damnificados.
La derecha española es un campo de Agramante en el que los mezquinos, los felones, los advenedizos y los botarates compiten afanosamente por brindar la gracieta más chusca, el birlibirloque más grotesco, la necedad más estupefaciente. A José Solís, ministro de Franco, lo apodaron la sonrisa del Régimen; a esta derecha sonada podríamos motejarla, sin asomo de hipérbole, la carcajada del Régimen. Es de chiste que Aznar proclame que es necesario «contar con los mejores», cuando la responsabilidad originaria de que la derecha española se haya convertido en una olimpiada de mediocres es suya. Es de chiste que Rajoy pretenda ahora deshacerse de los enanos que se le han subido a la chepa, después de haber permitido durante cuatro años que esos mismos enanos le marcaran el camino; y quien alimenta un monstruo acaba más pronto que tarde sucumbiendo a sus dentelladas. Es de chiste que unos y otros apelen a los principios, cuando en realidad lo que hacen es denigrarse y aborrecerse de balde por cosas más vanas que el humo. Por no mencionar esas manifestaciones que ayer se convocaron ante la sede de Génova, birriosas en su concurrencia, pero ya magnificadas por los servicios de propaganda del Régimen, que ni en sus previsiones más halagüeñas hubiesen imaginado contar con un Departamento de Espectáculos Bufos que brindara tanta carnaza a las fieras.
Hace unas semanas, todavía podía discutirse si la permanencia de Rajoy era conveniente, o si era preferible que cediese el paso a otros. Ahora la permanencia de Rajoy, como su marcha, son hechos insignificantes; pues, en su abnegada vocación de bufonería, la derecha ha logrado que cualquier solución contribuya a agigantar el caos.
Nadie podrá negar que estos chicos de la derecha se ganan con creces el sueldo que cobran; convendría que el Régimen los recompensara con alguna limosnilla extra, aparte de los 400 euros que se dispone a repartir entre sus lacayos.
JUAN MANUEL DE PRADA
ABC, 25 de mayo de 2008
www.juanmanueldeprada.com
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