El PSOE intenta atraer al PP antes de que Zapatero comparezca en el Congreso: Pérez Rubalcaba ofrece más información a Rajoy y le reclama confianza en el Ejecutivo
En vísperas de que el presidente español comparezca en el Congreso de los Diputados para comunicar su decisión de iniciar negociaciones con ETA incluso se especulaba con que esa declaración se formalizara durante la jornada de hoy, el PSOE intenta que el PP no se desmarque del consenso parlamentario en este tema. Por ello, el ministro de Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, comentó que el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero está dispuesto a «informar y compartir con todos los grupos políticos los distintos momentos y hechos que puedan producirse» durante este proceso.
IRUÑEA
Mariano Rajoy, secretario general del PP, se ha declarado «liberado» de apoyar al Gobierno de Zapatero después de que Patxi López anunciara la pasada semana que se reunirá próximamente con la izquierda abertzale. Siendo coherente, el delfín de Aznar habría tenido también que romper amarras con su mentor en 1999, cuando el presidente español envió a sus tres hombres de confianza a sentarse en una misma mesa con una representación de HB al máximo nivel, formada nada menos que por Arnaldo Otegi, Pernando Barrena, Rafa Díez Usabiaga e Iñigo Iruin.
El PPni siquiera delegó esa responsabilidad en sus representantes en Euskal Herria, sino que decidió afrontar el diálogo desde Madrid. Aznar envió para ello al denominado «equipo de la tregua» que conformaban el número dos del Ministerio del Interior, Ricardo Martí Fluxá, el secretario general de la Presidencia, Francisco Javier Zarzalejos, y el sociólogo y asesor personal de Aznar Pedro Arriola. La cita quedó fijada en un chalé de la comarca de Juarros (Burgos) a las 17.00 horas del 11 de diciembre de 1998.
El PP, por tanto, no sólo superó al PSOE en cuanto al nivel de la interlocución, sino también le adelantó en el tiempo. El contacto se produjo cuando no habían pasado todavía tres meses desde que ETA había puesto en marcha la suspensión de acciones armadas. Pero es que ya el 3 de noviembre, sólo mes y medio después de la tregua, Aznar había expresado con gran pompa su intención de abrir contactos «con el MLNV», una expresión que todavía hoy le sigue echando en cara el PSOE.
La mayor diferencia, no obstante, no estriba en ello, sino en que el proceso abierto por la declaración de Patxi López se realizará esta vez con luz y taquígrafos. El PPno sólo celebró aquella reunión a escondidas en un chalé vallado muy discreto y al que los dirigentes de la izquierda abertzale llegaron después de que la Guardia Civil despejara el camino desde el peaje de la A-1 entre Burgos y Gasteiz. Además, Aznar trató de mantenerla en secreto durante muchos meses.
La gestión de aquel diálogo por parte del PP, además,vulneró de raíz los compromisos que, en tono solemne, expresó el entonces presidente español al dar cuenta de su intención de hablar con el MLNV.
«Deseo ferviente»
El anuncio del 3 de noviembre suscitó algunas tímidas protestas por parte del PSOE, más de forma que de fondo. Su entonces secretario general, Joaquín Almunia, se quejó concretamente de que Aznar no les hubiera comunicado antes su intención. En respuesta, el líder del Gobierno del PPno sólo reclamó «tranquilidad», sino que argumentó que «la sociedad española deseaba fervientemente que el Gobierno diese un paso amparado en la razón de los hechos». Defendió que era mejor hablar «sin intermediarios» y prometió que actuaría en todo momento con «transparencia, consenso y coherencia».
En Euskal Herria, aunque hoy pueda parecer increíble, Carlos Iturgaiz avaló expresamente la vía del diálogo: «Estamos ante un nuevo escenario», argumentó. Y hasta valoró positivamente que candidatos del PP hubieran participado en algunos debates públicos con los de EH en la campaña electoral de octubre de 1998.
Declaraciones al margen, Aznar no cumplió su propio compromiso de transparencia. La reunión con HB del 11 de diciembre fue ocultada por el Gobierno durante mucho tiempo... y eso que en la misma se determinó que el presidente español debería darla a conocer en breve plazo.
Una semana después, el portavoz del Gobierno español, Josep Piqué, afirmó lacónicamente que el Ejecutivo había man- tenido «contactos significativos», sin más detalles, de los que concluía que «la tregua de ETA puede consolidarse como cese definitivo de la violencia».
Ante esta situación, Herri Batasuna decidió hacer público el contacto a través de una declaración breve y sin conceder margen a preguntas de los periodistas para mantener el nivel de discreción necesario. Fue en Iruñea el 22 de diciembre: Otegi, Barrena, Díez e Iruin explicaron que habían mantenido «un contacto oficial» con el Ejecutivo del PP, al que, por otra parte, achacaron «hipocresía» por «impregnar a la sociedad vasca y española de unas expectativas no acordes a su propia actuación».
Aznar siguió ocultando o negando directamente que se hubiera producido esta reunión. No lo admitió hasta finales de agosto de 1999, es decir, más de ocho meses después, en el mitin de final de verano que celebraba anualmente en Quintanilla de Onésimo. Explicó que se habían reunido una vez con Otegi y sus compañeros, pero que no se produjo un segundo contacto porque «en HB han tenido y tienen miedo de la paz». Aznar trataba así de sacudirse eventuales responsabilidades en un momento en que se apreciaba que el proceso de Lizarra-Garazi empezaba ya a torcerse definitivamente.
Gara, 6 de junio de 2006
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