La indignidad de José Blanco como arma política. El miedo de Zapatero al fracaso.
Tanta indignidad no puede ser posible más que a consecuencia del nerviosismo que tiene el Presidente Zapatero. Este hombre tiene que estar desesperado. Necesita continuar con el mal llamado proceso de paz para salir del desgobierno en el que ha metido a España y no lo consigue.
Y lo necesita porque España se desenvuelve, en estos momentos, entre reconversiones, huelgas, deslocalizaciones de empresas, errática política internacional, falsas promesas, y falta de tacto político con los familiares de los muertos en el incendio de Guadalajara. Y él, personalmente, perdiendo cintura en la pasada visita del Papa, perdiendo vergüenza al negarse a ir al Congreso a dar explicaciones de sus veleidades con ETA y sin saber qué hacer con la avalancha de pateras y cayucos a Canarias repletos de inmigrantes ilegales. Sin contar, lógicamente, con su temeraria política territorial que no sabemos si va a ser café para todos o nacionalidades asimétricas.
Para acallar lo que empieza a ser un clamor popular Zapatero de desgobierno, necesita culminar el mal llamado proceso de paz cuanto antes.
Pero las cosas no están tan fáciles como se cería debido, al parecer, a problemas internos de la banda terrorista. Hecho que ha obligado a retrasarlo todo.
De ahí que el Presidente Zapatero, ante el miedo que le produce el fracaso, mande a su deslenguado cabo de vara para que vaya preparando el terreno. Y ese terreno se abona con la indignidad de las palabras de José Blanco sobre el PP.
Editorial de Diario Liberal, 18 de julio de 2006
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