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Las confesiones de Sarkozy

Las confesiones de Sarkozy

Hubo profetas de lo suyo que aventuraron que la expansión de las libertades políticas, y la generalización de la democracia, traerían aparejados el olvido y el destierro de Dios y devolvería la religión a las catacumbas. La modernidad, como forma suprema de secularización, acabaría con la vitalidad religiosa.

Sin embargo, si observamos los temas y los temarios de los grandes medios de comunicación en los últimos años, nos daremos cuenta de que, lejos de cumplirse ese mal agüero, existen grupos religiosos cada vez más activos e influyentes. Por poner dos ejemplos no del ámbito católico, ahí tenemos a los hindúes en India y a los evangelistas en Estados Unidos. Por eso de que los números, números son, tengamos en cuenta que a comienzos del año 1900 apenas un 50% de la población mundial eran católicos, protestantes, musulmanes e hindúes. A principios del siglo XXI, casi el 64% pertenecen a una de estas confesiones; está previsto que en 2025 las cifras de pertenencia alcancen un 70%, según la Enciclopedia Cristiana Mundial.

El regreso de Dios, del pensamiento sobre Dios, se debe en gran medida al crecimiento de la libertad política. Las deformaciones de lo religioso y lo divino no son más que reacciones desaforadas ante esta ineludible comprobación de la capacidad de la religiosidad dinámica que se ha opuesto a las más diversas formas de autoritarismo y de totalitarismo destructor. Ahí están los casos de Europa del Este, Latinoamérica o África.

Recientemente ha aparecido en España la edición del libro del Ministro francés del Interior, ministro también de cultos, Nicolas Sarkozy, La República, las religiones, la esperanza. Bien merece que las confesiones del ministro francés del Interior se extiendan como un virus por nuestra España laicista que tiene como referente una no digerida laicidad a lo francés. Ya Alexis de Tocqueville, en su Democracia en América, apuntó que "hay en Francia quienes ven la República como un estado tranquilo y permanente, una meta necesaria hacia la cual las ideas y costumbres conducen día a día a las sociedades modernas, y que sinceramente desean ayudar a los hombres a ser libres. Éstos, cuando atacan a las creencias religiosas, siguen sus pasiones y no sus intereses. El despotismo puede prescindir de la fe; la libertad, no. La religión es mucho más necesaria en la República que preconizan que en la monarquía que atacan, y en las repúblicas democráticas que en todas las demás". El problema de España no es un proyecto de res publica basado en la aniquilación de la religión, sino una implantación de nuevas formas de despotismo que atentan contra la libertad.

¿Qué dice Sarkozy? Las más de las veces, cosas elementales y que producen no poca envidia por estos predios: "En la Francia de inicios del tercer milenio, el lugar que ocupa la religión es central". Ítem más: "En mi opinión, es tan importante abrir lugares de culto en las grandes zonas urbanas como inaugurar centros deportivos, que son de lo más útil". "Estoy convencido de que es preciso tener en cuenta el hecho espiritual y la importancia de la cuestión religiosa. Creer, vivir la propia fe, son libertades que es necesario defender. Para la nación, la fe y el compromiso de los ciudadanos creyentes son positivos. No son riesgos, amenazas o desviaciones".

Con los recientes acontecimientos vividos después de la última lección de Benedicto XVI en Ratisbona hemos tocado suelo. El filósofo Gustavo Bueno lo ha dicho de esa forma tan gráfica con que enseña la filosofía de la vida: "Recordar eso a la humanidad significa que no nos chupamos el dedo". Pues hete aquí que lo que se ha demostrado estos días pasados es que la clase política de Occidente, nuestros líderes sociales, padecen una galopante anorexia moral. Primo Levi, en Los náufragos y los supervivientes escribió algo que no debemos olvidar: "Estamos tan deslumbrados por el poder y el prestigio que olvidamos nuestra fragilidad esencial: pactamos con el poder, de buen o mal grado, olvidando que estamos todos en el gueto y que, no lejos de allí, el tren nos aguarda".

Por José Francisco Serrano Oceja

Libertad Digital, suplemento Iglesia, 28 de septiembre de 2006

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