Entrevista a Fernando Vaquero, militante del Foro El Salvador en Navarra y coautor del libro La tregua de ETA: mentiras, tópicos, esperanzas y propuestas: para los terroristas la política antecede a la paz
Con motivo de la manifestación convocada por la AVT para el próximo día 25 de noviembre, Fernando Vaquero, militante del Foro El Salvador en Navarra, ha hecho partícipe a Análisis Digital de algunas de las reflexiones más demandadas por parte de la Opinión Pública respecto al denominado “proceso de paz” y al papel ejercido por el Gobierno durante las últimas semanas
¿Por qué cree que el Gobierno persiste en la estrategia de cesión ante ETA?
Desconozco sus motivos últimos. Supongo que, en su estrategia a largo plazo, cree que, actuando así, va a obtener una serie de réditos políticos: aislando por una parte a la derecha política, consolidando una mayoría junto a la izquierda nacionalista radical, y, acaso, intentando domar o moderar a los nacionalistas más radicales. No existe otra explicación, salvo que actúe a impulsos, lo que no considero posible.
¿Es moral hablar con los terroristas?
Sí, pero no es lo mismo hablar que negociar.
¿Que pactar?
Efectivamente, tú puedes hablar para comprobar cierto estado de ánimo, escuchar sus pretensiones, dialogar con vistas a unas circunstancias puntuales como por ejemplo la resolución de un secuestro. El diálogo más deseado sería el encaminado al establecimiento de las condiciones de su abandono ordenado del terrorismo. Tendría que establecerse un calendario, unas condiciones… pero, hablar por hablar, sin ningún motivo, no tiene sentido.
Dialogar, con vistas a un acuerdo o por el motivo que sea, siguiendo las premisas, los silogismos, los esquemas que planteen ellos, es una trampa dialéctica, pues si asumes las premisas difícilmente no podrás hacer propias sus casi ineludibles conclusiones.
¿A eso es lo que se ha llamado como “proceso de paz”?
Una cosa es el “proceso de paz” y otra es el denominado “proceso de resolución del conflicto”. El “proceso de paz” es el la expresión que emplean el Gobierno y el Partido Socialista de Euskadi-PSOE. La autodenominada izquierda abertzale nunca habla de “proceso de paz”, sino de “proceso de resolución del conflicto”. ¿Es una mera cuestión de términos? Evidentemente, no. En el caso de Zapatero, afirma machaconamente que la paz antecede a la política. Pero, para la izquierda abertzale, es la política la que antecede a la paz. ¿Por qué? Porque para ellos la territorialidad, el acercamiento de presos, y la eliminación de las que consideran “causas de la violencia”, son previas a la conquista de la paz. Son dos procesos aparentemente antagónicos.
Desde esta perspectiva, ¿marcha mal el llamado “proceso de paz”?
Sí, porque no están de acuerdo todavía sobre la naturaleza que tiene este proceso. El pasado 4 de noviembre, Arnaldo Otegi realizó unas declaraciones a Radio Euskadi en las que afirmaba expresamente que “existe una pugna por definir la naturaleza del proceso”. Eso quiere decir que socialistas y abertzales no están de acuerdo, al menos de momento, ni en su metodología, ni en sus objetivos, ni en sus contenidos.
¿Qué esperanzas podemos extraer de este “proceso de paz”?
Los atentados mortales han desaparecido; tampoco hay secuestros. Acaso, cuanto más se prolongue esta situación, más difícil será que esa organización terrorista pueda volver a matar. Pero más que hablar de esperanzas, destacaría una enseñanza: no se puede dialogar, ni pretender alcanzar acuerdo, alguno si no se hace desde la propia identidad y la fidelidad a sus principios.
Sin embargo, hay un rearme de ETA en Francia.
Ello puede responder a varios motivos. Uno, para mantener su maquinaria engrasada. Otra posible causa, para mantener la presión sobre el Gobierno, pues le acusan de no querer “mover ficha”. Una tercera: tienen que prepararse para lo peor, pues para lo mejor siempre están preparados. Pero, en todo caso, es evidente que la organización se mantiene activa y en pleno funcionamiento; de modo que mantienen abiertas todas las opciones.
¿Qué opina sobre la posible legalización de Batasuna?
Depende en qué términos se produzca esa legalización. No es lo mismo un mero cambio nominal y con unos estatutos descafeinados, que si Batasuna renuncia expresa y definitivamente a la “lucha armada”. En el segundo caso, si aceptan todo el ordenamiento y sus mecanismos de cambio, pudiera llegar a ser un partido político como cualquier otro.
¿Cree que el Gobierno está atendiendo a la Opinión Pública?
No está atendiendo a la Opinión Pública porque ésta pide transparencia, unidad y firmeza. Pero, en realidad, la opinión pública se está alimentando ante todo de rumores y filtraciones; que nunca son desinteresados. De modo que no se muestra transparente, ni facilita la unidad, ni aparenta firmeza. Al Gobierno le sobran, eso sí, palabras bonitas y ambigüedad.
Realmente el acuerdo no está llegando a nada
Se están dando diversos pasos. Y el “proceso” avanza, aunque sea un poquito. En este “proceso” tienen que ponerse ya de acuerdo en varias cuestiones. Un pacto inicial, que es el que parece se está alcanzado, que determine las bases del diálogo posterior: temas que se van a tratar, metodología y calendario.
Pero las víctimas del terrorismo deben de tener voz y voto
A las víctimas no se les está escuchando. Desde el principio se les ha discriminado, se les ha intentado dividir, se les intentado situar demagógicamente en un extremo del espectro político; lo que constituye una manera de ignorarles, despreciándolas.
Y hay que escucharlas…
Naturalmente. Muchos de sus puntos de vista debieran tenerse muy en cuenta por quienes se supone lideran este “proceso”.
¿Cómo animaría a la población a acudir a esta manifestación?
Son momentos de movilización. Tenemos que ser conscientes del potencial que tenemos como ciudadanos, que no somos menores de edad, políticamente hablando, que tenemos unos derechos que ejercer, que nuestra acción política no se limita al mero ejercicio del voto; sino que podemos ejercitarlo de muchas maneras: participando en movimientos cívicos, por medio de plataformas trasversales, en las movilizaciones callejeras, a través de las diversas campañas que se vienen desarrollando desde Internet. Militando, en definitiva. Es un momento de responsabilidad colectiva. La situación es lo suficientemente importante como para no dejarla únicamente en manos de los políticos.
Análisis Digital, 9 de noviembre de 2006
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