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El Gobierno y ETA mantuvieron el jueves su primera reunión oficial. La entrevista, celebrada en un país europeo, ha devuelto el optimismo al Ejecutivo porque la banda no planteó romper la tregua

El Gobierno y ETA mantuvieron el jueves su primera reunión oficial. La entrevista, celebrada en un país europeo, ha devuelto el optimismo al Ejecutivo porque la banda no planteó romper la tregua

Delegaciones del Gobierno y ETA se reunieron el pasado jueves en un país europeo para intentar desbloquear el proceso de paz. La primera entrevista oficial entre representantes del Ejecutivo y de la banda ha permitido afianzar la tregua y superar la etapa de colapso que se vivía desde hace meses, según ha podido saber este periódico. Al parecer, ETA no planteó en ningún momento la ruptura del alto el fuego. Tras este contacto, fuentes gubernamentales esperan un «gesto significativo» por parte de la izquierda abertzale en las próximas semanas.

 

La primera consecuencia pública de esta reunión entre Gobierno y ETA se escenificará pasado mañana en el Palacio de La Moncloa. Una vez informado de los resultados del encuentro con representantes de la banda terrorista, José Luis Rodríguez Zapatero decidió citar a Mariano Rajoy para este próximo viernes. Aunque se ha intentado rebajar su importancia, el motivo principal que ha movido al presidente del Gobierno a conversar cara a cara con el líder del PP es informarle del desarrollo de la reunión con ETA y cumplir su compromiso de mantener al principal partido de la oposición al tanto de las conversaciones con la banda. Ayer mismo, durante una charla informal con periodistas, Zapatero admitió que aportará a Rajoy datos nuevos sobre la evolución de las negociaciones.

 

La entrevista entre el Ejecutivo y ETA se produce en un momento especialmente delicado para el proceso de paz, que se encontraba empantanado y sobre el que sobrevolaba la amenaza de ruptura. En su último zutabe -hecho público a primeros de noviembre-, la banda advirtió de que si antes de acabar el otoño no se producían «pasos visibles» a la hora de constituir una mesa de partidos, el proceso «se rompería». El próximo fin de esta estación y la llegada del invierno -este viernes- había generado una honda preocupación al considerarse como un ultimátum de la organización armada.

 

En dicho boletín interno, la banda señalaba además que, para «reconducir» el proceso, el Gobierno debía dar «respuesta positiva» a dos asuntos: «cumplir los compromisos que adoptó para dejar de lado la represión y cesar los ataques» -algo que se niega desde La Moncloa- y respetar «el resultado del proceso de Euskal Herria, es decir, la voluntad de los ciudadanos vascos». Se da la circunstancia de que el mismo jueves que las delegaciones gubernamental y de ETA se reunían por primera vez tras el alto el fuego, se hacía público que la Fiscalía pedía el archivo del 'caso Egunkaria' al no encontrar relación entre el grupo armado y el diario.

 

En todo caso, fuentes conocedoras del proceso recalcan que, en ese zutabe, ETA dejaba la puerta abierta al matizar que se mostraba dispuesta a «hacer un nuevo esfuerzo en el carril de la negociación que tiene abierto con el Gobierno de España» y «reconducir» el proceso. Ese «esfuerzo» sería la entrevista mantenida el pasado jueves. A partir de ahora, los responsables del Ejecutivo creen que la izquierda abertzale realizará un movimiento significativo durante las próximas semanas. Queda por saber si lo llevará a cabo ETA o Batasuna.

 

La reunión de la semana pasada llega con varios meses de retraso sobre el calendario establecido en un primer momento. En principio, debía haberse celebrado en agosto. Sin embargo, las esperanzas del Gobierno se vieron frustradas cuando, el día 18 de ese mes, la organización terrorista emitió un comunicado en el que advertía de que «si continúan los ataques contra Euskal Herria, responderá».

 

Nubarrones

 

A partir de ese momento, el proceso empezó a llenarse de nubarrones. A finales de septiembre, varios encapuchados armados con fusiles irrumpían en un acto de la izquierda abertzale en Oiartzun y proclamaban que la lucha armada seguirá hasta la independencia. Un mes después, un comando etarra robaba 350 pistolas y revólveres en una armería francesa. Mientras tanto, los episodios de kale borroka se han sucedido de forma continua. El último se vivió el pasado domingo en el barrio bilbaíno de Santutxu, cuando varios encapuchados quemaron un autobús urbano.

 

De forma paralela, quedó suspendida la firma de un preacuerdo que estaban a punto de suscribir PNV, PSE-EE y Batasuna para establecer los principios básicos de una futura mesa de partidos. Los contactos políticos a tres bandas entre estas formaciones también se han paralizado, aunque socialistas y jeltzales han seguido manteniendo reuniones al más alto nivel. La última, el lunes de la semana pasada entre Patxi López, Rodolfo Ares, Josu Jon Imaz e Iñigo Urkullu en Sabin Etxea. A pesar de que tanto el PSE como el PNV admitían el bloqueo que vivía el proceso, ambas partes consideraban que no había peligro real de ruptura.

 

Menos optimista ha sido la visión expuesta por la izquierda abertzale, cuyos principales dirigentes han dibujado durante las últimas semanas un escenario sombrío plagado de declaraciones destinadas a tensar la cuerda. Incluso, un día después de que el Gobierno y ETA se reuniesen, Arnaldo Otegi participó en una concentración frente a la sede del PSE en Bilbao en la que afirmó que «el proceso no es posible, es inviable en estos momentos». Zapatero le replicó que lo que debía hacer es trabajar por la paz en lugar de hablar de «vías muertas».

 

Ayer mismo, el ministro de Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, aseguró que no prevé a corto plazo un comunicado por parte de ETA. «Aunque honestamente no lo sé, creo que no va a haberlo, pero es una pura especulación y, por tanto, no le daría más importancia a mi propia especulación», señaló en declaraciones a Onda Cero.

 

ÓSCAR B. DE OTÁLORA

 

El Correo, 20 de diciembre de 2006

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