La Rosa Blanca, los estudiantes que se alzaron contra Hitler
Según la hipótesis más documentada, el nombre de la Rosa Blanca tiene su origen en el romancero español de Clemens Brentano, que tiene como título precisamente "La Rosa Blanca". El objetivo de esta organización era la resistencia civil frente al Nazismo. Para ello, se servían básicamente de dos armas: la publicación de pasquines (llamadas Hojas) y el sabotaje activo pero no violento. La característica más acentuada en la mayor parte de sus miembros fundadores era una profunda religiosidad. No en vano, la fuente espiritual e ideológica de esta organización fueron por un lado el llamado grupo de "Renovación Católica" francés de finales del siglo XIX, integrado por escritores de la talla de Bernanos, Claudel o Maritain, y el catolicismo reformado alemán de Theodor Haecker y Carl Muth, director de la revista Hochland, y cuya meta era tender puentes entre el pensamiento católico y la cultura moderna. Con estos dos grandes pensadores alemanes, los fundadores de La Rosa Blanca mantuvieron frecuentes entrevistas con estos dos grandes pensadores alemanes, también activos opositores del Régimen Naci.
Uno de los fundadores de la Rosa Blanca, Wili Graf, pertenecía a un Grupo Juvenil Católico prohibido por el Nacionalsocialismo, por lo que estuvo en prisión preventiva casi un mes. A su salida, entró en contacto con los otros fundadores de la Rosa Blanca, los hermanos Sophie y Hans Scholl, protestantes, Otl Aircher, católico, Kurt Huber, también católico y el más intelectual del grupo dada su condición de catedrático, Alex Schmorell y Christoph Probst, casado y con tres hijos y que horas antes de su ejecución se convirtió al catolicismo recibiendo el Bautismo y la Comunión de manos del capellán Heinrich Speer.
La mayoría de los integrantes de la Rosa Blanca eran estudiantes. Su final, como el de millones de personas aniquiladas por el régimen naci, fue trágico. El 19 de abril de 1943 son condenados a muerte y ejecutados Willi Graf, Kurt Huber y Alexander Schmorell. Dos meses antes, habían sido igualmente condenados a muerte y guillotinados los hermanos Sophie y Hans Scholl y Christoph Probst. Los dos hermanos, aunque eran de religión protestante, en sus últimas horas pidieron la asistencia de un sacerdote católico, que les fue denegada por su condición de protestantes.
De la ejecución de Sophie Scholl nos ha quedado el estremecedor relato de su verdugo: "En los muchos años de mi oficio, jamás he visto a nadie que se enfrentara a los últimos instantes de su vida con tanta serenidad como esta muchacha menuda, de ojos profundos, casi una adolescente". Meses antes de su muerte, Sophie Scholl había anotado en su diario: "Dios mío: no sé otra cosa que balbucear cuando me dirijo a tí. No sé hacer más que presentarte mi corazón, al que mil deseos quieren apartar de tí. Como soy tan débil que no puedo permanecer voluntariamente vuelta a tí, destruye lo que de tí me aparte y llévame con violencia hacia tí. Pues sé que sólo en tí soy feliz.¡Qué lejos estoy de tí!" Y Dios que nunca abandona a quien a El se dirige con humildad y buena intención, la sostuvo en la palma de la mano.
Fernando Iñigo
Aragón Liberal, 31 de diciembre de 2006
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