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El Gobierno español sigue sin garantizar los mínimos democráticos indispensables

El Gobierno español sigue sin garantizar los mínimos democráticos indispensables

La actitud y las condiciones impuestas por el Gobierno español y la actuación de los aparatos judiciales del Estado están haciendo imposible el desarrollo de un proceso de negociación en Euskal Herria. Garantizar unos mínimos democráticos es absolutamente indispensable, y Madrid no lo está haciendo; y ampararse en el falso debate sobre si José Luis Rodríguez Zapatero controla o no los aparatos del Estado es pura hipocresía.

 

Garantizar la presencia de la izquierda abertzale en los comicios es imprescindible. El Gobierno español, el propio PNV (que ayer utilizó a Urkullu y a Rubalkaba para ponerse en la primera línea del intento de debilitar la posición de un contrincante a base de frivolidad e imprudencia), son perfectamente conscientes de que los ayuntamientos son la única institución común a todos los territorios de este país; quizás ello explique su temor a que en todos ellos pueda ejercer su labor institucional la izquierda abertzale. Además, han buscado impedir su presencia en las Juntas Generales y en la Cámara de Nafarroa, con todo lo que eso supone también de capacidad o control de gestión y de impacto político, un impacto político que sería obvio para cualquiera que mantenga la vista puesta en el proceso -oportunidad que seguiría abierta si los agentes implicados lo quisieran- a la hora de analizar los resultados que pudieran obtener las candidaturas abertzales.

 

El esperpento jurídico es de tal magnitud que la afirmación de que nos encontramos «ante un estado de excepción jurídico» (realizada ayer por Jone Goirizelaia) parece inevitable. Otras afirmaciones recabadas ayer, como las de Javier Pérez Royo en un artículo de opinión publicado en «El País», también ponían el acento en lo obvio, señalando que «Arnaldo Otegi no está privado del ejercicio del derecho de participación política en ninguna de sus vertientes». Así que lo que está sucediendo obliga a denunciar que en Euskal Herria se ha vuelto a desatar una auténtica caza de brujas. Pero claro, esto sucede en Polonia y los gobiernos europeos y los políticos de medio pelo que abundan aquí y allá, se echan las manos a la cabeza, pero cuando sucede en Euskal Herria demasiados callan, o aplauden, o se aprovechan. De hecho, la talla política (incluso moral) de algunas de las personas implicadas (que debieran estar implicadas, debiéramos decir) en este conflicto es precisamente uno de sus dramas. El momento exige altura de miras y talla de estadista, y un poco de talento, y parece que no hay tal en Madrid.

 

El PSOE está poniendo patas arriba la oportunidad del cambio y de la solución. ¿Está buscando que la conclusión de la cita electoral del 27 de mayo sea que se vulneran los derechos fundamentales de un porcentaje importante de la población vasca? ¿Qué espera conseguir con eso? ¿A dónde quiere llevar a este país? Es hora de sumar, no de restar y de negar.

 

Editorial de Gara, 6 de mayo de 2007

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