La relación de Chávez con las FARC
La relación de Chávez con sus aliados colombianos es de larga data, parte de ella se ha mantenido en secreto, y otra parte ha salido a la luz pública. Antes de entrar a la Academia Militar, Chávez era agente del comunismo, supervisado por su hermano Adán y comenzarían sus contactos con la guerrilla colombiana.
Al salir de la cárcel indultado en el 1994, viajó a Colombia para buscar apoyo político y financiero a sus aspiraciones políticas en Venezuela, ofreciendo retribución si lograba alcanzar el poder. Por ello viajó a La Habana, en diciembre de 1994, donde fue recibido en el aeropuerto por el propio Fidel Castro. La alianza con Castro le proporcionó a Chávez un pasaporte directo con el comunismo en Colombia. Ya para 1990 Castro había formado el Foro de Sao Paolo con todos los comunistas que quedaron a la desbandada a raíz de la caída del muro de Berlín.
En mayo de 1995, Chávez viaja a Buenos Aires, pasa recogiendo a Norberto Ceresole, el argentino revisionista, negador del Holocausto. Ambos se dirigen a Montevideo, donde los recibe el general izquierdista Liber Seregni (del Frente Amplio), quien introduce a Chávez y a su MVR-200 en el FSP. La organización sostenía su V Encuentro en esa ciudad. Una vez inscrito en el Foro de Sao Paulo, Chávez adquiere una relación formal y orgánica con el Partido Comunista de Colombia, las FARC y el ELN, quienes también son miembros de esta organización.
En 1996, Chávez viaja al Salvador para participar en el VI Encuentro del FSP. Este le serviría de escenario para intercambiar con los delegados colombianos, entre ellos, el guerrillero de las FARC, Raúl Reyes, quien más tarde manifiesta públicamente su simpatía por Chávez y lo catalogó de «patriota». Ese mismo año dijo que las FARC son «igualitas» a Chávez.
En enero de 1999, tres semanas después de asumir la Presidencia, Hugo Chávez modifica públicamente la posición tradicional de Venezuela respecto a la guerrilla colombiana, que deja de ser enemiga. Venezuela sería “neutral”. El 2 de octubre de ese mismo año, declaró a los medios de comunicación que la guerrilla ya no era el enemigo común de Colombia y Venezuela. Previamente había manifestado su disposición para que el ELN, realizara su convención nacional en Venezuela. El grupo terrorista manifestó que Chávez era un líder a seguir.
Existe un documento del año 2000 que señala que Chávez era el candidato de la guerrilla colombiana. La revisión de los recortes de la época en la prensa venezolana así lo pueden confirmar.
Ya para febrero del año 2000, las FARC emitieron un comunicado respaldando al presidente Chávez. Meses después, el ex director del organismo de seguridad, la DISIP, Jesús Urdaneta, declara que Chávez impulsa la guerrilla en contra del gobierno de Pastrana.
Denunció que el Gobierno le ordenó entregar 300 mil dólares a los guerrilleros colombianos, añadiendo que el Presidente Chávez siempre ha querido darles armamento. Los guerrilleros pretendían lanzar una ofensiva final hacia Bogotá y derrocar al gobierno de Pastrana.
Cuando las FARC lanzaron el partido político denominado Movimiento Bolivariano por la Nueva Colombia, el 5 de mayo de 2000, Chávez manifestó su satisfacción por la creación del nuevo partido y le dio públicamente la bienvenida.
EI 16 de junio de 2000, el general Víctor Cruz Weffer, uno de los jefes militares más cercanos a Chávez, dijo para el semanario Quinto Día que la oligarquía colombiana es más peligrosa que la guerrilla.
Desde entonces, hay numerosas evidencias públicas del apoyo mutuo entre Chávez y los comunistas colombianos: Partido Comunista, Polo Patriótico, FARC, ELN. Basta como evidencia leer periódicamente la página web de las FARC.
Esta secuencia de hechos fueron denunciados en Venezuela, por personas como el presidente de Fuerza Solidaria, Alejandro Peña Esclusa. Entonces, hubo razones suficientes para juzgarlo por traición a la Patria.
En el 2001, Hugo Chávez Frías se negó a firmar la Declaración de La Asunción en Paraguay contra el terrorismo y el narcotráfico que suscribieron las naciones participantes.
El insolente y descarado panegírico a los crímenes de guerra de las FARC pronunciado en la Asamblea Nacional de la República Bolivariana de Venezuela, durante la presentación del informe de gestión, el pasado viernes 11 de enero, por parte del siniestro Chávez, no ha hecho sino ratificar sus pretensiones de acabar con la estabilidad de los países en democracia del continente, especialmente, Colombia.
Es para que no le quede a nadie en el mundo la menor duda de sus pretensiones.
Las del gobernante que indignamente niega la existencia de las decenas de secuestrados venezolanos, por ello repudiado por la gente de su país. Por su pretendido jugar al héroe del show, como pudimos ser testigos con motivo de la liberación de las colombianas Clara Rojas y Consuelo González.
Capaz de bañar de sangre su país y a su vecino, Colombia, con tal de imponer a la fuerza a estos desalmados responsables de lesa humanidad. Es su decreto de guerra a muerte. De ahí el “socialismo, patria o muerte”, su sentencia lapidaria.
Ajeno al espíritu de ese decreto de Guerra a Muerte, que en el Cuartel General de Trujillo, Venezuela, un 15 de junio de 1813, dejó como testimonió el Libertador Simón Bolívar, en respuesta a los crímenes perpetrados por el realista Domingo de Monteverde.
Españoles y Canarios, contad con la muerte, aun siendo indiferentes, si no obráis activamente en obsequio de la libertad de América. Americanos, contad con la vida, aun cuando seáis culpables.
En nada se corresponde al sentimiento patriótico del Libertador, al del Hugo Chávez que proclama bolivarianos a estos insurgentes asesinos de las FARC.
No hace sino profanarlo cada vez que lo invoca.
Martha Colmenares
Minuto Digital, 29 de enero de 2008
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