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Discurso íntegro de José María Aznar en la Fundación Gregorio Ordóñez

Discurso íntegro de José María Aznar en la Fundación Gregorio Ordóñez Creo que no tengo que utilizar muchas palabras para expresar mi agradecimiento por el premio que me habéis concedido. Todos los premios se agradecen. Pero este lo siento con la emoción profunda del recuerdo al amigo, al compañero, al que, como se ha dicho aquí, no quitaron la vida sino que la entregó por la causa de la libertad.

 

Y en estas primeras palabras quiero dejar constancia de mi admiración a todos los que desde su muerte habéis sido depositarios leales de la memoria de Gregorio a través de ésta esforzada fundación y de vuestro trabajo personal. Mi admiración -que saben que la tienen- para Ana, para Consuelo, para María. Es decir, mi admiración a su familia y a sus amigos, que compartieron su mismo compromiso.

 

Sabed que la figura de vuestro marido y padre, de vuestro hijo, de vuestro hermano, de vuestro amigo se engrandece y se hace más necesaria. Sabed que su trabajo en esta ciudad sigue dando frutos y que su muerte –ese es el fracaso de sus asesinos- ha hecho de Goyo una figura imborrable a la que rendimos homenaje. Hace doce años que Gregorio fue asesinado. Y doce años después seguimos comprobando hasta qué punto su legado político, la herencia cívica que dejó a la sociedad vasca, sigue vigente, nos compromete y nos inspira.

 

Goyo no fue un héroe involuntario, lanzado por las circunstancias a un destino con el que no contara. Gregorio Ordóñez fue un hombre que asumió de manera íntegra y consciente un compromiso sin límites, hasta su propia muerte, con el bien de la libertad. Se rebeló contra el terror y contra el miedo no sólo por un sentido de justicia que no admitía transacción.

 

Se rebeló por dignidad. Su ¡basta ya! -que después fue coreado por tantas voces en las calles de esta ciudad- expresó la decisión firme de no tolerar la humillación ni el sometimiento a los agentes del terror, a sus cómplices y a sus beneficiarios, a quienes lo instigan y lo legitiman.

 

Gregorio no fue el único, pero si fue quien con más fuerza puso voz y transmitió coraje a los silenciados de esta sociedad. Quiso demostrar que no hay que resignarse, porque la resignación y el silencio no son una forma de vida llevadera, sino el abismo al que los terroristas quisieran precipitarnos. Gregorio fue, en el mejor sentido, el gran elemento subversivo de este régimen de árboles y nueces, de falsos oprimidos, del algo habrá hecho, de verdugos convertidos en víctimas, de exilios interiores.

 

Este régimen asentado y consentido por el éxito del espejismo nacionalista, alentado una y otra vez por otros no nacionalistas, que prometía paz y pide a cambio el poder. Durante demasiado tiempo se creyó que lo mejor era subcontratar la solución del “problema”. No se cayó en la cuenta de que encomendamos la solución a quien era parte del problema, porque no quería, ni quiere ni querrá la derrota de una banda terrorista a la que adorna y legitima como expresión de un conflicto secular que, por definición, no puede tener solución jamás.

 

Los asesinos de Gregorio Ordóñez habían elegido su objetivo con precisión. Sabían lo que buscaban con el asesinato de Goyo porque sabían muy bien que por las calles de San Sebastián andaba un tipo que decía la verdad que sufrían cientos de miles de vascos; un tipo contra el que no funcionaban las amenazas y que además no estaba dispuesto a irse. Era insistente, sincero, creíble. Transgredió los límites, reclamó lo que le correspondía en el espacio público, salía a la calle con su denuncia y le resbalaban las descalificaciones con las que sus adversarios pretendían neutralizarle.

 

Goyo decía la verdad en voz alta y –vosotros lo sabéis mejor que yo- aquí hay muchos que pueden tolerar un murmullo pero nunca una verdad elemental proclamada en la plaza pública. Una verdad que repelía el desaliento y que vio en la aparente soledad de sus posiciones el precio inevitable –pero siempre transitorio- que a veces exige la razón. ¿Os imagináis qué respondería Gregorio si después de las dos nuevas víctimas del atentado de Barajas le dijeran que se había quedado sólo?

 

Pues bien, Gregorio Ordóñez nos acompaña, en eso que llaman nuestra soledad, a todos los que más allá de las siglas, desde posiciones ideológicamente distantes, con trayectorias políticas y personales muy diversas, creemos que la derrota es el único final aceptable para el terrorismo. No hay un ápice de razón que tengamos que reconocer en la trayectoria, en las motivaciones o en los objetivos de una banda terrorista.

 

No hay contextos en los que haya que diluir, situar o comprender sus crímenes.

 

No hay ninguna legitimidad de consolación que debamos reconocer ni explícita ni implícitamente. No hay ningún sistema que debamos tejer a medida de lo que los terroristas y sus cómplices estén dispuestos a hacer, sino asegurar que se someten a la ley, al juicio de los tribunales y al imperativo de reparación de sus víctimas. En todo esto, hasta hace no mucho tiempo había un acuerdo amplio y razonable, bien articulado en un pacto de Estado que yo -que ya se sabe que soy un intransigente- acepté negociar con el entonces líder de oposición.

 

Firmamos ese Pacto cuando quedó claro que además de estar juntos en el rechazo al terrorismo, íbamos a adoptar medidas concretas y tangibles que pusieran en práctica el compromiso de derrotar la estrategia terrorista, de negar precio político alguno y de asegurar los derechos y libertades de todos en el marco de la Constitución y el Estatuto. Impulsé la ley de Partidos –la ley que puso a Batasuna fuera de la ley- y eso se negoció con la oposición. Impulsé la ley que, por fin, hacía que los terroristas cumplieran íntegras sus condenas. ETA- Batasuna quedo identificada en la Unión Europea y en Estados Unidos como las organizaciones terroristas que son.

 

Ahora andan algunos rebuscando frases mías pronunciadas tras el final de la tregua de 1999. Creo que dije que “haría todo lo posible para buscar los caminos que nos conduzcan a una paz definitiva”. Y eso es justamente lo que hice. Fue justamente esa política, la de la ilegalización de Batasuna y la del cumplimiento total y efectivo de las penas, la que sabía que nos conduciría a una paz definitiva. Casi llegamos a comprobarlo. Faltó muy poco tiempo.

 

Hace dos años, en este mismo salón, al cumplirse diez años del asesinato de Gregorio, yo preguntaba por qué se estaba cambiando la política que estaba a punto de acabar con la banda terrorista. ¿Por qué se abandonaba una política que estaba funcionando? Llevamos dos años sin recibir respuesta. El Gobierno que yo presidía tenía mayoría absoluta y una idea clara de lo que teníamos que hacer. Pero también teníamos una idea igualmente precisa de cómo debíamos hacerlo. Y eso incluía al Partido Socialista.

 

Estaba firmemente convencido de que con ello dábamos credibilidad a la política antiterrorista, mandábamos un mensaje inequívoco a ETA y respondíamos a lo que la sociedad española mayoritariamente nos pedía. Pero cuanto más se defienden los mejores instrumentos de nuestra convivencia, más ciega es la descalificación que se sufre. No es la primera vez que ocurre. Defender la Transición , el pacto constitucional, los Estatutos que operaron la transformación del Estado y ahora defender el pacto antiterrorista es convertirse en objeto de la fobia de todos los que creen que el secreto para continuar en el poder radica en deconstruir, en vaciar, en desarticular el armazón de nuestra convivencia pacífica y en libertad.

 

Todos esos supuestos que habían quedado incorporados al consenso contra ETA de los dos únicos partidos de gobierno vuelven a enterrarse. Y si, a pesar de todo, esos principios se entierran, se habrá enterrado la esperanza. Repito, si esos principios son enterrados, enterraremos la esperanza. O para ser precisos, enterraremos por mucho tiempo la esperanza de acabar con lo que el terrorismo es y lo que el terrorismo ha sido. Es decir, acabar con la estructura criminal que vuelve a matar y cerrar el paso a cualquier intento de legitimación de su trayectoria criminal.

 

Todo esto, ¿para qué? ¿Para que el Gobierno y el Partido Socialista vuelvan a entenderse con los que no han querido ni quieren la derrota de ETA?

 

¿Para volver a entenderse con los que pactaron con ETA en Estella echarles de la vida pública en el País Vasco?

 

¿Para volver a entenderse con los que se han opuesto y se oponen a todos y cada uno de los instrumentos más eficaces del Estado de Derecho contra el terrorismo?

 

¿Para volver a entenderse con los que deslegitiman, precisamente, al Estado que tiene que asegurar la libertad de sus ciudadanos?

 

¿Para volver a entenderse con los que dicen querer la paz pero alimentan su poder y su libertad excluyente con la falta de libertad de sus conciudadanos?

 

Desgraciadamente, en nuestro país se ha convertido en un principio de gobierno que lo que funciona bien es, cuando menos, sospechoso, y casi siempre prescindible. La levedad y el radicalismo llevados al Boletín Oficial del Estado, primero destruyen acuerdos, instituciones, leyes, y marcos de organización que han demostrado eficacia y capacidad de concitar adhesión; y luego los sustituye por sucedáneos que solo se justifican dentro de un proyecto sectario y excluyente.

 

Por eso, un pacto de Estado, EL Pacto por las Libertades, un acuerdo de objetivos ambiciosos comprometido con la derrota de ETA, un acuerdo eficaz y comprobado, va a ser sustituido por un supuesto consenso de mínimos. Lo peor de ese consenso de mínimos no es que no vaya a tener ninguna eficacia operativa, que no la va a tener. Lo peor tampoco es que vaya a tener muchísimo menos apoyo que el Pacto por las Libertades. Lo peor es que el objetivo de ese “pacto de mínimos” ya no será la derrota de ETA, sino cómo se mantiene, a prueba de bombas, un proceso que reafirmará a la banda en la idea de que matar y negociar son dos ingredientes que entran en la misma receta. Es sólo cuestión de dosis y de tiempos para que lo que hoy es un crimen pase a ser considerado un mero accidente.

 

Déjenme que formule algunas preguntas en voz alta:

 

¿Es razonable a estas alturas un consenso que no apoye la ley de partidos? ¿Se hará ese consenso a costa de la ley que desde el año 2003 asegura que los terroristas cumplen efectivamente sus condenas? ¿Están dispuestos los integrantes de esos acuerdos a activar todos los resortes internacionales contra ETA-Batasuna?

 

Porque si no es así, ese acuerdo nada suma. Todo lo contrario, resta fuerzas, limita posibilidades legítimas de actuación del Estado de Derecho, desperdicia el esfuerzo acumulado, y nos devuelve a la sórdida rutina de los lugares comunes, las falsas soluciones, y los experimentos de aprendiz de brujo. En fin, la clave es la esperanza. La diferencia entre unos y otros radica en dónde y en qué depositamos nuestra esperanza. Unos depositan sus esperanzas en lo que pueda hacer ETA. En lo que ocurra en eso que llaman “ese mundo”.

 

Por eso nos exhortan a que prestemos atención a lo que dice este o aquel, o se dedican a fabular con supuestas escisiones, y además se jactan de saberlo de buena tinta. Son los mismos que se entregan a extravagantes ejercicios de ingeniería social con los terroristas, diseñando combinaciones de fuerzas entre blandos y duros, jóvenes y veteranos, políticos y pistoleros, críticos o disciplinados. La realidad es que la política antiterrorista no se puede hacer a base de dibujos tan alejados de la realidad, ni de entretenidos temas de tertulia.

 

Yo, por mi parte, no espero nada de ETA y no creo que debamos preguntarnos qué es lo que ETA puede hacer por nosotros porque, si pudiera, no haría otra cosa que matarnos. Yo no espero nada de una política en la que el Estado no confirma su fuerza y voluntad de prevalecer sino que manifiesta su debilidad. Menos aun espero que los terroristas retrocedan ante una política de apaciguamiento. Deberíamos reconocer la lógica perversa del apaciguamiento. Es la lógica del chantajista que sigue exigiendo el pago, no porque la víctima no pague sino porque ha empezado a pagar. Es la lógica de Hitler que invade Polonia, no porque Chamberlain no hiciera concesiones, sino precisamente porque las empezó hacer en Munich.

 

Cuidado, pues, con ciertos razonamientos, sobre todo porque los mismos que los utilizan se escandalizan luego de las consecuencias a que conducen. Mi esperanza está en el Estado de Derecho, en la movilización de la sociedad, en el impulso –como el que hoy experimentamos aquí- que nos ofrece el sacrificio de las víctimas. Mi esperanza está en la fuerza de la libertad, en el amparo de la Constitución , en el vigor de la democracia que, decidida a plantar cara a los terroristas, es capaz de derrotarles.

 

Como cualquiera de vosotros veo con preocupación las dificultades que está encontrando esta opción que es la de la firmeza, la de la coherencia. Pero seguimos siendo muchos los que la defendemos. Estoy convencido de que nuestra actitud, la solidez de nuestras posiciones, nuestro compromiso con una democracia en riesgo, será determinante para evitar que el aventurerismo arrastre al conjunto de las instituciones del Estado hacia una crisis generalizada en los instrumentos básicos del Estado de Derecho y de la organización territorial.

 

Soy un español con alguna experiencia. No estoy en el gobierno, ni en la oposición. No estoy en nada más que en la vida particular, que he recuperado, y en el desarrollo de las ideas en las que creo. Voy adonde me llaman mis amigos; estoy donde alguien cree que puedo ser útil. Me siento especialmente cercano a todos mis compatriotas cuya libertad está cercenada, cuya vida se encuentra amenazada y precisamente por ello siguen decididos a no entregarse. Soy, en resumen, un ciudadano normal y en esa condición creo que el Estado democrático tiene que utilizar todas sus posibilidades para asegurar la libertad de quienes luchan por ella.

 

Creo que ETA puede y debe ser derrotada y que ese objetivo implica desmantelar sus apoyos y hacer efectiva la ecuación que los iguala como terroristas a la propia banda. Creo que no puede haber impunidad jurídica, ni política, ni social para los terroristas y sus cómplices. Creo en la ley como base para la convivencia y como instrumento para que la realidad del Estado de derecho se imponga al delirio de los terroristas. Creo que no se deben negociar treguas con una organización terrorista.

 

Creo que es preciso quitarle a ETA la llave de la solución dialogada, ese mito probadamente falso que ETA abre y cierra cuando quiere, pretendiendo dictar en cada momento el juego que le interesa. Creo que un Gobierno puede y debe explicar sus actos, pero no reivindicar sus errores como un derecho; y creo que hay errores que cuando se insiste en cometerlos son inexcusables, y son además la expresión del miedo y de la cobardía. Creo que nunca, jamás, se debe unir el final del terrorismo con una negociación política bajo ningún nombre, y que debería quedar claro a los terroristas que no verán otra mesa que aquella en la que depositen sus armas.

 

Creo que las víctimas, ajenas a la tentación de la venganza, constituyen un ejemplo de confianza en el Estado de Derecho y un imperativo de justicia que nos compromete a todos. Y con estas ideas, que son un bagaje simple pero de convicción sincera, siento la satisfacción y el agradecimiento de volverme a encontrar con todos vosotros bajo el recuerdo doloroso pero querido de mi amigo Goyo.

 

Muchas gracias.

 

Fuente: Diario Liberal, 28 de enero de 2007

El gran engaño de la tregua: ETA extorsionó a 300 empresarios durante 2006

El gran engaño de la tregua: ETA extorsionó a 300 empresarios durante 2006

El V Informe de Verificación del Foro de Ermua denuncia la extorsión a 300 empresarios vascos y navarros. El informe denuncia que los actos de terrorismo callejero en 2006 produjeron daños por valor de 2,43 millones de euros. A cambio, la Ertzaintza sólo efectuó 17 detenciones. Los contactos del Gobierno con los terroristas se iniciaron a pesar de que continuaba la violencia

 

La tregua de ETA sólo fue un farol, una vez más, una trampa en la que cayó el Gobierno Zapatero. Muchos lo sospechaban, pero los datos del Foro de Ermua lo certifican. Así, en la mañana de hoy conocíamos que durante los doce meses del año pasado, 300 empresarios vascos y navarros fueron extorsionados. Se les exigió entre 18.000 y 70.000 euros llegando en ocasiones a los 100.000. En total, la recaudación por esta vía podría ascender a los 1.350.000 euros, según señala el V informe de Verificación elaborado por el presidente del Foro de Ermua, el catedrático de Economía, Mikel Buesa.

 

A esta cifra, habría que añadir los 1.200 bonos de 60 euros comercializados por EKIN y las colectas a favor de ETA y sus presos en las fiestas vecinas y en los pequeños comercios. El inventario de ETA también es mayor después de la tregua: 5,3 toneladas de material para fabricar explosivos, 20.000 originales de documentos de identidad y materiales para su falsificación, dos troqueladoras, 30.000 placas de matrícula y los 350 revólveres y pistolas que el Gobierno confirmó, una semana después, que habían sido sustraídos por la banda.

La Paz que tanta propaganda ha proporcionado al Ejecutivo Zapatero fue una oportunidad de crecimiento para las filas de los asesinos: el informe de verificación calcula que 516 etarras más se encuentran en suelo francés, y suponemos que no han ido a hacer turismo.

 

Por otra parte, el informe da cuenta de la evolución del terrorismo callejero durante el 2006 con 259 actos de violencia callejera que provocaron daños por valor de 2,43 millones de euros. Además, se incluye un cuadro donde se puede observar cómo la violencia callejera se dispara en septiembre, cuando el ‘proceso’ se daba por roto, y en diciembre cuando definitivamente ETA voló el ‘alto el fuego’ en la T4.

 

En su afán de mostrar buena voluntad, la Ertzaintza tan sólo ha detenido 17 personas por violencia callejera y durante el primer trimestre del 2006 no se detuvo a ninguna persona, lo que pone en evidencia –según el informe- la parálisis de las Fuerzas de Seguridad. Buesa sugiere que esa parálisis obedece a un giro en la política antiterrorista que pasa de querer derrotar a ETA a pretender dialogar con ella.

 

Además, el presidente del Foro de Ermua también pone de manifiesto la evidencia de que no existía ausencia de violencia cuando se iniciaron los contactos con la banda, por lo que apunta que el presidente Zapatero incumplió la resolución parlamentaria de mayo de 2005 y sus propias declaraciones de 29 de junio de 2006. Les aconsejamos la lectura completa de un informe contundente, realizado con rigor universitario.

 

Hispanidad.com, 23 de enero de 2007

Recuento de la liquidación sigilosa

Recuento de la liquidación sigilosa

Al desplegar el mapa de 2006, a modo de juego de mesa, uno puede ir saltando, sin gran esfuerzo, de desastre en desastre como de oca en oca. De aplicar el aforismo periodístico: good news, no news (las buenas noticias no son noticia), éste ha sido un año abundante y pleno de material para el tratamiento mediático, sin descartar otros posibles y hasta necesarios, como el psiquiátrico.

 

Con exagerada frecuencia el analista, o sea, cualquiera que intentara entender lo que aquí estaba ocurriendo, tuvo que echar mano de la interpretación de los sueños o de la adivinación. Una parte sustancial de la política se ha sumergido en la penumbra, y otra en la oscuridad absoluta. De las profundidades se ha hecho emerger viejos odios que estaban más muertos que vivos. Mientras, los escenarios no han dado abasto con tanta obra de todo género, llámense operación, sumario o proceso.

Concluida la demolición de la labor de los dos gobiernos anteriores, que era la parte fácil, le llegó al Gabinete Zapatero la hora de construir algo, cosa, naturalmente, más compleja. Como se temía, la construcción también consistiría en un derribo: el del régimen constitucional del 78. Más aún: el del Estado de Derecho. Si esta empresa es consecuencia o causa de la alianza del PSOE con los nacionalistas es algo que no está del todo claro. Pero la asociación entre ambos parecía ir más allá de la urgencia de Zapatero por contar con unas muletas para ir salvando la legislatura. El abrazo se percibía también como estratégico. Y, de hecho, como instrumento para alumbrar un nuevo sistema político.

Todo para realizar un deseo largamente acariciado por las cúpulas socialistas: evitar ese trance doloroso que es la pérdida del poder. Lo había intentado Felipe González. Ahora, el frente "todos contra el PP" que había acompañado a ZP en su ascenso se ha enriquecido con una inclusión novedosa: la de los nacionalistas terroristas, es decir, la ETA.

Los efectos de tan ambiciosos y destructivos planes no se anunciaron con trompetería a la gente, sino todo lo contrario. El camuflaje ha sido imprescindible. Y a ello se ha dedicado con especial intensidad el Gobierno. En esa rama de la acción política que es la propaganda es donde el Ejecutivo ha hecho gala no de talante, lema que no por azar desaparecería del mapa en 2006, sino de talento. No le quedaba más remedio que poner ahí lo mejor de sí mismo. Para darle esquinazo a la ley sin que se note, para aseverar que es de día cuando es de noche, para crear un híbrido de Un mundo feliz y 1984 hay que esmerarse mucho y contar, por supuesto, con una gran potencia de fuego mediático.

Ésta no le ha faltado, que en eso fueron generosos sus predecesores, de manera que sus peligrosas iniciativas políticas y los desaguisados que ha servido su gestión incompetente no han hundido su imagen. El "no pasa nada" ha sido el santo y seña de la temporada. Y el presidente lo repite sin parar: España no va bien, va de cine; aunque el cine español no pase, precisamente, por su mejor momento.

La liquidación ha de ser sigilosa, pero el silencio de los corderos no ha sido absoluto. Una parte de la sociedad española es consciente de los procesos en marcha y, como contrapunto a la deriva gubernamental y a la tibieza de la oposición, o a sus inseguridades, se ha consolidado y ampliado el movimiento cívico que había asomado en 2005.

El año 2006 sería testigo de la paradoja de un alto el fuego de ETA que significaría la resurrección política de la banda. Su momento de mayor debilidad operativa se transformaría en el de su mayor fortaleza política gracias a la decisión de Zapatero de emprender con ella una negociación política.

El proceso de paz, es decir, la componenda del Gobierno con la ETA, ha ocupado el primer plano de la escena. El propio presidente lo quiso así, despertando las expectativas de un final del terrorismo que la continuidad de los actos de violencia y de extorsión irían rebajando, al tiempo que aumentaba la sospecha, hasta convertirse en certeza, de que se trataba de una tregua pactada. La cuestión era, y sigue siendo, a cambio de qué. La respuesta, aunque incompleta, la han ido dando los hechos.

La presión sobre el poder judicial para que tuviera en cuenta las nuevas circunstancias iría in crescendo. El fiscal general, Cándido Conde-Pumpido, se destapó enseguida como brazo ejecutor de los deseos de un Gobierno que no quiere pagar el precio político de abrir la puerta a la salida de los etarras de las cárceles y a la relegalización de Batasuna y pretende que ese trabajillo lo hagan otros.

El fiscal Fungairiño fue enviado a casa, no hubo quien se atreviera a encarcelar a Otegi; y éste nos dejó una frase, la frase, cuando hubo de pasar una noche entre rejas: ¿Lo sabe el fiscal general? Las peticiones de pena para De Juana Chaos, que realizó la huelga de hambre con más calorías de la historia, y para otros miembros de la mafia etarra fueron escandalosamente rebajadas.

La domesticación de fiscales otrora "indomables" constituyó uno de los espectáculos más penosos. El juez Baltasar Garzón regresó de Estados Unidos con la voluntad de poner su granito de arena en el proceso y siguió dando permisos para que los proetarras tomaran las calles del País Vasco, amén de participar en algunos de los linchamientos que requería el guión.

Batasuna, que según el Supremo es lo mismo que ETA, ha sido relegalizada de facto. Por si no hubiera quedado claro, Patxi López, secretario general del Partido Socialista vasco, lo rubricó al reunirse en julio con dirigentes de esa formación. Fue también en verano cuando vimos a unos encapuchados etarras disparar sus armas al aire durante un tristemente célebre aquelarre batasuno.

Poco después, Francia daba cuenta de que ETA había robado en su territorio 350 pistolas, y ello justo cuando llegaba al Parlamento Europeo una propuesta del PSOE para que esta institución respaldara el proceso. La internacionalización del conflicto, exigencia antigua de la ETA, salía adelante sólo con el apoyo de la mitad de la Eurocámara. Pero el mal ya estaba hecho. La madre de Joseba Pagaza, socialista asesinado por ETA, le había escrito a Patxi López: "Dirás y harás muchas más cosas que me helarán la sangre".

Los ingresos en la cuenta etarra se harían como quien no quiere la cosa. Entre ellos, la aceptación del cambalache extraparlamentario de la "Mesa de Partidos". Y la banda no dejaba de manifestar su inequívoca voluntad de aprovechar la tregua para rearmarse.

La Asociación de Víctimas del Terrorismo convocó cuatro manifestaciones de repulsa del "proceso de rendición". El éxito de las mismas fue respondido por el Gobierno con operaciones de acoso y derribo. Hubo de retirarse Peces-Barba, pero se intentó defenestrar a Alcaraz. En vano. Uno de los ataques más repugnantes fue el que tomó como blanco a un discapacitado de un pueblo de Sevilla.

Los nacionalistas vieron en el Gobierno ZP la oportunidad de oro para dar un salto espectacular en su larga marcha hacia la destrucción de España. Y no se equivocaron. Ibarretxe no había logrado colar su plan el año anterior: era demasiado evidente. Pero el nuevo estatuto catalán disimulaba un poco su naturaleza y llevaba todos los sellos, incluido el del PSC. Introducía el germen que los nacionalistas han estado incubando durante decenios: el reconocimiento de Cataluña como nación.

Tal declaración fue aprobada por el Congreso, donde se constató que, si había descontentos en el PSOE, la inmensa mayoría no estaba por arriesgar nada. Si acaso, algunos se apartaron de la escena, como Bono, lo que colocaría a Rubalcaba al frente de Interior.

La definición de Cataluña como nación fue premiada con una abstención récord en el referéndum. Pero ese revés y una larga lista de desatinos no provocarían, como se esperaba, la desaparición del Tripartito, sino su renacimiento bajo la férula del apparatchik José Montilla, valedor como ministro de Industria de la opa de Gas Natural sobre Endesa, otra de las grandes operaciones fracasadas del Gobierno.

No tuvo lugar el anunciado giro al centro de Zapatero, que hubiera implicado un cambio de Esquerra por CIU.

El factor sorpresa fue, en las elecciones de noviembre, la entrada de Ciudadanos, un nuevo partido abiertamente no nacionalista, en el Parlamento autonómico catalán. Por primera vez en mucho tiempo se oyó en aquella Cámara el español.

El culebrón estatutario catalán aceleraría una carrera identitaria entre las autonomías. El PP, que se opuso al bodrio intervencionista en Cataluña, optó por el posibilismo en Andalucía y aprobó un texto que apela a un manifiesto andalucista en donde se define a aquélla como "realidad nacional". Acosado por el Gobierno y sus socios, tildado de extrema derecha o derecha extrema, perseguido violentamente durante la campaña electoral catalana, el PP afrontó con desigual firmeza y fortuna la operación montada para excluirlo del sistema, o para crear un sistema que lo excluya.

El 2006 fue solemnemente proclamado Año de la Memoria Histórica. Se trataba de poner el broche a una campaña de instrumentalización política de la historia. Sin embargo, la ley destinada a servir de guinda del pastel no pudo aprobarse, y con dificultades, hasta finales de año. Fue otra de las operaciones que causó efectos no previstos por sus iniciadores, entre ellos la guerra de las esquelas, que se libraría en las páginas de los periódicos.

Fue también en los periódicos, bueno, en dos de ellos, El Mundo y Libertad Digital, donde siguieron publicándose revelaciones sobre la masacre del 11-M que desmontaron las piezas que componían la versión oficial. Se descubrió que se había falsificado un informe, el del ácido bórico, para eliminar cualquier referencia a ETA en relación con el 11-M, y Garzón se ocupó de empapelar a unos inocentes. No mucho después haría lo mismo el juez Del Olmo con dos policías, por hablar con periodistas de El Mundo.

El PP osciló entre la demanda de investigación y el carpetazo, recomendado por dirigentes como Gallardón. Pero surgiría una iniciativa ciudadana en torno al blog de Luis del Pino en LD. Los Peones Negros empezaron a convocar concentraciones todos los días 11 de cada mes en decenas de ciudades españolas para demandar la verdad que sigue oculta.

Si el equipo de gobierno de ZP parecía endeble en sus primeros tiempos, en 2006 quedó retratada su ineptitud. La regularización de inmigrantes, alegremente acometida, redobló el tráfico de seres humanos y produjo una marea de cayucos, además de otras riadas menos visibles. Los incendios de todos los veranos causaron en Galicia unos estragos sin precedentes, que se trataron de esconder bajo la invención de unas tramas que apuntaban, naturalmente, al PP.

"La culpa es del PP" siguió siendo el motto preferido del Gobierno. Dieron también la medida de su capacidad gestora la toma del aeropuerto del Prat por unos huelguistas, la quiebra y suspensión de actividades de Air Madrid, con miles de personas empantanadas en Navidades, y la alarma suscitada por las nuevas formas de delincuencia. En cambio, se han mostrado capaces para las artes del encubrimiento y la contraprogramación. Las operaciones de Afinsa y, sobre todo, las lanzadas contra la corrupción urbanística han servido para desviar la atención y para preparar las próximas batallas electorales.

En el año que termina hemos vuelto a comprobar que está en el poder la progresía, y una no especialmente cultivada ni dotada de originalidad, que ha importado, con décadas de retraso, los dogmas de la corrección política de los Estados Unidos. El 2006 se despertó con la Ley Antitabaco, una de las leyes intervencionistas que se irían sacando como sucedáneos de una política de izquierdas ya imposible. La enseñanza quedó lista para sentencia con una nueva ley que no corrige los vicios de la Logse e implanta una asignatura de adoctrinamiento. El envoltorio feminista del Gobierno, tras la publicitada e inútil Ley contra la Violencia de Género, se desplegaría este año en gestos como el carnaval de Maputo y en una Ley de Igualdad que se centra, como manda la nueva ortodoxia, en las cuotas. Y el rancio anticlericalismo, so capa de laicismo, volvió a asomar las orejas.

Pese a tan negativo balance, el Gobierno aguanta mal que bien en las encuestas. La realidad es una cosa, y la percepción que de ella se tenga otra. El invierno mediático ha dado sus previsibles frutos; para entenderlo, conviene leer De la noche a la mañana, el más reciente libro de Federico Jiménez Losantos, que cuenta la historia de la COPE... y muchas cosas más.

Es cierto que los sondeos muestran una desconfianza creciente, un malestar con una situación política que Rosa Díez ha calificado de "encanallada". Se barajaba, ante tanta incertidumbre, la posibilidad de un adelanto electoral. Sólo si al Gobierno no le quedara otra. En cualquier caso, como suele decirse, todo lo que está mal aún puede empeorar.

 

Cristina Losada

Libertad Digital, suplemento Fin de año, 26 de diciembre de 2006.

¿Estudias o trabajas?

¿Estudias o trabajas?

Nueva exclusiva de Casimiro García Abadillo en el diario El Mundo, en la que destacan dos aspectos:

  1. Rodríguez Ibarra puso a disposición de Rafael Vera un despacho y un teléfono seguros a partir del 11-M, desde el que Vera estuvo trabajando durante aquellos "días de ruido y furia".
  2. Rafael Vera llamó en la noche del 12-M a José Blanco para decirle que, según la jueza francesa Le Vert, al día siguiente habría detenciones de islamistas.

Con respecto al segundo punto, sólo resaltar que el hecho de que Vera dijera que le había llamado Le Vert no quiere decir que sea cierto. Resulta perfectamente posible que Vera atribuyera su información a Le Vert para no revelar cuáles eran sus verdaderas fuentes.

En cuanto al primer punto, la pregunta fundamental es: ¿para qué utilizó Vera ese despacho seguro que Rodríguez Ibarra puso a su disposición? ¿Se trataba de recopilar la información que iba llegando para transmitírsela al PSOE, o lo que se hizo fue coordinar desde allí la fabricación de la inmensa patraña, con montaje de las pruebas falsas incluido? Dicho de otro modo: ¿en ese despacho se preguntaba o se transmitían órdenes?

La pregunta no es ociosa. Durante el 11-M y los días sucesivos, alguien tuvo que dar la orden de ocultar las muestras de los trenes a la Policía Científica, alguien tuvo que dar la orden de ocultar los análisis de los focos de explosión, alguien tuvo que dar la orden de transmitir informaciones erróneas al Gobierno, alguien tuvo que dar la orden de introducir en la Kangoo un resto de explosivo, alguien tuvo que dar la orden de difundir la mentira del suicida de los trenes, alguien tuvo que dar la orden de fabricar la mochila de Vallecas, alguien tuvo que dar la orden de intervenir el teléfono de Rafa Zouhier, alguien tuvo que dar la orden de grabar la falsa reivindicación del 11-M, alguien tuvo que dar la orden de detener en plena jornada de reflexión a cinco personas que nada tenían que ver con los atentados...

¿Fue Vera la persona encargada de impartir esas órdenes y de coordinar la creación de la versión oficial? Es una posibilidad. Una posibilidad que plantea interesantes preguntas:

  1. ¿Qué relación tuvo la labor de Vera con la visita que Barrionuevo y Corcuera le hacen en la cárcel a Galindo la tarde del 11-M? ¿Fueron a recabar la información que Galindo hubiera podido recopilar a través de sus contactos en la Guardia Civil? ¿O fueron a pedirle a Galindo que les garantizara la neutralidad de la Guardia Civil ante el montaje que se avecinaba?
  2. ¿Qué relación mantuvo Vera durante esos días con la otra célula de crisis que el PSOE creó, en la que estaban presentes varios mandos policiales y que no se reunía precisamente en dependencias oficiales?

¿Qué hacía Vera en aquel despacho extremeño durante aquellos días? ¿Estudiar o trabajar?

Y, ya puestos a preguntar, hagamos otras dos preguntas. La primera, dirigida a Juan Carlos Rodríguez Ibarra: ¿quién le dijo a usted, don Juan Carlos, que saliera a la palestra tras la detención de la furgoneta etarra de Cañaveras para sugerir que esa operación era un montaje del gobierno del PP? Porque quien le sugiriera decir eso sabe del 11-M mucho más que la mayoría de los mortales. ¿Le importaría hacer memoria, don Juan Carlos?

Y la otra pregunta, destinada a don Alfredo: ¿qué alto cargo socialista visitó el día 10 de marzo la sede del CNI, sin que su paso quedara reflejado en el registro de entrada? ¿Lo sabe usted? Es simple curiosidad.

Luis del Pino, 11 de Diciembre de 2006

 

http://www.libertaddigital.com/bitacora/enigmas11m/comentarios.php?id=1682

 

El Foro Ermua distribuye un documento sobre el proceso de paz a los europarlamentarios y estará presente en Estrasburgo en la discusión del día 25 de octubre

El Foro Ermua distribuye un documento sobre el proceso de paz a los europarlamentarios y estará presente en Estrasburgo en la discusión del día 25 de octubre  Bilbao.  20 de octubre, 2006.-   Hoy el Foro Ermua ha hecho llegar por correo electrónico a todos los europarlamentartios las versiones francesa e inglesa del documento sobre el llamado proceso de paz, que se reproduce al final de este comunicado.El documento hace un breve repaso de la evolución histórica del terrorismo de ETA y de la ambigua y deshonesta posición ante el mismo de los nacionalistas del PNV y EA. Sobre el mal llamado proceso de paz lo califica de proceso de claudicación ante ETA, resaltando las importantes diferencias que le separan del proceso en Irlanda del Norte. Señala, también, que “durante treinta años todos los gobiernos españoles se negaron rotundamente a internacionalizar de este modo el problema vasco (que sólo incumbe a la soberanía española)”, contra el continuo propósito de ETA, al que ahora Zapatero da satisfacción.El documento acaba solicitando a los europarlamentarios que  “no se comprometan, ni comprometan al Parlamento Europeo con la irresponsable y arriesgada operación política del Gobierno de Rodríguez Zapatero que va a ser discutida en el Pleno el día 25 de octubre”.  Finalmente, advierte que “el proceso de claudicación de Zapatero enseñaría a toda Europa que mediante el ejercicio de la violencia pueden alterarse las fronteras interiores de la Unión Europea.    El próximo día 25 una delegación del Foro Ermua estará presente en la discusión del Parlamento Europeo en Estrasburgo. Asistirán el presidente Mikel Buesa, los vicepresidentes Inma Castilla de Cortazar e Ikañi Ezkerra y el secretario del Foro Ermua, Gustavo Jaso.Esta visita es continuación de la que efectuó el Foro Ermua el pasado 27 de septiembre, en la que mantuvo entrevistas con el Vicepresidente del Grupo Socialista Europeo, Hannes Swoboda, con el Presidente de la Comisión de Libertades, Justicia e Interior, el liberal francés Jean Marie Cavada, con el Vicepresidente del Parlamento, el socialista francés Pierre Moscovici y el Co-Presidente del Grupo de los Verdes, Daniel Cohn-Bendit. El terrorismo vasco y el actual proceso de paz en EspañaAsociación de ciudadanos vascos:  Foro Ermua20 de octubre de 2006  1) En octubre de 1977 el naciente régimen democrático de España concedió una amnistía total a los presos de ETA que habían cometido crímenes durante la dictadura del general Franco. A las pocas semanas todos esos presos salieron a la calle. Desde entonces ETA ha cometido otros ochocientos nuevos asesinatos.2)  Desde la instauración de la Constitución de 1978 España es un país plenamente democrático. Además, el desarrollo de la Constitución proporcionó al País Vasco un elevadísimo grado de autonomía regional -política, legislativa y administrativa-, superior a la de cualquier región de la Comunidad Europea. Las competencias acordadas para Irlanda del Norte en el Acuerdo de Stormont de 1998, suponen sólo una pequeña fracción de las que el País Vasco disfruta desde hace más de 25 años.3) A diferencia de lo que sucedió en Irlanda del Norte, en el País Vasco no se ha producido un enfrentamiento violento entre dos bandos. La violencia ha sido ejercida exclusiva y unilateralmente por la organización nacionalista ETA contra los ciudadanos e instituciones no nacionalistas: escritores, periodistas, políticos, concejales, policías y militares, entre otros. La acción terrorista de ETA ha causado más de ochocientos asesinatos y varios miles de personas mutiladas y heridas; prácticamente todas ellas eran no nacionalistas[1][1].4) Desde el comienzo de la democracia en España la organización terrorista ETA creó Batasuna como su brazo político y también otras asociaciones legales para justificar sus crímenes ante la sociedad, coaccionar a los ciudadanos vascos no nacionalistas y actuar en la vida política y social en favor de los objetivos políticos antidemocráticos de ETA.            5) ETA y el conjunto de sus organizaciones satélites implantaron en la práctica desde los años 80 un estado de excepción permanente en el País Vasco, negando la libertad y el ejercicio de sus derechos a los ciudadanos y partidos políticos no nacionalistas. A estos partidos les resultaba muy difícil conseguir candidatos para las elecciones, ya que varias decenas de sus políticos fueron asesinados y cientos de otros eran amenazados y perseguidos por Batasuna y por las otras asociaciones legales de ETA. Las elecciones en el País Vasco no se están celebrando en condiciones democráticas. Cientos de políticos y candidatos no nacionalistas deben estar permanentemente protegidos por escoltas, mientras los nacionalistas se desplazan libremente sin ningún riesgo.6) Este déficit democrático en el País Vasco ha favorecido los resultados electorales de los partidos nacionalistas, tanto del vinculado con ETA (Batasuna), como de los mal llamados nacionalistas moderados (PNV y EA). El terror y la intimidación política han  permitido al PNV y EA una situación de ventaja electoral que les ha llevado a  detentar el Gobierno regional vasco desde 1979 hasta nuestros días, sin interrupción.7) Los nacionalistas no terroristas  (a los que algunos llaman moderados) -PNV y EA-  han actuado para sacar  provecho constantemente de la presión ejercida por ETA y sus organizaciones satélites,  consolidando su poder en la región y obteniendo nuevas ventajas y privilegios del Gobierno español. Como contrapartida hacia ETA la Policía regional, controlada en todo momento por los nacionalistas llamados moderados, apenas han practicado detenciones de terroristas y han permitido que se cometieran todo tipo de actividades ilegales a favor de ETA.8) La permanente insatisfacción de los nacionalistas vascos, tanto de los que practican la violencia como de los mal considerados moderados, radica en que no renuncian a configurarse como nación soberana independiente de España y de Francia, valiéndose de cualquier medio legal o ilegal para conseguir este fin último.9) Los Gobiernos españoles, a pesar de que la Constitución lo permite, nunca han suspendido la autonomía regional del País Vasco; esto, seguramente, ha constituido una excesiva generosidad a la vista de la constante deslealtad institucional de los nacionalistas, que lo han entendido como un signo de debilidad. Muy al contrario, los Gobiernos británicos han dejado en suspenso la autonomía de Irlanda del Norte durante años cuando las fuerzas irlandesas no cumplieron sus compromisos.10) Desde el año 2000 el Gobierno de España, presidido por el líder del Partido Popular José María Aznar, puso en marcha la política democrática más consecuente y dura que jamás antes se hubiese intentado en España para la completa derrota policial y política de la banda terrorista ETA y de su entramado de organizaciones satélites. Esta política de dureza se aplicó dentro de la más estricta legalidad, sin incurrir en la tentación del terrorismo de Estado y sin realizar la más mínima concesión política a ETA.11) En cuatro años se produjeron 640 detenciones de terroristas, se intensificó la colaboración policial y judicial con Francia y se firmó en diciembre de 2000 un gran pacto de Estado (el Pacto por las Libertades y contra el Terrorismo) entre el Gobierno y los dos principales partidos españoles (el PP y el Partido Socialista) para acordar todas las medidas a tomar contra el terrorismo nacionalista, lo que propició una gran unidad política y fortaleza al Estado.12)  En el marco de dicho Pacto Antiterrorista se acordó presentar al Parlamento una nueva ley de partidos políticos que permitiera colocar en la ilegalidad a los partidos que colaborasen con actividades terroristas. En aplicación de esta ley Batasuna fue declarada ilegal por una sentencia unánime del Tribunal Supremo en 2003, por formar parte de ETA. Esta sentencia fue ratificada por unanimidad por el Tribunal Constitucional. Al mismo tiempo, ETA y Batasuna fueron colocadas en las listas de organizaciones terroristas de la Unión Europea y de Estados Unidos.13) Esta decidida política antiterrorista, aplicada de manera perseverante desde 2000 a 2004,  colocó a ETA y a Batasuna a comienzos de 2004 en su momento de máxima debilidad desde hacía treinta años. Los integrantes del Foro Ermua tenemos el convencimiento de que si se hubiese continuado aplicando la misma política antiterrorista durante tres o cuatro años más, se habría conseguido la total derrota de ETA y de todo su entorno de intimidación política, sin haber tenido que efectuar ninguna concesión política a ETA ni al nacionalismo vasco en su conjunto. Esta posibilidad estaba al alcance de la mano para España.14) Semejante derrota sin concesiones del terrorismo nacionalista en el País Vasco hubiera  constituido un importantísimo precedente para toda Europa. Hubiese sido la consecuente aplicación en suelo europeo del principio de que no hay nada que negociar con los terroristas, salvo las condiciones de su rendición.15) Desde la llegada de Rodríguez Zapatero a la presidencia del Gobierno, en las elecciones generales celebradas tres días después de los atentados de Madrid del 11 de marzo de 2004, se abandonó totalmente la anterior política antiterrorista. 16) En dos años y medio Zapatero no ha reunido ni una sola vez el Pacto Antiterrorista, haciéndolo desaparecer. Como es público, el nuevo Gobierno no ha informado ni discutido previamente con el principal partido de la oposición, el PP,  ni una sola de las múltiples iniciativas políticas que ha tomado sobre terrorismo, a diferencia de lo que se hacía cuando el Pacto Antiterrorista estaba vivo. El objetivo proclamado del nuevo Gobierno ya no ha sido la derrota total de ETA, sino la búsqueda de una “solución negociada” con los propios terroristas: esto es, el llamado proceso de paz. La Vicepresidenta del Gobierno proclamó que en la cuestión del terrorismo “no deberían haber vencedores ni vencidos”, poniendo a los terroristas al mismo nivel que a sus víctimas y que los ciudadanos demócratas.17) Desde el verano de 2005, la detención de terroristas por las fuerzas policiales españolas se ha reducido enormemente, hasta casi desaparecer. Lo que es peor, en mayo de 2006 algún alto dirigente policial español avisó a la organización de extorsión de ETA que iban a ser detenidos en la frontera con Francia, haciendo fracasar la operación; la Audiencia Nacional ha abierto una investigación sobre este caso de colaboración con ETA de algún policía español. 18) Las víctimas del terrorismo (entre las que se encuentran el presidente y varios miembros del Foro Ermua) y sus principales asociaciones (la AVT y Covite) han sido marginadas por el Gobierno de Zapatero, tratando de desprestigiarlas, de crear divisiones en su seno y de poner a la opinión pública en su contra. La inmensa mayoría de las víctimas, en número de varios miles de afiliados a aquellas asociaciones, se han pronunciado masiva y repetidamente contra la política de Rodríguez Zapatero hacia ETA. Por el contrario, no pasan de dos o tres decenas las víctimas que han secundado abiertamente las propuestas del Presidente del Gobierno. 19)  Desde que hace siete meses, el 22 de marzo de 2006, ETA anunciara lo que llamó un “alto el fuego permanente”, la violencia ha disminuido pero no ha cesado.  En estos meses ETA no ha cometido atentados mortales, pero tras un primer periodo de relativa tranquilidad en las calles la organización terrorista ha impulsado desde mayo  una escalada de actos de violencia callejera en el País Vasco y Navarra que totalizan ya un número de 160: quema de autobuses, ataques con cocteles Molotov a sedes de partidos, medios de comunicación, edificios judiciales y municipales, intimidación a políticos no nacionalistas, etc. Se han ocasionado heridas a nueve personas:  siete de ellas policías, un bebé con síntomas de asfixia por humo y una mujer con rotura de cadera.  Además, ETA ha continuado en todo momento hasta la actualidad con su actividad de extorsión a empresarios y profesionales. 20) El Gobierno de Rodríguez Zapatero ha minusvalorado la gravedad de esta violencia terrorista, ocultando a veces su misma existencia (como la extorsión) e intentando en otras ocasiones exculpar a ETA de toda responsabilidad como si los autores de aquellos actos fuesen “elementos incontrolados”, fenómeno éste totalmente desconocido en el País Vasco hasta la actualidad, donde ETA mantiene un rígido control sobre todo este sector social. Dentro de ETA la unidad fundamental de acción continua intacta, salvo diferencias de matiz en el análisis. 21)  Durante este medio año ETA no ha expresado, ni siquiera de una manera indirecta,  su intención de abandonar definitivamente las armas y disolverse; al contrario, ha repetido que el presente alto el fuego será “reversible” si no logra sus objetivos, esto es que está dispuesta a cometer nuevos crímenes. Ni una sola vez ha expresado su acatamiento a las instituciones y normas constitucionales; su actuación, como siempre, busca echar abajo el régimen democrático e imponer un sistema totalitario.22) Los terroristas (ETA y Batasuna) tampoco han hecho pública ni la mas leve confesión de arrepentimiento ni de perdón a las víctimas por sus crímenes. Muy al contrario, los asesinos que han sido juzgados en estos meses han proclamado que volverían a hacer lo que hicieron y han amenazado de muerte a los jueces que les estaban juzgando en la Audiencia Nacional.23) Desde la proclamación del “alto el fuego” ETA ha reiterado en varias ocasiones que mantiene intactas sus tradicionales exigencias políticas, especialmente la independencia del País Vasco respecto a España y Francia y la anexión de Navarra al País Vasco. Esto no es una mera cuestión de táctica negociadora por su parte; desde el alto el fuego ETA no ha retrocedido ni un solo paso de sus posiciones tradicionales, habiendo sido el Gobierno de Zapatero el que ha ido asumiendo los planteamientos de aquella, yendo de cesión en cesión, para que ETA no rompa el alto el fuego y no se venga abajo el llamado proceso de paz.24)  Ningún gobierno de España durante los casi 30 años de democracia -del centro político (UCD), de izquierda (PSOE) o de derecha (PP)- ha realizado las concesiones políticas a ETA que está dándole el de Rodríguez Zapatero.25) En la forma en que está actuando el gobierno de Zapatero, el llamado proceso de paz se ha convertido en realidad en un proceso de claudicación frente a los terroristas, que el Foro Ermua y las víctimas rechazamos totalmente.26) En definitiva, tras siete meses de alto el fuego no se dan las condiciones apropiadas que podrían permitir al Gobierno abrir una negociación con ETA para que abandonase las armas y se disolviese para siempre. La resolución aprobada por mayoría simple en el Parlamento español en mayo de 2005, planteaba que el gobierno podría iniciar negociaciones con “quienes decidan abandonar la violencia”; pues bien, a día de hoy ETA no se ha comprometido en ninguno de sus comunicados a abandonar la violencia, sino tan sólo a suspender sus atentados.27)  Haber llevado a Estrasburgo la discusión de este proceso de paz, es otra grave cesión del gobierno Zapatero. Durante treinta años todos los gobiernos españoles se negaron rotundamente a internacionalizar de este modo el problema vasco (que sólo incumbe a la soberanía española), frente a las maniobras en este sentido de ETA y de los demás nacionalistas vascos (PNV y EA).28) No sólo en el País Vasco sino también en el conjunto de España las fuerzas políticas y la sociedad están profundamente divididas y enfrentadas en torno a este proceso de claudicación de Rodríguez Zapatero. El Partido Popular, que representa en torno al 40 por ciento de los votantes españoles, se opone con firmeza a este proceso. Por otro lado, no sólo la inmensa mayoría de las víctimas del terrorismo, sino también millones de otros españoles se han manifestado en seis ocasiones -en menos de dos años- exigiendo la vuelta a la anterior política antiterrorismo para la derrota total de ETA.  En el Reino Unido la situación ha sido muy diferente. Los gobiernos de Londres han ido consensuando frecuentemente con el partido de la oposición lo principal de su política  para Irlanda del Norte, logrando el apoyo del Partido Conservador en la mayoría de los momentos; de esta forma se ha evitado que en la sociedad británica se  produjese la radical división política y social que existe hoy en España.29) Respecto a los presos por delitos de terrorismo, en España sólo los hay de la banda ETA -aparte de los islamistas-. Por consiguiente, si se les diese ahora una segunda amnistía sólo ETA saldría ganando, ya que a diferencia de Irlanda del Norte en nuestro país no hay presos del “otro bando” (unionistas) que también saldrían a la calle. 30)  Por lo anteriormente expuesto, el Foro Ermua pide a los parlamentarios europeos que no se comprometan, ni comprometan al Parlamento Europeo con la irresponsable y arriesgada operación política del Gobierno de Rodríguez Zapatero que va a ser discutida en el Pleno el día 25 de octubre.  No sólo porque sería apoyar a una parte de los españoles contra otra, sino porque en caso de que finalmente fracasara el proceso, como es muy probable que suceda, la institución comunitaria arrostraría parte de la responsabilidad. Si esta maniobra tuviese “éxito”, imponiéndose contra la voluntad de una gran parte de los españoles, las consecuencias para la Europa comunitaria serían mucho mas graves; la razón es que la única posibilidad de que el llamado proceso de paz condujese al fin del terrorismo sería que Rodríguez Zapatero aceptara lo principal  de las exigencias políticas de ETA.  En este caso, ETA y Batasuna fortalecidas y legitimadas por Zapatero y por el Parlamento Europeo se volverían contra el gobierno de Francia para exigirle la independencia de las comarcas vasco francesas. España, por su parte, se hundiría en un proceso de balcanización, por la acción de un País Vasco a punto de independizarse, que se habría anexionado otra parte de España -Navarra-,  y que estaría dominado por el brazo político de ETA, Batasuna. El proceso de claudicación de Zapatero enseñaría a toda Europa que mediante el ejercicio de la violencia pueden alterarse las fronteras interiores de la Unión Europea.Nota al pie  (1) (correspondiente al Punto 3):  Desde 1983 la organización GAL, impulsada por altos cargos del Ministerio del Interior del Gobierno socialista -según establecieron varias sentencias del Tribunal Supremo-, cometió 23 asesinatos de miembros de ETA y de su entorno, desapareciendo en 1987. 

Documento interno de Batasuna.

Documento interno de Batasuna. Recelo ante la estrategia del PSOE. Es lo que se deriva de una circular que Batasuna difundió entre su militancia el pasado 9 de agosto. La formación ilegalizada acusa a los socialistas de querer domesticarle y de "frustrar las expectativas" con el retraso en la formación de la mesa de partidos.

El documento llegó a las bases cuatro días antes de la manifestación celebrada el domingo pasado en San Sebastián, después de un intenso debate político y judicial sobre su legalidad.

Promesa incumplida
El texto pretendía tranquilizar a la militancia abertzale, a la que prometía que "Batasuna hará la manifestación en Donostia, en su nombre y con total responsabilidad". Al final, la formación se abstuvo de protagonizar la marcha, en cumplimiento del auto emitido por el juez Baltasar Garzón.

Proceso desfigurado
Más allá de los hechos inmediatos, la circular arremete contra el PSOE porque, en su opinión, el partido del Gobierno busca "alimentar la apariencia" de que el proceso hacia la paz sirve para "solucionar los problemas particulares" de Batasuna. De ahí, que acuse a los socialistas de "desfigurar las bases del proceso" y de establecer "un esquema de domesticación de la izquierda abertzale".

Obstáculos
El texto, publicado por varios periódicos vascos, también se refiere a la legalización del partido, tantas veces negada por su dirección como asegurada por varias fuentes. Batasuna califica el asunto de "caramelo envenenado" con el que el PSOE, a su juicio, quiere retrasar la mesa de partidos y, en consecuencia, osbtaculizar la negociación política y frustrar "las expectativas populares".

Elplural.com, 17 de agosto de 2006

Proceso Democrático y Ruptura Democrática

Una mirada a Lizarra-Garazi

Decía McLuhan que es muchas veces necesario mirar al pasado para prever el futuro. La previsión obedece a la observación de los rasgos comunes entre el pasado y el presente, sin necesidad de caer en el mimetismo de una repetición automática. La actual tregua de ETA posee la característica de una repetición no mimética. En su larga historia, ha decretado tres treguas: la de 1989, la de 1999 y la actual. Las circunstancias que se han dado, en cada caso, son diversas. Pero ETA, y el conjunto del MLNV, han dejado claro un modo de actuar. Y han elaborado toda una reflexión acerca de esas experiencias pasadas. Este pequeño trabajo pretende mirar, desde esa perspectiva histórica y desde la perspectiva de la propia ideología del MLNV actualizada, los rasgos de lo que se viene a llamar “proceso de paz”, que es el proceso político derivado de las conversaciones PSOE-Batasuna y la proclamación por parte de ETA del alto el fuego indefinido.

No me introduciré, más que someramente, en el nuevo escenario político creado por estos dos hechos. Es remarcable la recuperación tanto de iniciativa como de cancha publicitaria por parte del MLNV desde la legalización de EHAK para las elecciones de autonómicas del 2005. Su más que probable presencia en las municipales del 2007 y presumibles beneficios penitenciarios para sus presos son otros de los pasos que se vislumbran en el horizonte. Todo ello no hubiera sido posible sin el concurso de un PSOE cuya relación privilegiada con Batasuna y con ETA, hace que sea el segundo beneficiario, aunque más problemático, de toda esta situación. La reorganización de la red política de Batasuna, bajo las bengalas de un “proceso de pacificación” (en el cual Batasuna afirma todavía no nos encontramos), es un hecho triunfal. Sus protagonistas no dejan de venderlo como una victoria propia y el augurio de futuras victorias.

En este punto haré uso del acuerdo de Lizarra-Garazi. En Lizarra-Garazi se dibujó un acuerdo político entre diversas fuerzas, pero cuyo eje eran PNV-Batasuna, que proponía una acción de gobierno de las instituciones con la exclusión de una serie de fuerzas, el PP y el PSOE. A cambio de ello se declaraba una tregua y se abría un proceso político de diversas fuerzas que caminaban en pos de la autodeterminación de los siete herrialdes de Euskalerria. Los sostenedores de este proceso serían aquellos que propondrían a los estados una resolución política del problema vasco. El PNV y EA jugaron con la interpretación equivocada de subestimar la parafernalia maximalista que le proponía ETA de montar, por la vía de hecho, una situación de ruptura con el estado, en tanto a creación de un proceso político que hiciera saltar por los aires las barreras de las demarcaciones autonómicas y de los estados. En el momento en el que el PNV y EA no accedieron a esas exigencias ETA reinició la actividad armada.

Mirando hacia atrás, vemos que el MLNV venía cocinando, desde las conversaciones PNV-Herri Batasuna de 1992, toda esta operación. La lectura puramente coyunturalista de la tregua de ETA trajo como consecuencia la miopía con la que el nacionalismo vasco no previó la ruptura de la tregua y sus consecuencias políticas. En el momento actual, Batasuna advierte claramente que “no se puede pensar en escenarios de una sola posibilidad” en tanto a que el proceso finalice exclusivamente en la pacificación o la dejación de armas por parte de ETA, “si por la otra parte no hay voluntad o no hay suficiente madurez puede suceder que el proceso de interrumpa o quede frustrado” “si no hay posibilidad por la otra parte, la izquierda abertzale proseguirá su camino de lucha”. Consciente de los males que trajo al MLNV, durante largos años, la ruptura de aquella tregua (la catástrofe electoral del 2001, la carencia de iniciativa frente al Plan Ibarretxe, la colaboración policial internacional tras el 11S, la ilegalización de Batasuna, etc) Batasuna plantea que “en ese caso, nuestra responsabilidad será situar la responsabilidad de la prolongación del conflicto en nuestro enemigo. Que la fractura política a pagar por la izquierda abertzale sea la mínima posible (...) Para que en la siguiente fase, cualquiera que sea la situación, la lucha de liberación que impulsamos y la propia izquierda abertzale sean más firmes”.

Estas palabras pertenecen a un documento de este mismo año de Batasuna denominado “La izquierda abertzale y el proceso democrático”. No debemos subestimarlas ni juzgarlas como pura propaganda, ya que el documento en su conjunto posee la cualidad de construir todo un proceso político en previsión de todos los escenarios posibles, incluido el de la ruptura del proceso. Tenemos ya indicios de ese tipo de presión, por parte del MLNV respecto al PSOE, en tanto a que este partido tenga que dar determinados pasos (como la fotografía de Patxi López con Otegi en el Hotel Amara-Plaza) bajo amenaza de suspender el proceso. Y no será por última vez. “Los pasos que den sólo los darán obligados”, afirma el documento acerca del resto de los partidos políticos vascos y españoles.

Es el estilo del MLNV. Que el gobierno socialista no prevea una ruptura de este actual proceso político más que en el sentido negativo, de responsabilizar de ello al PP, no parece una postura realista. Es verdad que la contradicción PSOE/PP debilita al gobierno español frente a ETA. Pero ETA romperá la tregua bajo sus propios cálculos políticos, entre cuyas cifras también se encuentra la inestabilidad política española. Porque, a diferencia de Lizarra-Garazi, el MLNV condiciona directamente a la política española por medio de su gobierno. Desde la pura lógica, es contraproducente que el gobierno español y el PSOE muestren a la sociedad un escenario con “salida única” cuando Batasuna, la representación de la otra parte en este tinglado, prevé varias salidas, entre ellas la de la reanudación de la actividad armada por parte de ETA. Batasuna, por si acaso, se cubre las espaldas. Y es muy capaz, como lo hizo con el PNV y con EA, de dejar postrados a sus socios socialistas en la mitad del camino.

Alargando la analogía con Lizarra-Garazi, hemos sido testigos ya una de las filtraciones periodísticas más sonadas del MLNV respecto a la intrahistoria del proceso que es la filtración de las conversaciones de ETA con el gobierno. Resulta evidente que el secretismo y la falta de transparencia benefician a la organización armada, que en cualquier momento, bajo la conveniencia de “presionar” a la otra parte, es capaz de airear el contenido de cualquier tipo de conversaciones. La filtración de las conversaciones ETA-Gobierno, aparecida en el diario GARA (10-7-2006), se corresponde, por plantear un paralelismo, con la filtración de las conversaciones ETA-PNV/EA, donde ETA planteaba la aceptación de las partes de condiciones similares. El gobierno español no ha cometido la crasa ingenuidad de firmar ningún documento, pero el espíritu de ETA es el mismo: el comprometer a la otra parte con un adelanto de los contenidos de las conversaciones. Es un medio de presión que da la medida al gobierno español de con quien se la está jugando.

Se hace necesario ver toda esta trama bajo un prisma de largo plazo que no se centre exclusivamente en coyunturas. Es verdad que el viaje compartido entre PSOE y Batasuna, de la mano de los “gestos pactados” recíprocos que anunciaba Otegi en su libro, ha reportado beneficios mutuos y, de cara al futuro, en un determinado espacio de tiempo, puede seguir teniendo esa virtualidad. Pero una serie de mutuas conveniencias tácticas no puede construir la paz en Euskadi. Sobre todo cuando el MLNV afirma que esta es una circunstancia de victoria, de firmeza y de poner en práctica su programa táctico, con independencia de los poderes, estatales o autonómicos. Es decir, es una coyuntura de poner en práctica la “ruptura”, que es, bajo la farfulla de los puntos de sus alternativas tácticas, el contenido real de su programa político.

Características del Proceso Democrático

Las declaraciones de ETA y Batasuna, al principio de todo esto, eran prudentes. No nombraron la autodeterminación más que en base de eufemismos como “la libre decisión de los vascos”. Las restricciones verbales de esos momentos iniciales dan paso ahora a declaraciones inequívocas de que “la autodeterminación y la territorialidad” son las bases mínimas para garantizar el inicio de un verdadero proceso de paz. La autodeterminación es una reivindicación siempre presente en las consecutivas alternativas tácticas que ha propuesto el MLNV a la sociedad vasca como base de su programa mínimo.

Batasuna, dentro del texto citado, clama de forma rotunda por un “proceso democrático”. Las exigencias del MLNV son las bases futuras de una democracia que actualmente, por la cerrazón de los estados y la existencia del contencioso vasco, no existe. Es importante remarcar este aspecto ideológico, dejado pasar por tantos analistas, que pretenden escrutar en la historia lejana vasca y en reivindicaciones históricas, como la de la reintegración foral, el sustrato ideológico de este movimiento. Batasuna pasa olímpicamente de cualquier alusión a derechos históricos o legitimidades pasadas y presentes del pueblo vasco y se remite a las “reivindicaciones democráticas” tal como las han entendido las organizaciones marxista-leninistas: como reivindicaciones pendientes que constituyen excelentes palancas de ruptura. Una de estas palancas más importantes es, para el MLNV, la reivindicación de la autodeterminación. La exigencia de autodeterminación sirve para negar la existencia de una democracia en Euskadi, España y Francia.

Es por ello que Arnaldo Otegi, aboga por “una segunda transición de ruptura democrática”, afirmando que de entre todos los grupos políticos de oposición al franquismo “sólo la izquierda abertzale mantiene posiciones de ruptura democrática frente al Estado”. La propuesta política del MLNV es así calificada como “alternativa de ruptura democrática”. Por esa razón, representantes del grupo EHK, integrado en Batasuna, afirman que nos encontramos en una “fase de ruptura democrática”. ¿Cuál es el significado de la “ruptura democrática” tal como la entiende el MLNV? ¿Qué relación tiene con la reivindicación de la autodeterminación?

Dicen los representantes de EHK: “somos conscientes de que un proceso revolucionario se produce con sucesivas rupturas que marcan nuevas fases en función de nuevas correlaciones de fuerzas”. La ruptura, la quiebra de la continuidad de cualquier proceso como revulsivo político, constituye una de las herramientas de un movimiento revolucionario cualquiera. El MLNV ha practicado la ruptura de diversas formas y diferentes planos. Es evidente que ante un periodo determinado en que ETA no va actuar, la ruptura adquirirá otra forma que la mera actividad armada.

Y repone EHK: “las sucesivas fases no pueden ser escenarios estancos, marcados por consensos cristalizados, que neutralicen el proceso”. Es decir, el proceso tiene que marchar más allá de la formalidad de acuerdos políticos. El citado texto de Batasuna divide en dos a este proceso: por un lado se encontraría el “el Acuerdo Democrático de Base” (denominado OHD) que es un acuerdo de diversas fuerzas políticas en torno a la autodeterminación y la territorialidad; y por otro lado, estaría la negociación política, basada en las dos mesas de negociación, la de ETA y el gobierno y la mesa de los partidos.

El OHD “será el marco donde se producirá el alineamiento de las fuerzas favorables al Derecho de Autodeterminación y donde seguirá tomando cuerpo y fortaleciéndose ese sector popular”. Y afirma: “es la activación de esas fuerzas la que hará que aparezcamos ante los estados como un pueblo”. Concluyendo que “para la izquierda abertzale el OHD recoge los principios y los mínimos del proceso y habrá que marcar con los mismos la Mesa para la Solución”. Es decir, el MLNV se está montando un organismo de fuerzas diversas con la intención de aparecer ante los estados con la legitimidad popular del pueblo vasco. Y se posiciona de tal modo en “la Mesa de Solución” que “la izquierda abertzale en esa Mesa (de partidos) más allá del peso que le corresponde en función de la aritmética electoral, será la representante de la lucha de liberación a favor de los derechos de Euskal Herria, llevará consigo esa legitimidad y esa fuerza”.

La OHD se convierte así en un instrumento de aglutinación de fuerzas, en una especie de frente unido, alrededor del cual girarán aquellos partidarios de la autodeterminación. Y es la base sobre la que establece Batasuna su legitimidad política, más allá de la fuerza que le corresponde por “aritmética electoral”, que es el valor que otorga el MLNV a este tipo de democracia representativa. Al monopolizar la exigencia del ejercicio de autodeterminación y al exigir la participación de los siete herrialdes de Euskalerria en este proceso, Batasuna está simplemente abriendo diferentes vías de ruptura. Seguirá negando la mayor al gobierno español y a cualquier interlocutor que tenga en frente. Y mientras tanto seguirá teniendo la mano libre para pactar con el PSOE ventajas tácticas mutuas durante un periodo de tiempo.

La OHD es la base sobre la que se asienta el peso político de Batasuna dentro de la Mesa de Partidos. En la Mesa de Partidos, Batasuna se erige en representante de la mayoría que quiere la autodeterminación. ETA negocia con el gobierno español. Y el MLNV se lanza a una campaña de agitación por la base, que pronto se verá reforzada por su presencia en las instituciones locales. Es por ello que Iñaki Gil de San Vicente, responsable de relaciones exteriores de Batasuna, hable de la necesidad de que “tanto las burocracias partidistas como sus bases, aunque sobre todo estas, aprendan bajo la presión de las movilizaciones que es muy contraproducente potenciar el dirigismo sustitucionista y sus métodos rastreros”.

El MLNV pretende liderar el proceso desde esos tres vértices: la exigencia popular de la autodeterminación, la lucha de masas en la base contra “las burocracias partidistas y sus bases”, y el frente negociador de las dos mesas, donde Batasuna representaría, en una, al pueblo vasco y en la otra ETA negociaría con el gobierno. Alrededor de la autodeterminación se vertebrarían fuerzas políticas y sociales, organismos de diferente tipo cuyo fin es “aparecer ante los estados como un pueblo”, con la lucha de masas por la base se agitaría la vida política vasca en torno a diversas luchas sectoriales (incineración, TAV...) y las mesas de negociación servirían para visualizar el protagonismo político de Batasuna y de ETA, arropados por una efervescencia general con luchas de diferente tipo cuyo vértice sería la lucha y la exigencia de la autodeterminación. Por ello afirma el texto de Batasuna: “La izquierda abertzale debe centrarse en los pasos que ella misma debe dar, incidiendo en la activación de la ciudadanía vasca y con una actitud constante de interpelación y emplazamiento hacia los demás agentes sociales. Es decir, desde una perspectiva ofensiva y no desde una defensiva. Tenemos todo por ganar. Debemos interiorizar que la izquierda abertzale será el motor del proceso”. Palabras como “emplazamiento” e “interpelación” (acompañadas por la de “ofensiva”) han dejado bien claro su significado en la política vasca y eso significa “presionar”, es decir, atacar y amenazar a los representantes políticos de los restantes partidos. En este frente de lucha, el MLNV no deja la violencia ni cede el carácter global de la misma derivado de la “socialización del sufrimiento”; sólo que ahora la aplica en tanto a su legitimidad por las exigencias del “proceso democrático”.

Y finalmente la exigencia de hegemonía: “la izquierda abertzale será el motor del proceso”. O no habrá proceso.

Los peligros del proceso

En este sentido, una vez más surge el paralelismo de Lizarra-Garazi. En aquella época, los partidos nacionalistas e IU estaban condicionados a no pactar con el eje constitucionalista del PP y del PSOE. Que era como que ETA y Batasuna, con esa exigencia, pretendieran conjurar lo que siempre consideran es su mayor peligro: la posibilidad de un acuerdo entre PNV y PSOE.

Por ello dice el texto de Batasuna: “El mayor de los peligros puede venir de fuerzas políticas como el PNV y el PSOE de que quieran volver a imponer a Euskal Herría un nuevo ciclo autonómico, limitando el proceso a una reforma estatutaria, a través de un proceso unilateral de acuerdo entre ambos”. Ni la represión, ni la caída de comandos, ni la situación de los presos, ni la ilegalización, ninguna de esas cosas es tan peligrosa como la formación de una mayoría no hegemonizable por Batasuna y la salida política que tal mayoría pueda pactar por sí misma. Y es que “la autodeterminación y la territorialidad” son las bases mínimas que pone Batasuna como condiciones de un diálogo político que pueda derivarse en una borrosa paz. En función de pretender representar al pueblo vasco mediante esa reivindicación se arroga con el poder a veto.

Y digo borrosa paz porque las exigencias de Batasuna respecto a lo que debiera de ser la negociación con ETA y con el gobierno español nos deja dudas acerca de quien se tiene que desarmar y quien se tiene que desarmar primero. Ya que, según el texto de Batasuna, “la expulsión de Euskal Herria de las fuerzas armadas de ocupación es condición democrática para que la ciudadanía vasca pueda vivir en paz y en libertad (...) De otra forma no hay solución, no hay paz”. Y redundando en ello y matizando que no se refiere sólo a la guardia civil, a la policía nacional o a la gendarmería francesa: “sin desactivar la Ertzaintza como cuerpo represivo no hay posibilidad de asegurar una situación de paz”.

También en la negociación entre ETA y el gobierno español, el “desarme” se refiere a las otras partes y no se menciona el desarme por parte de ETA. También en este ámbito, la mesa de negociación vendrá acompañada de movilizaciones populares en torno al “alde hemendik!”.

El esquema que tiene el MLNV respecto al “proceso democrático” parece bastante nítido. La exigencia de desarme por parte de los estados y del gobierno vasco y la autodeterminación y la territorialidad como exigencia de un programa mínimo, así como la movilización popular y la presión desde la base, son las coordenadas sobre las que se quiere que transcurra. El texto de Batasuna no nos habla de posibles pactos post-electorales con el PSOE, en el caso de elecciones municipales o autonómicas, pero es algo que no debemos descartar dado que este proceso se está alimentando (y se alimentará para que dure) de la coincidencia de las conveniencias tácticas de ambas formaciones políticas. Pero, advierte Batasuna: “la izquierda abertzale no puede quedarse mirando a nadie, ni a los pasos de los demás agentes, ni a lo que los estados puedan hacer. Se debe evitar de todo atisbo de dependencia respecto a otros agentes. La izquierda abertzale impulsará el trabajo conjunto, pero al mismo tiempo, desarrollará su propia dinámica sin ningún tipo de limitación ni de complejos”. Es posible, de esta forma, una colaboración política con el PSOE en ámbitos de responsabilidad institucional, mientras Batasuna moviliza al MLNV y a la OHD y va poniendo los cimientos de una acción destinada a “levantar los topes que, a día de hoy, los estados tienen establecidos”.

Haríamos mal en considerar el maximalismo del MLNV como una forma de lavarse la cara. El MLNV actualiza sus planteamientos de siempre, los aplica con un diferente sujeto político, el PSOE, y otro diferente referente institucional, el gobierno español, establece una fiscalización de las relaciones entre los partidos donde, como en Lizarra-Garazi, se trata de que el PNV y el PSOE no lleguen a ningún acuerdo propio (condicionando el devenir del proceso de paz). Finalmente, el MLNV establece una serie de condiciones políticas que son a todas luces inasumibles por el PSOE y habla claramente de la posibilidad de reanudación de la actividad armada de ETA.

Que Batasuna retome el histórico concepto de “ruptura democrática” tiene sentido en ese contexto. La ruptura democrática consistía en que el gobierno franquista tuviera que ceder no sólo sus instrumentos políticos sino sus instrumentos coactivos a las formaciones democráticas emergentes. Significaba que el antiguo régimen perdía su continuidad. De ahí la ruptura. Batasuna actualiza esos objetivos en su múltiple propuesta negociadora al exigir autodeterminación/territorialidad y la retirada de las fuerzas policiales. La ruptura queda visualizada en tres ámbitos: en el político (exigencia de autodeterminación) en el social (presión por la base) y en el militar (exigencia de retirada de todas las fuerzas policiales).

La función de estas rupturas no es, primariamente, la consecución de ningún derecho, y tampoco el de autodeterminación; es marcar un horizonte de rompimiento con el actual régimen democrático español, francés y vasco. Mientras tanto proseguirá la labor de zapa de acogotar a las instituciones vascas desde la base, desde la representación política y desde las posibilidades negociadoras que le otorga su relación privilegiada con el PSOE. Sin olvidar que tiene a este en sus manos no porque el PSOE haya hecho dejación de cualquiera de sus ideales constitucionalistas (tal como le acusa el PP), sino porque la construcción conjunta y la venta del “proceso de paz” se encuentra al albur de las consideraciones de un partido, como Batasuna, que explícitamente se niega a ser asimilado por el actual sistema político y que jura que en ese juego ganará la partida.

¿Quién podría decir que ETA jamás vaya a atentar de nuevo o que no vaya a haber ningún asesinato más? ¿Qué no vaya a romper la tregua, aunque de forma temporal, tal como lo hizo el IRA en su propio proceso de paz? ¿O qué no vaya a surgir algún grupo armado, como pasó en Irlanda con el IRA-auténtico, donde los más partidarios de la guerra puedan ejercer a sus anchas? Mientras tanto, la extorsión y la kale borroka siguen perdurando. Todos estos factores son otras tantas formas de presión o amenaza que penden ahora sobre la cabeza del gobierno español. Lizarra-Garazi no es tampoco, en este sentido, un precedente alentador.

Imanol Lizarralde

Goiz Argi, Nº 39, agosto de 2006

La sumisión social a la tiranía nacionalista

Hoy más que nunca adquiere una vital importancia para nuestro Pueblo y nuestra Nación comprender cuáles son los mecanismos y la potencia de las políticas de “ingeniería” social, de manipulación y concienciación de la población civil por parte de las tiranías de contenido nacionalista, que están experimentando ahora con nosotros de modo singular y pionero en la Historia.

Existen obras sobre el nacionalismo que narran sus métodos de creación, de invención de las recientes naciones y “conciencias” nacionales (Hobsbawn, Anderson...) con elementos diversos y aleatorios, así como otras de hipótesis más general (especialmente Ernst Gellner).

Pero sobre la aplicación de modernas técnicas de manipulación y control de masas por parte del nacionalismo fraccionalista dentro de un Estado y en contra de este y de la población que lo compone no la hay aún. Se editan cada vez más narraciones y análisis desesperadamente verídicos sobre la absurda situación política y humana en el País Vasco y en el nefasto “Estado de las Autonomías” aún más aberrante, pero no se aproximan al nivel de una teoría sociológica y sobre todo política que explique el papel y la actitud de la población ante estas maniobras del Poder.

De antemano descartaremos las posibles comparaciones con totalitarismos de signo predominantemente social, como el comunista, cuyas importantes diferencias con el nazi ya fueron puestas en evidencia por Hannah Arendt en su conocida trilogía sobre los totalitarismos.

Asimismo no intentaremos generar otra nueva teoría sobre los orígenes y esencias del nacionalismo, por mucho que algunas de las teorías en circulación nos fueran útiles (de la interacción cultural, de la legitimación política, de la competencia identitaria, del difusionismo, de la lógica de intereses...).

Tampoco vamos a conectar con las teorías críticas con respecto a las deficiencias y fallos del sistema democrático (Burnham, Schumpeter, Schmitt...) ni a intentar elaborar una teoría sobre los modos de movilización de masas desde la sociología.

Nuestra meta es establecer los porqués y el cómo de las técnicas de sumisión social de un poder omnímodo y autolegitimado ideológicamente como es el nacionalismo hoy.

Nos centraremos por lo tanto en el único antecedente de magnitud: el régimen nazi alemán, y en sus aspectos represivos con motivaciones más ideológicas (judíos, extranjeros, control de población, colaboracionismo), soslayando sus “políticas sociales” específicas (subnormales, delincuentes...).

Ingeniería social

El hitlerismo ha sido el único experimento de ingeniería social invasiva y agresiva al servicio de un proyecto totalitario brutal.

Ese carácter obsesivo, unívoco, esa fijeza monolítica nacionalista sobre la lengua o la raza, es la que provoca en los que lo sufren el temor, el rechazo y la sumisión, todo a la vez.

Porque nuestros análisis afirman que, lejos de interpretaciones simplistas de tipo ideológico, las situaciones dictatoriales no transforman a toda la población en oprimida, sino que la divide en víctimas y verdugos.

La ausencia de determinadas libertades públicas no es percibida como una carencia grave por la población, y menos si se la presenta como una necesidad ante peligros internos identificados con grupos definidos.

El mismo régimen represivo nazi no fue visto así de negativamente por la población alemana que lo vivió (excluidos los grupos represaliados):

“Recuerdo que quería ver sólo lo bueno y a lo demás simplemente le daba la espalda. La mayoría de los alemanes, incluso los que no estuvieran de acuerdo al cien por cien con el Tercer Reich y el nacionalsocialismo, intentaron como mínimo adaptarse a ellos. Y desde luego un 80 % vivió todo el tiempo de manera productiva y positiva. También vivimos años buenos. Fueron unos años maravillosos”.
(“Frauen: German women recall the Third Reich”, Alison Owings, 1993).

“Hitler y los dirigentes del Reich compraron el silencio y la complicidad de la mayoría de los alemanes a cambio de seguridad y bienestar material. Lejos de la visión tradicional que nos muestra a unas pocas corporaciones empresariales y a dignatarios nazis enriquecidos con la guerra, de hecho el hambre, el pillaje y la expoliación de la Europa ocupada, así como el exterminio de los judíos y el saqueo de sus bienes, sirvieron, sobre todo, para mantener y asegurar el nivel de vida del pueblo alemán, que, en su gran mayoría, aceptó una utopía cimentada en el robo, el racismo y el asesinato”.
(“The nazi utopy”, Götz Aly, 2005).

“Lejos de pasarse la vida preocupados por la Gestapo y desgarrados por la angustia que pudiera producirles el sistema de vigilancia y terror, muchas personas se acomodaron a él... En efecto, escribir cartas a las 'autoridades' se convirtió en una actividad favorita de las ciudadanos de la Alemania nazi...”.
(“Meldungen aus dem Reich: Die geheimen lageberichte des SD der SS, 1938-45”, Heinz Boberach, 1984).

(Hasta tal punto que el Ministro de Justicia –Gurtner- avisó que el decreto contra la escucha de radios enemigas haría llegar una avalancha de denuncias y soplones. Así fue).

La delación

“Los delatores daban el chivatazo con el fin de deshacerse de cualquier enemigo, rival o competidor, y para que la Gestapo se los quitase de en medio”.
(Politische denunziation im NS-regime oder die kleine macht der “volksgenossen”, Gisela Diewald-Kerkmann, 1995).

La falsa visión que tenemos sobre las “masas”, el “pueblo”, la “movilización política”, etc, proviene del tratamiento que les dan a estos términos las organizaciones políticas que viven de ellos, y que son las que verdaderamente representan esos conceptos abstractos.

Existen las acciones colectivas pero los actores colectivos son más heterogéneos, complejos e inestables. Son las fuerzas políticas las que ponen en circulación nuevos sistemas de significados y nuevas formas de relación y encuadramiento social, en definitiva, nuevas interpretaciones de la realidad para una población que necesita que se las proporcionen desde el exterior de ella.

Al mismo tiempo estos símbolos del poder son sustituidos, cada vez más, por autocensuras y autoconvencimientos: el antiguo fascismo y los modernos nacionalismos separatistas en España y en toda Europa son buena muestra.

Es cierto que palabras como “libertad” o “justicia” continúan presentes en el discurso político, pero vaciadas de su contenido original liberal y unidas, como conceptos abstractos, a los medios de formación de las identidades nacionalistas, lo mismo que la cultura, o como medios de desideologización por parte del Estado: la falsa y vacía “solidaridad-ONG” y “multicultural” que, de hecho sólo proporciona una satisfacción narcisista y asfixiantemente “políticamente correcta”.

Es la “ingeniería social” del poder la que configura la actitud de la población. De ahí la importancia de acallar los discursos discrepantes y los símbolos y lenguajes disidentes.

Esa manipulación e inserción del poder totalitario en la vida de la población es mucho más importante que la represión pura, que sólo puede construir una falsa tranquilidad social. De ahí la constante referencia de los nacionalismos a la “cohesión social”. Y por eso ese infame “Estatuto de Autonomía” catalán del año 2006 que es el más intervencionista y represivo de todas las leyes en la Historia de España. O el proyecto netamente totalitario del “Plan Ibarreche”.

Es también la explicación de la primera etapa del régimen hitleriano (1933-34), en la que la persecución contra “judíos y marxistas” se llevó a cabo a través de “acciones individuales” (“einzelaktionen”) y “persecuciones silenciosas”, oficialmente desautorizadas. La primera ley racista fue llamada astutamente “Ley para la restauración de un funcionariado civil profesional” (“Gesetz zur wiederherstellung des berufbeamtentums”), que afectaba incluso a los profesores y tuvo el efecto de purgar a profesionales liberales (médicos, abogados). Como la “Ley de Normalización Lingüística” catalana o los “modelos de enseñanza” vascos, culminación de una política que se desarrolló incluso con traslados forzosos e ilegales en los años 80:

“Las campañas estatales tuvieron el efecto de involucrar a la población por motivos puramente egoístas (odio o lucro) o a una deseada (por el poder) 'escalada de indiferencia' (“eskalierende gleichgültigkeit”)”.
(“Vernichtungspolitik: neue antworten und fragen zur geschichte des 'holocauts' ”, Ulrico Herbert, 1998).

“Algunos ayuntamientos y diversas administraciones regionales, actuando desde la ilegalidad y anticipándose a la legislación antijudía todavía por venir, expulsaron del escalafón a los médicos judíos que trabajaban en el sector público”.
(“Doctors under Hitler”, Michael H. Katar, 1989).

¿No nos recuerda todo esto a incidentes cotidianos actuales, como la escuela de Badalona que ha eliminado (¡!) la clase de lengua española, o el asunto de los historiales médicos examinados por el gobierno nazionalista catalán para ver ¡¡en qué idioma estaban escritos!! ?

“Estudiantes y profesores cogían a los niños judíos, los exponían ante la asamblea escolar y los utilizaban como modelo para demostrar la manera de reconocer a otros judíos”.
(“Schule im Dritten Reich: Erziehung zum tod?. Eine documentation”, Geert Platner, 1983).

Una situación no muy diferente de las escuelas catalanas o vascas, estas con su separación rígida entre alumnos vascohablantes y bilingües, y las catalanas con su “inmersión” coactiva y marginalizante y la extraordinariamente cínicamente llamada "atención personalizada".

Es significativa la indignación de los padres de alumnos de las zonas dominadas por los nacionalistas, alarmados por la “contaminación” lingüística de sus hijos en el patio del colegio (por eso hay inspectores lingüísticos en los patios de los colegios catalanes). En algunos centros se penaliza a los niños que sueltan alguna palabra o frase en español. En las Vascongadas se les ha llegado a castigar a llevar una mochila llena de piedras.

“Madres que llevan a sus hijos a colegios en los que el día de carnaval el disfraz preferido es el de etarra, sin que esto parezca preocuparles, tan atentos como están a la selección del idioma que emplee su hijo cuando juega, tan dispuestos ellos, en muchos casos, a hablar mal con sus criaturas una lengua que no dominan”.
(“¡Arriba 'Euskadi'. La vida cotidiana en el País Vasco”, J.M. Calleja, 2001).

Colaboracionismo

En definitiva, incluso en situaciones más graves que las que algunos sufren en el País Vasco por culpa del terrorismo nacionalista, la experiencia histórica demuestra que la vida diaria de miles de personas que se sientan y estén lejos del drama, puede no verse alterada.

Lo que más irrita a quienes sufren las consecuencias del terrorismo es la indiferencia de los demás. Una falsa neutralidad que encubre la cobardía y se pone, en la práctica, del lado de los asesinos. De hecho propicia la gestación de un clima de criminalidad.

La relación entre poder y pueblo se plasma en lo “correcto”, en lo “normal” y, en contra de las apariencias, verdaderas anormalidades (nazis, nazionalistas, comunistas, sectarias, burocráticas, progresistas, religiosas...) pueden ser “políticamente correctas”. La población sabe, capta perfectamente lo que se espera de ella, y de donde pueden venir los golpes, la coacción (por eso los grupos terroristas son, ante todo, mecanismos de control mafioso del territorio).

Y se integran y colaboran. Por sus propios motivos. Pero cuando estas actitudes individuales traspasan incluso el propio interés, los propios prejuicios o el ojo vigilante del poder, y se transforman en un hecho sociológico, en el odio instintivo y automático, antropológico, hacia el “Otro”, en la pura victimización social organizada, aceptada y asumida, es cuando se puede calificar a esa sociedad de gravemente enferma: Alemania, Yugoslavia, País Vasco, Cataluña...

Pero la coacción y el oportunismo no bastan para explicar la sumisión totalitaria. Este acoso organizado se da cuando la acción del Estado cumple una serie de condiciones:

a ) Una perversión de la legalidad

Así los derechos jurídicos dependerán del grado en el que un ciudadano sea “miembro útil de la comunidad”, es decir, se doblegue a la tiranía dominante o coincida con su definición de sociedad y de ciudadano.

Evidentemente, el poder puede saltarse sus propias leyes en aras de ese bien común, por interés propio. No olvidemos que la “revolución” nazi fue calificada de “revolución legal”, y que el nazismo tuvo su marco jurídico, si bien excepcional.

El ejemplo contemporáneo lo tenemos en las aberraciones normativas y jurídicas vasco-catalanas, entre las cuáles ya se abre camino la “lealtad” y la “voluntad de ser miembro de la comunidad”.

La “revolución legal” fue la fórmula mágica que produjo confusión entre los que debieron defender a la República de Weimar y engañó a los aliados momentáneos de los nazis. Sirvió para proporcionar la falsa esperanza de encauzarles e integrarles en la legalidad, acabando con su política de “estado de excepción”, y al final supuso legalizar todo tipo de abusos e ilegalidades.

Exactamente igual que el “Estatuto catalán”, la clandestina e ilegítima reforma constitucional de Zapatero o los sórdidos pactos con ETA, y de hecho el mismo maldito “Estado de las Autonomías” y el permanente retroceso ante las alucinaciones y abusos de los nacionalismos, plasmadas también en la promulgación de normas que violan leyes o el incumplimiento de estas, o la aplicación de políticas de coacción social.

De ese proceso formaron parte el sometimiento de los Estados alemanes, la represión de las izquierdas, la capitulación de la mayoría parlamentaria, la progresiva disolución de los partidos, la colaboración del aparato estatal, el asentimiento militar y sindical, y la “coordinación” (depuración) de las asociaciones profesionales y la burocracia estatal...

“Hitler pasaría también por encima de otras limitaciones de la ley, tales como el Presidente del Reich, el Consejo del Reich, el aplazamiento temporal, etc. Todo esto no impidió la continuación del pseudolegalismo en el Tercer Reich, ni tampoco su tardío reconocimiento por los cultivadores del derecho político y los Tribunales de la RFA”.
(“Die deutsche diktatur”, Kart Dietrich Bracher, 1969).

Evidentemente, Hitler operaba más cómodamente a base de decretos y órdenes expeditivas, y sin necesidad de abolir la Constitución de Weimar, simplemente violándola y conservando el disfraz legalista formal. Esa es la genialidad del proceso de nazificación y del actual nacionalismo vasco-catalán.

b ) Una meta totalitaria, incisiva en la sociedad por parte del poder.

Esto supone una división, una fractura social, y la impunidad de las acciones marginadoras de unos sobre otros. Como las Oficinas de Denuncias Lingüísticas de la Generalidad catalana, nidos de fanáticos y delatores, escudados en el anonimato y la coacción. O el Consejo Audiovisual Catalán, censor de los medios de comunicación (no de los de su bando, claro). Parte de la propia nueva normativa cívica de los ayuntamientos catalanes (anti pintadas, adhesivos, octavillas...) está destinada a impedir la propaganda antinacionalista, mientras que la de los nacionalistas, incluso firmada, sigue poniéndose impunemente.

Los derechos individuales no configuran un imaginario colectivo de suficiente entidad como para poder oponerse al universo totalitario, poblado de mitos, manipulaciones y mentiras colectivas.

Sólo los conceptos colectivos ocupan el imaginario colectivo, y nada puede hacerse para defenderse, a menos que la democracia y los derechos ciudadanos se transformen en poderosos mitos colectivos, como lo fueron durante la Revolución Francesa y el periodo de las luchas liberales, es decir, no en un sistema sino en un dogma, del que podría derivarse peligrosamente un “autoritarismo democrático”.

El trapicheo político y las concesiones a los totalitarismos nacionalistas no son un freno para estos, como no lo fueron para sus padres políticos, los fascismos. Esto nos remite claramente a los métodos, y sobre todo, al espíritu y las metas del Tercer Reich nazi.

“Podemos ver una muestra de la categoría a la que quedaron reducidos los judíos en el hecho de que, si alguno se atrevía a aparecer en público, era objeto de los ataques de los niños, que les arrojaban piedras, los acosaban y los insultaban”.
(“Judenprogrom 'Reichskristallnacht' November 1938 in Grossdeutschland”, Heinz Lamber, 1981).

c ) Y por último, un plan efectivo y real de marginación de ese sector “impuro” de la población.

“Una propuesta de ley sobre los individuos 'extraños a la comunidad' nacional colocaba en el punto de mira a todos aquellos hombres y mujeres que se vieran que eran 'incapaces de cumplir con los requisitos mínimos de la comunidad del pueblo' (“aus eigener kraft den mindestandorderungen der volksgemeinschaft zu genügen”).
(“Backing Hitler. Consent and coercion nazi Germany”, Robert Gellately, 2001).

La marginación no es una consigna sino el resultado de inocular argumentos falaces, tergiversaciones y manipulaciones propagandísticas en la población a través de ideas muy simples y repetitivas a través del odio al Otro y de la compensación de los complejos y deficiencias propias, de las frustraciones y miserias cotidianas.

“Medios de comunicación, públicos, pagados por todos, pero controlados férreamente por el pacto entre el PNV y ETA y que ofrecen permanentemente una imagen de lo español como algo degradado, cutre, chapucero, que contrasta poderosamente con una 'Euskadi' en positivo, excelsa, que madruga y trabaja, que progresa, disfruta y va a misa”.
(“¡Arriba 'Euskadi'. La vida cotidiana en el País Vasco”, J.M. Calleja, 2001).

Es el falso incentivo de la “integración” (como la frase de Goering: “Yo decido quién es judío”), que permite a quien abjure de su origen votando y siendo nacionalista (es decir, hablando sus dialectillos, arrodillándose, y escupiendo a su gente, incluso a su familia) ser parte (de momento) de la gran obra de “reconstrucción” nacional y dejar de ser un marginado social, “emigrante” eterno e indefenso por culpa de los trapicheos de sus propios políticos.

“Integración” que manifiesta su carácter en hechos como los del gobierno catalán cuando, frente a la oleada islamista que nos sacude, centrada en la inmigración descontrolada, propone... la enseñanza del catalán al inmigrante, eliminando el español. O la respuesta que recibió una ciudadana vasca por parte de la policía autónoma (del PNV) cuando fue a solicitar protección: un discurso político nacionalista que terminó apoyando la iniciativa pública que impulsaba entonces ETA-HB.

Es curioso como el nacionalismo logra disfrazar la marginación de los Otros: a su extremadamente ideologizada política la consideran algo natural, casi un servicio social. Política es lo que hacen los otros, que además la visten con las peores acciones, que son las que ellos sí practican en realidad. Como los animales, tapan sus excrementos. Como los nazis alemanes, niegan no sólo lo que hacen sino lo que legislan y proponen públicamente (los hitlerianos negaron los campos de exterminio hasta fecha tan avanzada como 1944, y aún ahora).

Sumisión

Esta marginación sólo puede lograrse a través de un control mafioso del territorio y la sociedad, estilo IRA, que lleva a cabo una red de radicales como HB y ERC, que organizan boicots, disturbios y controles callejeros con impunidad, otorgada por sus amigos en el poder. Como los progromos antisemitas en Alemania.

Esos “sobres del miedo”, extorsión a los industriales o a los pequeños comercios, las amenazas a los medios de comunicación o a los kioscos si su prensa no está visible, el constante entorpecimiento de la vida escolar y académica, la creación de ghettos exclusivos, barrios y pueblos enteros, la autocensura de símbolos (una simple camiseta de fútbol) y de usar nuestra propia lengua española, incluso con los propios hijos, para no ser señalados como apestados, como enemigos de una sociedad enferma, excluyente, dominada por los acomplejados, los resentidos y los rastreros y chulescos, siervos de ese poder omnímodo...

Pero también puede hacerse con medios legales:

“El antisemitismo oficial y oficioso provocó que muchos judíos abandonaran sus actividades comerciales. El equipo económico del partido nazi a nivel regional fomentó esta tendencia desde el otoño de 1936, y para el verano de 1938 se calcula que entre el 75 y el 80 por 100 de todos los negocios judíos que existían en Alemania en 1933 había sido liquidado. Con el paso de los años muchas empresas se arruinaron cuando los clientes empezaron a evitar comprar en los comercios de los judíos por temor a ser denunciados. Por la misma razón los proveedores se mostraron cada vez más reacios a hacer negocios con los judíos”.
(“Der gauwirtschaftsapparat der NSDAP: menschenführung, “arisierung”, und wehrwistschaft im gau Westfalen-Süd”, Gerhard Kratzsh, 1989).

La propaganda es el nexo de unión entre la sumisión de unos y la marginación de otros. Es mentira, pero justifica el bajo instinto y la injusticia, por lo tanto reconforta y calma. Al tiempo que califica a unos de esclavos y chusma, a otros los vuelve amos, héroes, y protegidos por el poder.

Es como la insidiosa propaganda del gobierno catalán “tripartito” del año 2006: “Generalidad de Cataluña: cómo tú”... de nazi, habría que añadir. ¡Todos cómplices!.

El resultado fue y es evidente: el 71 % de las denuncias contra los judíos fue presentado por la población civil, y el 90% de las denuncias por escuchar emisoras enemigas. Del total, el 80% fue desestimado por la propia Gestapo, y del 20% restante, sólo un 25% (un 5% del total) concluyeron en condena. He aquí la prueba del interés personal del colaboracionismo, de su falta de escrúpulos y de la utilización del sistema totalitario por la población.

Los profesores, los primeros en ser purgados, abandonaron Alemania hasta en un 33% del total (Berlin y Frankurt), un 25% (Heildelberg) o un 20% (Hamburgo, Colonia, Friburgo...). Sólo en 1933-34 más de 1.600 científicos.

El hecho y las cifras del exilio de ciudadanos y profesores en el País Vasco y Cataluña ya las hemos publicado, decenas de miles. La similitud es evidente.

El Estado

Pero falta una característica más. Vemos qué mecanismos y de qué modo se construyó la sumisión en un Estado totalitario pero ¿cómo logra imponer sus métodos en una democracia, con unos mecanismos jurídicos defensivos?

La ideología nacionalista ha infectado al resto con las justificaciones de su ilegitimidad, y se ha descrito exhaustivamente la perversión de la “partidocracia” (inserción en la burocracia institucional, infección de la economía privada...), pero todo ello está enmarcado en el carácter del Estado moderno.

La modernidad es tan homogeneizadora como individualizadora, pero la “libertad” que genera sólo es abstracta, poco amiga de enraizarse en aspectos concretos y reales, y por ello esa individualidad, cuando es excesiva, tiende inevitablemente a fundirse con un concepto mayor: la sumisión real de los individuos al poder.

Estas aparentes contradicciones, constantes en el mundo político, se encauzan en las formas anónimas que tiene la moderna autoridad, como la tiránica, fantasmal y manipulable “opinión pública”, producto de las macro-estructuras del poder democrático y de las campañas de ingeniería social, entre las que están las autocensuras y dinámicas propias pero seguidistas del poder, de los medios de comunicación.

Este carácter tardío de la democracia procede de sus orígenes ideológicos redentores, presuntamente liberadores del ser humano con alcances universales y permanentes, uniformizadotes. En él se afianzan también, a través de la perversión del lenguaje (“plural” para los demás, “identidad” para ellos), los privilegios y censuras de los totalitarismos nacionalistas (y de los integrismos religiosos) y las políticas antiigualitarias de todo tipo de grupos de presión minoritarios.

Esto ocurre aquí y ahora.

Oposición Antinacionalista

http://www.nucleosoa.org/