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«Yihad» y «cruzada»: Guerras santas asimétricas

«Yihad» y «cruzada»: Guerras santas asimétricas

Entrevista con Marco Meschini, historiador medievalista

 

MILÁN, miércoles, 13 junio 2007 (ZENIT.org).- No puede confundirse «yihad» con cruzada. Son guerras «santas» pero no son lo mismo. Lo explica el historiador Marco Meschini en su nuevo libro en italiano, publicado tras el famoso discurso de Benedicto XVI en Ratisbona, «La yihad y la cruzada» («Il yihad e la crociata» Ares).

 

Marco Meschini es historiador medievalista y profesor de la Universidad Católica del Sagrado Corazón de Milán. En esta entrevista concedida a Zenit, aclara conceptos fundamentales para comprender la diferencia entre «yihad» y «cruzada»: mientras la «yihad» es esencial para el Islam, la cruzada no lo es para el cristianismo.

 

--¿En qué sentido la «yihad» y la cruzada son «guerras santas»?

 

--Meschini: Por «guerra santa» entendemos una guerra con dos elementos característicos: para quien se adhiere a ella, es una guerra dirigida por Dios y promovida por sus legítimos representantes; en segundo lugar, participar en ella abre las puertas del Paraíso.

 

En el caso de la «yihad» se debe recordar un pasaje coránico fundamental: «¡Combatid contra quienes, habiendo recibido la Escritura, no creen en Alá ni en el último Día, ni prohíben lo que Alá y Su Enviado han prohibido, ni practican la religión verdadera, hasta que, humillados, paguen el tributo directamente!» (9, 29). Es Alá quien quiere la «yihad», Alá es santo, por tanto la «yihad» es santa, una guerra santa.

 

Por lo que se refiere al segundo aspecto --la entrada en el Paraíso--, hay que recordar un «hadit» (un dicho de Mahoma con valor normativo): «Sabed que el Paraíso está a la sombra de las espadas».

 

Además, el «muyahid», el «combatiente de la yihad», en caso de muerte es considerado un «mártir», «shahid», «testigo», el mismo sentido literal de la palabra griega «martyr», «mártir». Es considerado tan santo que su cuerpo no debe ser lavado antes de la inhumación, como prescribiría la ley islámica, y puede incluso traspasar parte de la propia santidad a los parientes.

 

--Usted sin embargo considera que «cruzada» y «yihad» son «asimétricas». ¿Qué las distingue?

 

--Meschini: También la cruzada --para los cristianos de la Edad Media-- era querida por Dios, en el sentido de que los Papas la predicaron, ligándola a la remisión de las penas y los pecados cometidos por los participantes. Y el grito de batalla de los cruzados era: «¡Dios lo quiere!».

 

Una primera asimetría es sin embargo justamente ésta: la «yihad» abre directamente las puertas del Paraíso, la cruzada no, porque se entiende como parte del proceso que puede conducir al hombre pecador a Paraíso.

 

Pero hay sin embargo otras asimetrías más grandes.

 

Sobre todo, la «yihad» es tanto defensiva como agresiva, es decir, instrumento de difusión de la religión islámica que –recordémoslo-- significa «sumisión» a Alá.

 

La cruzada en cambio nació sólo después de más de un milenio de cristianismo y con un objetivo limitado: recuperar Jerusalén y la Tierra Santa, injustamente ocupadas por los musulmanes.

 

Pero hay que añadir que, en el curso de una historia plurisecular, hubo también cruzadas de expansión, aunque sin que la idea original se perdiera completamente.

 

--Usted, además, considera que la «yihad» es coesencial al Islam, y afirma que la «cruzada» no lo es para el cristianismo.

 

--Meschini: Es la asimetría más radical. Como he dicho, la guerra santa es una prescripción coránica --y el Corán es la Palabra de Alá, eterna e inmutable-- practicada por Mahoma y dotada de toda una serie de reglas accesorias.

 

Todavía hoy, para todos los islámicos, la «yihad» es el «sexto pilar» del Islam, es decir uno de los preceptos que constituyen la identidad de su religión.

 

Viceversa, no existe ningún texto sagrado cristiano que hable de una guerra semejante, ni el modelo que es Cristo la prevé, ¡al contrario! Por esto la cruzada, ciertamente surgida en un contexto cristiano, no es necesario que se repita en otros contextos cristianos; ni, sobre todo, tiene nada que ver con el «kerigma», el «núcleo» de la revelación cristiana.

 

--¿Hablar de «yihad» y cruzadas hoy no entraña el riesgo de hacer más difícil el diálogo entre cristianismo e islam?

 

--Meschini: ¿Cuál es objetivo del diálogo? Yo pienso que conocerse mejor y, si es posible, llegar a un nivel superior de verdad. Por tanto, la verdad o al menos la honestidad intelectual es una premisa, o más bien una condición irrenunciable del diálogo.

 

Por esto he querido desenmascarar a algunos comentaristas que, tras contorsiones verbales, tratan de camuflar la verdad histórica, jurídica y teológica ligada al tema de la «yihad».

 

--¿Qué quería decir el Papa en Ratisbona cuando habló del discurso de Manuel II Paleólogo sobre estos temas?

 

--Meschini: Benedicto XVI fue muy claro: la fe y la verdad se pueden proponer y difundir sólo de intelecto a intelecto y de corazón a corazón, en un mutuo intercambio de razón y credo.

 

Y por tanto expandir la propia religión «con la espada» es una monstruosidad antitética al «Logos», a la Razón, es decir a Dios. Y la violenta reacción de tantos a sus palabras fue --dramáticamente-- una involuntaria pero «perfecta» respuesta de confirmación a su discurso.

 

 

Del odio fascista al amor cristiano: entrevista a Joseph Pearce

Del odio fascista al amor cristiano: entrevista a Joseph Pearce

Este estudioso de J.R.R.Tolkien y G.K. Chesterton se convirtió al catolicismo leyendo en prisión

De adolescente y con 20 años era miembro de un partido semifascista en Gran Bretaña. Incluso le encarcelaron por odio racial. Leyendo a G. K. Chesterton llegó a ser católico y abandonó sus creencias extremistas.

Ha escrito 12 libros sobre figures como Chesterton, C. S. Lewis y E.F. Schumacher, así como un volumen sobre conversos del mundo literario. Con 40 años, residente en el Ave Maria College in Ypsilanti, Michigan, habló recientemente con el corresponsal del National Catholic Register, Paul Burnell.

 

-¿Puedes hablarnos de tu familia?

 

Mis padres eran de la clase trabajadora del East End de Londres. Mi padre era carpintero y mi madre hacía varios trabajos que no requerían capacitación. Dejé la escuela a los 16 años y me metí en políticas dudosas.

 

-¿A qué políticas te refieres?

 

-Me apunté a un curso de ingeniería, pero me involucré en política de extrema derecha y abandoné el curso para seguir una carrera política. Terminé editando el periódico del “National Front”.

 

-¿Cómo te metiste en ese tipo de política?

 

-A mediados de los años 70, en los barrios de clase obrera, no era raro para la gente meterse en esto. Teníamos más de 30 personas a sueldo en el Young National Front de nuestra zona. Yo me involucré cuando tenía 14 ó 15 años. En la Inglaterra de los 70 mucha gente estaba convencida de que había un problema con la inmigración.

 

-¿Te viste envuelto en alguna de las actividades más notorias del Nacional Front?

 

-Siempre había violencia, era parte del trasfondo. Solíamos tener escaramuzas con el Socialist Worker Party. Fui arrestado y encarcelado bajo el Acta de Relaciones Raciales por incitar al odio racial con la revista llamada Bulldog, que yo editaba para el Young National Front. Cumplí dos sentencias de prisión por separado.

 

-¿Realemente odiabas a los negros y los judíos?

 

-Es muy difícil entender las emociones tras mi comportamiento, especialmente un cuarto de siglo después. Pero no pienso que nunca odiase a nadie como personas –era en abstracto. Tenía una vision de los negros y los judíos que estaban muy lejos de la cristiana.

 

-¿Cómo empezaste a cambiar?

 

-Los trostkistas solían provocarnos diciéndonos que éramos la infantería del capitalismo. Siendo un chico del East End, no me gustaba nada esa idea. No estaba dispuesto a dejarla pasar.

 

Intenté investigar algo, cuando alguien me sugirió leer sobre el distribucionismo de Chesterton y Hillaire Belloc. Compré un libro sobre el distribucionismo de Chesterton, y un libro llevó a otro. Soy un bibliófilo entusiasta, y empecé a leer más libros suyos. Comencé a leer su defensa contra los ataques al Catolicismo.

 

En esta época yo era miembro de la Orden de Orange en Londres, oponiéndome a la visita del Papa a Gran Bretaña.

 

Teníamos lazos muy fuertes con la UDF y la UDA [paramilitares protestantes de Irlanda del Norte]. Había tres logias de Orange en Londres. Yo no era miembro por ser protestante; era solo una cosa política, por la connexion del National Front con estos grupos.

 

Leí Ortodoxia [de G.K. Chesterton] y realmente encontré que sus argumentos eran razonables. Me encontré a mi mismo simpatizando con la postura católica. En 1986 unos Testigos de Jehová llamaron a la puerta y pensé que sería divertido si les hacía creer que yo era católico. Estaba convencido de que podía ganar la discusión. Eso fue en 1986. En 1989, fue acogido en la Iglesia Católica.

 

-Descubriste parcialmente tu fe en prisión, ¿no es cierto?

 

-De 1982 a 1986 leí mucho en la cárcel. Hubo un tiempo que estaba en régimen de aislamiento. Desgraciadamente, miembros del partido protestaron tanto que me sacaron del régimen de aislamiento. ¡Lo había estado disfrutando!

 

Había empezado leyendo sobre todo materias políticas, pero me había dado cuenta de que lamentaba no tener una fe. Entonces vino el problema de cuadrarlo con mi política.

 

Empecé a ir a misa en 1986. No pienso que yo lo entendiera realmente. Fui a ver a un sacerdote. Iba a misa cada domingo. El cura era más joven que yo. Fue una época difícil, porque yo estaba intentando desligarme de la política y cortar mis lazos con ciertos amigos y conocidos.

 

Me mudé a Norfolk (en el sudeste de Inglaterra) en 1988 y volví a asistir a misa y atender instrucción regularmente. Cuando la gente me preguntaba por mi pasado, se lo explicaba.

 

-¿Cómo reaccionaba la gente?

 

De forma muy positiva. Cuando me recibieron en la parroquia me sentí como si hubiese llegado a casa.

 

-¿Qué pensaron tus padres de este cambio?

 

-Me apoyaron mucho. Desde entonces mi padre se ha hecho católico.

 

-¿Cómo entraste en esto de escribir?

 

-No tengo claro cómo me lo hice. Conseguí un trabajo en una librería donde trabajé de 1988 a 1996. Había leído libros sobre distintos aspectos de Chesterton, pero nunca sentí que hubiese un libro que cubriese todas las areas de su vida. Me puse a investigar y escribir cuando llegaba a casa tras todo un día de trabajo. Tenía que decidirme y dedicarme a tiempo completo. Me di cuenta que no tendría un adelanto a menos que tuviese ya un manuscrito para enseñar a un editor.

 

Dios realmente me bendijo. Conseguí un gran editor para el libro. El libro consiguió algunas reseñas muy buenas. Ha sido una gran bendición para mi ser un escritor a tiempo completo.

 

Me animé a escribir al Ave Maria College porque pensé que casándome y esperando empezar una familia escribir por libre es muy precario. Dios ha sido muy, muy bueno conmigo, su ritmo ha sido impecable. Ahora esperamos nuestro primer hijo.

 

Esta entrevista ha sido publicada en ingles en http://catholic.net , aunque no en su web hermana en español, http://es.catholic.net.

Los países del G8 deben mantener su promesa de ayuda contra la pobreza

Los países del G8 deben mantener su promesa de ayuda contra la pobreza

Habla el arzobispo de Hamburgo Werner Thissen

 

HAMBURGO, domingo, 20 mayo 2007 (ZENIT.org).- En vísperas de la cumbre de los países del G8 en Heiligendamm, Alemania, monseñor Werner Thissen, arzobispo de Hamburgo, subraya en una conversación con Zenit la importancia de que los ciudadanos se declaren dispuestos, como electores y consumidores, a apremiar a los países industrializados para que mantengan su compromiso de lucha contra la pobreza en todo el mundo.

 

“Cada uno puede hacer el bien”, subraya el arzobispo, responsable en la Conferencia Episcopal alemana de la organización de ayuda «Misereor».

 

Hace dos semanas, el prelado visitó, junto a una delegación de obispos de todo el mundo -sobre todo de África y Latinoamérica-, a destacados políticos europeos con el fin de persuadirles de la necesidad urgente de medidas más concretas y más eficaces al respecto.

 

El empeño episcopal forma parte de la campaña internacional «Haz que la ayuda funcione, ¡el mundo no puede esperar!», y culminó en el encuentro con el Papa Benedicto XVI en Roma.

 

--La lucha contra la pobreza a nivel mundial, y sobre todo la ayuda a los países africanos es, según Benedicto XVI, una prioridad de la política internacional. ¿Cómo valora, en este sentido, los esfuerzos y las medidas de los países industrializados? ¿Qué espera de la próxima cumbre de los países del G8 en Heiligendamm y qué desearía todavía lograr?

 

--Arzobispo Thissen: Los países industrializados y en concreto los gobiernos de los países del G8 tienen una especial responsabilidad por un desarrollo humano de alcance mundial. Sobre todo porque ellos disponen de medios mucho mayores para luchar contra el escándalo de la pobreza y del hambre en nuestro mundo. En segundo lugar, en cuanto muchas de sus decisiones, por ejemplo respecto al comercio mundial y la cancelación de la deuda, tienen consecuencias directas sobre las condiciones de vida de las poblaciones del sur. Los gobiernos de los países industrializados ricos deben asumir esta responsabilidad sin condiciones. Por lo que se refiere a la Cumbre de los países del G8, esto significa que deben mantener sus promesas de ayuda financiera en la lucha contra la pobreza y demostrar con claros programas anuales cómo pretenden alcanzar el 0,51% del Producto Interior Bruto asignado para el desarrollo antes de 2010.

 

Además, deben encontrar soluciones equitativas y sostenibles para la desgravación de la deuda de los países más pobres. Estos deben actuar en el plano interno para que la corrupción no anule nuevamente los esfuerzos por el desarrollo y la lucha contra la pobreza. En tal contexto, es incluso vergonzoso que la mitad de los países del G8, entre ellos también Alemania, no haya ratificado todavía la Convención de las Naciones Unidas para la lucha contra la corrupción.

 

--¿Nos puede describir en alguna medida las condiciones de vida en África? ¿Cuáles son los mayores problemas que debe afrontar este continente?

 

--Arzobispo Thissen: En mis viajes con nuestra Obra católica de ayuda al desarrollo “Misereor”, entro siempre en contacto con la pobreza, a menudo inimaginable, de los países del Sur. Reaparecen siempre algunos problemas: hombres, sobre todo incluso niños, que mueren por enfermedades simples, sólo porque no tiene acceso al agua potable; campesinos y pescadores que no logran ya alimentar a sus familias y por ello emigran a las periferias de chabolas de las grandes ciudades; la falta de escuelas y de posibilidad de formación, por la que los hombres permanecen cerrados en el círculo de la pobreza.

 

En África, se presentan además gravemente algunos problemas. Uno de ellos es el Hiv-Sida: en algunas regiones no hay prácticamente familia que no haya perdido, a causa de la enfermedad, a uno o más miembros. Otra catástrofe humana son los numerosos conflictos violentos. Especialmente trágico es el hecho de que a menudo sea precisamente la riqueza en materias primas de África el factor desencadenante y el alimentador de estos conflictos. Para la población esta riqueza se convierte en una maldición en vez de ser una bendición.

 

--¿Cómo puede una persona sola ayudar a aliviar la miseria en África?

 

--Arzobispo Thissen: Hay muchas posibilidades. Una de estas es el apoyo de las personas a través de obras de ayuda como “Misereor”. Además deberíamos seguir preguntando a los políticos que nosotros mismos hemos elegido qué hacen para afrontar su responsabilidad.

 

En la primera semana de mayo, he viajado con un grupo de obispos del Sur y de los países del G8 a Berlín y Roma. Hemos hablado con los gobiernos sobre lo que pueden llevar a cabo por una lucha más eficaz contra la pobreza y por una globalización más equitativa. Para tal fin no es necesario ser obispo. Cada uno puede, por ejemplo, pedirlo a un diputado de su colegio electoral.

 

Otra posibilidad para la ayuda al desarrollo es nuestro propio cambio de vida. Nuestra comodidad y nuestro bienestar son a menudo co-responsables de condiciones comerciales injustas o de daños ecológicos en los países africanos. También en estos casos el individuo puede hacer mucho.

 

--¿Cómo se pueden evitar influencias “dañinas” de nuestra sociedad, la cual sin descanso nos induce al consumo de de bienes a menudo inútiles y a las más variadas formas de diversión? ¿Cómo llevar una vida más sencilla, en la que también haya espacio para la ayuda a los necesitados?

 

--Arzobispo Thissen: Una premisa fundamental es que cada uno de nosotros se dé cuenta de lo que es verdaderamente importante en la propia vida.

 

Nuestra sociedad de consumo está dominada generalmente por rápidos impulsos de reflejos, sin plantearse grandes problemas. Hablamos de decisiones veloces sobre las adquisiciones. No interesa darse cuenta de que los objetos adquiridos sean luego utilizados o si, al poco tiempo, se abandonarán en un rincón o se desecharán. Poder (o deber) tener todo rápidamente y a buen precio, deprecia los objetos. Paradójicamente no gratifica, sino que confirma el propio vacío. Por el contrario, es útil la atención sobre quién y qué es verdaderamente importante, y la disponibilidad a renunciar por ello a otras cosas. Esta atención puede ser ejercitada. En la Iglesia celebramos anualmente la Cuaresma. También la oración puede ser un ejercicio útil para reconocer lo esencial.

 

--¿Qué posibilidades de éxito tiene el llamamiento del Papa a los países industrializados –a través de la carta a Angela Merkel- y los esfuerzos en el ámbito de la campaña “Haz que la ayuda funcione - El mundo no puede esperar”? ¿Se necesita una inversión de tendencia o un cambio de opinión para que la lucha contra la pobreza sea realmente una prioridad de la política internacional?

 

--Arzobispo Thissen: Éste es, al menos parcialmente, un problema preciso de mentalidad. Mientras tanto, para nosotros muchas cosas se han hecho obvias, es decir, el hecho de que podamos permitirnos mucho sólo en perjuicio de otros hombres en otras regiones del mundo o en perjuicio de las generaciones futuras. Esto se refiere por ejemplo al consumo energético o a productos que son fabricados en condiciones de extrema explotación.

 

Por otro lado, hoy muchos hombres, e incluso políticos, son conscientes de que no puede haber bienestar y paz si una gran parte de la humanidad es excluida. Pero es difícil prestar atención a estos problemas de supervivencia -a largo plazo- en la política y en la economía a corto plazo.

 

Por eso es tan importante que los ciudadanos hagan oír su voz en calidad de electores y de consumidores. Al lado del Papa, nuestra delegación de obispos quiere ofrecer su aportación. Más de 50.000 personas han apoyado hasta ahora nuestras peticiones con su firma Y hay iniciativas análogas en otras partes. Tengo una gran confianza en que los políticos escuchen estas voces.

 

--Jesucristo vivió con sencillez, y muchos santos, como San Francisco, siguieron su ejemplo. ¿Cómo puede el político, empresario o padre de familia vivir la pobreza sin descuidar sus deberes y ocuparse de las personas que le han sido confiadas?

 

--Arzobispo Thissen: Una premisa para la moderación es la conciencia de que no debo demostrar continuamente que soy excepcional. Esta experiencia liberadora, que al mismo tiempo es una experiencia muy religiosa, me permite descubrir que a menudo son fáciles la cosas que nos hacen felices a mí y a los demás. Mucho se hace así superfluo y se resuelve solo.

 

Cada uno puede hacer el bien, cada día. Y en la moderación está la concentración de este bien. Esto no tiene nada que ver con actos de renuncia heroicos, sino que es maravillosamente espontáneo. Y justo nuestra época frenética necesita esta moderación y esta tranquilidad.

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Carlos García de Andoín, coordinador de Socialistas cristianos. «No es bueno que la Iglesia apoye a un partido»

Carlos García de Andoín, coordinador de Socialistas cristianos. «No es bueno que la Iglesia apoye a un partido»

Si la Iglesia debe entrar en los debates políticos sigue siendo una controvertida cuestión que enciende la polémica. Cuál ha de ser el papel que los cristianos deben ejercer en la política es uno de los interrogantes que se plantean. El coordinador federal de los Socialistas Cristianos, Carlos García de Andoin, trata de aportar luz en estos debates. Licenciado en Teología, Sociología y Ciencias Políticas, ejerce como concejal en el Ayuntamiento de Sestao (Vizcaya). Lo entrevista Virginia Redondo en El Norte de Castilla,

 

-¿Tan presentes están los valores cristianos en las decisiones políticas?

 

-A menudo se piensa que la religión y la política poco tienen que ver, pero no es así. El reino de Dios juega a diario en todos los ámbitos de la política.

 

-El Nuevo Testamento contiene frecuentes referencias a la realidad del poder, ¿qué tiene eso de político?

 

-Las cuestiones de Iglesia-Estado están muy presentes en él. El Evangelio dice «fui extranjero y me acogisteis», y tiene su reflejo en la sociedad actual; debería hacernos reflexionar sobre las políticas de inmigración que se están llevando a cabo por los órganos de poder.

 

-¿Y el Evangelio se identifica con alguna ideología?

 

-Plantea valores, pero creo que no se identifica con ninguna opción política.

 

-¿No es incompatible ser católico y socialista?

 

-Hay gente que así lo piensa, pero yo creo que no es incompatible, la prueba está en que Federico Trillo fue ministro de Defensa y es católico.

 

-¿Es ético que los cristianos sean políticos?

 

-Creo que no es bueno que el conjunto de la Iglesia entre de forma partidista en política. Desde el punto de vista moral, la Iglesia tiene que intervenir en las cuestiones que se plantean en la sociedad y contribuir a la formación de la voluntad colectiva de los valores, pero como institución no es bueno que tome partido por una u otra opción política.

 

Periodista Digital/Religión, 7 de mayo de 2007

Entrevista a Pío Moa en el periódico Rzeczpospolita, a raíz de la traducción al polaco de "Los mitos de la guerra civil"

Entrevista a Pío Moa en el periódico Rzeczpospolita, a raíz de la traducción al polaco de "Los mitos de la guerra civil"

1. ¿Que importancia tiene la guerra civil española más de 70 anos después de su comienzo? ¿Sigue un tema actual para España y para la Europa contemporánea?

 

R.- En España la guerra civil es un tema clave porque marcó un antes y un después en la historia contemporánea española, y determinó la evolución del país hasta la democracia actual, a través de una larga dictadura.

 

La guerra de España, de 1936 a 1939, se convirtió en un mito internacional, porque en ella combatieron muchas de las fuerzas e ideologías que dieron forma al siglo XX. En Europa, sobre todo en países como Inglaterra o Francia, se ha impuesto una especie de tabú: solo se acepta la versión de la guerra que elaboró la Komintern. Según ella, Stalin y sus protegidos del Frente Popular español defendían la democracia. Esto es tan absurdo como decir que Hitler defendía a los judíos, o a los polacos. Existe una censura de hecho, como la que impidió durante largo tiempo, en Inglaterra, la publicación del libro de Orwell sobre la guerra civil. Incluso un periódico francés de derecha, como “Le Figaro”, se negó a publicar una entrevista conmigo alegando que “todavía no ha llegado el tiempo de decir esas cosas”. En Inglaterra y en Alemania varios periódicos han tergiversado mis puntos de vista e informado erróneamente a los lectores. Una actitud nada liberal, e intelectualmente ridícula.

 

 

2. ¿Que opinión sobre la guerra tienen los españoles de la nuestra generación? ¿Es la opinión verdadera o falsificada?

 

R.- Durante casi cuarenta años, incluso en los últimos tiempos del franquismo, en España ha predominado la versión basada en la propaganda stalinista. Por ello muchos españoles, sobre todo jóvenes, siguen creyendo esa versión. Sin embargo esas ideas están en rápido retroceso.

 

3. ¿Que tipo de mitos usted combate en el libro suyo, que ahora mismo está preparando para la publicación en Polonia? ¿Qué mitos sobre la guerra civil son más persistentes? ¿Qué son más falsos? ¿Qué son más peligrosos? ¿Existen algunos mitos que se confirmaron?

 

R.- El mito principal, del que derivan todos los demás, es el que ya señalé: que el Frente Popular representaba la libertad. Pero ese frente se componía del Partido Comunista, que durante la guerra se convirtió en el principal partido de las izquierdas y era un partido agente de Moscú. Luego estaba el Partido Socialista, que no era socialdemócrata, sino marxista radical, incluso más radical que los comunistas, y que organizó deliberadamente la guerra civil. Estaban también los anarquistas, completamente ajenos a la democracia. Junto a estas tres fuerzas principales venían los republicanos de izquierda y los nacionalistas catalanes, que no eran demócratas, pues al perder las elecciones a finales de 1933 habían preparado golpes de estado. También se unieron a las izquierdas los separatistas vascos, que eran un partido católico, pero ultrarracista. No sé qué clase de libertad podían representar estos partidos.

 

De este mito esencial derivan muchos otros. Por ejemplo, la idea de un “frente unido”. Los miembros del Frente Popular se odiaban entre sí, hubo dos guerras civiles entre ellos dentro de la guerra general, y numerosos asesinatos. Los separatistas vascos apoyaron a las izquierdas porque parecía seguro que ellas vencerían, dada su superioridad material. Pero cuando la guerra fue mal para las izquierdas, las traicionaron, facilitando a Franco la industria pesada de Bilbao y su primera gran victoria, en Santander.

 

Otros muchos mitos se vienen abajo. Por ejemplo, el bombardeo de Guernica por la Legión Cóndor y aviones italianos causó un máximo de 126 muertos, probablemente algunos menos, y no los 800 a 3.000 que ha dicho la propaganda (las izquierdas suelen ser poco respetuosas con las cifras reales, multiplicándolas por diez y más cuando les conviene). Y fueron las izquierdas quienes comenzaron los bombardeos sobre la población civil. Guernica tuvo una consecuencia militar importante, porque el gobierno autónomo vasco, dominado por los separatistas, llamó a la lucha, pero entró rápidamente en contacto con los fascistas italianos para negociar su rendición por separado, a espaldas del Frente Popular. Todo esto está hoy probado.

 

Otros mitos se sostienen, como el de la resistencia del Alcázar de Toledo. O el paso del estrecho de Gibraltar por tropas de Franco en el primer puente aéreo de la historia, que salvó a los sublevados de ser aplastados por las izquierdas. Se suele atribuir el puente aéreo a los aviones italianos y alemanes, pero consiguió sus principales objetivos con aviones españoles, en las dos primeras semanas de la guerra.

 

Hitler y Mussolini ayudaron a Franco, pero ninguno de ellos lo dominó. De hecho, en la crisis de Munich, en 1938, Franco declaró que en caso de guerra europea él sería neutral, lo que causó irritación en Berlín y en Roma. En cambio Stalin sí dominó al Frente Popular. Los dirigentes españoles que no gustaban a Moscú fueron desplazados, como Largo Caballero o Prieto. Negrín duró porque obedeció a Stalin.

 

Es obvio que el Frente Popular representaba una dictadura totalitaria, un comienzo de las “democracias populares”. El bando de Franco fue una dictadura autoritaria, no fascista aunque adoptase algunas formas externas fascistas.

 

Un punto clave para mí es que la guerra no destruyó la democracia, sino que la previa destrucción de la democracia causó la guerra. La destrucción ocurrió en dos fases: en octubre de 1934, meses después de que las derechas ganaran las elecciones, las izquierdas lanzaron una insurrección armada que fracasó en dos semanas, pero dejó 1.400 muertos. La segunda fase fue un proceso revolucionario a partir de la victoria electoral del Frente Popular en febrero de 1936. Estas elecciones fueron muy violentas y nunca se publicaron las votaciones, por lo que no podemos considerarlas democráticas. La derecha no simpatizaba con la democracia, pero era mayoritariamente moderada, legalista y pacífica. En octubre de 1934 había defendido la Constitución republicana y las libertades. Se rebeló en julio de 1936, arriesgándose a una probable derrota, porque se sentía a punto de ser aplastada por el proceso revolucionario impulsado por los socialistas y los anarquistas. Los comunistas eran todavía un partido pequeño, y la Falange también. Para entonces, la derecha había dejado de creer que la democracia pudiera funcionar en España y veía la solución en una dictadura autoritaria. En esa época la democracia liberal estaba en crisis en toda Europa, y de no haber intervenido Usa desde 1942, el totalitarismo nazi o el comunista habrían triunfado por mucho tiempo.

 

Creo que los polacos pueden entender, por su propia experiencia, unos procesos de descomposición política y colaboración entre las izquierdas burguesas radicalizadas y los revolucionarios.

 

La victoria de Franco tuvo una importante consecuencia internacional: al mantener la neutralidad durante la guerra mundial, no solo salvó a España de una terrible devastación, sino también a los Aliados. Si Franco hubiera intervenido, Alemania habría ocupado Gibraltar y controlado el Mediterráneo, lo cual pudo haber cambiado el curso de la guerra.

 

4. ¿Cómo Ud puede explicar su éxito editorial tan grande?

 

R.- No lo esperaba, pero está claro que mucha gente estaba insatisfecha con las versiones predominantes, con sus contradicciones y omisiones. También ha contribuido al éxito el hecho de que los historiadores contrarios no han logrado rebatir mis tesis, sino que han reaccionado tratando de imponer la censura y el silencio sobre mis obras. Al fracasar, han lanzado campañas de ataques personales e insultos que no han hecho más creíbles sus propias interpretaciones de la guerra. Como ha escrito Stanley Payne, uno de los historiadores más expertos en España, estas actitudes revelan un espíritu propio de la Italia fascista o de la URSS de Stalin, pero no de un país libre.

5. ¿Qué impacto tenía el libro suyo para la opinión pública en España? ¿Qué tipo de reacción de los lectores fue más sorprendente para Ud?

 

R.- Creo que ha tenido un impacto decisivo, porque ha cambiado la percepción de mucha gente sobre el pasado, y también sobre los orígenes de la actual democracia, que proviene de los sectores reformistas del franquismo y no de la oposición antifranquista. Al terminar la dictadura, los presos políticos en las cárceles eran casi todos comunistas o terroristas, mucho más antidemócratas que Franco.

 

6. ¿Es verdad, que Ud fue atacado físicamente durante su conferencia en Barcelona? ¿Era la consecuencia de las opiniones presentadas en el libro suyo?

 

R. Fue en la universidad Carlos III, de Madrid. En Barcelona hay, sobre todo, censura en la prensa sobre mis conferencias. Como dije, la reacción a mis libros ha sido muy poco intelectual. Un periódico socialista de Barcelona ha pedido mi encarcelamiento y el de César Vidal, otro historiador que no gusta al gobierno. He sufrido muchas amenazas e insultos y no ha habido un debate serio. Después de hablar yo en televisión, el periodista que me entrevistó recibió un fuerte acoso del sindicato socialista UGT. En otra conferencia mía, el gobierno envió policías a intimidar a los organizadores, y cada vez que hablo en alguna ciudad surge una campaña, incluso en la prensa, para que se me impida expresarme. Algunos libreros han sufrido amenazas por exponer mis libros en el escaparate, y otros libreros izquierdistas desaconsejan a los clientes la compra de mis libros. Se me ha negado el derecho de réplica en diversos periódicos… Son síntomas, no muy importantes pero sí significativos, de una involución antidemocrática bajo el actual gobierno. Un gobierno que se encuentra más a gusto negociando con los terroristas islámicos o con la ETA, que con los demócratas.

 

7. ¿Existe alguna relación entre la vida política actual en España y la guerra civil? ¿Cómo se la puede describir?

 

R.- La guerra civil nació, como dije, de la destrucción de la legalidad republicana por las izquierdas, y actualmente existe un proceso de destrucción de la Constitución por medio de una alianza entre el gobierno, los separatistas y los terroristas. Esto es muy preocupante. No creo que se repita una situación como la de 1936, pero sería frívolo negar la posibilidad de una violencia o una descomposición social. Tampoco creía nadie posible lo que ocurrió en Yugoslavia, y creo que en España debe frenarse esta involución, porque puede tener consecuencias muy graves. Después de todo, lo que permite una convivencia en paz y en libertad entre grupos sociales con ideas e intereses diversos es el respeto a la ley y a los derechos públicos. Y si estos son atacados como hoy sucede en España, las perspectivas no pueden ser buenas.

 

8. ¿Se puede decir, que el zapaterismo es un tipo de revancha de los perdedores de la guerra civil?

 

R.- Ni siquiera eso es verdad, porque Zapatero no proviene de los perdedores. Un abuelo suyo fue fusilado por los franquistas, pero otro abuelo era franquista, y su esposa viene también de familia franquista. Lo mismo pasa con la mayoría de estos antifranquistas… de después de Franco. Bajo el franquismo, vencedores y vencidos se mezclaron y se casaron entre sí, se reconciliaron, y las pasiones y odios de la guerra desaparecieron. Eso, más la prosperidad económica que legó la dictadura, permitió una transición a la democracia con pocos problemas. Ahora, a algunos demagogos les gusta sentirse herederos de aquel nefasto Frente Popular, y Zapatero se ha proclamado “rojo”. Son estupideces, pero estupideces muy peligrosas.

ENTREVISTA a GUSTAVO DE ARÍSTEGUI

ENTREVISTA a GUSTAVO DE ARÍSTEGUI

"El multiculturalismo y la corrección política son los sistemas de coexistencia más probados en Europa, y ambos han fracasado miserablemente. El multiculturalismo es en muchos sentidos un retorno a la Edad Media."

 

La protección policial y los coches blindados vienen siendo elementos cotidianos en la vida de Gustavo de Arístegui desde la pasada década. Esto se debe a que el escritor y portavoz de Asuntos Exteriores del Partido Popular ha dedicado gran parte de sus 25 años de carrera a denunciar el Islam radical.

 

Tras la publicación de su último libro: La yihad en España, Yusuf Fernández, el portavoz de la Federación de Entidades Religiosas Islámicas de España, le calificó de "enemigo del Islam". Después se descubrió que se habían vertido amenazas de muerte contra él en páginas yihadistas encriptadas y radicadas en Arabia Saudí.

 

¿Por qué están obsesionados los islamistas radicales con reconquistar España? ¿Por qué debería ser esta obsesión motivo de preocupación para todos los occidentales?

 

Tiene mucho que ver con los objetivos y las proyecciones que tienen, y que en gran medida Occidente no ha entendido. Quieren: a) derrocar a los gobiernos que consideran anti islámicos, corruptos y, por encima de todo, apóstatas. Al considerar apóstatas a gobiernos y regímenes tienen derecho, están obligados incluso, a derrocarlos y destruir a sus líderes; b) reconquistar cualquier país o territorio que en cualquier momento de la historia haya estado bajo dominio del Islam; c) restablecer el Califato; d) extender su dominio y poder a todo el mundo.

 

"España estuvo bajo dominio del Islam durante 800 años. No se trata sólo de Andalucía, como dicen algunas personas, sino de casi toda España."

El simbolismo de España es extremadamente importante para ellos. España estuvo bajo dominio del Islam durante 800 años. No se trata sólo de Andalucía, como dicen algunas personas, sino de casi toda España. Y si vamos a considerar el conjunto de Europa, entonces estaríamos hablando de las cuatro quintas partes de la Península Ibérica, algunas partes del sur de Francia, la mitad de Italia, todos los Balcanes y, claramente, todas las islas del Mediterráneo. Afrontamos una amenaza muy seria.

 

Para comprender los riesgos que afrontamos tenemos que leer lo que dicen de nosotros nuestros enemigos. Aymán al Zawahiri decía, en su libro Knights Under the Banner of the Prophet (Caballeros bajo el estandarte del Profeta), que Europa se había convertido en un vacío espiritual que sólo el Islam puede llenar, y que Europa es la nueva frontera del Islam, la nueva tierra de conquista y, por encima de todo, el nuevo campo de batalla de la yihad global. Europa es el eslabón más débil de la cadena, porque tiene 27 millones de musulmanes, entre los que hay algunos tienen cierto grado de simpatía hacia las ideas radicales. En consecuencia, creen que cuando Europa se convierta en un continente con una minoría musulmana muy importante será un objetivo muy fácil, y su territorio, algo muy fácil de conquistar.

 

Describa lo que usted llama "el síndrome andalusí", o la obsesión por la gloria perdida. ¿Quién es el culpable que perviva el mito de Al Ándalus?

 

Mucha gente, y no sólo intelectuales musulmanes. Los intelectuales románticos fueron los responsables de la perpetuación del mito. Basta echar un vistazo a los novelistas e intelectuales del siglo XIX que estaban obsesionados con la época medieval (por ejemplo, Sir Walter Scott y su célebre novela Ivanhoe). Eso tuvo un equivalente exacto entre los académicos e intelectuales musulmanes románticos. Tenían una obsesión con la España medieval y la importancia que tuvo Al Ándalus como punto culminante de su civilización.

 

"Zawahiri decía recientemente que el territorio islámico tenía que ser reconquistado, "desde Al Ándalus hasta Irak". Esto es una amenaza muy seria que no sólo España y Europa, sino todas las democracias serias, avanzadas y modernas, deberían tomar muy en serio. "

Los intelectuales occidentales también tienen una gran responsabilidad en la perpetuación del mito. Algunos libros, como La joya del mundo. Musulmanes, judíos y cristianos y la cultura de la tolerencia [de María Rosa Menocal], que es muy conocido en Estados Unidos y ha sido galardonado y elogiado, son completamente falsos. No es cierto que la España medieval fuera una coexistencia pacífica y perfecta entre las tres religiones monoteístas más importantes. Los musulmanes solamente toleraban a los judíos y los cristianos cuando eran muy poderosos, y no tanto cuando no eran tan poderosos. Tenía mucho que ver con el momento histórico y político.

 

El mito de Al Ándalus es muy peligroso porque la gente tiende a creer que todos los demás fueron responsables de la pérdida de la gloria de Al Ándalus. Creen que los españoles que no eran musulmanes, o aquellos que habían sido musulmanes en el pasado y se convirtieron a otras religiones, como el cristianismo, son los culpables de la pérdida de la gloria y la relevancia que habían tenido hasta el siglo XV. Es extremadamente peligroso porque la autocrítica no existe en gran parte del mundo musulmán. Ellos creen que todos los demás tienen la culpa de las tragedias que sufrieron, y una de ellas, definitivamente, es la pérdida de Al Ándalus.

 

La gente tiende a olvidar lo que dicen Osama ben Laden y Aymán al Zawahiri. Existe una gran cantidad de comunicados de Al Qaeda firmados por estos individuos que afirman claramente que la pérdida de Al Ándalus fue una tragedia. Zawahiri decía recientemente que el territorio islámico tenía que ser reconquistado, "desde Al Ándalus hasta Irak". Esto es una amenaza muy seria que no sólo España y Europa, sino todas las democracias serias, avanzadas y modernas, deberían tomar muy en serio.

 

Háblenos, por favor, de la compra de tierras y casas y del control de vecindarios y ciudades como modo de ir ganando España. ¿Por qué la reislamización de la mezquita de Córdoba es tan importante para los musulmanes ultraconservadores?

 

Ellos lo llaman "la política del pie en el dintel": una vez tengan puesto el pie en el dintel, creen que serán capaces de entrar y reconquistar España. En La yihad en España afirmo que existe una parte de la Universidad Al Azhar (Egipto) obsesionada con reconquistar los territorios una vez sometidos al Islam, y tienen una estrategia muy clara. Esto está cosechando cada vez más popularidad en muchas partes del mundo islámico. Creen que conquistar un vecindario, después un pueblo, después una ciudad, después una provincia y después una región, llevará con el tiempo a reconquistar un país entero.

 

Hace poco el canal español Telecinco emitió un programa de investigación. Uno de los reporteros interrogó a bastantes musulmanes fuera de cámara. Decían que, puesto que habían sido capaces de conquistar el Albaicín (un vecindario muy importante y prominente de Granada), eran absolutamente capaces de conquistar la ciudad, y después todo Al Ándalus. Como reza la expresión: Andalucía primero, después Al Andalus.

 

Quiero citar a Joschka Fischer, ministro de Exteriores alemán de 1998 a 2005 y miembro del Partido Verde. Dijo que si por cualquier motivo Israel cayera y fuera derrotado, el próximo en la lista sería, claramente, España.

 

¿De qué manera han permitido el multiculturalismo y la corrección política la penetración en España del Islam radical y la relajación de las defensas del país?

 

El multiculturalismo y la corrección política son los sistemas de coexistencia más probados en Europa, y ambos han fracasado miserablemente. El multiculturalismo es en muchos sentidos un retorno a la Edad Media. Significa en la práctica que todo aquel que sea judío, cristiano o musulmán va a estar gobernado por leyes y tribunales judíos, cristianos o musulmanes. Esto es absurdo. Es muy parecido a las comunidades en que se dividió el Imperio Otomano.

 

La izquierda occidental ha elegido considerar al islamismo radical como el único enemigo capaz de hacer frente a Occidente, Estados Unidos y sus aliados. Realmente, creen que, en muchos sentidos, es su aliado. Si usted observa el modo en que actúan Venezuela, Bolivia y otros países dominados por regímenes populistas, verá que votan constantemente con países como Irán o Siria, que son muy antioccidentales.

 

La corrección política y la obsesión de la izquierda con el islamismo radical están desactivando la capacidad de autodefensa de las democracias occidentales. Al no denunciar a los radicales y a los movimientos que están claramente vinculados con asociaciones e instituciones radicales, y ni siquiera a organizaciones terroristas, Occidente se aproxima a ser subyugado por ellos.

 

¿Cómo ha respondido la izquierda en España a las recientes amenazas de muerte que se han lanzado contra su persona?

 

La izquierda radical ha unido fuerzas con los islamistas radicales en mi contra. Cuando vieron la abrumadora reacción popular en mi defensa (salieron en mi apoyo incluso gentes de la izquierda moderada) pensaron que las cosas se habían salido de madre. Así que decidieron desacreditarme a mí y a esas amenazas, que han sido confirmadas por el Ministerio del Interior. El ministro me llamó para decirme que los servicios de inteligencia de la Policía habían dado con las amenazas, que aparecen en diversas páginas web yihadistas encriptadas y radicadas en Arabia Saudí. El mensaje es claro: es preciso que sea asesinado. El ministro de Defensa, que fue ministro del Interior durante dos años, también me llamó para manifestarme su solidaridad y apoyo.

 

Deploro el mero hecho de que estos extremistas de la extrema izquierda en España hayan decidido unir fuerzas con aquellos que atacan la democracia, porque, con independencia de lo profundas que sean nuestras diferencias, se supone que estamos en el mismo bando.

 

¿Cree usted que existe la posibilidad de que los islamistas logren un día su sueño y España pase otra vez a estar bajo gobierno islámico?

 

No lo creo, pero la lucha se hará más vasta y difícil, porque la sociedad española no está dispuesta, o preparada, para aceptar la amenaza que afrontamos. La gente ha prosperado aquí en muy poco tiempo. España es la octava nación más próspera del mundo. Tenemos unos ingresos per cápita de alrededor de 28.000 dólares al año. La gente quiere pagar sus hipotecas, salir la noche de los viernes, tomarse de 15 a 30 días de vacaciones al año, comprar coches bonitos y, en general, disfrutar de la buena vida. No están escuchando a quienes somos, en algún sentido, apocalípticos. Pero es nuestra labor.

 

No me voy a comparar con Churchill, sería extremadamente absurdo si lo hiciera. Pero en muchos sentidos creo que algunos de los intelectuales y políticos que están denunciando las amenazas de este siglo a la democracia sufren las mismas críticas que Churchill sufrió antes de que la amenaza nazi fuera evidente para el mundo entero. Aunque hay gente que está bastante al tanto del enorme peligro que representa el islamismo para gran parte del mundo, no creen que sea capaz de poner en peligro su estilo de vida, o sus libertades y derechos, en pleno siglo XXI. Pero, de hecho, esa es la cuestión.

 

Por Aaron Hanscom (Front Page Magazine)

Minuto Digital, 12 de marzo de 2007

Entre genio femenino y verdadero feminismo. Entrevista a la autora del libro «La mujer en una dimensión»

Entre genio femenino y verdadero feminismo. Entrevista a la autora del libro «La mujer en una dimensión» ROMA, jueves, 8 marzo 2007 (ZENIT.org).- En esta entrevista a Zenit, Alessandra Nucci, autora del libro en italiano «La mujer de una sola dimensión. Feminismo antagonista y hegemonía cultural» («La donna a una dimensione. Femminismo antagonista ed egemonia culturale», editorial Marietti), critica el feminismo que quiere cancelar el papel de madre y mujer, y presenta el genio femenino como senda para la verdadera emancipación.

 

--En su libro acusa a ciertas corrientes feministas de haber distorsionado la condición natural de la mujer. ¿Nos explica por qué y cómo se habría producido esta distorsión?

 

--Nucci: Yo acuso a un feminismo de élite de haberse apropiado de las justas instancias de las mujeres para llevarlas a apoyar la construcción de una cultura «antagonista». Es una instrumentalización ideológica cuyas raíces se pueden encontrar en el siglo XIX, pero en los años noventa encontró una desembocadura y una cobertura en la teoría «de género», una reformulación de la antropología de la que la mayor parte de las mujeres no sentía necesidad.

 

--Usted sostiene que estas formas de reivindicación están relacionadas con la desestructuración de la familia por una parte y con las políticas demográficas y de reducción de nacimientos por otra.

 

--Nucci: El género impone un concepto de igualdad que en realidad lleva a la uniformidad, y se traduce por tanto en un debilitamiento de las pertenencias y las identidades que forman la familia. Son pasos que resultan visibles en concreto si se sigue el desarrollo de las conferencias y de las convenciones de la ONU. La Conferencia de El Cairo de 1994 debía ocuparse de «población» pero vio una masiva participación feminista dedicada a reivindicar los propios «derechos reproductivos», entendidos como el derecho a no tener hijos.

 

Al año siguiente, las mismas componentes actuaron en la Conferencia de la Mujer en Pekín para oficializar, con hábiles estrategias de organización del «consenso» la redefinición de la palabra «género». Es una conquista del territorio cultural, palmo a palmo, que luego revierte en la cultura mundial, a través de un sistema piramidal de entes y organismos, gubernamentales y no gubernamentales, que se remontan a la ONU, que han asumido todos una componente educativa, y de los que la mayor parte de nosotros no sospecha ni siquiera su existencia.

 

--Entre las corrientes culturales que usted indica como decisivas en esta desestructuración de las identidades, está el ecofeminismo, que usted considera como un intento de favorecer formas de panteísmo neopagano. ¿Puede decirnos algo al respecto?

 

--Nucci: La alianza entre feminismo y ecologismo se formalizó en la Conferencia Mundial de Río de Janeiro sobre Ambiente y Desarrollo de 1992. Estaban presentes decenas de delegaciones feministas, que lograron insertar en los documentos finales abundantes referencias a la condición de la mujer. De este modo, desde esta conferencia que por primera vez expresó una visión del mundo biocéntrica, el hombre ha ido poniéndose cada vez más al mismo nivel que la flora y la fauna, mientras que a la mujer ha sido dado el papel de guardiana de la naturaleza, con la que tendría en común la capacidad de dar la vida y la suerte de víctima de la sociedad patriarcal.

 

La paradoja es que es justo el ecologismo que confluye en el panteísmo New Age, y que tiene por sacerdotisas a las mujeres dedicadas a las filosofías orientales, el que ha difundido la cultura que quiere hoy que todo sea «natural» y «holístico», desde las patatas hasta la educación. Pero cuando se trata de la fisiología natural de la mujer, todo medio es lícito y oportuno para desincorporar de ella la maternidad y manipularla con medios artificiales

 

Estas teorías se han injertado en el terreno ya preparado por una parte de la teología feminista, que en sus formas más extremas ha dado lugar a formaciones neopaganas, y que tanto ha contribuido al vaciamiento de los conventos estadounidenses a partir de finales de los años sesenta.

 

--En un capítulo de su libro usted sostiene que la Iglesia no rechaza en conjunto todo el feminismo sino que hace un discernimiento bien preciso. ¿Qué quiere decir?

 

--Nucci: Mientras que en la cultura «de la acusación» en la que vivimos hoy las diversidades son exaltadas para contraponerlas, la Iglesia ve en las diferencias algo que lleva a la relación. Es lo que escribía Benedicto XVI en su «Carta a los obispos sobre la colaboración del hombre y la mujer en la Iglesia y en el mundo», publicada en 2004, cuando era prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe. Sobre las huellas de los escritos del Papa Karol Wojtyla, también la «Carta a los obispos» ponía de manifiesto el hecho de que existen valores y un «genio» distintamente femeninos. Pero desde cuando Pablo escribió «no hay ya ni hombre ni mujer» (Gal 3,27-28), la Iglesia siempre ha afirmado la paridad entre los sexos, depurada de la rivalidad.

 

La historia y los documentos están para atestiguar además que no es ni siquiera verdad que celebre a la mujer sólo si es mujer o madre. El solo hecho, en fin, de que para la Iglesia el modelo de perfección para todos, varones y féminas, sea una mujer, María de Nazaret, debería ser prueba suficiente de que el catolicismo está a favor de la mujer por definición. Por suerte, si el léxico antagonista pliega todo a la tesis de la opresión patriarcal, hoy son mayoría, aunque no hagan ruido, las teorías feministas que valorizan en la mujer justo esta gran propensión a la relacionalida.

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Félix Ovejero Lucas: «El Gobierno no parece reparar en que le otorga la condición de héroe moral al asesino De Juana Chaos»

Félix Ovejero Lucas: «El Gobierno no parece reparar en que le otorga la condición de héroe moral al asesino De Juana Chaos» Doctor en Economía, investigador invitado en diversas universidades norteamericanas, autor de obras imprescindibles como «La quimera fértil», «La libertad inhóspita», «Proceso abierto. Socialismo después del socialismo», «Nuevas ideas republicanas», o «Las razones del socialismo», Félix Ovejero construye una impecable e inmejorable crítica intelectual al nacionalismo en «Contra Cromagnon. Nacionalismo, democracia y ciudadanía» (Montesinos).

-En el afán de Zapatero de seguir negociando con los hombres de Cromagnon, la excarcelación del etarra De Juana supone la humillación del Estado ante el chantaje de un asesino de 25 seres humanos. A la indignada opinión pública se le esgrimen «razones humanitarias» para liberarlo. ¿Qué pensarán de esas «razones» los familiares de las 25 personas que no pudieron disfrutar de «razones humanitarias» cuando el criminal las asesinaba?

 

-No creo que haya que darles muchas vueltas a las razones de De Juana. Sobre lo único que no caben dudas es que él ha conseguido su objetivo; no sólo se va a su casa, sino que además con la conciencia de que lo consigue sin debililitar su causa, al revés, reforzándola y sintiéndose reforzado en ella. Lo llamativo es el caso del Gobierno. Es notorio que se avergüenza de las razones de su actuación. No cree que sean defendibles. Las que alega (también lo hizo Aznar, las humanitarias, no hay que convertirlo en un mártir) son falsas o falaces y le falta convicción al invocarlas, sabe que no funcionan. En esas condiciones el resultado final es el peor. El Gobierno no cree que su punto de vista sea defendible y, con sus balbuceos, no parece reparar en que le otorga la condición de héroe moral al asesino, el único que saca pecho. Quizá no estaría de más que nos acordáramos de la - atinada- inflexibilidad moral de la izquierda («ni olvido ni perdón») con los milicos argentinos o con Pinochet, quienes, en todo caso, volvían a sus casas sin hacer ruido, esperando que nadie se acordará de ellos, sabiendo que, perdonados o no, habían sido derrotados, formaban parte de la lista de los miserables. Lo preocupante de todo esto es que, me temo, éste será el tono general de la negociación. El Gobierno sin poder justificar sus acciones, sin creer en lo que hace, y los terroristas presentando los resultados, los que sean, como conquistas «ante el pueblo Vasco», como demostración de la justificación de la violencia y a ellos mismos como libertadores.

 

-¿Zapatero se cava su fosa electoral al negociar con ETA?

 

-Está en un camino sin salida y, cada vez peor, sin retorno. La reforma territorial se le descose por todas partes, con unas poblaciones indiferentes, y unas clases políticas en una carrera sin tregua que nadie quiere. Sólo le queda la negociación con ETA. ETA lo sabe y lo explota. En poco más de un año hemos pasado de discutir los problemas de reinserción a la agenda política de ETA. No se ven salidas sencillas a este embrollo: si se cede, por lo que se cede, y lo que acaso es peor, porque ETA se atribuirá -no sin razones- los méritos, y no volverá calladita a su casa como los franquistas al final de la dictadura, sino sacando pecho; y si no, volvemos diez años atrás, o peor, porque en el camino hemos perdido muchas cosas. Tendríamos que recuperar el sentido cabal de las palabras. Seguramente la mayor derrota que el PSOE se ha infligido a sí mismo ha sido aceptar la tramposa descripción nacionalista. Costará muchos años recuperarse de esa corrupción intelectual, si es que es posible.

 

-¿A qué se debe ese empeño de Zapatero en que nos arrojemos a la cara los muertos de la guerra?

 

-No se puede ignorar que, con todas sus sombras, la República encarnaba un ideal democrático que el franquismo truncó. Pero eso ya lo sabíamos todos. Nadie puede engañarse: la historiografía en España se había hecho desde ese punto de vista. Otra cosa es que queramos administrar la verdad histórica. La verdad no se decide por decreto. En Francia y en Italia la izquierda académica lo tiene bastante claro y, menos servil y sectaria, se ha rebelado frente a intentos parecidos. Como la gente más sensata aquí, también el PSOE. Otra cosa son los cortesanos. Conjeturo que, aquí sí, había una estrategia de aislamiento del PP, al que se quiere colocar la etiqueta de «franquista», una estrategia en la que podía coincidir con sus aliados nacionalistas, interesados en edificar sus mitos, entre ellos, por cierto, la fantasía de que la Guerra Civil fue una guerra contra Cataluña o el País Vasco. Pero, claro, a estos, en realidad, la verdad les incomoda: las traiciones nacionalistas a la República, antes y durante la guerra; la resistencia de Madrid y la brutal represión, sin equivalentes, en un Extremadura que algunos quieren presentar ahora como explotadora de los catalanes.

 

-¿La devoción de Zapatero por Cromagnon es, pues, una estrategia electoral de poder para marginar a la derecha competidora: para esquinar al Partido Popular?

 

-Seguramente ese es un efecto, aunque no sé si la intención. Las estrategias de aislamiento de la oposición, o de división, forman parte del juego político normal, pero a veces resultan peligrosas. El problema con los nacionalistas es que constituyen un aliado imposible porque no comparten la comunidad política de referencia. A ellos, el interés general de los ciudadanos les trae sin cuidado, y como no tienen que responder políticamente frente al conjunto de la población -sino solamente frente a su parte del electorado- siempre son caballo ganador. No olvidemos que los presupuestos generales del pasado año dependieron de si el catalán o el valenciano se llamaban lo mismo, es decir que lo que se iba a gastar en Sanidad en determinados sitios dependía de la reivindicación de alguien a quien sólo le preo-cupaba una parte del territorio. Para que la democracia apunte en sus decisiones a la Justicia es importante que se esté de acuerdo en la comunidad de referencia, en que todos los intereses se consideren igualmente atendibles. La consecuencia es que, seguramente en contra de lo que quisiera, Zapatero está debilitando la realización de principios de Justicia, los que la izquierda siempre había defendido.

 

-¿El supuesto «republicanismo» de Zapatero es contradictorio con el nacionalismo?

 

-Para el republicanismo los ciudadanos no tienen otro compromiso que la defensa mutua de sus derechos y libertades. Discutimos y deliberamos, y eso se traduce en una ley que asegura la libertad, una ley justa que impide que unos dominen sobre otros. Son los principios que han abastecido a las revoluciones democráticas. El socialismo era un ahondamiento en esos principios, una extensión de su aplicación. Pues bien, cuando la deliberación entre ciudadanos se sustituye por la negociación entre pueblos, se ha quebrado ese ideal de justicia y de democracia. No se atenderán los intereses justos, y sí los de quienes tienen poder para imponer los suyos.

 

-¿Por qué la izquierda ha abducido al nacionalismo separatista?

 

-No sé en realidad quién ha abducido a quién. En parte, supongo, por la inercia del antifranquismo. Una parte de la izquierda ha asumido el lenguaje nacionalista, identitario, y lo que es peor, se cree su descripción de la realidad. Sin ir más lejos, Cataluña, culturalmente, es mucho más diversa que el conjunto de España. Y sin embargo, las instituciones políticas son mucho más homogéneas en Cataluña -en donde las posibilidades de educación en castellano prácticamente están excluidas-. Lo peor es que la ignorancia de las ideas acaba en el maltrato del ideario, de lo que importa, no la metafísica unidad de España, sino los derechos de los ciudadanos.

 

-¿La ridícula participación en el Estatuto andaluz es una inflexión para el sentimiento nacionalista?

 

-En realidad el llamado «sentimiento nacionalista» es una recreación de clases políticas locales interesadas en extraer rentas políticas. Crean un problema (el reconocimiento de «los hechos diferenciales», cebados presupuestariamente) para el que se presentan como solución. Los catalanes eran los que más satisfacción mostraban con su autonomía, y en su mayoría no se autocalificaban como «nación». Y en lo que atañe a pautas de consumo, composición de apellidos, modelos de vida, los catalanes son un resumen bastante exacto de la realidad española. El 70 por ciento, en primera o segunda generación, tenemos nuestros orígenes fuera de Cataluña, y eso, supongo, algo tendrá que ver con la bendita identidad. Las supuestas identidades no son más que eso: unas gotas de realidad en un mar de supersticiones alentadas por unas clases políticas interesadas en rentabilizar las diferencias. Unas clases políticas sometidas a mucha menos criba que la clase política general del Estado. Los poderes locales permiten la vecindad, el clientelismo, influyen en medios de comunicación locales que dependen de sus asignaciones. No hay una realidad que reconocer; al revés, hay que reconocer que la realidad invocada es una irrealidad. La indiferencia de los ciudadanos ante los Estatutos que supuestamente iban a «reconocerlos» es la más rotunda confirmación de esa circunstancia.

 

-¿El hombre de Cromagnon es hoy, pues, el hombre nacionalista?

 

-Creo que fue Fernando Savater quien dijo que nacionalismo es la tiranía de los orígenes. Un origen, por supuesto inventado, se considera la genuina identidad -como si lo demás, empezando por la dictadura, pasara sin huella- y se quiere convertir en el destino. Muy poco sensato. Lo que caracteriza a la especie humana es escapar a esas constricciones, emanciparse de su herencia, de su tradición, hacerse libre. Lo otro conduce a las políticas de exclusión, a «los españoles de bien» de Franco o a esa estratregia nacionalista que, ante las preguntas, no dice: «¡Mire, yo discrepo de usted!», sino: «¡Usted es anticatalán!» Al que piensa diferente se le excluye. No hay argumento más reaccionario políticamente, y menos democrático o deliberativo.

 

-En «Contra Cromagnon» usted busca los soportes intelectuales del nacionalismo. ¿Los ha encontrado?

 

-La verdad es que, analíticamente, el nacionalismo tiene fundamentos muy endebles. Carece de teóricos importantes, de su Hobbes o su Tocqueville, o de su Marx. Es una perpetua repetición de tópicos. No se siente obligado a replicar a las críticas; al revés, cualquier crítica se entiende como una provocación, no a ellos, claro, sino a todos, a «la nación». El nacionalismo tiene que inventarse unos mitos, unas tradiciones...

 

-Como las inventó el aranismo...

 

-Sabino Arana era alguien del siglo XIX, errático, poco informado. Racista, es cierto, pero tales majaderías no eran tan excepcionales en Europa. Lo asombroso es que alguien se pueda reivindicar hoy heredero de Arana. Es lo inquietante.

 

-¿Y del catalanismo?

 

-La historiografía más reciente confirma que esa imagen de la España reaccionaria no liberal frente a la Cataluña progresista tiene unos cimientos históricos bastante débiles. Quienes hoy critican la Constitución porque habla de «la indisoluble unidad de la Nación española» parecen no conocer la constitución republicana, «un Estado integral». Ya firmaría yo un Estatuto catalán como el de la República, donde la educación en castellano estaba asegurada en Cataluña y Cataluña se consideraba región, en un momento en el que la composición demográfica no era ni remotamente parecida a la actual. Por cierto, que ERC practicaba entonces por la repatriación forzosa de los trabajadores emigrantes. Esa recreación histórica es el estado normal de todo nacionalismo, la mentira sobre la historia. Por ejemplo, en Barcelona se enteran de que existe la sardana en 1900. ¡Esas son nuestras tradiciones y nuestras herencias!

 

-¿Adónde vamos de la mano del nacionalismo de Cromagnon?

 

-Una de las consecuencias peores será el debilitamiento de los instrumentos de Justicia, que actúan para limitar la capacidad arbitraria que tienen ciertos poderes para imponerse. La fragmentación del Estado tendrá como primera consecuencia socavar nuestro menesteroso Estado del bienestar. Las autonomías entrarán en una carrera por ver quién baja los impuestos, debilita los derechos de los trabajadores y elimina la protección ambiental. Se perderá en el ámbito de la eficacia. -¿Por qué desde el nacionalismo se odia tanto a España?

 

-El franquismo nos vacunó frente a la mitología nacionalcatolicista, frente al nacionalismo español. Lo único bueno de todo aquello. Lo absurdo es que la misma mitología se repita en mil sitios, y además se presente como progresista o antisistema (a cargo del presupuesto, eso sí). Asombra que los que nos recuerdan cada día la bandera de la Plaza de Colón cierren sus actos de partido con himnos patrióticos. ¿Qué diríamos si el PSOE concluyera sus actos con la bandera de España y cantando el himno español? Mire, el día que se aprobó el Estatuto se levantó la prensa para cantar con los parlamentarios. Siempre recomiendo que traduzcamos los ejemplos nacionalistas al resto de España. Cuando alguien me espeta: «Usted es españolista», le digo: oiga, yo no estoy defendiendo en Cataluña que la enseñanza sea exclusivamente en castellano -que sería la traducción-; yo no estoy defendiendo que la Administración me trate sólo en castellano -que sería la traducción-; y no defiendo que recuperemos las colonias -que sería lo equivalente a los «paisos catalans»-...

 

Por ANTONIO ASTORGA.

ABC, 4-3-2007