El próximo 11 de marzo celebraremos el tercer aniversario de la masacre terrorista que, perpetrado en las cercanías de Madrid, ocasionó cerca de 200 muertos y más de 1400 heridos, muchos de ellos con secuelas físicas y psicológicas para toda la vida. Las personas que viajaban en ese tren no olvidarán nunca lo que vivieron y sufrieron en ese fatídico 11 de marzo; tampoco podrán hacerlo ni los testigos directos ni quienes ejemplarmente les auxiliaron.
En las horas posteriores al atentado, la mayoría de los españoles responsabilizábamos de tal masacre al grupo terrorista ETA; incluido el Jefe del Gobierno Vasco quien, avergonzado, maldijo a ETA por esa aparente autoría vasca. Actualmente nadie tiene ninguna certeza sobre lo que pasó el 11-M. Hay muchísimos puntos obscuros y contradictorios que lo impiden; como son la existencia de pistas falsas y posteriores a los hechos, deliberadamente puestas para llamar la atención o confundir a la policía y a los cuerpos de seguridad.
En el atentado de las Torres Gemelas de Nueva York, aquel estremecedor 11-S, los miembros del comando terrorista murieron, se auto-inmolaron; en cambio en el 11-M parece ser que los autores materiales no murieron, o no quisieron morir, ¡no querían verse todavía con Alá! Después de salvarse de la auto-inmolación, no tiene ningún sentido que lo hicieran a los pocos días, en un piso de Leganés, al verse rodeados por los GEOS. Es otro misterio todo lo que ocurrió allí.
¿Fracaso o triunfo de los GEOS? Para mí, un fracaso, ya que era imprescindible y fundamental detener con vida a los autores materiales, para que confesaran cuándo, quiénes y dónde se planificó el atentado. Y para saber también cuándo, quiénes y dónde se montaron las bombas con los móviles; operación muy compleja para unos simples y desgraciados autores del transporte de las mochilas.
¿Y qué podemos decir del papel desempeñado por los servicios secretos españoles en todo lo referente al 11-M? Si conocían los preparativos, como actualmente nos consta, ¿por qué no actuaron?
Por otra parte, se afirma que los servicios secretos marroquíes controlan todos los movimientos de la población marroquí en Europa. Nadie “se mueve” sin que se enteren. Si eran marroquíes los autores materiales, ¿cómo no actuó “la inteligencia marroquí” previniendo al Gobierno español?
Tampoco se entiende que el jefe de los servicios secretos españoles, a los pocos días del atentado, fuese nombrado embajador de España ante la Santa Sede. ¿Premio o exilio? Todo ello muy grave y totalmente ininteligible.
¿Dónde consiguieron los terroristas los explosivos? Si las relaciones entre confidentes, traficantes de explosivos y Cuerpos y Fuerzas de Seguridad suelen ser generalmente intensas, ¿cómo es posible que los verdaderos responsables de la seguridad en España no se enteraran de nada, haciendo el mayor de los ridículos? Y no solamente los responsables de seguridad: todo el Gobierno vivió unos días de total desorientación a causa de las distorsionadas informaciones proporcionadas por algunos responsables policiales.
Pero no todos estaban mal informados. Quienes habían permitido -¿o teledirigido?- los hilos del atentado, también informaban a algunos grupos de poder. España parece que sigue siendo distinta. En todos los países democráticos, ante un atentado terrorista, todos los partidos políticos se unen formando una piña y actuando unidos; como son los casos recientes de EE.UU. y de Inglaterra. En cambio en España, y a las pocas horas, los partidos de la oposición no se enfrentaban a los supuestos terroristas, sino al Gobierno al que acusaron de mentir; pues, según aquéllos, el 11-M estaba originado en la participación española en la guerra de Iraq.
En el programa electoral del Partido Socialista, del 2004, no se recogía ninguna medida que vislumbrara un cambio en España. Económicamente, España marchaba bien; en la lucha contra el terrorismo de ETA, se había avanzado mucho; y en la política internacional, España estaba alcanzando un protagonismo nunca conocido hasta entonces.
Pero un hecho, como el sufrido el 11-M, imprevisible y terrorífico, acaso podría facilitar un cambio radical. Aquel hecho, perpetrado apenas tres días de las elecciones del 14-M, sorprendió por completo al Gobierno. Por contra, la oposición, que parece ser disfrutaba de mejor información, responsabilizó casi inmediatamente al Gobierno, al que acusó de mentir; una acusación que, hoy en el poder, mantiene inflexiblemente. Y en unas escasas horas organizaron ante las sedes del Partido Popular, en toda España, manifestaciones contra el Gobierno, responsabilizándole de los atentados.
La justicia todavía no ha revelado nada importante sobre el 11-M. El sumario reúne más de 80.000 páginas. En el mismo figuran gentes de estratos sociales muy dispares: del hampa, de la policía, y de la justicia; envueltas de alguna manera en las tramas del 11-M. Mal augurio. Humanamente se presenta casi imposible, con tantas informaciones y gentes implicadas, saber quién organizó y ordenó ejecutar el atentado del 11-M.
En estos momentos, en que nos acercamos al tercer aniversario del 11-M, nuestro Foro El Salvador quiere recordar -a las víctimas- que no les olvidamos, que la memoria de su dolor y sacrificio siguen vivos, y que queremos ser su voz. Una voz que reclama para ellas toda la ayuda económica, médica y psicológica precisas, así como un reconocimiento público de su protagonismo axiológico en las sociedades modernas; en forma de verdaderos homenajes y monumentos para su dignificación. No olvidemos que estas medidas ya eran exigidas por la ONU en su Resolución de 18 de enero de 2000.
Pero a pesar de todas las asistencias que les podemos prestar, las víctimas sólo se sentirán satisfechas -y sus heridas cicatrizadas y curadas- cuando sepan quiénes han sido los verdaderos autores de la masacre del 11-M. Porque para superar el dolor moral y psicológico es imprescindible conocer la causa y al autor responsable de ese dolor. Sólo entonces, con la herida totalmente cicatrizada, sabiendo quién la causó, pueden empezar a vivir con dignidad.
No les hagamos sufrir más, innecesariamente, o apartándoles de la verdad. Porque el mejor homenaje que les debemos hacer es el descubrimiento de todo lo realmente acaecido aquel 11-M. En este contexto, procedería una declaración institucional en la que se les pida perdón por lo poco que se ha hecho en el esclarecimiento de los hechos, con la promesa, sincera y leal, del empeño firme y decidido, de hasta llegar a la verdad de los hechos. Este sería el mejor homenaje que podemos ofrecer a las víctimas.
Las víctimas, todas ellas, están ejerciendo sus más elementales derechos cuando hacen públicas sus protestas y exigencias. Así, la demagógica acusación de que las víctimas obrarían manipuladas por la oposición política, es un insulto a su memoria, dignidad y justicia.
Después de observar y de examinar atentamente todos los hechos, me atrevo a concluir, en estas vísperas, y por último, lo siguiente:
1º. El 11-M ha producido los efectos de un golpe de Estado; que supuso un cambio imprevisto de Gobierno, una reorientación de la política exterior española, y una modificación radical de la política anti-terrorista. Y el Congreso de los Diputados, con su Comisión “ad hoc”, no contribuyó, precisamente, al esclarecimiento de la verdad. Así, empieza a ser cierta esa expresión popular que afirma que, en este País, “si no quieres esclarecer la verdad de unos hechos, nombra una Comisión parlamentaria.
2º Los hechos del 11-M han sido distorsionados mediante maniobras destinadas a entorpecer su investigación.
3º Estas maniobras implican la participación activa y pasiva de algunos miembros de las Fuerzas y Cuerpos de la Seguridad del Estado.
Unas circunstancias, en suma, que oscurecen la necesidad de verdad de las víctimas y, por extensión, de toda la ciudadanía.
Me sumo a las víctimas sin reservas. Por ello reitero que el mejor homenaje que les podemos hacer, ahora mismo, es el total esclarecimiento del cuándo, quién, y dónde se planificó el atentado.
Jaime Larrínaga
(Presidente del Foro El Salvador y ex párroco de Maruri, Vizcaya).