Obstáculos que siguen en el camino
En este contexto, es incomprensible que en los últimos días dirigentes de algunos partidos políticos vascos insistan tanto en su «convencimiento» de que el acercamiento que no la repatriación de los presos políticos es cuestión de semanas. Si esa noticia llega, sin duda será acogida con esperanza por quienes durante décadas han luchado para que, de entrada, los estados español y francés pongan fin a ese castigo añadido con el que se castiga tanto a los prisioneros como a sus allegados. Y no resulta fácil comprender la reiteración de esos mensajes muchos pronunciados por quienes han defendido la dispersión prácticamente hasta ayer cuando a día de hoy los presos políticos vascos están sufriendo hechos tan graves como la aplicación encubierta de la cadena perpetua, el abuso de la prisión preventiva o la denegación de beneficios penitenciarios y la eliminación de las redenciones. Una política que comparten, uña con uña, los gobiernos español y francés, ya sea modificando las legislaciones con normas especiales, ya sea aplicando especialmente las leyes en los «tribunales de guerra» donde continúan juzgando a los ciudadanos vascos.
Con esos hechos encima de la mesa, sirven para poco los mensajes de esperanza lanzados desde el otro lado de la barrera política. Lo que esperan las ciudadanas y ciudadanos vascos son compromisos prácticos. Si tan seguros están algunos de que los presos regresarán pronto a Euskal Herria, o de que Batasuna podrá presentarse a las próximas elecciones en igualdad de condiciones, deberían movilizar sus recursos para derribar los obstáculos que impiden que esos augurios se conviertan en hechos irreversibles. Mientras, sería preferible recetar el optimismo en dosis más reducidas. -
Editorial de Gara, 4 de septiembre de 2006
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