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Poder cultural y educación

¿Una sociedad de yoes?

¿Una sociedad de yoes?

En el futuro se incrementará el interés en la propia persona en detrimento de prácticas altruistas y solidarias.

 

 

La sociedad moderna ha asistido al nacimiento de un nuevo tipo de ciudadanos que han adquirido mayores conocimientos que nunca y que disponen de más recursos materiales que en épocas pasadas, lo que ha conducido a un incremento de la autonomía individual. Esa autonomía individual, contemplada desde algunas perspectivas, puede entrar en contradicción con la práctica de la solidaridad y ser la causa, según algunos expertos, del descenso del compromiso solidario.

 

“¿Somos, realmente, una sociedad de yoes?” -se pregunta Ulrich Beck-. Hay sin duda razones para creerlo si se pasa revista a las expresiones en boga en nuestro tiempo: falta de solidaridad, decadencia de valores, cultura del narcisismo, trampa del egoísmo, sociedad del ego o hedonismo son términos que resuenan en el espacio público.

 

Independientemente del juicio que se formule sobre el futuro, el supuesto común que subyace en todas estas formulaciones es que el individualismo y la solidaridad son posturas antagónicas. El interés personal está contra de los intereses por los demás. Entre la “sociedad del yo” y “la sociedad del nosotros” existe un abismo insalvable. El acusado sentido del yo y de la propia independencia parece ir en detrimento del sentido colectivo y de la participación en la cosa pública. ¿Realmente son incompatibles el valor de la autonomía y el de la solidaridad?

 

Según el mismo Beck, la afirmación de uno mismo y el compromiso solidario no solo no se soportan entre sí, sino que se refuerzan y se influyen de manera positiva. A su juicio, se ha despreciado históricamente la autonomía individual, cuando lo que debe hacerse es no solo reconocerla como positiva, sino alimentar y favorecer la relación que existe entre la misma y la acción cívica y solidaria.

 

Querría eso decir que no cabe hablar de crisis de valores, sino en todo caso de conflicto de valores y, sobre todo, de la emergencia de nuevas pautas que saben conciliar la realización personal con la práctica solidaria. Bo Rothesin ha escrito que en los países escandinavos se ha pasado de los movimientos colectivos de masas al individualismo organizado, pero que ese individualismo organizado tiene efectos positivos para el bien común.

 

Del análisis de investigadores en diversos países resulta que la percepción que tienen las personas consultadas es la de que en el futuro se incrementará el interés en la propia persona en detrimento de prácticas altruistas y solidarias. También estudios realizados en España apoyan esta apreciación.

 

Se acusa sobre todo a los jóvenes de ser el grupo social en el que han hecho más mella las tendencias individualistas con menoscabo del compromiso solidario, pero la encuesta mundial de valores, cuyos resultados más relevantes para el caso de España han sido presentados por Ronald Inglehart, contradicen esta apreciación.

 

A juicio de Inglehart, España es un país cuyos valores han evolucionado en los últimos años de forma drástica hasta situarse entre los más avanzados del mundo, poniendo el énfasis en los valores postmaterialistas más que en los materialistas. Según la encuesta, los españoles no sólo se describen a sí mismos como más tolerantes que los de otros países, en lo que cabría una importante carga de subjetividad, sino que sus posiciones respecto los derechos de la mujer o sobre el derecho al trabajo de los inmigrantes por ejemplo reflejan unos valores muy por encima de la media del conjunto de los 81 países en que se realizó la encuesta.

 

Este cambio de mentalidad y de valores que se detecta en nuestro país, se debe, de un modo determinante, a los jóvenes. En ninguna otra parte como en España -afirma Inglehart- se aprecia un corte generacional tan profundo. A pesar de todas estas transformaciones, la encuesta mundial de los valores para España confirma que la familia recibe la valoración más alta del conjunto de las instituciones y la que obtiene mayor reconocimiento sobre el papel que juega en la difusión de prácticas solidarias.

 

Encuestas posteriores ratifican el creciente ascenso de la actitud solidaria por parte de los jóvenes, aunque ello no se corresponda en un plano paralelo a un mayor compromiso efectivo. Diversos estudios han puesto especial énfasis en la condición juvenil como una etapa de la vida en que se acogen y promueven, con más relevancia que en otras, causas solidarias. Pero los mismos estudios ignoran que la situación de los jóvenes, marcada por la incertidumbre respecto a su futuro, es una fuerza que opera contra la posibilidad de un compromiso cívico y solidario con cierta permanencia.

 

Esta situación de incertidumbre modifica el sentido que el individuo atribuye al hecho de estar junto a otros. La presencia de otras variables, tales como la fragmentación, la falta de estabilidad, la falta de certeza y otras, serían elementos que actuarían en contra del compromiso solidario, pero hay otras realidades que tiran en sentido contrapuesto, de modo que se produce una paradójica combinación entre una tendencia a una individualización por un lado y la aparición de una vasta pluralidad de tipologías de compromiso social y participación por otro.

 

En definitiva, la autonomía no es, per se, contraria a la práctica de la solidaridad. El sentido de la propia individualidad y el deseo de emancipación no tienen porque significar un olvido de los otros más vulnerables. Al contrario, uno puede reivindicar plenamente su proyecto vital y contemplar, en él, a los grupos más necesitados de la sociedad. Lo que realmente cierra el camino hacia la solidaridad es la incertidumbre frente al propio futuro, la precariedad laboral y la especulación de la vivienda. Cuando el futuro se presenta bajo el signo de la oscuridad, uno tiene a pensar, sobre todo, en sí mismo y en los suyos. Entonces, los otros quedan en un segundo plano.

 

Francesc Torralba Roselló

Forum Libertas, 9 de mayo de 2007

El fantasma de Gramsci recorre Europa

El fantasma de Gramsci recorre Europa

Desde mediados del siglo XX, y especialmente a raíz de Mayo del 68, se desarrolló en Europa occidental un marxismo teórico e intelectual, que trató de modificar el materialismo histórico teniendo en cuenta las circunstancias socio-políticas y culturales de cada país. El creador de la llamada filosofía de la praxis, el italiano Antonio Gramsci (1891-1937) –del cual, por cierto, se han cumplido el pasado 27 de abril setenta años de su muerte- es el teorizador de la teoría revolucionaria neomarxista que ha inspirado a la izquierda radical y a la concepción progre de la political correctness.

 

Gramsci consideraba que debía haber una estrategia revolucionaria específica para Europa occidental. Si en Rusia el Estado era el Leviatán omnipresente, ya que nunca existió una sociedad civil desarrollada, en la Europa occidental la superestructura era muy importante, era la clave para articular una suerte de revolución de las almas. Por lo tanto, la estrategia no era apropiarse del Estado para dominar la sociedad, sino de conquistar la sociedad para apropiarse del Estado. Había –y hay todavía en la mente tardoizquierdista- que conquistar ideológicamente a los intelectuales, sobre todo a través de la escuela y la universidad, que han sustituido a la Iglesia, porque los intelectuales son los difusores más eficaces de las ideas. La Universidad, la Magistratura, el Ejército, el Arte, la Historia, los Mass Media, deben marxistizarse. Los intelectuales deben romper con el poder político para hacerse portavoces del cambio de valores, para convertirse en agentes de la subversión axiológica, para transformarse en sacerdotes de la revolución.

 

Gramsci recoge la herencia del humanismo renacentista, del jacobinismo revolucionario francés y de la Ilustración, elementos que unidos con el materialismo histórico y dialéctico, configuran una Weltanschauung de la inmanencia. Más en concreto, Gramsci afirma, en los Cuadernos de la cárcel, que “la filosofía de la praxis presupone este pasado cultural: el Renacimiento, la Reforma, la filosofía alemana y la Revolución francesa, el calvinismo y la economía clásica inglesa, el liberalismo laico y el historicismo que se encuentra en la base de toda concepción moderna de la vida. La filosofía de la praxis es la coronación de todo este movimiento de reforma intelectual y moral”. Para Gramsci, el núcleo esencial del marxismo consiste en ser una religión de la inmanencia. El marxismo es una cosmovisión que tiene como enemigo a derrotar cualquier manifestación de una visión trascendente del hombre. El gramscismo neomarxiano es una revolución contra la trascendencia, en definitiva contra la religión y contra Dios.

 

El instrumento para construir la civilización de la inmanencia es el partido comunista, el partido revolucionario, denominado por Gramsci –gran admirador y devoto de Nicolás Maquiavelo- el Príncipe moderno. Siguiendo la cínica ética maquiavélica, para el ideólogo italiano cualquier medio es bueno si es eficaz para alcanzar el fin, que no es otro que el de llevar a buen puerto la revolución cultural.

 

El partido define los valores, que serán útiles en la medida en que ayuden a la completa secularización de la vida y de las costumbres sociales. Pero el partido no es sólo el inspirador intelectual de una nueva cultura inmanente, sino también y principalmente el eficaz ejecutor. En el interior del partido, a la usanza de las sociedades ilustradas de pensamiento, tiene que haber una élite cultural que pueda imponer a la masa puntos de vista inmanentes y antirreligiosos.

 

Hay que elaborar una nueva realidad social y cultural, desarraigada de la tradición cristiana. Todo medio que conduzca hacia la inmanencia y hacia la estulticia de lo “políticamente correcto” será calificado de moderno, avanzado, progresista y democrático. En cambio, los elementos de una visión trascendente o simplemente realista serán anatematizados con las adjetivaciones de antiguo, cavernario, oscurantista, sotanesco, reaccionario o simplemente fascista.

 

Después de la caída del Muro de Berlín y el sonoro desplome del Imperio soviético, desaparecieron los aspectos políticos y económicos del totalitarismo marxista. Pero en cuanto ideología materialista e inmanentista, el marxismo gramsciano ha sido el inspirador de una cultura agresivamente laicista y radical, así como deconstructora de valores y principios, que todavía está presente en vastos sectores de las sociedades occidentales.

 

En nuestra sociedad, en la española, el gobierno revolucionario radicalsocialista del Presidente Rodríguez Zapatero, alumno aventajado, discípulo avezado y epígono furibundo del gramscismo más recalcitrante, ha sumido a la Patria en una orgía de deconstrucción axiológica, en un trastoque de valores, que hace que se produzca un desenfreno conductual, una miseria moral, una apatía nacional y una confusión intelectual más propias de un cotolengo fetén que de una sociedad madura, desarrollada, responsable, avanzada, interclasista y democrática.

 

 

Dr. LUIS SÁNCHEZ DE MOVELLÁN DE LA RIVA

Profesor de Derecho en la Universidad CEU-San Pablo

Análisis Digital, 10 de mayo de 2007

Multiculturalismo: el hecho y las interpretaciones

Multiculturalismo: el hecho y las interpretaciones

Para cualquier europeo, el hecho ineludible es un “encuentro/desencuentro” entre hombres de diversas culturas. Ya no es un episodio aislado, como en otros tiempos. La globalización lo ha convertido en un fenómeno de dimensiones planetarias y ha provocado migraciones de pueblos enteros. Para encontrar un escenario similar tendríamos que retrotraernos a las grandes migraciones que hubo en Europa, y a la época de los descubrimientos.

 

Como europeos, aún sentimos la obligación de favorecer positivamente la convivencia entre culturas diversas, precisamente debido al ímpetu universalista que históricamente han tenido nuestras tradiciones. No es la primera vez que nos encontramos con el deber de afrontar el problema de la relación entre lo particular (la propia cultura) y la universalidad de los derechos y de su fundación racional, sin exclusión ni discriminación. La novedad estaría en el contexto actual: una dialéctica entre multiculturalismo y globalización.

 

Ambas tendencias se critican entre sí porque en realidad son dos expresiones “insatisfechas” de una exigencia más profunda: el reconocimiento de aquella unidad cultural en la que particularidad y universalidad no se excluyen recíprocamente. Como es obvio, una globalización basada en factores tecnológico-instrumentales (comunicaciones, mercados financieros, deslocalización industrial) produce categorías comunes de lenguaje y pensamiento, pero esto no es suficiente para garantizar valores universales y fundar una convivencia humana. Sin embargo, ante los límites de tal insuficiencia objetiva, el multiculturalismo contrapone respuestas tendencialmente cerradas en localismos, igualmente incapaces de ofrecer las bases para una verdadera cultura humana.

 

El desafío que implican el multiculturalismo y la globalización no puede ser esquivado por las sociedades democráticas liberales. Y no basta con afrontarlo desde un punto de vista puramente político-judicial, por otro lado imprescindible. Nuestras sociedades necesitan llegar, en los aspectos educativos y culturales, al problema de la identidad antropológica partiendo de las identidades culturales y/o religiosas. No por casualidad Fernando Savater, al analizar las raíces culturales del terrorismo vasco, denunciaba una educación que había producido una “antropología demencial”.

 

Estamos obligados a profundizar en las raíces de las diferencias y de su unidad, según una antropología relacional, capaz de abrirse al otro hasta llegar a las últimas preguntas. Debemos confrontarnos sobre la concepción del hombre, de su razón y de su libertad, con su vida social, y las respectivas relaciones. Aquí entran los debates esenciales, también los de tipo jurídico, sobre la democracia y la nueva laicidad, para establecer dónde poner límites al poder democrático, en virtud de una relación justa entre la sociedad (con sus diversas identidades culturales, religiosas, sociales) y el Estado.

 

Volviendo al nivel social y cultural, en las últimas décadas han surgido varios modelos de respuesta. Los más conocidos son los modelos liberales con raíces en la ilustración europea. Son perspectivas diferentes y a veces contrapuestas, desde el republicanismo francés de corte estatalista-laicista al liberalismo anglosajón, más inclinado a la tolerancia de las diferencias y partidario del modelo multiculturalista. La cultura de matriz socialista-comunista no ofrece respuestas originales, en cuanto que descuidó las identidades culturales, porque la redujo a epifenómenos de las condiciones de producción. Muestra de ello es el debilitamiento de la identidad de los partidos y sindicatos que históricamente han sido expresión de la clase obrera y que hoy absorben un amplio abanico de identidades alternativas, también de carácter comunitario.

 

En el obligado debate educativo y cultural sobre la antropología el punto central es el “encuentro”. Esta categoría posee una fuerza singular, tanto descriptiva como teórica, en cuanto que puede darse en diferentes niveles. En primer lugar, permite identificar el hecho mismo de que los hombres no sólo se enfrentan sino que se encuentran, y por tanto se mezclan. Permite, por otra parte, superar o completar otras categorías, más conocidas pero objetivamente insuficientes, como las de la integración o asimilación. Y a partir del valor factual e ideal del encuentro entre hombres y culturas encuentra su justificación otra categoría conocida como “mestizaje”.

 

Que los hombres se encuentren depende del hecho de que la comunicación entre los que son diferentes es posible. Su condición de posibilidad es la existencia de una unidad tan original como la alteridad, una “universalidad antropológica” que es fundamento de la diversidad. La segunda categoría decisiva por tanto para el debate del multiculturalismo es la “experiencia elemental”, esa red de exigencias y evidencias que identifican el corazón del hombre, como experiencia reconocida y vivida en todas las culturas. Se debe describir y documentar desde dentro de las diversas perspectivas, en su capacidad de apertura a todos y de juicio crítico de la diversidad cultural.

 

Sobre estas bases antropológicas se pueden desarrollar las medidas jurídicas y políticas necesarias para frenar las pretensiones contrarias a la experiencia elemental y favorecer el testimonio de obras sociales capaces de encontrarse con el otro.

 

Javier Prades (profesor en la Facultad de Teología San Dámaso de Madrid).

Páginas Digital, 4 de mayo de 2007

ANTE LA ECLOSIÓN DEL NUEVO ATEÍSMO. ¿Necesitamos la religión?

ANTE LA ECLOSIÓN DEL NUEVO ATEÍSMO. ¿Necesitamos la religión? Elton John.

"Yo prohibiría terminantemente la religión", declaraba Elton John allá por el mes de noviembre, en una entrevista comentadísima. Decía más la estrella del pop británica: "[La religión] convierte a las personas en ratas odiosas, y no es precisamente compasiva".

No es noticia que mucha gente encuentre odiosa la religión, pero el denominado Nuevo Ateísmo se está convirtiendo en una industria en expansión. En innumerables libros, artículos y conferencias se ensalza el laicismo y se ridiculiza, por absurda y perniciosa, la fe en Dios. Antaño, tal inquina hacia la religión quedaba relegada a los márgenes de la buena sociedad; hoy, en cambio, ocupa una lugar preeminente:

– A un congresista por California se le aclama por declararse ateo.

– En una información de portada del New York Times Magazine, titulada "¿Por qué creemos?", se habla de la fe religiosa como de una "adaptación evolutiva" y de un "accidente neurológico", pero no de la posibilidad de la existencia de Dios.

– La UE emite una declaración acerca de sus valores fundamentales a propósito de su quincuagésimo aniversario en la que no se hace referencia alguna al cristianismo.

– El último libro del célebre periodista Christopher Hitchens lleva por título God Is Not Great: Why Religion Poisions Everything (Dios no es grande: por qué la religión lo envenena todo).

Aun así, no hay que buscar demasiado para reparar en lo indispensable que resultan Dios y la religión para la vida civilizada.

El otro día, en la portada del Boston Globe había una foto en la que aparecía el reverendo Wayne Daly paseando con dos oficiales de policía por Grove Hall, en Roxbury. El pie de foto decía: "Objetivo, las zonas devastadas por la violencia. Miembros de la Black Ministerial Alliance empezaron ayer a acompañar a la policía en calidad de intermediarios".

Durante las próximas semanas, medio centenar de sacerdotes y ministros religiosos recorrerán los barrios más peligrosos de la ciudad para presentar a la gente los policías que patrullan las calles de sus vecindarios. El objetivo es acabar con la intimidación y la desconfianza, que con frecuencia impiden a los vecinos dar parte de hechos criminales. Una nota informativa decía que tras esta "alianza estratégica" estaba la idea de que "los residentes de estos barrios (...) pueden estar en el futuro más dispuestos a hablar con las fuerzas del orden si los ministros religiosos han allanado el terreno".

Supongo que Christopher Hitchens y Sir Elton John encontrarán esto incomprensible. Si la religión convierte al personal en "ratas odiosas", ¿por qué pedirá la Policía de Boston ayuda al clero local? Si la religión "envenena todo", ¿quién, en su sano juicio, depositaría su confianza en gente para la que el testimonio religioso es una forma de vida?

La verdad es que a la mayoría no nos cuesta nada comprender por qué los clérigos son vistos como intermediarios honestos, o por qué la Policía espera que constribuyan a hacer de Boston una ciudad más segura. Las siguientes cuestiones tienen más enjundia: ¿qué es lo que mueve a los ministros bostonianos a jugarse el cuello? ¿Qué les lleva a aliarse con la policía en barrios donde las bandas criminales tratan con crueldad a los "chivatos" y demás gente de bien? Y, ya puestos, ¿por qué se dedican al servicio religioso? Sin lugar a dudas, hay modos más fáciles, seguros y lucrativos de ganarse la vida.

Detalle de LA CREACIÓN de Miguel Ángel.El caso es que a los ministros religiosos les impulsa un cálculo moral judeocristiano según el cual la bondad y el servicio a los demás merecen más la pena que una carrera profesional sin complicaciones, segura y económicamente provechosa. La moral judeocristiana exige a sus seguidores bondad y decencia; no por mor de la razón, de la opinión general o de la "adaptación evolutiva", sino porque así lo ha querido Dios. Y de ese impulso moral –se hace el bien porque el Creador quiere que se haga el bien– provienen el desinterés y el afán de superación.

"Todos los días veo cómo funciona ese impulso moral –ha escrito el líder cristiano Charles Colson–, cuando 50.000 voluntarios de Prison Fellowship en Estados Unidos y otros 50.000 en el resto del mundo penetran en los más horribles agujeros para amar a las personas más indeseables que imaginarse quepa. Eso no se hace bajo el impulso de instinto alguno, pues va contra la egoísta naturaleza humana".

¿Pueden los laicos ardorosos, tan firmes en su creencia de que no existe un Dios al que haya que rendir cuentas, ni moral que no hayan establecido los hombres, ser buenos y afectuosos? Claro que pueden. Ahora bien, cuando la caridad y la bondad son más necesarios que nunca, por lo general no son los grupos conformados por los Nuevos Ateos los que dan el callo. ¿Qué es más probable, que se ocupen de los pobres moribundos de Calcuta las asociaciones laicas humanitarias o las Misioneras de la Caridad de la Madre Teresa, que hacen de la palabra de Dios ("Ama a tu prójimo") una obligación? Cuando la Policía de Boston necesita intermediarios de gran moralidad y confianza, ¿dónde los encuentra, en las organizaciones que orquestan campañas antirreligiosas o en la Black Ministerial Alliance?

Ya hemos tenido noticias de ese mundo de religiones prohibidas por decreto con que sueña Elton John: Hitler, Stalin y Pol Pot nos mostraron lo que había al final de ese camino.

Por supuesto, para cada norma hay una excepción. Por supuesto, no todos los que creen en Dios son buenas personas. Por supuesto, se han hecho cosas espantosas en nombre de la religión, de todas las religiones. Pero sin Dios el mundo sería un lugar horrible. Desde luego. Por supuesto.

JEFF JACOBY, columnista del Boston Globe.

 

Libertad Digital, suplemento Ideas, 2 de mayo de 2007

Hikkikomori: Adolescentes que no salen de casa por temor al fracaso

Hikkikomori: Adolescentes que no salen de casa por temor al fracaso

Hikkikomor. Así es como los psicólogos nipones denominan a aquellos 'jóvenes adultos' que viven recluidos voluntariamente porque son incapaces de seguir el ritmo de la sociedad.

Incapaces de seguir el frenético ritmo de vida del país, en Japón hay alrededor de un millón de hikkikomori, adolescentes o jóvenes adultos, en su mayoría varones, que viven voluntariamente recluidos en casa o incluso en su cuarto durante años.

Normalmente el problema comienza en la adolescencia, tras sufrir casos de hajime (acoso escolar) o de falta de adaptación, a causa de la tremenda presión social que existe en Japón para no salirse de la norma, dijo a Efe Mami Iwamoto, directora de un centro de rehabilitación para hikkikomori en Yokohama, al suroeste de Tokio.

Los individuos especiales sufren la presión de sus compañeros, ya que en Japón el aspecto exterior es muy importante, y algunos un buen día se encierran en su cuarto u otra habitación de la casa y se niegan a salir durante largos periodos de tiempo, que pueden durar hasta años.

Si bien éstos son los síntomas de alrededor de un millón de japoneses, aunque se trata de una cifra difícil de calcular, las causas no están muy claras.

De la euforia económica de los 70 y los 80 se pasó a la crisis que terminó hace bien poco y ahora los jóvenes no vislumbran un futuro tan claro como el que esperaba a sus padres cuando salían de la universidad.

La falta de perspectivas de futuro es un factor, aunque el fenómeno de los hikkikomori se produce exclusivamente en Japón, salvo algunos casos en Corea del Sur.

La rigidez social de la cultura japonesa imprime mucha presión a los jóvenes, de quienes se espera la excelencia en las actividades que desarrollan.

El experto Tamaki Saito, el primero en estudiar el tema, culpa en parte al tradicional elogio de la soledad en la cultura japonesa.

El fenómeno hikkikomori, que según Saito afecta a uno de cada 40 hogares japoneses, está relacionado en algunos casos con el fenómeno otaku, palabra que describe a los fanáticos de cómics y videojuegos.

Según Iwamoto, algunos hikkikomori pasan el tiempo durmiendo durante el día y jugando a videojuegos o navegando en Internet durante la noche, porque les resulta más fácil moverse en un mundo virtual que en el mundo real, donde es necesario hacer esfuerzos.

En lo que se considera una aproximación al problema típicamente japonés, los padres en muchas ocasiones no fuerzan al hikkikomori a que salga de casa y lo dejan estar, con la esperanza de que ya se pasará el mal que afecta a sus hijos.

Es común que la familia se avergüence de la situación y oculte que mantiene en su casa a un hikkikomori.

Los hikkikomori son los casos más extremos, con características esencialmente japonesas, de lo que en el Reino Unido se catalogó con el término administrativo NEET (Not currently engaged in Employment, Education or Training), que designa a alguien que por el momento no trabaja, ni estudia, ni se prepara para nada y que en Japón se conocen como neeto.

Según los expertos consultados por el "Japan Times", no sólo son resultado de la larga crisis económica que azotó el país en los 90.

Este colectivo ha comenzado a preocupar a las autoridades japonesas, que deben afrontar el problema de la disminución de la fuerza laboral en un país que registra una de las menores tasas de natalidad del mundo.

De hecho, el Ministerio de Salud, Trabajo y Bienestar planea construir centros de internamiento para enseñar a los jóvenes cómo ser más disciplinados y adquirir una preocupación por lograr una carrera profesional.

Mami Iwamoto es la directora de un centro privado de estas características en el que se trata tanto a hikkikomoris como a neetos.

En el centro se lleva a cabo un programa en cuatro fases en el que primero se trata de fortalecer las relaciones profundas de los individuos con la gente de la misma generación, antes de procurar en fases posteriores que los internos cambien el ritmo de su vida y se les da apoyo psicológico.

Finalmente, los internos son conducidos a un programa de inserción laboral en el que aprenden a lograr una independencia económica.

Periodista Digital, 7 de abril de 2007

“Hay un totalitarismo intelectual que no deja lugar a las preguntas”

“Hay un totalitarismo intelectual que no deja lugar a las preguntas”

 

El premio Cervantes José Jiménez Lozano, tras la lectura de El Sentido Religioso de Luigi Giussani, denuncia la censura de los interrogantes y subraya la importancia de enseñar a utilizar lo que el fundador de Comunión y Liberación denomina experiencia elemental.

 

José Jiménez Lozano participó el pasado jueves 26 de abril, con motivo de un seminario organizado por el Asociación Universitas, en un coloquio sobre las tres premisas con las que comienza El sentido religioso de Luigi Giussani. A continuación se ofrece un extracto de esa conversación.

 

“La única forma que tenemos, el único método adecuado para conocer lo que ocurre a los hombres es el método existencial, pero naturalmente está censurado, o dejado de lado por la absurda pretensión de las llamadas ciencias sociales de buscar honorabilidad intelectual al nivel de las ciencias de la naturaleza. Y es obvio que éstas son las únicas que pueden llamarse ciencias porque su naturaleza es cuantitativa, descriptible y entendible con el lenguaje matemático, que es el lenguaje propio de la ciencia para el único objeto de conocimiento de ella, que es la res extensa. (...) El cientismo de ahora mismo nos asegura que se aprenden más cosas sobre la difícil situación humana observando una tribu de babuinos o una manada de ánsares que de la Biblia o de Shakespeare; o que la confusa historia del hombre puede tornarse clara y sencilla con la aplicación de unas cuantas teorías económicas o el estudio de insectos que llevan sobre sus diminutas espaldas todo el edificio de la sociobiología, como dice sarcásticamente Stephen Vizinczey, previniendo que, así las cosas, sólo nos cabría esperar no más conocimiento, sino una ampliación de la mente en el camino de una sociedad totalitaria perfecta, y de totalitarismo no ya de Estado, digo por mi parte, sino de mente, un totalitarismo intelectual que (..) no deja lugar para interrogantes de ninguna clase” (...). “Rotos la idea y el sentimiento de ser distintos del mundo, no habrá ninguna extrañeza de estar en casa. Ni siquiera la extrañeza y admiración de que el mundo sea, pudiendo no haber sido, que decía Heidegger que era el origen de la pregunta filosófica, y de la poesía. Y entonces los que afectarán a la vida humana entera serán, por así decirlo, los constructos vigentes, los lares y los penates: es decir, los diosecillos o los ídolos particulares del tiempo y del mercado. O los de la cosa pública, la estatolatría, y su santo, el buen ciudadano o el stajanovista. Y esto es una religión, pero se llama sociedad civil y laica”.

 

(Lo que Giussani llama experiencia elemental o corazón) es “seguramente la misma realidad que Warner Jaeger llama la apostura interior, que es el corazón de la paideia, el conjunto de informaciones y sensibilidades heredadas y aprendidas, asumidas por un yo, al que conforman. (Utilizar lo que Giussani llama la experiencia elemental para juzgar) “s e diría que es tan importante como enseñar a utilizar la mente. O más, porque de ahí depende saber lo que se es, lo que debemos a los demás y a nosotros mismos, cómo estamos instalados en el mundo, nuestras posibilidades” (...). “No hay ningún inconveniente en llamar corazón al modo del conocimiento en ese plano existencial, como por lo demás lo hace la antropología bíblica, que también habla por cierto de los riñones como de los adentros del ser humano que sólo Dios escruta. Podríamos decir que la palabra es ambigua, equívoca, y está gastada; pero es una palabra que se puede limpiar perfectamente y reconocer en su realidad. Para eso está la gramática, que en el plano existencial también es distinta que en el especulativo”.

 

(Texto no revisado por el autor)

 

Páginas Digital, 30 de abril de 2007

Contra el sistema de valores y la sociedad: 25 tendencias negativas

Contra el sistema de valores y la sociedad: 25 tendencias negativas

Hay que hacer frente a cuestiones como la destrucción del matrimonio, el adoctrinamiento laicista, el aborto, la pobreza, la prostitución, la violencia o la droga, dice FundSocial

 

Los valores más elementales propios de la cultura cristiana están atravesando por una grave crisis en el seno de la sociedad occidental y muy concretamente en el de la sociedad española.

 

Tanto en el ámbito de la comunicación y de la cultura como, de manera especial en los últimos años, en el de las instituciones políticas, se está produciendo un conflicto grave y de consecuencias imprevisibles sobre el sistema de valores en España.

 

Según la Fundación para el Desarrollo Humano y Social (FundSocial), ante esta situación hay que hacer frente, entre otros, a problemas como los intentos de destruir el matrimonio y la familia; el aborto indiscriminado; el fracaso escolar; el adoctrinamiento laicista, sobre todo con los niños; el consumismo desmesurado; la pobreza; el incremento del consumo de drogas y de la violencia juvenil; o la prostitución.

 

FundSocial es una fundación sin ánimo de lucro, cuyo principal objetivo es promover y alcanzar un modelo de sociedad responsable y solidaria con los ciudadanos y ante los poderes públicos,

 

25 tendencias negativas

 

Después de haber propuesto en su primer estudio 30 medidas concretas para corregir la actual tendencia y evitar un futuro sin pensiones, en el que FundSocial constataba que el matrimonio y la descendencia son vitales para mejorar el Estado del Bienestar, otro informe posterior hacía referencia a las 10 nuevas leyes que desvincularán nuestra sociedad, y alejan a España de Occidente.

 

Ahora, ante el evidente deterioro del sistema de valores, responsables de FundSocial denuncian las 25 tendencias negativas que dañan a toda la sociedad en su conjunto.

 

1. Destrucción y pérdida de sentido del matrimonio.

 

La destrucción del matrimonio estable y abierto a la descendencia tiene diversas causas simultáneas:

 

- Equiparación con otros tipos de convivencia de vinculación débil, como las parejas de hecho, o fruto de la ruptura, como las monoparentales.

 

- Presentación de la ruptura como un hecho positivo fruto de la elección y fomento del divorcio.

 

- Legislación sobre el divorcio fundamentada en el repudio, muy alejada de Europa.

 

- Matrimonio entra parejas del mismo sexo, rompiendo la protección histórica de la especificidad del matrimonio fundamentada en parejas de distinto sexo, necesaria para la descendencia y la complementariedad psicoafectiva y educativa.

 

- Incapacidad para frenar el incremento de feminicidios de pareja por ignorar las causas profundas que lo provocan. La nueva legislación conlleva una guerra de sexos y una asimetría jurídica hombre mujer.

 

2. Ausencia de políticas de fomento y ayuda al matrimonio, a la descendencia y a las familias.

 

España es el único país de la Unión Europea de los Quince que gasta menos del 1 por ciento del PIB en estas ayudas, cuando la media europea se sitúa en el 2,2 por ciento.

 

Las familias con hijos soportan el sistema público de pensiones sin prácticamente ningún tipo de compensación, lo que constituye una gran injusticia.

 

3. Incapacidad y desinterés para llevar a cabo políticas que compatibilicen la vida familiar y laboral.

 

Más bien al contrario, los horarios laborales crecen, los horarios de ocio comercial y TV son desmesurados y, al mismo tiempo, crece también el papel de las administraciones en las funciones familiares: centros de día, guarderías, más horas de abertura de escuelas.

 

Nada se hace para impulsar realmente la convivencia familiar y mucho para disgregarla.

 

4. Políticas economicistas fundamentadas en el hiperconsumo.

 

Estas políticas de gran consumo obligan a los dos cónyuges a trabajar a jornada completa, haciendo muy difícil la educación de la descendencia. Al mismo tiempo, se debilitan las relaciones de parentesco que suplían el papel de los padres mediante los abuelos.

 

El resultado es un proceso de socialización con compañeros de la misma edad, que prolonga la adolescencia y la inmadurez.

 

5. Tendencia a ocupar el tiempo de los niños fuera de la relación y el entorno familiar.

 

Prolongación de los horarios escolares y más actividades extraescolares, con lo que la familia deja de actuar como factor de socialización.

 

6. Recortes e intromisión crecientes de las administraciones sobre la patria potestad.

 

Emancipación sexual a los 14 años, antes que la que se otorga a cualquier otro límite de edad establecido; ‘píldora del día después’, facilitada a menores sin conocimiento o consentimiento de los padres; o el código deontológico de los médicos, que establece la figura del adolescente maduro que no precisa autorización paterna para abortar.

 

7. Ruptura del sentido de la paternidad y maternidad.

 

Por medio de la adopción de niños por parte de homosexuales y por la fecundación asistida sin pareja, conocimiento del padre biológico, ni límite de edad.

 

8. Limitaciones crecientes al derecho de los padres a la educación de sus hijos.

 

El actual modelo de concierto no garantiza de manera plena el ejercicio del derecho por no ser efectivamente gratuito. Se altera el sujeto del derecho, que pasa de los padres al Estado.

 

Voluntad de introducir una educación ideológica y moral de los niños desde el Estado, basada en el laicismo de exclusión religiosa. La asignatura Educación para la Ciudadanía será obligatoria desde el último año de preescolar.

 

9. El resultado de cuestionar el modelo familiar y la crisis escolar.

 

Se traduce en un número creciente de adolescentes afectados por:

 

- La drogadicción. Ocupamos el primer lugar de Europa en consumo, junto a Gran Bretaña.

 

- Embarazos y abortos en aumento

 

- Iniciación de las relaciones sexuales a edades cada vez más tempranas y extensión de la promiscuidad.

 

- Extensión de la violencia ambiental, en los institutos y lugares de ocio; crecimiento de las bandas juveniles; aumento exponencial de las agresiones de hijos a sus progenitores.

 

- Dificultad de los padres para educar a sus hijos; incapacidad de los menores para asumir normas y obligaciones, esfuerzo o sacrificio.

 

- Quejas en aumento de las empresas por la dificultad de integrar laboralmente a la gente joven

 

10. Fracaso escolar de los más graves de Europa.

 

Un fracaso escolar que afecta a cerca de la tercera parte de jóvenes y hasta el 50 por ciento si se añaden los aprobados políticos. La mala preparación de los alumnos extiende la crisis a las universidades.

 

El conjunto de la crisis familiar-escolar-inserción laboral está afectando ya a todo el sistema productivo.

 

11. Educación de la sexualidad y la pedagogía sanitaria como un instrumento ideológico.

 

-La contracepción, o sea el evitar una nueva vida se ha convertido en una ideología básica para los jóvenes que asumen luego cuando son adultos, viendo la descendencia como un hecho secundario o incluso molesto.

 

Así, el preservativo se ha convertido en el símbolo de la educación sexual, aunque sólo se trate de una medida de protección a incorporar en una educación integral de la sexualidad, que debe contemplar también responsabilidad, respeto y autocontrol.

 

La fidelidad y el retraso en las relaciones sexuales, recomendados por las autoridades sanitarias internacionales (OMS) y expertos son ridiculizadas y menospreciadas por el propio Gobierno. Además, la promiscuidad es enaltecida en las campañas públicas.

 

12. Dificultad de los jóvenes para integrarse como adultos a la sociedad.

 

Hay tres fenómenos que inciden en este fenómeno: La cultura mediática que prolonga la juventud hasta edades impensables, que llegan a ocupar ya casi la mitad del periodo de vida activa; la extensión inmoderada de los contratos precarios; y los precios de la vivienda.

 

13. El hecho, la cultura y el sentido religioso, especialmente el católico, son maltratados y desterrados de la vida pública.

 

Los medios de comunicación, incluidos los públicos, los maltratan sistemáticamente en su tratamiento.

 

La cultura religiosa es desterrada de la vida pública: ‘paisajes de invierno’ en lugar de pesebres; prohibición de cantar villancicos en las escuelas; cambios de nombres en los centros escolares públicos por sus connotaciones religiosas (Juan XXIII, etc.); o negativa a subvencionar a entidades cristianas y al mismo tiempo convenios con entidades laicistas de exclusión religiosa para llevar a cabo programas beligerantes.

 

La cultura oficial pagada con recursos públicos margina, cuando no ataca, toda reflexión o idea religiosa.

 

14. En la práctica, el aborto es libre en España.

 

Se comete un escandaloso fraude de ley sin que fiscales, colegios profesionales y autoridades intervengan. Así, mujeres de países con legislaciones teóricamente más permisivas, como Francia o Gran Bretaña, vienen a abortar a España. Barcelona es una de las capitales del aborto: fetos de seis meses son liquidados sin problema.

 

15. Retrasos en listas de espera, pero abortos gratuitos

 

Se retrasan uno o dos años las mamografías y se prevén unos plazos de hasta cinco años en el nuevo Plan de Salud, y las personas que han de ser intervenidas en alguna de las prestaciones sanitarias obligatorias de la Seguridad Social han de estar meses en las listas de espera, sin poder acudir a un centro privado pagado por la administración.

 

Sin embargo, los abortos que ya son gratuitos en los hospitales públicos podrán serlo también en las clínicas privadas.

 

16. Sin ayudas para la embarazada que quiere dar a luz.

 

Mientras se subvencionan los abortos, no hay ninguna línea de ayudas para auxiliar a aquellas mujeres que han quedado embarazadas, quieren tener su hijo y no tienen medios.

 

17. Falta de atención a las personas con grandes limitaciones.

 

Apesar de que las personas afectadas por limitaciones graves, como por ejemplo la tetraplegia, suelen coincidir en sus ganas de vivir y de que se atenúen sus necesidades, la atención de los poderes públicos está centrada en la eutanasia.

 

Mientras tanto, muchos tetrapléjicos que viven en pisos altos no pueden salir a la calle por falta de ascensor y de una regulación de ayudas para ello.

 

18. Extensión de la drogadicción.

 

España es el segundo país occidental en consumo de drogas, sobre todo de cannabis y cocaína (sólo por debajo de Estados Unidos). El consumo es cada vez mayor a edades más tempranas.

 

19. Crece la inseguridad: 2,2 millones de denuncias presentadas en 2005.

 

Se trata de la cifra más alta hasta ahora. Sin embargo, la realidad supera la cifra de denuncias. Según el barómetro del CIS de diciembre de 2005, el 8,6 por ciento de ciudadanos declara que ha padecido algún delito en ese año, es decir 3,1 millones de personas mayores de 18 años.

 

20. Inseguridad y violencia también son fruto de comportamientos antisociales.

 

Tanto en la escuela como en los lugares de ocio y los hogares, comportamientos antisociales, vandalismo, maltratos de jóvenes a padres o a gente débil y pobres, componen un abanico de actos que aumentan la inseguridad y la violencia. Por no hablar de los maltratos de padres a niños o de los feminicidios, con cifras récord en España.

 

21. Permisividad y alegalidad de la prostitución.

 

La prostitución se ha extendido en España hasta configurar grandes negocios que mueven millones de euros, lo que le confiere una capacidad de influencia política y mediática extraordinaria.

 

Se trata de una situación alentada por la permisividad y la situación de alegalidad que se vive en este país con respecto a la prostitución y a sus dos ‘acompañantes’ imprescindibles: la industria de la pornografía y el tráfico de mujeres, sobre todo de inmigrantes ‘sin papeles’.

 

22. Judicialización de la vida social.

 

La vida social se judicializa a pasos agigantados y las prisiones se ven desbordadas. El coste de la seguridad es creciente e incide en el conjunto de los gastos del Estado.

 

23. Degradación de la vida social y del espacio público.

 

Una consecuencia de lo anterior es la más que evidente degradación del espacio público. Barcelona es un buen ejemplo, ya que está viviendo las consecuencias como resultado de años de políticas inadecuadas.

 

24. Inacción de los poderes públicos contra la pobreza.

 

Se trata de un auténtico escándalo: Muchas pensiones, especialmente de mujeres, son de alrededor de 300 euros, mientras el umbral de lo que se considera pobreza en España está en algo más de 500.

 

No existen prácticamente comedores o centros de acogida de carácter público. Siguiendo con el ejemplo de Barcelona, hay sólo 200 plazas de comedores públicos que dan de comer al mediodía y cierran el fin de semana. En Cataluña hay 60.000 pobres a causa de las pensiones de 275 euros que reciben sin tener más ingresos.

 

25. Los problemas de fondo de carácter socioeconómico continúan inalterados y agravados:

 

- La crisis anunciada del sistema público de pensiones y del Estado del Bienestar.

 

- El fracaso de la enseñanza, a la que la nueva ley no aporta respuestas suficientes.

 

- La continua pérdida de competitividad que se manifiesta en el grave déficit de la balanza exterior, que ya se acerca al 7 por ciento del PIB.

 

- En relación con lo anterior, la perdida de productividad, que a su vez está ligada a factores directamente económicos, como la inversión en I+R+D, formación e infraestructuras, pero también a factores del entorno institucional y social.

 

- La destrucción del capital humano y capital social.

 

 

Forum Libertas, 29 de abril de 2007

Se dispara la población reclusa debido a la inmigración

Se dispara la población reclusa debido a la inmigración España se ha convertido en el país europeo con el mayor número de presos por cada 100.000 habitantes

La población reclusa en las prisiones españolas supera ya las 65.000 personas -el 15% en tercer grado-, según desveló ayer la directora general de Instituciones Penitenciarias, Mercedes Gallizo, en el Senado. Gallizo señaló que el número de presos internados en cárceles dependientes de la Administración General del Estado ascendía el pasado 20 de abril a 55.847. A ellos, detalló, hay que sumar algo más de 9.000 internos en las prisiones dependientes de la Generalitat de Cataluña, comunidad que tiene transferida esta competencia.

Gallizo negó que el aumento del número de presos no es una consecuencia del «un aumento en el nivel de delincuencia». Según la directora general de Instituciones Penitenciarias, las últimas reformas del Código Penal, que tipificaron como delito conductas que antes eran faltas, en alusión a la polémica Ley de Violencia de Género, serian las responsables de este aumento del número de presos. Sin embargo fuentes judiciales consultadas por MD señalan que esta ley ha aumentado significativamente el número de detenciones policiales, pero no el número de presos, ya que generalmente las causas abiertas se suelen saldar con órdenes de alejamiento y prohibiciones de comunicación.

 

Por ello Gallizo también tuvo que reconocer que otra de las causas del aumento de la población reclusa es el «incremento muy importante de población extranjera y sin arraigo», que ha provocado una subida notable de los encarcelamientos en régimen preventivo, al objeto de prevenir fugas. En el periodo 2000-2005 los extranjeros reclusos en las cárceles españolas pasaron de 7.900 a 18.616, de manera que en todo el país se registró un aumento de este tipo de presos del 135 %.

 

El número de extranjeros presos a día de hoy supera los 20.000, es decir, algo más del 31 % del total de la población reclusa actual, la mayoría marroquíes, seguidos de colombianos, rumanos y argelinos. Según los datos recogidos por Instituciones Penitenciarias para 2006, se comprueba que el mayor colectivo de internos procede de Marruecos, con un total 5.441, al que sigue el colectivo de los colombianos, con 2.137, el de los rumanos, con 1.365 internos, y el de los argelinos con 1.323 presos.

 

España se ha convertido en el país europeo con el mayor número de presos por cada 100.000 habitantes. Los datos de 2006 establecían que había 140 personas ingresadas por cada 100.000 habitantes. Este dato superaba la tasa de Gran Bretaña, donde se situaba en 139,1 presos, Portugal, en 136,7, o Italia en 131,7.

 

Minuto Digital, 25 de abril de 2007