LA TERCERA VIA DEL NACIONALISMO DEMOCRATICO VASCO
Los soberanistas buscan la luz de la independencia que dicen defender pero su planteamiento es tan primario y su fe es tan inmaduro que entienden que todo lo que necesitan es mirar al cielo y caminar. Estos no son conscientes de que la línea recta no es siempre posible en el mundo real a diferencia de lo que ocurre en el mundo de las ideas, y así las cosas, mirando al cielo, a la vuelta de cualquier esquina, se dan de bruces con una de tantas paredes del laberinto No quieren aprender que en el nacionalismo real todos son muros que se tiene que franquear con hábiles quiebros donde para caminar se hace necesario mirar constantemente al frente y al suelo y nunca al cielo. Eso sí, éstos en su fracaso encuentran siempre la perfecta excusa para sentirse eternamente víctimas de dichos muros y maldecidos por el destino. Nunca tendrán que apelar a la autocrítica y nunca jamás se reprocharán nada.
Por el contrario los pragmáticos tienen una mayor conciencia de la complejidad de la realidad. Ellos miran al suelo y no al cielo. La luz reflejada por el suelo constituye una referencia mucho más débil, pero en cambio constituye una referencia mucho más segura. Mirando al suelo es como se encuentra uno con los muros que tiene que sortear, por lo que es posible anticipar el quiebro que evite el accidente. Así es como avanzan. El problema es que caminan y caminan y hacen kilómetros, pero siguen sin salir del laberinto haciendo círculos que les obligan a pasar muchas veces por el mismo sitio resultando que su avance es en realidad ficticio e ilusorio. Al final una enorme sensación de cansancio, hastío y frustración se apodera de ellos, su ánimo decae, y acaban por dispersarse cada uno a su suerte.
Existe por el contrario una tercera vía donde son conscientes que la salida la marca la luz de la independencia pero que sabe que a dicha salida se llega a través del suelo tras caminar acertadamente durante muchos metros y tras realizar múltiples de quiebros ante los citados muros. Estos creen en la estrategia. Se unen y se coordinan. Unos aúpan a otros desde abajo hacia arriba para que algunos de ellos llegue a lo alto de dichos muros conscientes que desde allí es posible divisar la planta del laberinto y tomar una visión de conjunto sobre la cual es posible hallar la salida. Dibujan la planta del laberinto y trazan el plan de salida. Luego bajan y siguiendo dicho plan caminan. Nadie desprecia a nadie, porque no es despreciable la incredulidad de quien no ha estado arriba para verlo, y porque a su vez, quien ha visto tiene que ser conciente que lo ha hecho gracias a quien desde abajo le ha apoyado para que suba. Estos juntos todos al cabo del tiempo encontrarán la salida al laberinto.
Introducción: Concepción nacionalista y dinámica en el nacionalismo democrático vasco.-
Desde los inicios dos son los vectores que han impulsado el nacionalismo vasco, el vector de la territorialidad y el vector de la soberanía. El objetivo es la superación del simple espacio cultural que constituía y constituye Euskal Herria mediante consecución de una Euskal Herria territorialmente unificada y políticamente independiente. La evolución de los hechos ha llevado a la existencia de diversas posturas que se enfrentan hoy. Repasaremos lo que cada uno de ellas ofrece:
Los soberanistas practican un nacionalismo reivindicativo de conquistas que jamás obtienen y además son esencialistas y excluyentes, no sólo respecto a los que no se consideran nacionalistas vascos, sino que lo son también respecto a quienes se consideran nacionalistas vascos, ya que sólo son nacionalistas los que comparten su forma de entender el soberanismo. Los soberanistas practican un soberanismo intangible, pues no quieren entrar a definir concretamente ni el objeto ni los sujetos sobre el que reside la soberanía. Deprecian el territorio. Para ellos territorio es mero paisaje. Con ello ocultan su perdida de fe en Euskal Herria, su estrecha visión de lo vasco que sólo abarca a Bizkaia y Gipuzkoa. Aspiran a ser los vascongados emancipados costeros lo cual por si denota su minoría de edad y su superficialidad vasca. Los que se dicen soberanistas aspiran a un estado que será el que luego haga la nación. Y como ellos no consiguen ese estado, todo lo que consiguen es posponer cada más la construcción de la nación vasca que con ellos está en peligro. Viven de dogmas de los que luego no se pueden servir. Son mesianistas. Practican la adoración al líder carismático y el seguidismo intelectual a sus lemas. Nunca piensa por si mismos. Prescinden de la historia. Carecen de ideología. No tienen estrategia ni creen en ella. Y cuanto tienen es un concepto futbolero de la política de simple amor a unos colores. Los soberanistas dicen que son independentistas, pero su verdadero problema es que realmente no quieren la independencia sólo quieren seguir siendo independentistas. Su soberanismo es un soberanismo inmovilista por maximalista que no acepta el límite de las posibilidades de cada momento.
Los pragmáticos basan su nacionalismo en la gestión de las instituciones nacionales vascas y para ellos es nacionalista todo aquel que respeta el carácter nacional de dichas instituciones y aboga por un mayor autogobierno de las mismas mediante la obtención progresiva de competencias. Es un nacionalismo gestor y conservador. La corriente meramente pragmática centra su quehacer en el marco político institucional público administrativo. Acepta con resignación la circunscripción del nacionalismo vasco a la Comunidad Autónoma Vasca y lo que sea será. Practican un autonomismo abdicante. Es cortoplacista. Sus estrategias, muchas veces, van dirigidas exclusivamente al mantenimiento de poder. No quieran hablar de más democracia interna. La poltronafilia de algunos alcanza a veces niveles que raya la perversión política. Esta corriente ejerce un pragmatismo circular cuya proyección no va más allá de un simple factualismo por lo que siempre anda a vueltas con lo que hay.
Unos y otros se habrá de hacer la siguiente pregunta ¿Qué es lo que han conseguido desde ambas corrientes las últimas dos décadas?
Si dos son los vectores que han impulsado el nacionalismo vasco, el vector de la territorialidad y el vector de la soberanía, hay que ser conscientes del siguiente problema: La fuerza de dichos vectores si se aplican ambas a la vez se repelen. La reacción que se produce es física no química. Por ello, alternándolas en el tiempo nos encontramos con que el orden de factores sí altera el producto. A mayor pretensión de soberanía menor territorio, a más territorio menor soberanía.
La tercera vía es la de los territorialistas. La del nacionalismo de estrategia, posibilista y utilitarista. Pero es también la del nacionalismo de hondura. La de los que creen y sienten profundamente en Euskal Herria. Primero hay que centrarse en el territorio con posposición de las pretensiones de soberanía. Hay que saber dar con la estrategia correcta de su articulación que permita una progresiva cohesión territorial que conduzca a la consecución unificación de los territorios vascos como mejor forma de asegurar la preservación de lo vasco. Posteriormente, una vez asentado el territorio es cuando se podrá dar cauce a las pretensiones soberanistas, entre otras cosas porque la simple territorialidad reportará más adeptos entre los escépticos a creer en proyectos que no se ven. Sólo desde una territorialidad pacífica y crítica será posible alcanzar algún día a largo plazo la soberanía. Se ha de rehuir de toda enemistad con los estados de los que se forma parte, pues es vano y estúpido. Estamos obligados a ser inteligentes. Tenemos que integrar lo mejor de los estados en los que está dividido Euskal Herria, España y Francia, que son dos grandes países a pesar de sus defectos, y hacer con lo nuestro una mezcla propia y original que nos distinga y nos potencie aún más. El antiespañolismo o el desdén de todo lo francés no son el camino de nada. Tampoco es el camino su ignorancia o prescindibilidad. La garbizalekeria, sólo nos ha hecho más pobres y más débiles. Si nuestra máxima preocupación tiene que ser la extensión del conocimiento y el empleo del Euskera, no está de más que nuestra preocupación se amplíe a que el conocimiento del español se extienda al norte de Euskal Herria y de que el conocimiento del Francés vuelva a extenderse en el sur de Euskal Herria, esta vez no como una lengua extrajera, sino como la tercera lengua nacional vasca. Los más beneficiados seremos los propios vascos que nos conoceremos mucho más los unos a otros. Nuestro carácter transestatal es el salvoconducto de nuestra identidad nacional y la vacuna frente a la pretensión de asimilación regional.. Tenemos que ganarnos la confianza de nuestros respectivos estados y de sus gentes. Lo contrario es un suicidio a corto plazo, la muerte sin vuelta de hoja..
La tercera vía descansa su identidad nacionalista en la afirmación de lo vasco en toda su diversidad, es una identidad positiva, no es una identidad por negación de nada. La fuerza del nacionalismo dependerá de su capacidad de sumar entre los vascos de una y otra índole y no en restar. Nadie tiene que renegar de su parte de sentimiento francés o español si sobre todo lo que se siente es vasco, y como vasco lo que quiere es la preservación de esta cultura por lo cual apuesta decididamente por una nación vasca dueña de su destino. Nacionalismo vasco es aquel movimiento político quien está por la labor de impulsar la construcción de la nación vasca. El verdadero reto del nacionalismo vasco no pasa por vencer a los no nacionalistas vascos de hoy, sino en convencerlos para que se sumen a compartir los valores de lo vasco y el proyecto político que sirva para su mejor preservación.
El modelo territorial en que se debe inspirar los vascos no es de la hermandad de las siete provincias sino el de un matriarcado en donde la madre patria de todo es Navarra, y son sus hijas las que le fueron arrancadas de su seno y la abandonaron, las que ahora deben de volver a la misma y reintegrarse progresivamente de nuevo en su casa. La superación de Euskal Herria como simple espacio cultural será posible sólo desde la reconstitución de la territorialidad y soberanía Navarra. Navarra ha sido la máxima expresión política alcanzada nunca por los vascos. Bajo Navarra con Lizarraga en la época de Juana de Albret la hija de Margarita de Navarra, es cuando más se llegó a desarrollar e innovar el euskera, es la época en que como país y estado-nación más se ha sabido estar culturalmente a la vanguardia de toda Europa. Navarra es la clave de todo y para todo, la piedra angular entre los dos herrialdes, el eje que todo lo puede mover. Los que se mueven por aquí a diferencia de los soberanistas vascongados son mayores de edad, no tratan de emanciparse, sino que tratan de que se les devuelva la capacidad de obrar que se les arrebató. No podemos acudir y dar charlas en las que hablamos del Cromagnon, de los orígenes remotos del euskera y pasar a hablar directamente de las Guerras Carlistas olvidando todos los siglos de implicación y vida de los Euskaldunes en el Reyno de Navarra, todo por el error de Sabino de no nacer navarro en lugar de vizcaíno.
La tercera vía es la del nacionalismo tangible y constructivo. Se ha de comenzar por dar un impulso a la consecución de la independencia material como paso previo al desarrollo cualquier ambición de independencia formal o jurídica. Se ha de pintar el lienzo antes de andar discutiendo sobre el marco. El nacionalismo no puede limitarse a la gestión nacional de sus instituciones. La tercera vía centra la construcción nacional de Euskal Herria en la necesidad de valerse de todo el sector privado vasco para fortalecer la presencia de lo vasco en todas las tierras vascas a través de lo que constituye el entramado económico financiero industrial y distributivo vasco. Quienes se sitúan en la tercera vía son concientes que la consecución de la nación consciente de que la misma no dependen tanto del marco institucional como de la suma de voluntades privadas. Ni la gestación de la las Ikastolas ni su masiva implantación necesito de la Consejería de Educación. Otro tanto del grupo Mondragón que no se debe a la consejería de industria. Lo mismo puede decirse de la nueva cocina vasca, donde tan bien han funcionado las mezclaz, que tampoco ha necesitado de ninguna Consejería de Alimentación y Consumo. Son ellos los exponentes de nuestra mejor ideosincrasia y la mayor arma para la conservación de la conciencia del ser vasco.
Si al País Vasco Francés, Iparralde, no ha le ha sido reconocido aún su estatus de departamento, y aún y todo, si alguien que viniera de Francia cruzara el Adour y viera que lo que la otro lado de ese soberbio río era un Carrefour ahora es un EROSKI, que la Gasolinera en donde ahora reposta la tienda es de GUREGAS y no de Total-Elf, que las cabinas telefónicas son de EUSKALTEL que el cajero automático no pone Credit Lyonais sino EUSKALKUTXA; si viera el transporte ferroviario interurbano que le lleva hasta el aeropuerto de Biarritz es de EUSKOTREN y que en todos los polígonos industriales por los que pasa están llenos de plantas con las siglas MCC. ¿Pensaría éste francés que el país vasco francés es un espacio de ámbito folklórico? ¿Qué pensaría un vasco francés si esto hiciéramos por ellos sus hermanos los vascos del sur? Pensarían sencillamente que le deben mucho más al hecho de ser vascos que al hecho de ser franceses. El Gobierno Vasco ejerce ilegítimamente de representante de lo vasco de toda tierra vasca y sin embargo no ha actuado legítimamente mediante sociedades como garante de lo vasco en toda tierra vasca.
¿Qué pensarían los vascos fraceses si en las citadas empresas se valorará como mérito el saber euskera? Pensaría que el euskera ya no es una cuestión folklórica sino una cuestión práctica y bien que cuidaría que los hijos lo estudiasen. La cuestión es que no hemos hecho nada para que esto se vea al cruzar el Adour. Por no tener no tenemos ni una caja vasca unificada, una EUSKALKUTXA, y es ahora casualmente que se plantea dicha unificación cuando el nacionalismo no gobierna ya en la Diputación de Alava.
La pregunta que tenemos que hacernos es la siguiente ¿Cuántas oportunidades y tiempo hemos perdido?
La tercera vía apuesta por un pragmatismo lineal con todas las curvas necesarias, pero un pragmatismo lineal tendente a la consecución de la cohesión territorial vasca y de su independencia material que luego en todo caso será la que conduzca a la soberanía plena formal y jurídica. Se trata de un pragmatismo lineal transversal que busca en esta empresa que es la construcción nacional vasca la implicación no sólo de las instituciones sino de los agentes privados, no sólo de los dirigentes del partido sino sobre todo de las bases del partido. Un partido como el PNV, cuenta con nada menos que 32.000 afiliados debiéramos de ver en ellos 32.000 empresarios cooperativistas de esta empresa que es la construcción nacional vasca. A cada uno de estos afiliados se le debería permitir desarrollar todo su potencial y no ser reducidos por el partido a meras comparsas a las que se les requiere para que acudan a las elecciones a vigilar la elección de los candidatos del partido que ya por ello se erigen en casta que nunca da por agotado su ciclo aunque nos tengan agotados de ser siempre los mismos caras que piensan que 20 años en política no son nada. La verticalidad está bien en una organización, pero no debe ser unidireccional de arriba abajo como es ahora, tiene que ser posible la verticalidad de entendida de abajo a arriba a la hora de opinar y plantear propuestas, alternativas y elaborar ponencias. No puede ser que desaparecida la sana costumbre de la tortilla de patata se nos alimento con platos precocinados en las altas instancias que llegan a la militancia ya caducados. Pero al margen de la verticalidad sobre todo se ha de trabajar en horizontalidad confeccionando una red de militantes activos en diferentes campos que puede dar unos enormes frutos. Se trata de rescatar un espíritu y unas formas de trabajo olvidadas que, lejos de lo que se piensa, siguen siendo hoy muy necesarios con los cambios que se van a suceder
Si toda la historia del nacionalismo se justifica por la búsqueda de la nacionalidad vasca. Al día de hoy, el nacionalismo vasco tiene que ser consciente de la necesidad de combinar la búsqueda de la nacionalidad con la búsqueda de la internacionalidad de Euskal Herria, Si se está de acuerdo con que el centro político de Euskal Herria es Navarra, Pamplona ha de ser su capital política indiscutible, el baluarte del legado histórico de los vascones, los vascos de ayer, y el lugar en donde debería tener su sede la totalidad de institutos y sociedades de estudios entorno a la cultura vasca. Si Bizkaia ha sido y es la vanguardia de Euskal Herria en los últimos dos siglos por su desarrollo industrial y cultural, y por ser la cuna del nacionalismo vasco organizado y moderno, Bilbao y su Ría será la capital que se constituya en la futura Euskal Hiria, una realidad tangible y no una entelequia. Una gran urbe de más de 1 millón de habitantes, (hoy el Bilbao Metropolitano tiene 872.000) en donde la margen izquierda y la margen derecha se abrazarán en una Ría liberada que será unida por multitud de puentes que dejarán atrás dichos símbolos de separación de una pasado que se quiere superar. Esta ciudad pasará a ser con su expansión y proyección una ciudad tan vasca como del resto del mundo, sumándose a ese constelación de ciudades del mundo libre en la que cualquiera puede sentirse ciudadano con sólo vivir en ellas. Bilbao y su Ría, será sin duda la capital referencia de un ámbito muy superior al de su pueblo, y me refiero al ámbito marítimo al que hemos sabido dar nombre, el Golfo de Bizkaia, pues podrá moverse el centro de Euskal Herria, nunca nadie podrá mover la Ría.
Es absolutamente imprescindible para la proyección vasca en el exterior, que nos dotemos de una gran urbe abierta al mundo, una metrópoli vasca que supere el millón de habitantes, y que a esa urbe, el Bilbao metropolitano, la situemos como la capital de referencia del Golfo de Bizkaia, un ámbito muy superior al de Euskal Herria pero en cuyo centro tanto histórico como geográfico estamos indiscutiblemente los vascos. No es de recibo que los mismos que propugnan una Euskal Hiria con todo el territorio vasco como ciudad-región, -algo que hoy no se da ni de asomo- resulta que sean los mismos que se oponen a que una ciudad como el Bilbao Metropolitano se constituya como tal en un solo Municipio, cuando su crecimiento como ciudad ha desbordado con creces todos los límites de sus respectivo términos municipales que permanecen inalterables por una malogrado entendimiento de la autonomía municipal que se niega a aceptar que para una ciudad funcione como tal es necesario que lo que es ciudad esté comprendida dentro de su termino municipal. Cuando el ámbito de la ciudad supera al del término municipal, el municipio se torna disfuncional, y lejos de solucionar el problema hemos procedido en democracia a propiciar desanexiones como los de Erandio. La Ría es un corral muy pequeño para tanto Alcalde convertido en gallo receloso y habrá que reconvertirlos en amorosos perikitos (peri ta kitto) para limitarlos a hacer PERIs (lo que antes de la nueva Ley se llamaban Planes Especiales de Reforma Interior). Los entes locales menores que se preocupen del desarrollo y gestión del suelo urbano. La competencia respecto a la clasificación del suelo y el desarrollo del urbanizable que corresponda exclusivamente al gobierno del nuevo municipio. A la ciudad los que es de la ciudad. Y al territorio los que es del territorio. Un PTP (Plan Territorial Parcial) no es la solución, es sólo un apaño, éstos pasan de las amebas, que muchas veces sólo sirven para producir diarrea mental urbanística, a creerse con derecho a diseñar una plaza. Y ni calvos ni con dos pelucas. La cuestión además debe de plantearse desde otra perspectiva, ¿Qué es más democrático un PTP para un Bilbao Metropolitano aprobado por oscuros Departamentos de Ordenación de Territorio o un PGOU (Plan General de Ordenación Urbana) aprobado por un pleno cuyos concejales han sido directamente elegidos por los ciudadanos de la Ría? Bilbao Ría 2000 no es una estación de llegada es solo la primera estación de salida. Debemos de complementar esto con la creación de un sistema vasco de nuevas ciudades a bautizar jurídicamente,.que son fruto de la conurbación de las persistentes.
Dicho todo esto, tenemos que tener claro a estas alturas que no podemos seguir siendo los parias del occidente europeo. El pueblo más antiguo de Europa y seguramente el último en incorporarse algún día como estado a una Unión Europea que sólo entiende y se entiende con estados. (La experiencia así lo dice, digan lo que nos hayan dicho) La nación que inicia el proceso autonómico actual y por la cual, junto a Cataluña, la España constitucional diseña el estado de la autonomías, es la nación que ha visto como su estatuto sigue aún sin cumplirse en aspectos esenciales del mismo, cuando el resto de las autonomías artificiales e instrumentales creadas para disolvernos como un azucarillo en el café con leche para todos, no sólo colman sus respectivos estatutos, sino que los modifican, incorporando referencias a elementos nacionales, y a su carácter histórico. La nación que ve como otras con menor raigambre y entidad de elementos objetivos se incorporan a decenas dentro de la esfera internacional europea en las últimas décadas, es la nación que tiene que seguir soportando que traten de anacronismo nuestra legítima pretensión autodeterminista, y tenga que ser moderno la imposición de una ilegítima inquebrantable unidad de la patria contra pueblo. Lo cierto es que estados como Bélgica quebrarán. Y la Unión Europea tendrá que responder. Podemos estar seguros de que en la futura Europa de la libertades el tiempo es un viento que sopla a nuestro favor, todo es cuestión de saber aprovechar ese viento y elegir la vela adecuado y la dirección correcta, aunque no todos los abertzales naveguemos en las misma embarcación, pues una playa de ensueño nos aguarda en donde hay lugar para todos.
El estado nación tiene plena vigencia. Son los estados nacionales los únicos que están contribuyendo a la formación de estos entes supraestatales como la Unión Europea. Se da el fenómeno curioso de ver como son los nuevos estados nacionales los primeros en querer incorporarse a un organismo supraestatal como la Unión Europea. ¿Serán dichos organismos supraestatales estados sin nación los que vayan a superar la vieja idea del estado nación? No. Esos organismos supraestales como la Unión Europea se conforman sobre la base de una civilización para poder defenderse ante estados nacionales como China, Estado Unidos, India o el de un futurible Mundo Arabe Unido. El proceso secular que sigue a ello es un fenómeno de progresiva nacionalización de dicha civilización.
Lo que resulta original en la Unión Europea es que dicha adscripción por una vez es absolutamente libre, y para que el conjunto sea absolutamente libre todos sus miembros tiene que tener asegurada la libre adhesión de las comunidades naturales que integran sus respectivos territorios de tal forma que se permita a las mismas constituirse en un estado dentro de la unión europea, pues la fortaleza de la unión europea reside en la paz interna de sus respectivos estados. Una Europa de ciudadanos libres exige que la libertad, reconocida a sus ciudadanos en cuanto personas, alcance no sólo al ámbito individual de estás sino que incluya también su ámbito social en donde la persona se desenvuelve y se integra estructuradamente en el colectivos o colectivos a los que adscribe sus sentimientos de pertenencia por ser su núcleos de convivencia que le permite su desarrollo integro como persona.
En este contexto particular, nacional e internacional, uno tiene la visión de que el Nacionalismo Democrático Vasco propiciará los siguientes tres pasos a corto o medio plazo:
1º.- Búsqueda de identidad del nacionalismo democrático vasco: El nacionalismo democrático dentro de su ámbito particular interno tiene que recuperar su fuerza e identidad y su centralidad a los efectos de poder seguir liderando la nuestra sociedad. Resulta imprescindible no ya la colaboración, sino la unión entre los sectores más afines del PNV y de EA. En la medida en el que muchos militantes del PNV somos ya conscientes de la rémora que suponen las Diputaciones Forales en muchos aspectos, y que en ciertas elecciones la democracia interna del PNV tiene a veces la bruma de una nube, los de EA bien que pueden reconocer que su empresa no ha constituido ninguna panacea. No hay razón desde luego para que sigamos separados. En el PNV desde luego os necesitamos dentro con todo lo que nos viene. Este reencuentro no puede darse desde luego mediante una entrada por la puerta de atrás, ni mucho menos por un acuerdo entre ejecutivas para garantizar sólo unos puestos. Este reencuentro para que sea un rencuentro con alma tiene que escenificarse a lo grande y entre una militancia que en ese día se funda en un abrazo y que deje atrás las divisiones de un pasado que se quiere superar. Yo estoy ansiando ese día, muchos militantes también, pero sobre todo son los votantes quienes nos los están pidiendo hace mucho tiempo. Esto tiene que hacerse antes de las vacaciones de verano, y tiene que tener un escenario: El Velódromo de Anoeta en Donostia
2º.- Búsqueda de la nacionalidad del nacionalismo democrático vasco: El nacionalismo democrático en su construcción nacional tiene que reorientar su modelo nacional. Tiene que abandonar el modelo de la hermandad de las 7 provincias que eran 6, por el del matriarcado de la madre patria Navarra. Tiene que reconocer ante todo la significación cultural histórica y soberana de Navarra como patria secular de los euskaldunes y pedir disculpas a Navarra por haber no haber sabido apreciar todo esto en adecuada dimensión en todo un siglo de nacionalismo vasco. Su empresa tiene que pasar de la búsqueda de una patria que aspira a constituirse ex novo sobre un creacionismo aranista, a otra que aspira a reconstituirse mediante la restitución del su territorio y soberanía que ostentó durante siglos y que la coloca en una situación de partida mucho más ventajosa frente a todo. En esto no puede estar sólo en nacionalismo democrático vasco tradicional, sino que debe de estar también en nacionalismo vasco de izquierdas cuando se haga advenedizo a las reglas democráticas. Esto no tiene fecha, pero tiene prisa y tiene un escenario: El Teatro Gayarre, en Pamplona.
3º.- Búsqueda de la internacionalidad del nacionalismo democrático vasco: Tenemos que impulsar la creación de un espacio internacional dentro de nuestras fronteras que irradie esa internacionalidad más allá de nuestra fronteras y que nos sitúe a la cabeza del Golfo de Bizkaia. Tenemos que salir de nuestro etnicismo y darle a lo vasco una dimensión urbana internacional que supere a la incursión ya realizada en el ámbito de la ciudad provinciana situando lo vasco en un contexto abierto a cualquiera de cualquier parte. Bilbao hace décadas que consagró el derecho de todo bilbaíno a nacer donde le daba la gana. Se trata ahora de proyectarlo. Las instituciones tienen que crear el Municipio del Bilbao metropolitano. Eso supone conglomerar los distintos municipios en uno. Aquí como es obvio no pueden implicarse sólo los partidos nacionalistas vascos a través de sus Ayuntamientos por más que los gobernaran todos, todos los partidos tienen que avalar el proceso de reconocimiento jurídico de la ciudad, y otros estamentos institucionales y sociales también. Esto tampoco tiene fecha. Uno en cualquier caso se imagina a la criatura naciendo de amplio preacuerdo expresivo de la voluntad de dar este paso escenificado a través de un gran acto cívico en el Teatro Arriaga, en Bilbao.
De todo esto se pretende hablar en diez partes en donde se abordarán con rigor diversos temas pero sobre todo con imaginación y frescura. Los abordados hoy en esta primera son los siguientes:
Nacionalismo democrático vasco frente a la necesidad de paz y normalización política.-
Para la corriente soberanista errática la violencia es la prueba de la falta de normalización y ha vinculado la solución a todo de manera conjunta pues son dos caras de la misma moneda. La violencia si bien es un obstáculo y un problema que se ha de condenar, dicha condena puede ser más o menos tibia según las circunstancias de las conversaciones, y ante un escenario de no violencia se ha de ir preparando una acción conjunta con la izquierda abertzale pues lo único que les distingue de ello son los medios y no los fines.
Por el contrario la línea pragmática no piensa así para nada. Del mundo de la autollamada izquierda Abertzale no sólo lo separan los medios sino también los fines, afirmación que comparte enteramente desde la tercera vía. Sin embargo la línea pragmática entiende que aún a pesar de que la normalización política y violencia son cuestiones distintas que merecen tratamiento diferenciado, dicho tratamiento diferenciado ha de simultanearse, pues todo queda condicionado al fin de las armas, ya que la violencia es el elemento que más incide en la falta de normalización. La violencia debe ser condenable en cualquier circunstancia, pero con la violencia hay que ser prácticos, al final por la violencia algo caerá y hay que estar preparado para recoger. Y es en este pragmatismo en el que coinciden el resto de los partidos del arco parlamentario pues todos obtienen sus respectivos réditos electorales con este tema.
Desde la tercera vía se plantea lo siguiente:
- Existe paz cuando no hay violencia y no suenan las armas. El proceso de paz que sirve para poner fin a la violencia. La violencia es un hecho circunstancial, la violencia de ETA que se inicia en 1.968.
- Existe normalización político cuando una sociedad existe un consenso en una serie de aspecto estructurantes de la misma como son los identitarios que garantizan el sentimiento de pertenencia suficiente para garantizar su cohesión social. El proceso de normalización política sirve para acabar con la situación de anormalidad político que vive la sociedad vasca y ello es un hecho secularmente consustancial a la misma.
- El proceso de paz ha sido y seguirá siendo condicional y el proceso de normalización política debe ser incondicional.
- El proceso de paz tiene un escenario con una mesa técnica que cuenta dos actores principales: Quien quiera que esté en el Gobierno Central y ETA. El proceso de normalización política tiene por escenario una mesa de partidos con unos actores principales: En un principio el Partido Socialista y el PNV.
- El proceso de paz y el de normalización tiene también tiempos distintos. Los plazos de la normalización son necesariamente largos los del proceso de paz deben de ser necesariamente cortos o medios.
- El Proceso de Paz y El Proceso de Normalización no son para nada dos caras de la misma moneda. Son dos monedas diferentes que se corresponden con divisas distintas. La paz se expresa en pesetas y la normalización se expresa en Euros porque en ello no va sólo las vidas de quienes sufren han sufrido y puede sufrir la violencia, en ello va la vida del País Vasco y de todos sus paisanos, y aunque un proceso se exprese en Pesetas y otro en Euros el resultado de ambos, es decir, ni a la paz ni a la normalización política se le pueden poner precio.
Es obvio a tenor de la sistematicidad en la que la sociedad vasca ha sufrido la violencia no es explicable la normalización política sin la paz, pero la normalización política es una situación de un calado mucho más profundo que el de la paz, y la prueba que la normalización política y violencia son cuestiones totalmente distintas reside en el hecho de que puede haber una rendición de armas y que la sociedad vasca siga dividida en las mismas cuestiones que forma parte del problema vasco y que llena la prensa de artículos de opinión en un sentido y en otro. Existen otras sociedades en la misma Europa occidental donde existe violencia que proviene de grupos antisistema y son sociedades básicamente normalizadas. Por ello se considera que es un error que el tratamiento diferenciado del fin de la violencia y del inicio de la normalización política se haya de condicionar al fin de la violencia, cuando ello es tanto como permitir que quien maneja las armas se erija en tutor del proceso de normalización, cuando los protagonistas del proceso de normalización lo tienen que encabezar los dos grandes partidos de este país.
En esta tercera vía se piensa que de la violencia no se debe esperar nada y que lo que se tenía que haber hecho es aprovechar desde un oportunidad ética la necesidad de acometer la lucha contra la violencia para predicar por el mundo que la causa de ETA no es la causa del pueblo vasco, pues la suya no ha sido tanto una causa nacional como una causa revolucionaria. Por tanto, era necesaria una postura proactiva que tuviera por objeto solicitar que no se diera cobijo a esta gente pensando que eran como los gudaris de 1936. Es decir, se debería de haber aprovechado esta oportunidad ética para marcar las diferencias no sólo ya de los medios sino de los fines dando así un eco a la verdadera lucha del pueblo vasco que de otra manera no se tendría. Otro tanto se tenía que haber hecho con las víctimas, no son suficientes actitudes reactivas de condena, eran necesarias actitudes y campañas proactivas para incitar a la gente a que arropara a la víctimas del terrorismo día a día, de tal forma que no tuvieran que padecer como han padecido, no sólo ya el dolor por la perdida de sus seres queridos, sino el dolor por la perdida de su estatus social al quedar marcadas como personas de las que se rehuye. De esta manera impediríamos que una imagen labrada por los vascos como pueblo trabajador y emprendedor y noble, un pueblo de gentes de orden y de palabra, se viniera abajo por los desmanes de una minoría que ha proyectado una imagen bien distinta del país que costará mucho esfuerzo borrar.
Una democracia moderna alcanza su normalización cuando ha sido capaz de alcanzar un consenso respecto a cual es su identidad nacional, cuando se tiene claro cual es su territorio, y cuando la alternancia política a la hora de gobernar es vista como algo natural y no como una forma de reconquista, y cuando dicha alternancia se articula mediante un sistema bipartidista perfecto o imperfecto en la que los partidos tienen una apertura tal, que concurren con naturalidad entre sí las diferentes sensibilidades encabezadas por distintas candidaturas. Nada de esto existe en la sociedad vasca, por lo que la posibilidad de alcanzar la normalización política se antoja algo que, además de resultar difícil, va a dilatarse mucho en el tiempo.
La sociedad vasca es una sociedad plural con muchas diferentes sensibilidades, y la sociedad vasca es una sociedad compleja:
A.- Existe una fragmentación territorial muy compleja de articular, en donde existe y ha existido un País Vasco Francés, otro País Vasco Castellano y otro País Vasco Navarro, pues no toda Navarra es hoy por hoy vasca, y sin embargo es la Navarra de ayer es la única que ha sido capaz de aglutinar en su historia a todo los territorios vascos diseminados hoy en diferentes estados bajo un solo estado independiente, el Reyno de Navarra. Y de Navarra lo que nos a alejado ha sido sobre todo, ETA y su mundo, y pero también, la prepotencia de algún partido nacionalista de las vascongadas que además de cometer ciertos desmanes internos, en lugar de acudir con la cabeza gacha al viejo Reyno mancillado, acudió con una insolente pancarta de Nafarroa Euskadi da. Pocas veces una simple orden de factores habrá alterado tanto un producto. ¡Qué distinto hubiera sido de haber ido allí con una pancarta de Euskadi da Nafarroa!
B.- Existe una fragmentación política absolutamente desbordante. Cada matiz ideológico, cuando no personalista se ve multiplicado por los diferentes matices respecto del factor nacional. Esta situación ha producido un número absolutamente desproporcionado de partidos políticos. Es la prueba más palpable de la anormalidad política. El número de partidos es tal que se hace necesaria la búsqueda constante de coaliciones con lo que los partidos no pueden ni tan siquiera comprometerse a ejecutar ningún programa frente a la ciudadanía, ya que ningún partido puede gobernar por sí sólo, y es esa necesidad de pacto la que genera después un gran desengaño en el electorado que ve como su voto se diluye.
C.- La cuestión nacional y el secuestro de energías a la que contribuye la estrategia armada impide el desarrollo de otros muchos diversos proyectos políticos que una sociedad moderna exige.
La sociedad vasca por tanto, no es una sociedad normalizada, porque no tiene ni definido su territorio con independencia de su fragmentación y porque existen pertenencias encontradas e identidades que chocan entre sí, si bien conviene subrayar que este choque en modo alguno alcanza cuotas graves que impidan la convivencia teniendo que subrayar que es la convivencia el mayor valor y el mayor logro conseguido por los ciudadanos vascos de a pie por ellos y para ellos, muy a pesar de los políticos. La violencia debe de cesar. Todos queremos que se logren los avances a través de las mesa técnica que al respecto abran el gobierno con la Banda Armada. Ahora si la violencia vuelve está habrá de ser combatida con los instrumentos del estado de derecho con el convencimiento de todas las fuerzas democráticas de que será vencida. Sin embargo esa escalada de la violencia no debe de afectar al proceso de normalización que no pude esperar más se ha de proseguir en la búsqueda de consensos.
La normalización política tiene que contar con las siguientes fases:
1º.- En una primera fase la normalización política vasca al menos debe tener su inicio en el reconocimiento de la pluralidad de la sociedad vasca y la complejidad de la articulación de Euskal Herria es decir del pueblo y país vasco y de la necesidad de hacer del mismo un país para todos.
2º.- Una segunda fase se iniciaría con la profundización en dos frentes.
a).- Hacia una mayor agrupación de los diferentes partidos. En esto se profundiza hoy.
b).- Hacia una progresiva agrupación de todo lo vasco que permita de facto el reconocimiento indiscutible de la existencia de una nación vasca de forma que se impida su disolución. Esto exigirá una doble lealtad por quien reconoce y por quien es reconocido. Pacto generacional por lo que el reconocedor, a cambio de no fomentar la disolución de su reconocido y garantizar la lectura bidireccional y recíproca de las posibilidades constitucionales de agrupación, exigirá a éste que no proceda a plantear ninguna quiebra del modelo unitario constitucional del reconocedor en el plazo de una generación. Pues una generación puede obligarse a no escindirse, pero nunca puede comprometer la voluntad de la siguiente. (De esto se tratará en otra ocasión)
3º.- Una tercera fase llevará a que esta situación de hecho sea reconocida como una situación de Derecho garantizando jurídicamente dicho reconocimiento como nación y el derecho de la misma a decidir su futuro estatus político. Este inicio tendrá dos fases una intranacional cuando dicho reconocimiento se alcance por la gran mayoría de la fuerzas que integran el país rompiendo con la dinámica de los dos frentes, y otra fase extranacional cuando dicho reconocimiento se logre por las fuerzas que gobierna el/los estados al que Euskal Herria está adscrita.
4º.- El final de la normalización política llegará tras muchos y muchos años el día en que en la nación vasca en un territorio ya perfectamente definido y con un estatus jurídico decidido con plena libertad, se embarque en un futuro en el que los partidos centren sus programas es aspectos de gestión y la alternancia en el poder sea contemplado como algo natural y saludable pues ya no estará revestido de espíritu de reconquista.
Entre tanto, no podemos permitirnos el desgraciado lujo de enfrascarnos en los de siempre. Embrutecidos por el duro clima político sordos por tanto rayado discurso de tanto pope del monotema hemos sabido desarrollar la ceguera del que no quiere ver. Tenemos que ser conscientes que, cuando el mundo alrededor se está moviendo y en pocos años se está haciendo más historia que nunca, el que la vida política gire en torno a una misma historia que parece no moverse es algo que produce ya un hastío que resulta insoportable para la ciudadanía de este país. No podemos pasar por alto fenómenos con la globalización que tanto nos va a obligar a internacionalizarnos. No podemos pasar por alto la inmigración que tanto nos puede llegar a afectarnos sino nos preparamos para asimilarla desde una actitud potenciadora de la interculturalidad que permitan su reconocimiento y su integración y si les facilite el aprendizaje del Euskera, pues de lo contrario cuando estos adquieran su nacionalidad su voto irá a otra parte.
Tanto embotamiento está produciéndonos un escorbuto anímico en nuestro espíritu. No hemos sabido crear ninguna estética vasca actualizada, ni ha surgido en los últimos tiempos ningún grupo o movimiento artístico de vanguardia. Es increíble que una comunidad con la pulsión y dinamismo como la vasca no exista en todo el territorio ninguna ecoaldea basada en los principios de la permacultura, cuando hoy día existen incluso ejemplos de ecoaldeas urbanas. No ninguna comunidad de trueque. Sorprende ver que, desde los tiempos en que muchos localidades vasca se autoproclamaban antinucleares y colocaban un cartel de zona no nuclear con el símbolo radiactivo, tanta rebeldía e insurrección como ha existido desde entonces, sólo ha servido para muchos jóvenes hayan acabado en la cárcel por colaboración con banda armada para nada, y por el contrario, dicha rebeldía no haya servido para que alguna localidad se declare cannabica-pasota y haya colocado un cartel con el símbolo de la hoja de marihuana a la entrada del mismo poniendo incluso a disposición de sus habitantes algún trozo de monte comunal para el cultivo público. Nunca nada se haya hecho para haber constituido un poblado neohippie. O una aldea lésbica. En nuestro querida Euskal Herria todavía no existe ningún Ayuntamiento que se ha declarado anticonvencional antitextil y naturista y que practique la sana costumbre de celebrar los plenos en pelota picada. Y lo que es más grave aún, todavía en nuestra querida Euskal Herria, ningún Ayuntamiento se haya declarado antiespeculativo, y todo apunta a que van a ser las hipotecas a 40 o 50 años las que van a garantizar la paz social del futuro.
Resulta significativo que lo mejor que se he hecho desde instancias vascas en las últimas décadas a través de sus medios de comunicación consiste en un programa de Radio Euskadi que dirige Roge Blasco, toda una institución de este país, que sirve e incita a la evasión para el logro de una búsqueda que tiene el definitorio título de Levando Anclas que trata de viajes y de viajeros, muchos de ellos vascos que han tomado la alternativa.
Tenemos que salir de nuestras trincheras partidistas y recuperar y crear espacios comunes para quines de una manera o de otra sentimos Euskal Herria como algo a lo que pertenecemos y que pertenece a su vez a nosotros. Sin estos lugares comunes en aspectos culturales territoriales y políticos estaremos perdidos, y de cómo diseñemos estos lugares dependerá nuestro futuro.
Nacionalismo vasco y fragmentación política.
Resulta abrumador el exceso de partidos políticos que existen para un espacio tan pequeño. La fragmentación impide a los partidos llevar a cabo sus programas y les obliga a pactar atendiendo muchas veces a necesidades endógenas todo lo cual los aleja de los ciudadanos que les han confiado su voto y que con ello se sienten defraudados.
Se da un fenómeno paradójico: Junto a la existencia de una pluralidad excesiva de partidos políticos se da una falta de pluralidad dentro de la vida interna de cada partido. Y curiosamente los partidos políticos que más se amparan en la pluralidad para defender el papel de su minúscula representación son los que luego más se afanan por negar la pluralidad en su vida interna.
Ante esta situación también existen posturas encontradas.-
La que línea soberanista, en su errático soberanismo es consciente del problema que ocasiona el exceso de partidos y quiera aprovechar las estrecheces por las que va a a pasar el mundo de la autollamada Izquierda Abertzale para hacerse con su votos, están convencidos que su filón está ahí, y toda sus veleidades se explican entre otros motivos por eso. Su propósito es el de alcanzar el máximo número de votantes posibles a cualquier precio a favor de una pretensión nacional en la que el frentismo se da por ineludible. Se trata de compactar el frente nacionalista y para ello no importa en hacer dejadez del todo el bagaje ideológico que ha caracterizado desde siempre al nacionalismo democrático. El resultado es que mucha gente de centro les ha dejado de votar y va a ser muy difícil recuperar a éstos Y aunque bien es cierto que han podido obtener algún voto de quines han podido votar a la izquierda abertzale, el voto de éstos es conyuntural ellos. Ellos tiene claro cual es su adscripción ideológica y tarde o temprano cuando la violencia se acabe o se acabe imponiendo la condena de la misma, todos ellos volverán a reagruparse.
Cuando llegue ese momento, sino se cambio rápidamente el rumbo, el resultado arrojará una perdida doble, la perdida de voto no propio que ha sido prestado por un simple cuestión conyuntural y la perdida de uno propio que ha ido a parar a otros partidos y que va a ser difícil que vuelva pues se ha sentido traicionado al no mostrar la fidelidad suficiente a una serie de principios substanciales. Y si ello fuera poco se puede encontrar con un frente antinacionalista más compacto que es aquello que un nacionalista ha de evitar a toda costa.
La línea soberanista errática es una corriente perpetuadora de la dinámica de frentes por lo que resulta una línea perpetuadota de la falta de normalización política. Es obvio que en este contexto no es posible que se de la alternancia en estas condiciones. Si por el contrario esa alternancia se da y estamos en una dinámica de frentes, esto hecho va a suponer que quines entren van a tirar abajo todo lo realizado por el nacionalismo en favor de nuestra identidad con lo cual dicha línea produce una dinámica altamente peligrosa para el mismo nacionalismo que constituye una terrible amenaza, pues ni normaliza ni asegura la perduración de los logros obtenidos.
Está la línea pragmática que aboga por el esperar y ver, sabe que su sitio está en el centro lo que constituye de por si un acierto y una posición de gran ventaja y mientras esto lo mantenga siempre podrá bandearse. Pero nada más se hace por reformular el sistema de partidos.
Existe una tercera vía que compartiendo la necesidad imperioso de resituarse en el centro, entiende que además no basta con saber esta y es necesario saber actuar, no ya sólo para obtener beneficios en clave de partido sino para garantizar una estabilidad política en término de país. Se hace necesario redefinir y participar activamente en la definición de los partidos necesarios. Los partidos políticos deben quedar reducidos a medio plazo a cuatro, una izquierda abertzale, un centro derecha nacionalista vasco, un centro izquierda vasquista, una derecha nacionalista española. El largo plazo pasa por el crecimiento los partidos de centro en detrimento de los extremos y porque la comunicación de vasos en el aspecto nacional vasco alcance un equilibrio. Por todo ello, la tercera vía en el corto plazo cuida de sus aliados pero se preocupa mucho de cuidar de sus adversarios y les garantiza su espacio político como mejor formula para asegurar el suyo. El objetivo ineludible del nacionalismo democrático vasco no reside tanto en gobernar como en el hecho de que la asunción de la nación vasca sea la clave por la que otros partidos alcancen el gobierno.
Es legítimo en cualquier partido con vocación de gobierno aspire a copar el máximo de sensibilidades, pero es también recomendable que dicho partido práctica también un autocontrol que le sirva para asegurarse una identidad. A su vez resulta políticamente responsable que se permita un espacio a los otros partidos de forma que pueda dar respuesta a otras sensibilidades y articularse como alternativa. El mundo de la izquierda abertzale ha estado y está impregnado de elementos totalitarios tales como comunistas de corte leninista y de gentes antisistema que deben de ser combatidos y que en modo alguno pueden situarse en ningún ámbito del poder porque lo destruirían todo. Pero es justo también justo reconocer que el mundo de la izquierda abertzale está integrado a su vez por una pléyade de gentes que participa de unos planteamientos alternativos e incluso de una estética propia que los distingue del resto y ante el cual que el nacionalismo democrático vasco tradicional no tiene cabida. Justo es respetar este espacio político alternativo que no puede servir para gobernar el País pero si muchos Ayuntamientos en donde sea posible vivir con un estilo de vida diferente. El reto que tiene encima la izquierda abertzale no reside sólo en lo que tiene que hacer hacia fuera: Deslegitimar la violencia y reorientar su objetivos. El reto que tiene la izquierda abertzale es hacia adentro: La recuperar, hacer revivir y reorganizar a toda esa riqueza y diversidad de movimientos alternativos que llegó a aglutinar y que los ha ahogado por supeditarlo todo a una estrategia orientado a un fin que no se ah conseguido. Como no esto la Izquierda Abertzale, le quedará historia sólo para dos telediarios.
Este espacio que al que sí puede llegar la izquierda abertzale debe de ser valorado como algo necesario es una sociedad como la nuestra que genera tanta frustración y vacío pues dichos planteamientos sirven muchas veces para canalizarlos y ellos es un acicate frente anquilosamientos y perdidas de sensibilidad. Otro tanto puede decirse de los partidos que se nutren exclusivamente del temor al nacionalismo vasco. Podemos ver en ellos los elementos a combatir, pero podemos ver en ello también nuestra incapacidad de haber sido lo suficientemente atractivos lo que nos puede servir igualmente de acicate para reconducir nuestra política.
El nacionalismo democrático vasco en esta encrucijada laberíntica debe de unirse recuperar su fuerza y su identidad. Se hace imprescindible no sólo remarcar nuestros planteamientos nacionales sino que se han de rescatar actualizadamente nuestros planteamientos ideológicos. No podemos echar por tierra el valor que supone el hecho de haber sido en su día los cofundadores de la democraciacristiana europea a la que tanto se le debe. No podemos dejar atrás nuestra imagen de partido de orden y ley, en una sociedad que tanto sufre por la crisis de la autoridad y del sentido del respeto y por una creciente inseguridad ciudadana, a la que debemos de dar respuestas. Debemos de recomponer nuestra capacidad de adhesión directa con la que ganamos votos y sobre todo nuestra debemos capacidad de adhesión indirecta que nos reporta reconocimiento a todos los niveles, nacionales, estatales e internacionales y nos confiere capacidad de influencia .Se ha recuperar nuestro lugar privilegiado tan envidiado.
Una lectura actualizada de esta corriente es la que le lleva a una a abrazar un liberalismo social comprometido con las libertades de todo tipo, las económicas, las individuales desde las clásicas como las de credo pasando hasta las más recientes como las sexuales, pero que conjugue seguridad con libertad, libertad con solidaridad social y sostenibilidad del desarrollo que se impulsa. Se ha de respetar el premio al esfuerzo personal y empresarial que nunca debe de desmotivarse. Nadie va a discutir a estas alturas la existencia de un capitalismo antisocial a lo largo de la historia, pero nadie puede negar igualmente la existencia a lo largo de nuestra historia de un capitalismo prosocial, cuya acumulación de riqueza ha redundado en beneficio de la sociedad en donde dicha riqueza se generaba y en donde caso del País Vasco mucho de ese capital se halla además muy socializado. Igual que el capital hizo posible la articulación de Bizkaia y Gipuzkoa a través de la concesión de la A-8, será de este capital el que llegará la solución a muchos de nuestros más acuciantes problemas. A título de ejemplo que será objeto de desarrollo en otra ocasión, a través del capital proveniente de Cajas o Fondos de Pensiones por concesión administrativa se podrán producir en masa miles y miles de VPOs en alquiler que garantizarán el acceso a una vivienda digna a una inmensidad de personas que hoy no la tienen. Las rentas que se obtengan del alquiler de esas VPOs posibilitarán a los Fondos de Pensiones que como entidades que han participado en su promoción o adquisición de esas VPOs el que éstos puedan asegurar y complementar en el futuro el sistema de pensiones, supliendo en una y otra función las carencias que produce la disfuncional Administración. Se trata únicamente de que esta vez todo el capital sea nuestro para que todo redunde en nuestro beneficio.
Por ello el hecho de militar en el nacionalismo democrática debe conllevar la adquisición de un triple compromiso:
1º.- Compromiso con el ideal nacionalista vasco que nos permita algún día ser nacionales vascos.
2º.- Compromiso con el bagaje ideológico de un partido con de más de 100 años.
3º.- Compromiso con la organización del partido pero sobre todo el compromiso con el afecto a sus gentes.
Lo afiliados tenemos la obligación de conocernos y reconocernos y ayudarnos fuera y dentro del partido. En ello nos va mucho, en ello va nuestro sentimiento de pertenencia que requiere de una constante autoafirmación y de ello depende nuestra fuerza moral. El ámbito en donde se puede generar todo esto es la asamblea. Hay que darle una significación al hecho de ser militante. Y dicha significación debe de abarcar desde la misma afiliación,.A su vez debemos de comprometernos con la necesidad de modernizar la organización del partido, de reactivar la participación y ahondar en la democracia interna y por una apuesta decidida, mediante el ejemplo personal, por el desarrollo de una carrera profesional antes de desarrollar una carrera política en el partido. Estos es lo que garantiza la independencia y lo que evita como políticos al uso se actúe por criterios de supervivencia: “El que coge el billete de ida, tiene que haber comprado antes el billete de vuelta”. Lo peor que el puede pasar al partido es que el mismo caiga en una decadencia moral que arrastre al espíritu Es una perversión de la vida del partido que sea una constante partida entre quines se posicionan en una bando u en otro para el reparto de unos puestos que nada.
Por otro lado, no hay que tener miedo a las discrepancias. Lo que realmente fortalece a un partido no es el compartir un pensamiento único como compartir la idea de que dicho partido del que se forma parte es una institución con más de 100 años que va a seguir estando ahí al margen de que se sucedan las personas que lo integren, y que cuantas ideas se suscitan en su seno lo agrandan y lo enriquecen. Las posturas enfrentadas en el partido en cuestiones nacionales, en modo alguno tienen que repercutir en ámbitos locales. Pero lo que en modo alguno no es posible que dicha separación repercuta es en la afinidad de la afiliación, nunca, nunca podemos olvidar que es mucho más lo que nos une que los que nos separa, y que quines estén arriba se podrán jugar sus tesis y su pan, pero que nosotros en modo alguno podemos jugarnos el espíritu que nos ha llevado a querer formar parte de este partido.
Es una convicción que en el mantenimiento de los citados tres compromisos, y en la profundización de la conciencia de los que somos y hemos sido y conviene que seamos como vascos y como nacionalistas democráticos a todos los niveles encontraremos la visión de conjunto que necesitamos y con ello la salida a nuestro laberinto.
Euskal Herria no es una entelequia es simplemente el complejo paisanaje de este diverso paisaje de valles pueblos y ciudades llenos de historia y cultura nuestra, y es una convicción que si lo hacemos bien, a la tercera puede que llegue nuestra vencida. El día en podamos ser nacionales vascos podremos dejar de ser nacionalistas vascos para ser patriotas de una nación vasca constituida. Si somos capaces de unirnos quienes constituimos el núcleo del nacionalismo democrático vasco, ese día también habrá un PNV y será conocido entonces como el Partido Nacional de la Vasconia. Todo esto de nosotros depende.
Iñigo lizari Illarramendi
Abogado, Militante del PNV en el batzoki de Antigua , Donostia.
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Goiz Argi, marzo de 2007
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