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Cultura de vida y derechos humanos

Santa Sede ante la ONU: El tráfico de seres humanos, «uno de los fenómenos más vergonzosos»

Santa Sede ante la ONU: El tráfico de seres humanos, «uno de los fenómenos más vergonzosos» VIENA, jueves, 14 febrero 2008 (ZENIT.org).- El tráfico de seres humanos es uno de los fenómenos más vergonzosos de nuestra época, ha denunciado la Santa Sede.

El arzobispo Agostino Marchetto, secretario del Consejo Pontificio para la Pastoral de los Emigrantes e Itinerantes, intervino el miércoles en el foro contra el tráfico de seres humanos convocado por la Oficina de Naciones Unidas contra las Drogas y el Delito (UNODD), que se celebra en Viena del 13 al 15 de febrero

 

La Santa Sede, dijo el representante del Papa, «aprecia e impulsa los esfuerzos emprendidos en varios ámbitos para combatir el tráfico de seres humanos, que es un problema multidimensional y uno de los fenómenos más vergonzosos de nuestra era».

 

El prelado destacó, según recoge la crónica de «Radio Vaticano», «el peligro real que sufren las numerosas personas que, ante la pobreza, así como la falta de oportunidades y de cohesión social, se ven impulsadas a dejar sus países de origen, buscando un futuro mejor».

 

 

Sin olvidar que también hay otros factores que contribuyen a extender este crimen, como son los conflictos armados, la ausencia de reglas específicas y de estructuras socio-culturales en algunos países, así como la falta de conocimiento de sus propios derechos de parte de las mismas víctimas, monseñor Marchetto hizo hincapié en que «la Santa Sede alienta todas las iniciativas justas que contribuyen a suprimir este fenómeno inmoral y criminal y a promover la recuperación y el bienestar de las víctimas».

 

«La Santa Sede ha seguido constantemente la gravedad del tráfico de seres humanos», recordó monseñor Marchetto, evocando al Papa Pablo VI, que en 1970, estableció la Pontificia Comisión --hoy Consejo-- para el cuidado y la Pastoral de los Emigrantes e Itinerantes, dedicándose con especial esmero a las víctimas de este crimen, que son «los esclavos de la época moderna».

 

En esta misma perspectiva, este dicasterio pontificio ha organizado dos Congresos Mundiales. El primero, para la liberación de las mujeres de la calle y, el segundo, para los niños de la calle, informó.

 

 

Asimismo, la Santa Sede indica sin cesar que todos los esfuerzos para afrontar las actividades criminales relacionadas con este flagelo deben centrarse en los derechos humanos y dirigirse también a los que protagonizan la demanda de la explotación sexual, afirmó el prelado.

 

A los hombres --jóvenes y mayores-- a los maridos y a los padres, para intervenir en las razones que motivan el maltrato y la falta de respeto de las mujeres.

 

Entre las actividades concretas impulsadas por la Iglesia católica, Marchetto recordó las que han realizado numerosos obispos y conferencias episcopales, citando algunos ejemplos como España, Nigeria e Irlanda. Actividades que han implicado además la acción directa de organizaciones e instituciones católicas, que asisten a las víctimas. Las escuchan, les brindan ayuda material, incluyendo la forma de escapar de quienes las esclavizan por medio de la violencia sexual. Creando hogares de acogida, promoviendo los pasos necesarios para la reinserción en la sociedad y patrocinando la prevención.

 

Monseñor Marchetto presentó también la decidida actividad de la Iglesia católica en aquellos países que sufren violentos conflictos, como República Democrática del Congo, Sierra Leona y Liberia, para salvar a los niños soldado, que también acaban siendo vendidos.

 

Son numerosas las acciones de la Iglesia católica, gracias también a las iniciativas que impulsan las congregaciones religiosas, en favor de estos menores.

 

«Se trata no sólo de salvarlos de semejantes horrores, sino también de curar sus heridas físicas y emocionales y de sostener a las familias y comunidades. Admitiendo que no existen soluciones fáciles, la Santa Sede subraya la importancia de tutelar a las víctimas del tráfico de seres humanos, de establecer penas justas para castigar este crimen y de promover medidas preventivas. La prevención abarca el conocimiento también de las causas de este horrible fenómeno, incluyendo la situación macro-económica», afirmó.

 

Por lo que se refiere a la ayuda que se debe otorgar a las víctimas el Arzobispo Marchetto insistió en los cuidados médicos y psicológicos, así como en los permisos de residencia y de empleo que faciliten su reinserción social.

 

Recomendando asimismo que cuando se les ayuda a volver a sus países de origen es indispensable acompañar esta ayuda con proyectos y microcréditos, que se podrían financiar con la incautación de las ganancias de los mismos traficantes.

 

Como conclusión, Marchetto citó las palabras de Benedicto XVI en su encíclica Spe Salvi: «La grandeza de la humanidad está determinada esencialmente por su relación con el sufrimiento y con el que sufre. Esto es válido tanto para el individuo como para la sociedad. Una sociedad que no logra aceptar a los que sufren y no es capaz de contribuir mediante la compasión a que el sufrimiento sea compartido y sobrellevado también interiormente, es una sociedad cruel e inhumana» (n. 38).

 

 

 

Las Víctimas del Aborto denuncian que “no se puede ser feminista y favorecer el drama del aborto”

Las Víctimas del Aborto denuncian que “no se puede ser feminista y favorecer el drama del aborto”

Vuelta a la carga con la despenalización del aborto en España. Más de una veintena de entidades han convocado en Barcelona una manifestación a favor del aborto "libre y gratuito" para hoy, en la plaza Sant Jaume de Barcelona pero, lamentablemente, no será la única pues en Madrid también algunos sindicatos y asociaciones feministas de toda España, así como IU con su coordinador general, Gaspar Llamazares, a la cabeza, celebrarán una concentración en la Puerta del Sol para exigir al Gobierno "un compromiso claro" con la modificación de la actual Ley del Aborto

Tras las recientes investigaciones en clínicas abortistas a raíz de que saliera a la luz que algunas los practicaban a mujeres de hasta siete meses de gestación, la izquierda más radical considera que ha sido “un ataque a los derechos de la mujer”. Por ello, han organizado manifestaciones en Madrid y Barcelona para criticar la postura de la derecha y la “Iglesia más reaccionaria”.

 

En Barcelona, entre las organizaciones que forman parte de la campaña por el

derecho al aborto, figuran la Xarxa Mundial de Dones, Secretaría de la Mujer de CC.OO., Dones amb Iniciativa, Dones en Xarxa.cat, rea de la Mujer de Esquerra Unida i Alternativa y Ca la Dona, entre otras.

 

Bajo el lema 'Por el derecho al aborto libre y gratuito. Las mujeres parimos, las mujeres decidimos. Nosotras también hemos abortado', las organizaciones convocantes continúan exigiendo que el aborto "salga inmediatamente" del Código Penal, se cambie la Ley, sea una prestación sanitaria normalizada dentro de la sanidad pública.

 

En Madrid, el grupo liderado por Llamazares quiere mostrar su rechazo ante "las amenazas" que sufren estas mujeres y "las agresiones tanto físicas como verbales" que han soportado los profesionales de las clínicas abortistas.

 

Frente a esta defensa del aborto libre, Reneé Martínez, portavoz de la Asociación de Víctimas del Aborto (AVA), recordó que es la mujer, junto con su hijo fallecido, “la principal víctima de un sistema capitalista que prefiere el aborto antes que ofrecer alternativas y ayudas reales ante un embarazo inesperado". De esta manera, lamentó las autoinculpaciones por parte de algunas mujeres que se han practicado abortos y afirmó que “se esta trivializando un hecho muy serio y se esta menospreciando el dolor y la pena de muchas mujeres que hoy sufren la perdida violenta de un hijo".

 

Entre algunos ejemplos de mujeres que sufrieron este drama se encuentran María de la Cuesta Román, de 21 años, que fue forzada a abortar y asegura: “no me siento representada en la manifestación de esas manipuladoras”. Para otra mujer, Sofía, fue el peor día de su vida.

 

Por lo tanto, la presidenta de AVA afirmó que “no se puede ser feminista y favorecer el negocio y el drama para la mujer del aborto”.

 

Por su parte, ‘No Más Silencio’ rechazó ayer la banalización del aborto ante la campaña de autoinculpaciones de mujeres que dicen haber abortado fuera de la ley, en nombre de todas esas mujeres que acuden a su terapia del Síndrome Post-aborto.

 

Es sabido y reconocido por las mismas partidarias del aborto que el aborto es muy traumático para la mujer y debe ser su último recurso. Por ello, en nombre de sus pacientes, exigen respeto a los sentimientos de las mujeres traumatizadas por el aborto.

 

 

Análisis Digital, 23 de enero de 2008

 

España: monarquía bananera

España: monarquía bananera Esto no es ninguna crítica al rey sino a la referencia necesaria a la naturaleza del estado, y a lo impropio que sería calificarla de “república bananera”, que en definitiva es la idea que quiero traspasar, a la luz de los hechos que nos castigan día tras otro.

La condición de banana por parte de un estado se adquiere cuando el derecho y la justicia se transforman en una entelequia, y jueces y fiscales pasan a ser una simple dependencia del gobierno. Esto es lo que está sucediendo en España de una manera acelerada y con máximo impudor. Se está destrozando la justicia porque el gobierno la instrumentaliza o la coacciona.

Constatémoslo con la realidad de los hechos: La fiscalía holandesa ordenó la detención de una mujer de aquel país en el mes de noviembre porque había venido a abortar a España fuera del límite legal que las leyes holandesas permiten. Fue acusada, además, de homicidio, para ser más exactos de infanticidio porque se trataba de un inmaduro de ya 25 semanas. Hace pocos días la comisión rogatoria encabezada por un fiscal ha interrogado al famoso Dr. Morín en dependencias judiciales, porque este acto presuntamente criminal se realizó en su clínica. Nadie duda que Holanda es el país más libérrimo de Europa en sus leyes, incluida la del aborto, pero también es necesario subrayar que cuando estos amplísimos límites se superan, la justicia actúa con independencia y contundencia.

 

Veamos ahora el equivalente español: Un juez llama a declarar a 28 mujeres que han abortado en relación a unos presuntos delitos cometidos en la clínica Isadora, cuyos indicios más importantes son los restos humanos encontrados. Estos trozos indican que, en algunos casos, la edad del no nacido podía ser de muchas semanas, incluso de un inmaduro, como en el caso holandés.

 

La guardia civil comunica a las afectadas para que acudan a declarar. A partir de aquí todo el gobierno como si no tuviera otra cosa que hacer, se pone en acción para perturbar y coaccionar al juez.

 

Empieza la vicepresidenta, precisamente la misma que se ha llenado la boca durante cuatro años diciendo que nunca opina cuando interviene un juez, afirmando que el Fiscal General del Estado, degradado a la condición de fuerza de choque política del gobierno, actuará para velar que no se vulnere el derecho a la intimidad de las personas.

 

A continuación se entrevistan las clínicas abortistas, faltaría más, con el Ministro de Sanidad, Bernat Soria, quien les agradece su magnífica tarea y las apoya. Por su parte el Ministro de Justicia insiste en lo del derecho a la intimidad.

 

En todo esto ¿nadie piensa en la libertad del juez para actuar, o es porque se trata del tema del aborto y éste está protegido, incluso cuando se practica de forma irregular, por el gobierno?

 

Está bien que se proteja la intimidad de las personas pero esto reza no solo en este caso sino en todos los otros. El aborto no es un delito que merezca una especial consideración.

 

Una persona acusada de corrupción urbanística, de robo, de malos tratos, tiene los mismos derechos, porque de no ser así se está haciendo un juicio previo que invalida al que viene después, al verdadero. Es decir se convierte la justicia en un aparato bananero. Por otra parte la “intimidad” nunca ha impedido el progreso de la justicia, simplemente porque para quienes nos gobiernan el aborto ilegal no es delito: bananerismo puro y duro.

 

Iba a escribir que “calle de una vez este gobierno” en tantas arbitrariedades y desafueros, pero sería inútil. Esto solo tiene arreglo enfrentándose a él y utilizando los derechos democráticos para que deje de hacer tanto daño.

 

Josep Miró i Ardèvol   

Forum  Libertas, 19 de enero de 2008

El aborto es ya la primera causa de mortalidad en España

El aborto es ya la primera causa de mortalidad en España

España supera los 100.000 abortos anuales, mientras se calcula en 125.000 los nacimientos necesarios para el mantenimiento poblacional.

Se ha convertido en la primera causa de mortalidad en España, superando al cáncer y a los accidentes de tráfico. En España ya se producen más de 100.000 abortos anuales. De modo que uno de cada seis embarazos (17,4%) termina en aborto. El ritmo de abortos es de 278 al día. Así lo revela el informe Evolución de la Familia en España 2007, presentado este miércoles por el Instituto de Política Familiar (IPF).

Mientras los abortos descienden en la Alemania, Italia y resto de la UE21, España se coloca en cabeza con un crecimiento del 59%. A este dato se añade el desequilibrio poblacional, que requeriría de 125.000 nacimientos más para mantenerse.

 

El dato chirría y, de hecho, sorprendió a algunos de los periodistas presentes, que se extrañaron de que el informe considerara “vida” lo que ellos preferían denominar “feto”. El presidente del IPF, Eduardo Hertfelder, respondía con un argumento de sentido común: “si se deja que se desarrolle, nace”. La propia ex ministra de Sanidad de Zapatero, Elena Salgado, lo calificó como drama: “¿Queremos que aumente ese drama?”, se pregunta Hertfelder. En este sentido, el vicepresidente del IPF, Mariano Martínez-Aedo, recordó que los abortos aumentan entre inmigrantes y menores y lo hacen por problemas económicos. Por tanto, “el Estado puede intervenir con ayudas económicas a esas mujeres”, concluyó Martínez-Aedo.

 

Por eso, cuando uno de los periodistas se empeñó en preguntar por el “acoso” a las “clínicas abortivas”, Hertfelder recordó que en esas clínicas se están cometiendo delitos que deben ser perseguidos por la Justicia como se hace con el fraude fiscal. Además, el presidente del IPF recomienda una reforma legal: “La ley debería reformarse para evitar el coladero y el fraude. Por ejemplo, debería haber psicólogos de la Administración para evitar la vinculación interesada de estos profesionales a las clínicas", concluyó Hertfelder.

 

Hispanidad, 16 de enero de 2008

101.592 niños abortados: un mundo que no soporta la debilidad

101.592 niños abortados: un mundo que no soporta la debilidad
Por cierto, las cifras de abortos 2006, y sobre todo su imparable crecimiento revela un fenómeno verdaderamente preocupante: el odio al débil. Porque se odia la debilidad, se odia al no nacido -el más indefenso de todos- y se odia a la familia, el único lugar donde a la gente no se le valora por lo que aporta, sino por lo que es.
El fundador y ‘number one’ de la Comunidad de San Egidio Andrea Riccardi, comentaba el día 30, en Madrid, un anuncio que decía así: “Soy lo que compro”. Tanto aportas a la economía o a la sociedad, tantos impuestos pagas, tanto vales. En la familia, por contra, el miembro más débil, el que menos aporta, es el más cuidado por los padres. Tanto aportas tanto vales, frente al tanto te amamos, tanto vales.

Es evidente que el niño nonato, al igual que el niño neonato, es un incordio: no aporta nada, y roba tiempo, dinero y libertad a los suyos, y obliga a su madre a hinchar su tripa para albergar al inquilino en su propio seno, algo sin duda, de lo más molesto y con repercusiones sobre la figura femenina, consecuencias las más de las veces eternas. Pronto, el nonato molesta, el niño también, al igual que el enfermo y el viejo. No se trata ya de egoísmo, sino de que la debilidad no se puede sufrir. El mundo moderno, al menos, no está dispuesta a sufrirla.

No se soporta la debilidad, que se vive como una carga, ni la inocencia, que se percibe como una ofensa a la propia malicia. Precisamente, la festividad de los Reyes Magos representa el triunfo de la debilidad y la reivindicación de la inocencia. Es una fiesta políticamente incorrecta.

Eulogio López
 

Laicismo militante: o la cueva o la checa

Laicismo militante: o la cueva o la checa Acostumbrados los católicos a resistir sin defensa los ataques continuos a la Iglesia, a su historia y a sus miembros, no extraña la campaña inquebrantable de los medios de comunicación encaminada a identificar, entre otras sutilezas, la locura del islamismo radical, o la intolerancia "propiamente" católica con la raíz de fanatismo que, según su particular teoría, todas las religiones encierran. No extraña por tanto tampoco el sutil paralelismo de este Gobierno combativamente laicista entre Iglesia y retroceso, o en palabras del Señor de los Talantes, la burda comparación entre ser católico y carca.

Estos planteamientos, servidos en brillantes artículos en distintos periódicos, ilustres voces en algunas radios, emotivas películas, vibrantes canciones, se basan en una mezcla de mentiras y medias verdades, aderezado con grandes dosis de calculado silencio sobre la realidad de la Iglesia y su labor social y espiritual. A todo ello se une la repetición sistemática de las consignas anticatólicas, con lo que se consigue un efecto multiplicador del mal que pretenden estos luchadores de la libertad. En palabras de un periodista (si mi memoria no falla, Sánchez Cámara), "el progresismo talibán no pierde ocasión para emprender su particular cruzada contra la religión". Les bastan como mesa de manipulaciones para lanzar sus mensajes anti-religión sucesos ajenos a la dimensión real de ésta: muestra de ello fue el atentado del lejano 11 de septiembre, o recientemente las opiniones de la Iglesia sobre asuntos de actualidad que competen a su misión pastoral.

 

A partir de una manipulación burda del fondo, elaboraron una superficial teoría según la cual toda religión, especialmente las monoteístas, guarda en la recámara un poso de fanatismo, que llevado al extremo es el origen de los males del mundo, de las guerras, de las injusticias sociales. Igualmente el descubrimiento de algunos casos de pederastia en EEUU da carta de naturaleza a una infumable teoría anticatólica. Multiplicada esta teoría en el cine, en la televisión, en las radios, los ataques a los católicos y a su Iglesia son diarios y numerosos.

 

Aquellos teóricos del anticatolicismo, líderes de los más rancios prejuicios religiosos, tienen en España numerosos adeptos. Los nuestros son hijos espirituales de los asesinos aciagos del treinta y tantos español, y con el tiempo y muchísimo dinero han conseguido que la sociedad española, incluso los propios católicos, pongan en tela de juicio, cuando no nieguen directamente, la autoridad de la Iglesia para conducir a su rebaño por la senda que legítimamente quiera marcar. De forma que hoy en día decirse católico es un trauma, confesarse apostólico, un pecado social, y si además se declara la "romanidad" se es torturado en las modernas máquinas mediáticas que esta Inquisición del siglo XXI tiene preparados para quienes no acaten sus dictados relativistas, para quienes no comulguen, por lo civil, con este mensaje ultramoderno de "Dios no existe, luego todo vale".

 

Este planteamiento universal conduce en las conciencias sociales a que la religión sea la derrotada en la lucha entre fe y razón, entre el Dios-Hombre y la ciencia como único dios. Ésa es su victoria, la victoria de los que hacen de la libertad de expresión un campo vetado a la Religión en su conjunto y muy particularmente a la religión católica.

 

Tras el acto litúrgico, que no manifestación, de los pasados días en Colón el ministro Bermejo y el señor Blanco, líderes del frente popular anticatólico, de forma soez y miserable cayeron en el insulto y en tópicos varios. Decir que el encuentro de familias fue la participación de la Iglesia en campaña es mentir descaradamente. La campaña contra la Iglesia en 2008 empieza pronto y fuerte. El objetivo, seguramente, la revisión total del los acuerdos Iglesia-Estado, y la consideración de que la Iglesia Católica, no debe, no puede opinar. De ahí a la caza hay muy poco. Y lo que pretenden estos dos sujetos, unidos a la rancia izquierdona española, la política y la mediática, la circense y la "intelectual", ciegos por su totalitarismo y vesania anticatólica, es darle dos caminos a la Iglesia: o la cueva o la checa.

 

Ser católico en el siglo XXI es tan difícil como lo fue en los primeros siglos del cristianismo. La persecución es la misma, si bien se aplican métodos más modernos. Acaso es más difícil enfrentarse con la palabra o con los hechos, porque todo cuanto la religión católica realiza en beneficio del bien común, es ocultado por la espesa manta del laicismo o del ateísmo militante. Está permitido, y premiado, ofender a un religioso o religiosa, insinuar que mantiene relaciones con niños, que se lleva el dinero del cepillo, que utiliza su autoridad para influir conciencias, incluso eres el colmo de la progresía si denuncias los abusos económicos de la todopoderosa Iglesia. Lo contrario, para ellos, significa ser fascista, antiguo, o simplemente imbécil: defenderlos, o acusar de fanáticos, integristas, liberticidas, manipuladores, mentirosos, a quienes abusivamente denigran a la religión católica, a los católicos y sus manifestaciones. ¿Entenderá alguna vez esta progresía totalitaria que nos ha tocado en mala suerte, el significado de las palabras respeto y libertad de culto?

 

Si de una vez por todas dijéramos basta ya al insulto, a la mentira, a la manipulación, a la nueva confesionalidad laicista que pretende Zapatero y demás compañía rancia para el Estado, ¿no sería imponente la capacidad de presión católica? Se me ocurre un experimento: si los católicos españoles dejáramos de consumir los productos que soportan y aúpan la hediondez de los múltiples programas de televisión y sus burlas constantes a la religión católica, y no sólo eso, si durante un tiempo, como protesta pacífica, no consumiéramos telebasura, para empezar, ¿no conseguiríamos algo? No somos conscientes de la fuerza huracanada de una protesta católica pacífica y civilizada. Dejémonos de monsergas progres: católicos del mundo, ¡uníos!

 

Alfredo Casquero

El Semanal Digital, 2 de enero de 2008

El extraño hecho de una celebración por la familia

El extraño hecho de una celebración por la familia

Estamos ante un hecho extraño. Indiscutible. La convocatoria para la celebración de este domingo en la Plaza de Colón de Madrid ha suscitado un movimiento de adhesión en muchísimas personas que quieren reunirse gozosas para expresar ante todos el bien que significa para ellas la familia. No deberíamos minusvalorar esta respuesta. Desde hace décadas estamos recibiendo mensajes que van en dirección opuesta: muchas series de televisión, películas y mucha literatura invitan a lo contrario. Ante ese impresionante despliegue de medios, lo normal sería que la familia hubiera dejado de interesar. Pero hay algo que tenemos que reconocer casi sorprendidos: esa impresionante maquinaria no ha mostrado ser más potente que la experiencia elemental que cada uno de nosotros ha vivido en su familia, la experiencia de un bien. Un bien del que estamos agradecidos y que queremos transmitir a nuestros hijos y compartir.

 

¿De dónde ha nacido este bien del que estamos tan agradecidos? De la experiencia cristiana. No siempre fue así, como testimonia la reacción de los discípulos la primera vez que oyeron hablar a Jesús del matrimonio. «Y se acercaron a El algunos fariseos para probarle, diciendo: '¿Es lícito a un hombre divorciarse de su mujer por cualquier motivo?'. Y respondiendo El, dijo: '¿No habéis leído que aquel que los creó, desde el principio los hizo varón y hembra?'. Y añadió: 'Por esta razón el hombre dejará a su padre y a su madre y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne. Por consiguiente, ya no son dos, sino una sola carne. Por tanto, lo que Dios ha unido, ningún hombre lo separe'. Los discípulos le dijeron: 'Si así es la relación del hombre con su mujer, no conviene casarse'». (Mt 19,3-6.10).

 

No tenemos, pues, que sorprendernos. Lo mismo que a tantos de nuestros contemporáneos y muchas veces a nosotros mismos, a los discípulos también les parecía imposible. Sólo la gracia de Jesucristo ha hecho posible vivir la naturaleza original de la relación entre hombre y mujer.

 

Es importante mirar este origen para poder responder a los desafíos que tenemos que afrontar. Los católicos no somos distintos a los demás, muchos de nosotros tenemos problemas en la vida familiar. Constatamos con dolor cómo entre nosotros hay muchos amigos que no perseveran ante las numerosas dificultades externas e internas por las que atraviesan. Ni siquiera a nosotros nos basta con saber la doctrina verdadera sobre el matrimonio para poder resistir todos los envites de la vida. Nos lo ha recordado el Papa: «Las buenas estructuras ayudan, pero por sí solas no bastan. El hombre nunca puede ser redimido solamente desde el exterior» (Spe Salvi, 25).

 

Necesitamos hacer nuestro lo que hemos recibido para poderlo vivir en la nueva situación que nos toca afrontar, como nos invita Goethe: «Lo que has heredado de tus antepasados/ debes reconquistarlo de nuevo/ para poseerlo verdaderamente».

 

Para reconquistar de nuevo la experiencia de la familia necesitamos aprender que «la cuestión de la justa relación entre el hombre y la mujer hunde sus raíces en la esencia más profunda del ser humano y sólo puede encontrar su respuesta a partir de ésta», como ha dicho Benedicto XVI. En efecto, la persona amada nos revela el «misterio eterno de nuestro ser».

 

Nadie nos despierta tanto y nos hace tan conscientes del deseo de felicidad que nos constituye como el ser querido. Su presencia es un bien tan grande que nos hace caer en la cuenta de la profundidad y la verdadera dimensión de este deseo: un deseo infinito. Las palabras de Cesare Pavese sobre el placer se pueden aplicar a la relación amorosa: «Lo que un hombre busca en el placer es un infinito, y nadie renunciaría jamás a la esperanza de conseguir esta infinitud». Un yo y un tú limitados se suscitan recíprocamente un deseo infinito y se descubren lanzados por su amor a un destino infinito. En esta experiencia se desvela a ambos su vocación.

 

Por eso los poetas han visto en la hermosura de la mujer un «rayo divino», es decir, un signo que remite más allá, a otra cosa más grande, divina, inconmensurable respecto a su naturaleza limitada. Su belleza grita ante nosotros: «No soy yo. Yo sólo soy una señal. ¡Mira! ¡Mira! ¿A quién te recuerdo?». Con estas palabras ha sintetizado el genio de C. S. Lewis la dinámica del signo de la que la relación entre hombre y mujer constituye un ejemplo conmovedor. Si no comprende tal dinámica, el hombre sucumbe al error de detenerse en la realidad que ha suscitado el deseo. Entonces la relación se acaba por hacer insoportable.

 

Como decía Rilke, «ésta es la paradoja del amor entre el hombre y la mujer: dos infinitos se encuentran con dos límites. Dos infinitamente necesitados de ser amados se encuentran con dos frágiles y limitadas capacidades de amar. Y sólo en el horizonte de un amor más grande no se devoran en la pretensión, ni se resignan, sino que caminan juntos hacia una plenitud de la cual el otro es signo».

 

En esta situación se puede comprender la inaudita propuesta de Jesús para que la experiencia más bella de la vida, enamorarse, no decaiga hasta convertirse en una pretensión sofocante. «El que ama a su padre o a su madre más que a mí, no es digno de mí; el que ama a su hijo o a su hija más que a mí, no es digno de mí. El que encuentre su vida, la perderá; y el que pierda su vida por mí, la encontrará» (Mt 10,34-37.39-40). Con estas palabras Jesús desvela el alcance de la esperanza que su persona constituye para quien le deja entrar en su vida. No se trata de una ingerencia en las relaciones más íntimas, sino de la mayor promesa que el hombre ha podido recibir: sin amar a Cristo -la Belleza hecha carne- más que a la persona amada esa relación se marchita. El es la verdad de esa relación, la plenitud a la que los dos mutuamente se remiten y en la que su relación se cumple. Sólo permitiéndole entrar en ella es posible que la relación más bella que tiene lugar en la vida no decaiga y, con el tiempo, muera. Nosotros sabemos bien que todo el ímpetu con el que uno se enamora no basta para impedir que el amor se oxide con el tiempo. Tal es la audacia de su pretensión.

 

Aparece entonces en toda su importancia la tarea de la comunidad cristiana: favorecer una experiencia del cristianismo para la plenitud de la vida de cada uno. Sólo en el ámbito de esta relación más grande es posible no devorarse, porque cada uno encuentra en ella su cumplimiento humano, sorprendiendo en sí una capacidad de abrazar al otro en su diferencia, de gratuidad sin límites, de perdón siempre nuevo. Sin comunidades cristianas capaces de acompañar y sostener a los esposos en su aventura será difícil, si no imposible, que la culminen con éxito.

 

Ellos, a su vez, no se pueden eximir del trabajo de una educación de la que son los protagonistas principales, pensando que pertenecer al recinto de la comunidad eclesial les libra de las dificultades. De este modo se desvela plenamente la naturaleza de la vocación matrimonial: caminar juntos hacia el único que puede responder a la sed de felicidad que el otro despierta constantemente en mí, hacia Cristo. Así se evitará ir, como la Samaritana, de marido en marido (cf. Jn 4,18), sin conseguir apagar su sed. La conciencia de su incapacidad para resolver por sí misma el drama, ni siquiera cambiando cinco veces de marido, le hace percibir a Jesús como un bien tan deseable que no puede evitar gritar: «Señor, dame de esa agua, para que no tenga más sed» (Jn 4,15).

 

Sin la experiencia de plenitud humana que hace posible Cristo, el ideal cristiano del matrimonio se reduce a algo imposible de realizar. La indisolubilidad del matrimonio y la eternidad del amor aparecen como quimeras inalcanzables. Estas, en realidad, son los frutos de una intensidad de la experiencia de Cristo, tan gratuitos que aparecen a los mismos esposos como una sorpresa, como el testimonio de que «para Dios nada es imposible». Sólo una experiencia así puede mostrar la racionalidad de la fe cristiana, como una realidad totalmente correspondiente al deseo y a la exigencia del hombre, también en el matrimonio y la familia.

 

Una relación vivida así constituye la mejor propuesta educativa para los hijos. A través de la belleza de la relación de sus padres son introducidos, casi por ósmosis, en el significado de la existencia. En la estabilidad de esa relación su razón y su libertad son constantemente solicitadas para no perderse semejante belleza. Es la misma belleza, resplandeciente en el testimonio de los esposos cristianos, que necesitan encontrar los hombres y mujeres de nuestro tiempo.

 

Julián Carrón

El Mundo, 29/12/07

 

Comunicado de prensa de Comunión y Liberación con motivo de la Celebración por la Familia Cristiana del próximo día 30 de diciembre.

Comunicado de prensa de Comunión y Liberación con motivo de la Celebración por la Familia Cristiana del próximo día 30 de diciembre. La familia es la primera comunidad en la que se experimenta el perdón, el sentido de la justicia y de la paz -como acaba de recordar Benedicto XVI. Las políticas que en los últimos años se han desarrollado contra ella, sin tener en cuenta las necesidades reales de la sociedad española, no han impedido que sea percibida por una gran mayoría, incluso de los más jóvenes, como un bien, como un lugar preferente para aprender a vivir, aunque también se reconoce que esa comunidad a veces resulta muy difícil, acaso imposible para nuestras pobres fuerzas. También les pasaba lo mismo a los discípulos de Jesús cuando le oían hablar del matrimonio.

La Celebración por la Familia Cristiana que tendrá lugar el próximo día 30 en la plaza de Colón de Madrid, en la que invitamos a participar a todos, es una ocasión para dar testimonio de experiencias en las que la relación entre hombre y mujer están abiertas al Misterio de Dios, manteniendo así viva para siempre la promesa de felicidad con la que nacieron.

Es un momento para expresar el valor civil de una fe que potencia lo humano, en un ámbito tan concreto como el doméstico. Para afirmar de forma cotidiana y existencial el valor de la familia, necesitamos educarnos en reconocerla, y proponerla, como el ámbito en el que cada persona -con su sexualidad y su capacidad de amar- es acompañada en el camino hacia su Destino, con el horizonte de una vocación pública irrenunciable.

 

 

 

Comunión y Liberación, 21 de diciembre de 2007